Tarjeta negra

Me fuí al baño, había una ventana pero no es lo suficientemente grande para escapar por ahí. Busqué más pero no encontré nada. No puedo liberar mi magia en éste momento. Si no sería muy fácil hacerla más grande.

Buscaré una oportunidad después. Salí del baño.

— ¿Porqué tardaste tanto.? ,— Preguntó enojado y un poco preocupado también.

— Todo lo que hago te molesta. — Fingí estar llorando.

— No llores, no me molesta. — Intentó consolarme.

— Siempre me regañas por todo. — Papel de víctima que bien me quedas.

— No mi amor, no te estoy regañando, sólo estaba preocupado porqué tardaste.

— Bueno, vamos a ver la película entonces.—Limpié mis lágrimas de cocodrilo.

...Javier....

Esa mujer cambia de humor cómo yo de zapatos. Primero llora y después muy tranquila me pide que volvamos a ver la película. No siquiera se dí elegí bien. Creó que debí llevarla a ver una película romántica. Pero es mejor que se vaya familiarizando con lo que va ver en mi mundo. Ahí no todo es color de rosa.

Regresamos a ver la película. Cuándo terminó salimos de la sala.

— ¿Quieres volver a casa o ...?

— NO. — Me pareció que estaba asustada. No entiendo porque lo está. Lo que va pasar entré nosostros es lo que pasa en todas las parejas.— Es decir, el día todavía no termina, vamos a la feria, siempre quise una cita ahí.

Estaba seguro de que no era eso. Pero hoy la voy a marcar así que no me queda de otra que complacerla en todo.

— Bueno.

La lleve y se quedó viendo los osos de peluche.

— ¿Quieres uno.? — Es un buen momento para impresionarla.

Yulexi asintió.

...Yulexi....

Javier se quitó el saco y varías humanas se quedaron observando sus brazos. Debo admitir que tiene unos brazos muy bonitos. Y muy cómodos. Cuándo me abraza me siento. Me dí un golpe por sentir cosas por el. No puedes, no debes, el es hijo de tus mejores amigos.

— WOW, mira esos músculos. — Dijo una humana.

— Son igual de hermosos que el dueño.— Agregó la otra.

La humanas se impresionan con todo, que su dinero, que su amabilidad, que su belleza, que sus músculos, que sus piropos. Hasss.

— Es molesto.

— ¿Qué es molesto.? — Preguntó Javier.

— Nada. Tu sigue en lo tuyo. — Le reste importancia.

Javier ganó un oso gigante para mí. Me había gustado y lo expresé con una sonrisa. Hasta que ví a una niña que estaba a mi lado, ella veía con anheló el oso gigante. Sólo tenía uno pequeño que su hermano había ganado para ella.

— Hola pequeña, ¿quieres cambiar.? — Me acerqué y le pregunté.

— ¿De verdad.? — Se le pintó una hermosa sonrisa.

—Sí.— Le dí el oso gigante y ella me dió el pequeño.

— Muchas gracias señorita, usted es muy amable y hermosa.

— Gracias y disfruta tu juguete. — Me daba ternura ver a esa niña abrazando su oso. Tenían la misma estatura se veía gracioso.

— Es usted muy amable. Gracias por darle el oso a mi hermana. — Dijo el joven a su lado.

— De nada. — Respondí y javier rodeó mi cintura con sus brazos.

— Si terminaste se agradecer puedes irte. —La miró feo. ¿Corrió a ese lindo chico.? ¿Cómo se atreve.? Su posición de Príncipe lo ha hecho un mandon.

— Hermana vamonos ya. — El chico se la llevó. Creó que se sintió intimidado por Javier.

— ¿Qué te pasa.? ¿Porqué fuiste tan grosero.?

— Te estaba viendo. — Habló con indignación, pero la indignada era yo.

— ¿Y eso que.? La mirada es algo muy natural.

— No me gustó que te viera. — Ahora resulta.

— Es sólo un niño. Tendrá unos 15 o 16 años.— Si no es que menos.

— ¿Y eso qué.? Los niños están muy corrompidos en estos tiempos. — Ja, ¿corrompidos.?

— Hay. — Suspiré y ya no seguí quejándome.

— ¿No te gustó.? — ¿Cómo se le ocurre pensar que a mí me va gustar un niño.? Incluso con Javier me siento cómo una asalta cunas.

