4.

—Buenas tardes —habló Val cuando entró por la puerta a la sala de juntas —. Me había apresurado, pero, como siempre, suelen llegar a la hora que les da la regalada gana.

Algunos hombres estaban enfrascados en alguna conversación ajena a lo que ella decía. Ni siquiera la tomaron en cuenta porque ninguno creía importante oír lo que una mujer tenía para decir. Todos pensaban que, una mujer al mando de algo, era sinónimo de miseria y que todo se iba a ir a la banca rota. Esperaban cada día que les dieran la noticia de que todo se había ido a la quiebra y que ya no tenían trabajo. Se dedicaban a hablar de ella cada día burlándose sin parar.

Pero eso era una grave error con Val. Suponían que eran una simple chica mimada de un padre rico y ya; sin embargo, estaban muy equivocados.

Al ver que era ignorada, miró a los cinco que estaban sentados y los otros cinco puestos que estaban vacíos.

Levantó su bolso para golpear la mesa con fuerza provocando que todos le den una breve mirada para encontrarse con su rostro serio. Estaba cansada de que la tratarán así y no iba a permitir aquello. Les había tenido bastante paciencia, pero todos se seguían comportando de manera machista. Lo que le daba mucho enojo porque no era una simple muñeca de colección a la que podían tratar como si nada.

—¿Dónde están los demás?

—Dijeron que iban a llegar tarde —respondió uno.

—¿Motivo?

—Algunas cosas importantes.

—Yo soy la presidenta de esta empresa y soy lo más relevante para todos, pero ya entiendo. Todos creen que esto es un juego igual que siempre. De acuerdo —habló sentando en la silla y cruzando sus piernas —, les voy a enseñar lo que sucede cuando faltan a las cláusulas del contrato. ¡Merry!

La chica entró casi corriendo con una agenda en la mano lista para anotar lo que ella le fuera a pedir.

—Dígame, presidenta.

—Ah, ¿la oyeron? Ella sabe muy bien cuál es la jurisdicción de este lugar, sabe quién está en la cima —dijo y les dio una breve mirada a los otros hombres para agregar—: Y quienes están por debajo de mí. ¿Piensan que no soy lo suficientemente seria? ¿Acaso tengo cara de que pueden faltarme el respeto cuando quieran? Los he tolerado mucho, pero ahora van a entender que no importa si se usa tacones o zapatos simples, porque el poder que puede tener es exactamente el mismo.

—¿De qué estás hablando?

—¿Que de qué estoy hablando? No —farfulló negando con su dedo índice —. Esa no es la pregunta indicada. La forma correcta es: ¿qué está hablando, presidenta?

Movió su mano hacia Merry y ella dio pasos rápidos hasta llegar a su lado.

—Merry.

—Dígame, presidenta.

—Aquí faltan cinco hombres. Ahora mismo, vas a darle su carta de renuncia para que entiendan como son las cosas aquí realmente.

Los hombres, al escuchar aquello, se miraron los unos a los otros sin poder entender nada de lo que estaba sucediendo. Pensaron que era una especie de broma, pero ella se veía con un rostro serio todo el tiempo. Tenía su cabello rubio suelto, pero se seguía viendo casi endemoniada y su vestido rojo solo la hacía ver peor. Era más que hermosa, pero, en ese preciso instante, la vieron como el mismo diablo.

Val los miró a todos sin mayor dificultad con una sonrisa llena de burla mientras mordía un lápiz.

—Debe ser una broma. Tú no puedes...

—Él también está despedido —anunció.

El hombre se puso de pie de forma abrupta al oír aquello.

—¡¿Qué es lo que estás diciendo, niñita?! ¡Estás loca! ¡No eres nadie para venir a despedirme por un simple berrinche! —exclamó con enojo.

Se veía más que molesto sin duda alguna.

Val también se puso de pie, pero ella lo hizo de manera más lenta y con tranquilidad. Apoyó sus manos en la mesa que era de vidrio y le regaló una sonrisa.

