capitulo 6

Pienso en silencio, casi pierdo a mi hijo por confiar en Fernanda. Por ella, me golpeaste. Te comportaste muy mal. Sabías que nunca había estado con nadie antes, pero no me dejaste explicarlo. Lo hiciste de nuevo, borracho, y lo peor es que estabas con tu amante, Fernanda. La verdad, eso me irrita. Isabel lanzó este reclamo mientras se daba vuelta para mirarlo. Simón, arrepentido, le tomó el rostro entre las manos y le suplicó que lo perdonara: "No me va a alcanzar la vida para compensarlo", dijo antes de besarla suavemente en el cuello y el hombro. Su reconciliación fue pausada y sentida, dejando a Isabel cuestionándose: "¿Estoy loca por permitirme sentir esto otra vez?". Simón besó su vientre y juntos compartieron una noche de intimidad.

A altas horas de la madrugada, Simón observaba emocionado a Isabel, quien dormía plácidamente. Su mirada se detenía en el vientre abultado de ella, lleno de orgullo y arrepentimiento por haberse perdido gran parte del embarazo. Al amanecer, se levantó para preparar el desayuno mientras reflexionaba sobre cómo haría para reparar el daño causado y, sobre todo, enfrentar a Fernanda.

Cuando subió al cuarto, Isabel ya estaba despierta y hambrienta tras la noche compartida. La vio sentada en la mecedora y no pudo evitar tomarle una foto con su celular, queriendo guardar ese recuerdo único de su pancita. Más tarde, durante el desayuno, Isabel le regaló un diario donde había documentado todo el proceso de su embarazo. Simón no pudo contener las lágrimas al ver las fotos y las anotaciones. La abrazó y besó, prometiendo no volver a alejarse de ella ni de su hijo.

La calma se interrumpió con la llegada de Leonela, la sirvienta, quien anunció que Fernanda estaba en la puerta. Aunque Simón dio la orden de hacerla pasar, su tono firme y frío reflejaba su descontento. Leonela subió para pedirle a Isabel que bajara. Frente a ella, Simón encaró a Fernanda, exigiéndole que no volviera más a su casa y que devolviera en 48 horas todo el dinero que le había prestado. Los ojos de Fernanda ardían de rabia, pues su intención era quedarse con la fortuna de los Chairo. En un acto de desafío, intentó humillar a Isabel, pero Simón intervino rápidamente, protegiéndola.

"Siempre supiste que me casé por obligación", le dijo Simón a Fernanda. "Pero, con el tiempo, Isabel ganó un lugar real en mi corazón, y tú hiciste todo lo posible por destruirlo con tus intrigas". Fernanda, frustrada, comprendió que sus planes habían fracasado. Finalmente, Simón le ordenó marcharse, dejando claro que nunca más tendría cabida en su vida.

Dos meses después, la vida parecía haber retomado la calma. Simón acompañó a Isabel a su último control prenatal, donde escucharon juntos el latido del corazón del bebé. Este momento lo conmovió profundamente y comenzó a involucrarse en los preparativos para el nacimiento y el bautizo. Isabel, aunque emocionada, no podía evitar sentir desconfianza ante tanta felicidad. Planeó cada detalle del evento, desde las decoraciones con glicinas violáceas hasta las invitaciones hechas a mano, mientras Simón reflexionaba sobre la seguridad de su familia. Estaba decidido a protegerlos de cualquier amenaza, especialmente de Fernanda.

La tranquilidad se quebró cuando Leonela irrumpió en la sala con una caja y un sobre. La carta contenía un mensaje perturbador, escrito con tinta roja: una amenaza de Fernanda, advirtiendo que si no podía tener a Simón, nadie lo tendría. Simón reaccionó rápidamente, ocultando la caja de Isabel para no preocuparla y llamando al comisario para reportar el incidente. La situación se volvió aún más tensa cuando el comisario llegó a la hacienda y Simón le mostró el contenido de la carta, dispuesto a hacer todo lo necesario para proteger a su familia.

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