— Ya te dije que es sólo un niño. ¿Cómo podría gustarme.? Incluso si eres odioso todavía me gustas. Pero el aunque sea un niño lindo no me gusta. — ¿Qué acabó de decir.?

Javier sonrió.

— Yo hablaba del oso. Pero gracias por expresar tus sentimientos hacia mi. — Se acercó y casi me da un beso.

— El oso era muy bonito pero era muy grande.— Cambié rápidamente el tema y desvíe la mirada.

— Es aún más grande para la niña. — Cierto, tenían el mismo tamaño.

— Vez lo que te digo, todo te molesta. — No quería seguir con el tema.

— No pienses en llorar. — Dijo de inmediato.

— No iba hacerlo. Mejor dame dinero, quiero unas papas fritas.

— ¿No comiste eso en el cine.?

— Si. Y me gustaron tanto que ahora quiero más.

— Comes mucho.

— ¿Te molesta.? — Pregunté enojada.

— No, para nada.

— Entonces dame dinero, rápido.— Estiré la mano, el me pasó como 50 dólares.

— Oye, ¿que es ésto?, dame más. — Se que son baratas pero no pero necesito dinero para el taxi y el hotel.

— Sólo quieres unas papas, ¿no?

— Pero me gusta dejar propina, no seas malo, dame más.— Javier no se movía.

— En las novelas los hombres les dan una tarjeta negra a sus novias, con eso les expresan su amor, pero tú no me quieres dar más de 50 dólares. Creó que buscaré a alguien mejor que tú. — Caminé al puesto de papas, sentí cómo me agarró del brazo.

— Toma.— Me dió una tarjeta negra. Mis ojos se iluminaron. — Tienes absolutamente prohibido buscar a alguien más, yo te daré todo lo que quieras.

— Muchas gracias, eres muy generoso.— Tomé la tarjeta e intenté irme pero el seguía sujetando mi brazo.

— En las novelas las chicas le dan un beso a su novio cuando ellos les dan una tarjeta negra.— Me pegó a su pecho. ¿Es que vió mis novelas o que.?

— Yo no vi eso. — Me justifique de inmediato.

— Pero yo sí. — Pegó sus labios a los míos. Me dió un beso muy profundo, mi segundo beso, besa mejor que su padre.

— No sabes besar.

— ¿Con quién se supone que iba aprender si nunca he tenido novio.? — Reclamé molesta. Si tan sólo el imbécil de su padre no me hubiera encerrado en esa isla seguro que ahora ya estaría cansada.

— ¿Es tu primer beso.? — Su felicidad era evidente.

— Lamentó decepcionarte pero no. Ya besé a alguien antes que a ti.

— Pues debió ser un idiota porque no te enseño bien.

Jajaja, le dijo idiota a su padre.

— ¿De que te ríes.? — Preguntó con seriedad.

— De nada. Voy por mis papas.

Llegué al puesto y pedí unas ricas papas, Javier no me quitaba los ojos de encima. ¿Cómo me voy a deshacer de el?, si no escapó hoy, mañana seré una bruja marcada.

Javier sacó su teléfono del bolsillo y se puso a hablar, aproveché que estaba distraído y corrí a toda velocidad.

La de una vampira lógicamente, si corro cómo humana me alcanza en un santiamén.

...Javier....

Mi padre me llamó. No quería contestar pero Yulexi no puede escapar aquí. Hay mucha gente y no es tan rápida cómo para lograrlo.

— Dime papá.

— No debiste salir con tu maté. — ¿Cómo sabía el que yo salí con Yulexi.? Eso no importa ahora.

— ¿Porqué papá.? — Yo no le veo nada de malo.

— Si todos saben que es humana la atacarán, lo mejor es que rompas la unión con ella.

— JAMÁS. — Grité enojado. — Escúchame papá, no te metas en mis decisiones. — Colgué el teléfono molestó. Volteé a ver a mi luna y no estaba en ningún lado.

Empecé a buscar su olor pero no lo detectaba. No pudo ir muy lejos. Es una humana. Así corra a toda velocidad será fácil atraparla. O eso pensé. La había buscado por vários minutos y no verla empezó a desesperarme. Mandé a Benjamín, mi beta a revisar las cámaras de seguridad.

— Señor su luna se escapó. — Me informó el.

— ¿Así que decidió abandonarme.? Ya verás lo que haré contigo cuando te encuentre.

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