Vega permaneció acurrucada sobre el trozo de suelo hasta adentrada la noche. El escenario tranquilo del pueblo había sido transformado por los tanques de rescate y maquinaria de búsqueda. Las grietas eran de varios metros de profundidad y decenas de casas se encontraban destruidas.
Sus primos estaban no muy lejos de allí, todos sentados en círculo, con mantas sobre los hombros y tomando chocolate en vasos improvisados con platos.
- Sería bueno que te unas a ellos. – pronunció Betty\, quien se había acercado a Vega para cubrirla con una manta. -. Hay galletas\, sopa\, y una fogata. No tendrás frío. – dicho esto\, se sentó junto a ella y comenzó a acariciarle la mejilla.
- Mamá.
- ¿Si?
- ¿Cuánto planeas guardarte lo que ahora te consume por dentro? – dijo Vega\, quien tenía los ojos rojos y la nariz moqueando. Betty retiró su mano y se acomodó.
- ¿Sabes qué solía decir Stella cuando llegaban las vacaciones de verano?
- ¿“Quiero un poni”? – la mujer soltó una pequeña risa.
- Bueno\, eso también. - alisó los pliegues de la falda de Vega y acomodó la manta entre ellas. -. Stella no era de compartir la idea de venir a estos viajes\, le disgustaban bastante\, pero\, aun de esa manera\, ella preparaba su propia maleta y arreglaba sus peluches. Era la primera en levantarse y la última en
acostarse.
- ¿Por qué?
- Una vez le pregunte lo mismo\, a lo que ella contestó “Me gusta verme en el cielo”
- ¿Verse? – la mujer asintió.
- Stella significa estrella del alba.
- Entiendo… Pero\, ¿por qué me cuentas sobre ello?
- Es una forma para sacar lo que tengo sin desbordarme en lágrimas. Sé que Stella era una niña con demasiados cuentos de hadas en su cabeza\, pero conozco a pocos niños que miraban al cielo con tanto asombro como ella. – Vega tan solo pudo recoger sus piernas para acercarlas hasta su pecho y apretarlas con todas sus fuerzas. Betty la tomó de la cabeza y suavemente la recostó sobre su hombro.
- Me siento culpable.
- ¿Por qué exactamente?
- No lo sé. No siento que haya dicho algo que estuviese mal\, o al menos que no tuviera razón. Pero la culpa no desaparece. Logre pedir disculpas\, pero aún se siente pesado mi pecho cada que recuerdo el rostro de Stella agarrada al árbol.
- Es normal.
- No me gusta\, no lo quiero.
- Lo necesitas. ¿Sabes por qué Papá jamás las regaño cuando hacían algo mal?
- ¿Por qué no sirve para dar órdenes?
- En parte\, pero es más por su forma de ver el mundo.
- ¿A qué te refieres?
- Charles es pésimo dando órdenes\, lo sé mejor que nadie\, pero me supera en varios detalles. Yo soy de analizar\, él tan solo observa\, luego\, toma lo mejor de ello. Charles nunca quiso cohibirlas de experimentar algo\, por eso las
dejaba avanzar.
- ¿No es una actitud peligrosa?
- Pero\, dime Vega\, ¿Qué es en sí el peligro? – Vega intentó pensar una respuesta\, nada salió. Ante esto\, Betty sonrió. -. ¿Por qué crees que los niños son tan tercos? Si le dices que no se metan los dedos a la boca\, ellos no se detendrán. Igual que cuando juegan con un tomacorriente o cuando saltan y corren. No reflexionan en sí saldrán lastimados\, solamente hacen lo que les genere másfelicidad. No puedo decir que Charles no haya sentido miedo de que se lastimaran\, mentiría\, pero no por ello las detuvo. Para él es más importante vivir al cien en el ahora\, pues al final\, es lo único que continúa. Nadie escribe sobre el pasado y nadie podrá corregir el futuro que aún no llega. Temes por algo que ya pasó\, pero\, aunque no es la respuesta más inspiradora\, ya pasó y deberás aceptarlo. Una vez que tomas la decisión de aceptar lo que sucede\, el plano es más claro y las posibilidades se expanden.
- Pero… ¿Qué debería hacer?
