Capitulo 04

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—Zafiro, largo de aquí — dijo el alfa tomando la bandeja de comida para ir a la mesa que desde hace una semana comparte con el beta, su amiga y su primo.

—¿Porque me iría? Tu eres mi prometido y lo sabes, vamos a casarnos cuando termines tu universidad y lo mejor para los dos es que no llevemos bien antes de llegar al matrimonio — dijo el omega haciendo un puchero.

—Perp yo no quiero que nos llevemos bien porque no en tus sueños nos vamos a casar— dijo el alfa para luego zafarse de el agarre de el menor.

Y cuando llegó a la mesa de siempre vio al beta que parecía enojado—¿Te sientes bien, Thomas?

—Si— respondió de forma cortante.

Es que ni el mismo se explicaba como porque se sentía así si Minic era sol un conocido casi amigo.

Pero verlo con ese omega hizo que su lobo en su interior gruñera en desacuerdo y muy enojado ante la cercanía con la que el omega tomaba su brazo.

Trató de relajarse, pero no pudo en realidad y respondió de esa forma— no es que.... No quiera hablar contigo, he estado muy metido en mis tareas y estoy estresado, además de el trabajo — dijo el omega al alfa dándole un apretón en el hombro.

Y en ese momento gruñó cuando el muy estúpido omega se sentó al lado de el alfa y tuvo que voltear su cara a su bandeja de comida porque si hablaba o miraba a ese omega estaba seguro que lo mataría.

—¿No te piensas largar?— dijo el alfa enojado.

—No lo haré, eres mi prometido, no lo has entendido todavía, pero te recuerdo que debes acostumbrarte a verme cerca de tí todo el tiempo — dijo Zafiro y en ese momento el corazón de el supuesto beta se le hizo un grieta.

Y lobo interior aulló y gruñó por querer sacar su aroma para reclamar al alfa, pero Thomas lo hizo retroceder.

El no era nada suyo como para reclamarlo, además, su vida no era su problema, el podía estar con quién quisiera.

¿Entonces? ¿Porque su corazón dolio tanto al escuchar esas palabras?

No investigó en su ser y tampoco quiso saberlo, porque tal vez estaba pensando en tener alguna posibilidad con el alfa en alguna de sus fantasías que nunca se cumplirán.

Porque sí, era imposible que un alfa como e lo quisiera si supiera de la clase de vida que conlleva.

No, definitivamente eran ilusiones, de algo que nunca va a pasar.

—Yo no quiero nada contigo que te quede bien claro, sabes perfectamente que si me llegó a casar con alguien, definitivamente no serás tú —una vez el alfa dijo eso, el omega indignado tomó su bandeja de comida y se fue a sentar a otro lugar.

Sacándole una media sonrisa a Thomas al escuchar lo que dijo el alfa.

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El omega llegó a su casa para cambiarse el uniforme para ponerse algo más ligero.

Fue a la casa de placer que quedaba a cuatro cuadras de el nido de ratas que tenían como casa.

Y al llegar a la casa su madre estaba en la puerta esperándolo y lo tomó de el brazo para llevarlo al Inter de este— tenemos muchos clientes que quieren tu atención así que ve a cambiarte, no olvides ponerte anti faz, en menos de tres horas, ya dos estarían aquí para tener sexo contigo — dijo la mujer en el vestidor una vez cerró la puerta— hay uno que viene a las once, es uno mucho dinero y quiere pagar tres horas continuas contigo— el omega con los ojos aguados negó pero la mujer con una sonrisa asintió frenéticamente — necesitamos el dinero y por ello estarás con ese alfa durante esas tres horas, no puedes fallar¿Quedó claro?.

El omega asintió y la mayor le volvió a dar pequeñas palmadas en su mejilla en signo de falso cariño.

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El omega una vez vestido con un traje de encaje y el antifaz en su rostro fue a trabajar tragándose su orgullo y el enojo de su lobo, ya que no podía hacer más nada que callar.

El omega ya cansado quería irse, pero solo faltaba un cliente por hoy, solo uno más, ya iban a ser las once y faltaba uno, era la mina de oro que necesitaba su madre para que no lo necesitara de el hasta el domingo.

Suspiró cuando pensó que no vendría, pero toda tranquilidad se fue cuando un alfa demasiado alfa, cabello algo canoso y de ojos azules le miró.

Pero algo más llamó su atención.

Su rostro.

Su rostro era idéntico al de quién denominaba casi un amigo, Minic.

Genial, ahora el hombre que le metería la p*lla tenía que recordarle que había un alfa con el cual queria estar y nunca podría porque él no es de su mismo linaje y clase social y mucho menos puro, el era lo que su madre le decía cuando estaba enojada y el no quería trabajar.

Que era una p*ta la cual solo sirve para coger y por eso era el único trabajo que podía hacer bien, así que debía aguantarse y caer ej cuenta de que nunca será lo que alguna vez quiso porque no era más nada que una p*rra.

Y claro que tenía razón, según él, porque era cierto—Así que tú eres la joyita de la que todos hablan ¿No? ¿Eres tú el que sabes cómo moverte como una verdadera p*rra y les robas todos los clientes a los demás omegas de aquí?— dijo el alfa quitándose el cinturón dejando a la vista su gran p*lla.

—Asi es, alfa— dijo tragando grueso, no quería seguir con esto ya, estaba cansado, muy agitado y su lobo no colaboraba, pero al alfa no parecía gustarle porque su aroma empezó a salir con más intensidad.

—entonces ven y enséñame lo que esa maldita boca que tienes puede hacer— si sin más el omega se levantó de la cama y fue a su dirección para hacerle una m*mada.

Debía entender que ese era su lugar, dejarse f*llae por cualquier alfa que entre allí, y que tenga dinero, ese era su destino al parecer.

Cuando el alfa una vez terminó con él comenzó a vestirse y él se puso de nuevo el traje para que cuando esté saliera el pudiera irse a cambiar y luego quitar su olor repugnante que había dejado en su cuerpo.

Cuando el alfa estaba poniéndose la camisa la puerta se abrió y junto con ello los ojos de el omega se abrieron de par en par.

Al parecer estaba su mujer allí pero lo que más llamó su atención fue el alfa alto de cabello negro que conocía desde hace unos días.

Joder no podía ser cierto—¡¿Otra vez en estas fachas?!¡Maldito sea el día en que me casé contigo y confie en tí!— dijo la mujer antes de darle una bofetada al hombre —¡Follarte a menores de edad!¡¿Desde cuando vienes aquí por lo mismo?!— dijo la mujer sacándolo de allí.

Pero el alfa se quedó porque un aroma muy exquisito ligado con uno asqueroso llamó su atención y el de su lobo.

Era el de el omega con el antifaz de la cama mientras cubría su cuerpo, pero por las parques descubiertas por el antifaz le estaba dando a entender quién era.

Le quitó el antifaz y ambos se miraron, el alfa con furia mientras que el omega con vergüenza.

—asi que este era el trabajo al cual no podías faltar.

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