Episodio 20

El Retorno del Relámpago

¿?: Das vergüenza, eres demasiado débil, no lo impediste en aquella ocasión no tampoco lo harás en esta, hay alguien que te importa y le defraudaste, te haré sufrir como he sufrido por tu mano.

Un ser humanoide con una capucha que cubría todo su ser, se acercaba a él cuerpo agonizante de el Dragón Dorado que yacía delirante en el charco de su propia sangre, aquella silueta se acercaba a Herio mientras entre ofensas y delirios de grandeza.

¿?: Tu sin ver mi rostro ya sabes quién soy yo, yo sé que apresar del tiempo que hemos pasado separados el uno del otro aún recuerdas quién soy, y apresar de tu falta de palabras sabes que mi nombre es...

La guerra que se estaba dando a cabo en la muralla interior aún continuaba, a pesar de que la balanza se estaba inclinando en favor de los dragones aún debían sobrepasar el poder de un dios y los tres guerreros que le hacían frente ni eran capaces de derrotarle.

Ares: Sus habilidades han superado mis espectativas, a pesar de su debilidad han logrado hacerme permanecer en este punto lejos de el campo en el que combaten mis valerosos Espartanos, pero cuánto tiempo durarán sin saber que a pesar de que ven su victoria demasiado cerca aún no se han percatado de la pequeña infiltración.

Berphomet: ¿Cómo dices?

Ares: Supuse que no tendrían ni la menor idea de los acontecimientos que están por suceder, mientras la batalla sigue su curso más de mis soldados avanzan libremente hacia la muralla y ustedes no pueden hacer nada para evitarlo.

Helena: Yo no diría lo mismo.

Ares: Parece que alguien tiene un plan destinado a fracasar, adelante dilo.

Helena: Padre tu debes ir y detenerlos.

Berphomet: ¿Cómo? Pero ¿Qué estás diciendo?

Helena: Kasia y yo podremos frenarlo, y así puedes acabar con los enemigos sin ningún estorbó o preocupación.

Berphomet: No puedo dejarte aquí.

Helena: No debés volver a faltar a tu deber por mi, ya no soy una cría a la que se le necesite proteger, además si mi plan no resulta yo seré la que morirá ya que no creo que ningún simple soldado sea capaz de acabar con mi padre tan fácilmente.

Berphomet: Pero...

Kasia: No se preocupe señor estaremos bien, no somos tan débiles cómo pueden llegar a creer.

Berphomet: Está bien creo en ustedes.

El general del ejército se da la vuelta y se dirige hacia sus nuevos objetivos los cuales no son capaces de aceros frente.

Helena: Muy bien Ares ahora solo estamos nosotros, y acabaremos contigo.

Ares: Lo dudo.

Las dos dragonas arremeten contra el dios que apresar de todo sigue manteniéndose fuerte ante los ataque de Helena y Kasia, ambas unidas como un verdadero equipo, retienen a Ares defendiéndose y sin oportunidad de atacar. Helena desenfunda su espada y sigue atacando a el Dios el cual embiste contra ellas de la misma manera que embistió a Herio, apenas las dragonas se pusieron de pie notaron como sus fuerzas habían reducido, Kasia eleva su hacha y se dirige a atacar nuevamente, pero antes de que siquiera lo alcanzará, un rayo dorado gigantesco cayó sobre Ares arrastrándolo.

Ares: ¿¡cómo!?

Al dispersarse el humo provocado por el ataque se vio a Herio, el Dragón Dorado, de pie y con la mayoría de sus heridas curadas.

Herio: Es hora de la revancha maldito, prepárate a sufrir.

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