- ¿Qué te parece si solo recuerdas?
- ¿Recordar?
- Así es. Es la mejor forma de no olvidar. Y no me refiero a que repitas únicamente las escenas de este día. Stella fue y es más que aquella niña asustada y aferrada a un árbol. Si te concentras en el dolor\, olvidas la felicidad.
- Estás siendo demasiado positiva. – dijo mientras hundía su rostro en el hombre de su madre.
- En realidad\, estoy usando esta conversación para recordármelo también\, después de todo ¿Cómo podría olvidar a mi pequeña niña? Los días continuarán\, y con ello se sumarán a nuestra vida\, pero está bien\, estamos juntas. Te aseguro que ahora verás el cielo con más emoción\, ansiado la mañana. – Vega\, respiró hondo y casi vacilando\, le hizo una pregunta a su Mamá.
- Si tuvieras el poder de cambiar lo que sucedió hoy\, ¿lo harías? – Betty se tomó unos minutos y luego contestó.
- No creo poder darte una respuesta clara.
- Pero… - fue interrumpida.
- La vida humana tiene un ciclo que cumplir. No somos dioses para poder intervenir en ello con la posibilidad de salir completos.
- No entiendo nada. ¿Por qué no podrías darme una respuesta? Es tan solo una pregunta\, puedes decir sí o no.
- Si contesto así\, no tomaría en serio tu pregunta. ¿Deseas que te diga si o no? – Vega murmuraba. -. Dime Vega\, ¿Quieres únicamente un sí o un no?
- ¡No sé! Solamente quiero una respuesta\, una que avale mis ideas\, justo ahora.
- ¿Qué ideas? – Vega guardó silencio. -. ¿Qué ideas has tenido?
- Sería mejor que Stella estuviera en lugar de mí.
- ¿Por qué lo dices?
- Bueno\, ella tenía planes más claros\, aunque solamente tenía ocho años.
- Vega\, abandona esa idea.
- Es solamente una idea\, Mamá. No podría ocurrir aunque lo deseara con todo el corazón. Como has dicho\, lo que paso\, paso\, y estoy condenada a aceptarlo. Ni siquiera puede pedir cargar con la culpa\, porque ni siquiera sé claramente que tan implicada estoy en esto\, aparte de ser una niña que perdió a su hermana frente a sus ojos y no pudo hacer nada. – Vega se levantó del suelo. -. No iré lejos\, solo estaré cerca de la casa. Puede que encuentre algo que me haga pensar distinto.
- Vega. – dijo su madre tomándola de la muñeca\, pero ella no volteó y se mantuvo firme. Betty suspiró y luego le sonrió gentilmente. -. De acuerdo\, no vayas tan lejos. Iré en un rato para decirte dónde podrás dormir esta noche. - Vega asintió.
- Vale. No iré lejos. – dudo un poco\, pero luego\, sin decir nada más\, se fue.
Estando cerca de la casa que hace tan solo unas horas se llenaba de risas producto de las travesuras de sus primos, decidió caminar alrededor de la estructura decaída. Eclipsada sobre la leve elevación de la colina, pudo notar como las llamas de las fogatas ascendían al cielo como columnas de un pueblo antiguo. Centelleantes fuegos que se desvanecían en la oscuridad y el ulular del viento pesado de cargar el azufre.
