La leyenda de la espada...

Para la hora de la cena, Narumi le dijo a sus padres que se sentía muy cansada, así que cenaria en casa y luego iría a la cama.

Towa no se fue y se quedó con ella durante la cena, la expresión del hombre era tan fría e indiferente como en la mañana. Narumi sonrió con frialdad cuando lo vio, ya que ella sólo sintió que la expresión del hombre era una fachada distante la tardé.

-¿Qué sucedió con ese hermoso par?- le pregunto con una sonrisa gentil y elegante, mirando el cabello blanco del joven. Towa levanto levemente del ojos y respondió con tranquilidad -No puedo dejar que otros las vean, solo el Maestro, la señora y usted lo saben, Mi señora.

Narumi levantó una ceja con una expresión de "Oh" y lo tomó de la mano, tiró de él y lo hizo sentarse a su lado -De ahora en adelante, comerás a mi lado, no estoy acostumbrada a comer sola, tampoco me gusta hacer amigos- ella elegantemente le sirvió un cuenco de arroz y algunos platos de los que había cocinado personalmente.

-Supongo que es normal que no quieras que las vean, aunque son hermosas, las personas del pueblo pueden pensar que eres algún tipo de demonio. He leído anteriormente que en la Japón antigua los demonios eran quemados por los aldeanos- la chica hablaba suavemente, su voz tan cálida como la de su madre.

Towa no pudo evitar sentirse asombrado, ya que en la mañana, la chica tenía un aura un poco más diferente, así como su temperamento. Él supuso que la chica talvez tenía los temperamentos de ambos padres.

Narumi, con una sonrisa gentil en su rostro, palmeo suavemente el hombro de Towa y prometió con ojos serios -Yo, Narumi Kimura, prometo no decirle a nadie sobre tu hermoso par de orejas- ella miró los hermosos ojos del hombre, sintiéndose atraída fuertemente por ellos.

La chica apartó la mirada y suspiró, tenía la sensación de que este hombre tenía una especie de imán, no pudo evitar preguntarse si él atraía mujeres donde quiera que fuera.

La noche llegó rápidamente y era hora de que Narumi tomara una ducha, la joven se metió a la Tina de agua caliente y se relajó por completo, luego proceso todo lo que le había sucedido este día. Ella volvió a suspirar y permitió a su mente quedar en blanco para disfrutar de un baño tranquilo.

Lo que no se esperaba era tener un accidente después del baño. Narumi miró a Towa con una nube negra sobre su cabeza, sus ojos estaban tan fríos mientras que parecía poder congelarlo en cualquier momento.

Daba la casualidad de que la ropa que había enviado su madre eran sólo kimonos y ella aún no sabía como usarlos. Cuando se intentó poner uno, casi se cae y gritó por la sorpresa. Towa, pensando que algo le había sucedido, entró apresuradamente y su vista cayó directamente sobre ella con la ropa a medio vestir.

El rostro del joven estaba un poco sonrojado pero su expresión era fría, él apartó la mirada de Narumi y se dio la vuelta -Llamaré a una sirvienta para que le ayude, mi señora- dijo para luego salir..

El cuerpo de Narumi casi se desplomó cuando el joven salió, su rostro se puso tan rojo como un tomate y su corazón latía al mil. Tuvo que acariciar varias veces su pecho para tratar de calmarse, ya era algo bueno el hecho de que reaccionara a tiempo para cubrirse.

Una sirvienta llegó poco después y la ayudó a vestirse con un kimono de mangas largas y anchas. El rostro de Narumi era un poco oscuro, sintiendo que vestirse con kimono era muy complicado.

Cuando la chica se miró en el espejo, le gustó lo que vio. Su figura estaba completamente cubierta desde sus hombros y clavícula hasta sus piernas, llegando en longitud hasta sus tobillos. Sus brazos también estaban cubiertos, ni siquiera sus manos eran visibles ya que se tapaban con las mangas.

-El gusto de mi madre sigue siendo el mismo- murmuró con una sonrisa gentil. Ella junto sus mangas y estas parecieron unirse.

-Señorita, si gusta dormir, solamente tiene que quitarse la primera capa de tela del kimono. La tela es fresca y suave, no molestará su descanso- dijo la sirvienta haciendo una reverencia respetuosa, miró con admiración a la chica delante de ella.

-Esta bien, muchas gracias. Puedes retirarte, ahora iré a descansar- le dijo gentilmente, mirándola con ojos suaves.

La sirvienta asintió respetuosamente y salió de la habitación de Narumi con una sonrisa. Narumi la miró y asintió con satisfacción, pensando que los sirvientes también estaban bien entrenados.

Después de que la sirvienta se retirará, Narumi suspiró con cansancio y salió por la ventana de la habitación. Busco en su patio un árbol de buen tamaño y se subió hasta la copa, apoyándose sobre una rama gruesa, miró las estrellas en el cielo despejado.

-Es tan lindo estar de vuelta- murmuró con una sonrisa relajante, extendió la mano y la miró con una luz brillante en sus ojos.

-La ventaja es que no tengo que practicar artes marciales y tampoco las cuatro artes pero...- su expresión se oscureció un poco -Supongo que mi padre me hará practicar para ser una buena esposa- suspiró con tristeza, sintiendo su corazón adolorido y triste.

-No importa, sólo tengo que encontrar una manera para no casarme. Cuando era niña, recuerdo haber escuchado muchas veces la historia de una espada legendaria que puede hacer al gran Ryú plateado obedecer- su rostro se llenó de curiosidad y sabiduría.

*Ryú: significa dragón*

-Solo necesito ver si la leyenda es realmente cierta- de repente, se levantó de un salto en la rama y murmuró emocionada -¡Eso es!¡Solo necesito ver si la leyenda es cierta, hacer un viaje en busca de la espada!- una expresión de deleite lleno su rostro, sus ojos brillando con alegría -Con el dragón, ninguna de esas personas de los otros clanes podrán obligar a mi padre a casarme...

La chica se quedó en el árbol hasta altas horas de la noche, planeando como escapar para buscar la espada que necesitaba. La determinación llenó su corazón.

A la mañana siguiente...

Cuando Narumi despertó, se encontró con un rostro hermoso delante de ella, un par de ojos azules mirándola con calma.

-¿Qué haces aquí?- pregunto Towa con una expresión fría, mirándola con tranquilidad. Su cabello largo se agitaba levemente con el viento, luciendo tan atractivo que el corazón de Narumi casi se sale de su pecho.