—Desde que asumí este cargo, hace dos años, jamás me han dado el debido respeto. No asisten a las juntas, llegan tarde al trabajo y se encierran en el baño a hacer sus porquerías —habló —. Hay cámaras por todos lados y, si asumen que las cámaras están por simples adornos, se equivocan. Las veo siempre y los veo cuchicheando como viejas en las esquinas. Si quieren hacer eso, pues háganlo, pero fuera de aquí. Yo, justo ahora tengo poder sobre todos ustedes en la palma de mi mano y, si les molesta tanto el hecho de que soy mujer, lo siento, pero se las tendrán que arreglar solos.

Se quedó parado viéndolos de forma atenta. Todos se miraban los unos a los otros y tragaron saliva con dificultad.

—Lo siento mucho —anunció un hombre —, no volverá a ocurrir, presidenta.

Ella le regaló una sonrisa amable y los otros dijeron lo mismo. Merry simplemente salió lista para hacer la carta de renuncia de todos porque no pensaba dejar las cosas como un juego. Podía lo más bien contratar y despedir a todos los que quisiera con únicamente chasquear sus dedos.

—Bien, ahora que los puestos han quedado más que claro de cada uno, comencemos con la reunión ya prevista. Las ventas han subido un doscientos por ciento en tres meses, lo que es más que bueno. Estamos en el número uno del ranking de las empresas más codiciadas del último tiempo y espero que nos podamos mantener de aquella forma por mucho tiempo más. Díganme las cosas que han ido sucediendo mientras reviso estos papeles.

Escuchó como un hombre se aclaró la garganta para hablar y tomó unas hojas sobre balance, porcientos y cantidades de ventas que se hacían en un solo día.

—Al hacer una comparación del mes pasado, hemos obtenido una alza del setenta por ciento. Se acerca la navidad y año nuevo, pero hemos obtenido un alza mucho mayor a otros años anteriores donde las ventas solamente llegaban a un doscientos por ciento.

—Las cosas que más están comprando las personas en estas fechas es tecnología y ropa —agregó otro —, por ende es preferible que el inventario esté con una gran reserva. Esta tarde llega una carga, lo cual nos asegura tener suficiente para tres meses más.

—Así es —aseguró Val y alzó la mirada para darles una breve mirada —. Por eso es que jamás se debe olvidar la misión de una empresa, ¿verdad?

—Claro que no. La misión de una empresa es fundamental para dirigir todos los aspectos comerciales. Ayuda a los fundadores a hacer crecer la empresa con un objetivo principal. Brinda a los empleados algo por lo que trabajar y crea un sentido de propósito. También les permite a los clientes conocer lo que representa la empresa y los ayuda establecer una conexión personal con ellos. Si se olvida la misión de una empresa puede ser algo fatal.

—Vaya, parece que sí tengo buenos empleados —soltó asombrada porque todos tenían cara de estúpidos, pero habían dicho solo cosas buenas.

Siguieron hablando por otro poco de diferente temas que ocurrían en la empresa. Habían empezado peleando y discutiendo, pero estaban terminando todo de forma amable y divertida. Ni siquiera recordaban que Val había despedido a cinco hombres sin problema alguno. Ella firmó algunas cosas y escuchó atenta más propuestas que se daban porque debía elegir la que fuera más oportuna para los momentos adecuados.

Asintió mientras oía a cada uno. Merry llegó con café para todos y se llevó los papeles para entregarle otras cosas importantes que debía rellenar, leer, verificar y firmar.

—Bien, es todo. Regresen a sus puestos de trabajo y, antes de finalizar el día, les solicito a todos que me den un resumen de las ventas de los puestos que ustedes manejan.

—Sí, presidenta.

Cuando salieron, soltó una pequeña carcajada.

—Usted es malvada, presidenta —soltó Merry al ver como se reía mientras terminaba de tomarse su segunda taza de café.

—Solo les di un pequeño susto para que sepan que, conmigo la cosa es seria. Ese montón de idiotas siempre hacían lo mismo. No tengo tanta paciencia.

—Jamás olvidaré llamarla presidenta nunca más.

La vio con un rostro asustado y no pudo evitar soltar otra pequeña sonrisa.

Minutos después, llegaron los otros cinco como Pedro por su casa dando por hecho de que nadie les iba a decir nada. Encontraron a Val sentada de piernas y brazos cruzados con un rostro serio donde solo les entregó su carta de renuncia que debieron firmar sin siquiera poner alguna objeción.

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