- Si pudiera olvidar… - susurró. -. ¿Cambiaría algo de lo que ha pasado hoy? – sin prestar mucha atención\, su mirada se enfocó en el suelo. De pronto\, bajo algunas rocas\, divisó un pequeño libro de no más de 200 páginas. Vega se acercó y lo tomo limpiándolo un poco. -. La Lámpara de Aladino… - le dio la vuelta y luego lo abrió. Sorprendida al encontrarse con un montón de hojas en blanco, reaccionó con la voz clara en molestia. -. ¿Cómo? No hay nada. – dijo frustrada al pasar las páginas de manera frenética. -. ¿Qué hace un libro de estos aquí? – en ello, su dedo anular se corta con el orillo de la página. El dolor se extendió como una punzada suave, y la sangre brotó con lentitud como perlas teñidas de rojo. -. No sé ni que estoy haciendo… - dijo exhausta. Limpió la sangre y observo por última vez el libro antes de decidir dejarlo de nuevo en su lugar. Lo abrió nuevamente en la primera página. -. En blanco. – rascó su cabeza. -. No sé qué esperaba. – dicho esto, comenzó a notar cómo, lo que antes era una página vacía, ahora se comenzaba a llenar de palabras. Vega sonrió. -. Interesante. – esperó unos minutos hasta que, por fin, la página tenía un texto legible, con lo que comenzó a leer. -. ¿Qué clase de deseo pedirías si tuvieses la oportunidad de conocer a un antiguo genio? -. Sin comprender mucho lo que sucedía, simplemente continúo. -. Se dice que hace muchos años, cuando la tierra no se distinguía tanto del agua, existió una esfera. No poseía conciencia y tampoco un nombre. Aquella esfera fue encontrada por un pequeño niño que vagaba por las empinadas montañas de la ardiente arena, quien curioso por su hallazgo, la recogió y llevo consigo por el resto del camino. Desconociendo su próximo destino, el pequeño tan solo continuo vagando sin rumbo claro, con los días quebrándole la piel por el fulguroso sol y las noches heladas que perforaban sus pulmones. Basto unas cuantas semanas para que el pequeño cayera, ya sin fuerzas, sobre la arena que laceraba sus pies; sostuvo la esfera entre sus manos secas, la acerco a su nariz y olfateo. Dio un largo suspiro, y entre palabras débiles, susurró, “Moriría por tomar un poco de agua”. Vencido por su cansancio, se recostó esperando lo que le era evidente, cerro sus ojos y sonrió. En ese momento la esfera comenzó a agitarse, y de ella emergió un chorro de agua cristalina. El pequeño que no podía creerlo, y con pasos arrastrados, hundió su cabeza en el agua. Satisfecho, elevó la mirada al cielo y sonrió ampliamente. Tan solo cambió de postura al notar que no muy lejos de él se encontraba un hombre alto, de tez cobriza, cabello y ojos oscuros. De apariencia gentil, llevaba sobre él varias cadenas que rodeaban gran parte de su espalda y torso. El hombre se acercó en silencio, depositó su mano sobre la frente del pequeño y dijo: “Cumpliré tu deseo” dicho esto, el pequeño cayó al suelo. Sin nada más, el hombre desapareció entre el viento de arena y se llevó junto con él cualquier rastro del arroyo de agua y el cuerpo del pequeño. – Vega no continuó al ver que la lectura había llegado a su fin. -. ¿Qué clase de chiste es este? ¿Desde cuándo el libro de La Lámpara de Aladino trata de esto? – dijo mientras ojeaba una vez más en busca de algo que le diera una explicación.
- Creí que habías leído los Clásicos. – se escuchó la voz de un hombre y Vega giró con rapidez. -. Buenas noches\, señorita Vega. – Vega palideció.
- ¿Quién eres? – el hombre bajó la mirada.
- Acabas de leer sobre mí. El libro que sostienes es un pequeño diario\, y debo sostener que es privado. – Vega miró el libro\, luego habló.
- Bien. Supongo que puedo preguntar por qué el título no parece tener relación con el contenido.
- Si tiene relación\, solo que debes seguir leyendo para encontrarla.
- ¿Cómo voy a continuar si en el libro no hay nada?
- Lo hay. – Vega no soportaba tantas respuestas vagas.
- ¿Dónde? – alzó el libro y se lo mostró al hombre. -. Si es tu diario\, creo que no eres bueno escribiendo\, pero no te juzgo\, conozco a alguien parecido... aunque él es perfecto para contar historias. – el hombre asintió.
- Me alegra escucharlo. Debo decir que también me gusta contar historias\, sobre todo las que nadie sabe\, aunque de ellas nacieran los cuentos más famosos que conoces.
- Genial. Bueno\, dime más. Tienes entera mi atención.
- Me alegra aún más escuchar estas palabras. – el hombre caminó hasta estar cerca de Vega\, se inclinó levemente y habló. -. Dime\, señorita Vega ¿Qué clase de deseo pedirías si tuvieses la oportunidad de conocer a un antiguo genio?
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