Capitulo 1.3.

Hubo un libro que mi Madre me obsequio al cumplir los seis años. Se titulaba Las Aventuras de Sam James. *Según lo que una vez leí mientras usaba el ordenador, era que había sido escrito por un joven de nombre Caleb. Sus libros siempre trataban sobre travesías y viajes por el ancho mar, ese dato era de conocimiento común, pero lo que me ató a leer cada una de sus obras fueron las pistas que él dejaba en cada uno de los capítulos. Sin entenderlo muy bien, teniendo tan solo seis años, me enfrasqué en encontrar que clase de mensaje quería transmitir aquel joven de dieciocho años, enfermizo y locamente enamorado del océano. Pase así casi dos años leyendo cada libro que encontré escrito por él, y por fin pude entender por qué sus libros, además de ser tan descriptivos sobre las criaturas marinas, tenían toques nostálgicos. Su último libro escrito fue titulado Azul. Un cuento corto que se centró en dos pequeños tritones que vivían en una antigua ciudad pérdida, que curiosamente se llamaba,Azul. No era una historia tan mágica como cada uno de los libros anteriores, pero recuerdo que una vez termine de leerla, sin comprender mucho lo que sucedía, mis lágrimas brotaron a mares. Caleb murió a los 87 años en medio de un viaje en barco con destino a una pequeña isla ubicada al sur, donde se decía que allí se encontraba su hermano perdido, pero esta información fue dada al público casi una década después de su muerte. En su último viaje escribió aquel cuento corto, aquella carta de despedida por si no lograba reencontrarse con su hermano.*

Hoy, cuatro años después de haber recibido mi primer libro escrito por Caleb, puedo comprender por qué él estuvo por más de sesenta años escribiendo sobre el mar. Cada historia estaba dedicada a sus recuerdos, a quien más amaba, y a quien no alcanzo en vida.

Todo esto va dirigido al intentar interpretar que tipo de sentimiento nació aquel día 15 de abril del 2015. A diferencia de Caleb, siempre tuve junto a mí a mi hermana Stella, insoportable a veces, pero infinitamente hermosa en comparación de su atroz muerte. Y es que sin saber cómo, cada uno de nosotros se las arregla para continuar, recreando las memorias, suplantando las palabras, confundiendo los rostros, y así, olvidamos con nula intención.

He escuchado narraciones sobre hechos relacionados con las catástrofes naturales. Suelen estar bien estructurados cuando son transmitidos por las revistas o canales de noticias, pero la verdad es que si alguien se acercara justo ahora a preguntarme sobre qué sucedió para poderlo anotar en una libreta, la única respuesta que tendría sería mi expresión. Hace tan solo unas horas estaba corriendo sobre el prado verde y tibio que ahora se encuentra trastornado en un suelo desordenado de barro y grietas, con piedras que sobresalen del suelo. La brisa era suave y casi dulce, en este momento únicamente siento el aire pesado e impregnado por el intenso olor a azufre.

No importa cuánto te ordenes e intentes ser metódico, un día, sin siquiera notarlo, sacuden tu vida simple y ociosa; te lanzan a la zona donde comenzaras a plantearte tantas preguntas y los recuerdos serán tu más ferviente y clara propuesta que lo que está sucediendo es tan real como decidas afrontarlo. Pero ¿Por qué? Sé que había metido la pata, pero iba a remediarlo, pediría disculpas y seguiría jugando, no había necesidad de intensificar más la culpa, entonces ¿Por qué? Al repetir esto varias veces, la única respuesta que obtuve fue que nada de lo que sucedía estaba destinado enteramente a mí. El que ocurriera aquel terremoto no era símbolo directo de hacerme tener una reflexión sobre mi comportamiento, simplemente paso, sin mensaje oculto, sin lección. La decisión de tomar aquella experiencia y darle un significado era, por entero, mía.

Pase varios minutos de pie junto al árbol donde Stella se encontraba enterrada, pero no se distinguía el cuerpo de ella, y esto agravo mis ideas del sufrimiento que debía de estar pasando si seguía respirando. Perdí las pocas esperanzas cuando, horas después, la brigada de rescates saco el pequeño cuerpo cubierto por una bolsa negra. “Stella odia el color negro” fue lo primero que pensé, pero pronto esto fue sustituido por la ocurrencia que ella había tenido horas atrás, donde deseaba pedirle un vestido, y junto a ello, mi respuesta sobre el cadáver de un árbol.

Al contrario de lo que haría una pequeña de diez años, recuerdo que en el momento que recobre algo de sentido, trepe por sobre las placas del suelo levantadas y camine hasta encontrar un lugar lo suficientemente despejado para sentarme. Permanecí en tal posición hasta el atardecer, sin despegar la vista del paisaje caótico, lleno de gritos y lamentos. Para alguien distinto, aquella experiencia pudo abrirle nuevas curiosidades sobre el planeta en el que estamos y como este suele ser tan voluble y cambiante; me atrevo a creer que muchos podrían considerar aquel espantoso grito proveniente de la profundidad como la voz real de la tierra. El planeta no se inmutó por su desconocido movimiento de placas y con facilidad, alzo unos cuantos metros y con ello, devasto la zona y se llevó consigo a la pequeña Stella, sin sentir pena por mí, y es que es esta la realidad de todo. La tierra no siente amor u odio hacia nosotros, para ella somos simples parásitos y bacterias que se arrastran por su piel, el trato con indiferencia radical donde simplemente nos da lo indicado para sobrevivir, nos deja suponer tener el control, y cuando ella decida, simplemente sucederá lo que ni siquiera con la tecnología más avanzada lograremos predecir.

Más populares

Comments

Blanca Montero Angulo

Blanca Montero Angulo

que pecado la niña 😭😭😭😭😭😭😭

2024-04-05

1

Sumeli Pinto

Sumeli Pinto

Estoy fascinada con esta historia !!!

2024-04-03

2

Camilo

Camilo

.

2022-07-22

2

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play