La semana transcurrió sin sobresaltos.
Llego el día sábado, no era un día como cualquier otro, era diferente para Ana, ya que era el día de la cena de beneficencia en “Pan y Vino” a la que fue invitada junto a otra persona para asistir y ella llevaría a Juan, su amado.
Ella estaba emocionada y se despertó sola en su departamento, ya que Juan llevaba varios días sin ir donde ella por los múltiples compromisos laborales que tenía desde el Aeropuerto hacía los municipios vecinos y viceversa y le quedaba más fácil hacer los viajes desde su casa, porque le quedaba más cerca.
Se despertó como de costumbre a las seis en punto de la mañana, pues, ya estaba acostumbrada por la rutina diaria. Se levantó y fue directo al baño a bañarse, al salir se acordó que no había sacado tiempo para comprase algo de ropa, entonces recordó que se había comprado algo para el cumpleaños de Naty y a última hora no lo uso y estaba sin estrenar.
Ana era una joven muy simple para vestir, clásica y sobria donde sus colores favoritos eran: tonos azules, blancos, grises y negro. Ella solo necesitaba Jean, camisas y zapatos bajitos y sus favoritos los tenis. Pero sabía que esto era una cena informal, con variedad de invitados y gente importante del municipio, ya que era con el fin de recaudar fondos para la casa de ancianos y el comedor comunitario que pertenecía a la curia, llamada “Pan y Vino.”
Ana alisto su vestimenta y la dejo en la cama, ya tendida y se quedó en bata de baño azul claro, de tela toalla, hasta debajo de las rodillas, manga tres cuartos (debajo de los codos) y un cinturón en la misma tela que no permitía que se abriera por más que se moviera y con su ropa interior puesta, no más.
Llevo el computador hasta la mesa del comedor y mientras comió fruta de desayuno, trabajo en la tarea de administración de empresas que debían entregar el miércoles al profesor John Arboleda. Se concentró tanto que lo terminó. Entonces, llamó a Naty a contarle que ya lo había terminado, que organizara ella la exposición y el lunes hablarían sobre el tema en la universidad.
Naty: muchas gracias amiga, te quiero mucho. Claro que yo me encargo de hacer la exposición para las dos. De todas maneras, revisare el trabajo.
Ana: listo, hay te lo acabo de enviar por correo para que lo mires y si algo le haces correcciones que yo mañana en la mañana saco un rato para mirarlo.
Naty: relájate amiga, debes pensar en el hoy, disfruta la salida y cambia de ambiente. Te mereces lo mejor de la vida. Me alegro mucho por tus éxitos.
Ana: gracias Naty, sé que me deseas lo mejor. Yo también te quiero mucho. Luego te cuento como me fue. Chao. ¡Niña: mucho fundamento hoy!
Naty: Claro amiga, sabes cómo es…se rio duro…
Ana: Porque te conozco mosco, te lo estoy diciendo y ambas rieron…
Se despidieron y Ana llamó a su mamá para saludarla y ella le dio la bendición para que le fuera bien en su cena.
Luego de una larga llamada donde hablaron varios temas: de Ana y sus cosas, de Liz, de sus hermanos y sus tías. Liz mantenía informada a Ana de todo lo que ocurriera en la familia. Liz le dio la bendición a Ana y terminaron la llamada.
Ana, limpio la cocina y preparo algo sencillo para comer, pero no sospechaba que tendría una dulce compañía para almorzar.
Sonó nuevamente el teléfono y Ana, lo levanto de la mesa y vio que era Juan. Le contestó: Hola, amor, ¿Cómo estás?
Juan: Yo muy bien y con esa voz tan melodiosa que me responde al otro lado del teléfono. Estoy mucho mejor. Te extraño mucho. No sabes cómo está mi cama de fría y vacía sin ti.
Ana: mmm, para que te vas de mi lado, nadie te lo ha pedido. ¿O sí?
Juan: No, amor, pero…
Ana lo interrumpió y no lo dejo hablar más. Pero, pero… no hay peros que valgan. Te quiero en mi vida ya mismo y eso es lo que importa.
Inmediatamente sonó el timbre del apartamento y ella sin decir nada abrió la puerta y casi deja caer el celular de la sorpresa al verlo hay parado.
Estaba vestido informal con jean azul claro, camisa de cuadros pequeños blancos y azules claros y líneas amarillas en toda la camisa, para resaltarla más y unos tenis de cámara de aire blancos. muy organizado con su ropa limpia como nueva, recién motilado, afeitado y oliendo rico, como a ella le encantaba.
Juan: ojo con tus pensamientos que se pueden volver realidad. Hola hermosa princesa. Estas hermosa con tu cabello recogido en ese turbante color azul y la bata ligeramente viéndose la entrepierna y ni se diga esas hermosas sandalias rosadas. No pude tener mejor acompañante…
Ana: lo silencio con un apasionado beso. Basta de gozarme, no estoy lista aún. Pensé que me recogerías a las siete de la noche, como habíamos quedado. ¿No me dijiste que estas ocupado todo el día?
Juan: si amor, pero ya me desocupé y quería sorprenderte.
Ana: vaya que lo has conseguido…loquito de mi corazón.
Entraron abrazados y besándose tiernamente y la puerta Juan empujándola suavemente la cerro con los pies.
Llegaron a la cocina y Ana le dijo mientras se besaban que se sentará que iba a servir el almuerzo eran las doce y cuarenta del medio día cuando estaban juntos.
Juan: mmm…huele rico mi amor…eres espectacular, me tienes loco, estoy atrapado… te amo.
Ana: igual me pasa a mí. Pero tu estas más loco que una cabra como me haces tantas maldades…
Juan: ¿maldades?…de que hablas amor, sabes que nunca te hare nada malo.
Ana: si maldades porque te encanta verme hacer el ridículo y ruborizarme y asustarme…mi pobre corazón no va a resistir más… ambos sonrieron y se separaron para ella ir a servir el almuerzo y él se sentó en la mesa, luego de haber ido al baño a lavarse las manos y encendido el equipo de sonido con música suave. Para amenizar el momento.
Él observaba a Ana, alistando su comida y solo pensaba en silencio que era la mujer perfecta. Todo lo hacía bien y se esmeraba demasiado para que todo saliera lo mejor posible por no decir que casi perfecto, entonces eso lo hacía pensar en ser una mejor persona y desvivirse por ella. Cualquier cosa que hiciera por ella, valdría la pena y no era sacrificio…por el contrario sería perfecto. estaba donde quería estar y con la mejor mujer del mundo. no podía creer que ella se hubiera fijado en él. "Yo tan feito y poca cosa para tanta belleza".
Estaba en sus pensamientos, cuando Ana le habló y ya estaba cerca de él entregándole sus platos.
Ella había preparado unos deliciosos macarrones con queso parmesano y jugo de guanábana en leche que era el que más les gustaba a los dos.
Juan: mmm…que es esta delicia…quiero comer ya. ahora si tengo un hambre atroz...jajajajaa...
Ana: tu comida. En qué piensas, estas ido, te hablaba y no respondías. ¿En qué piensas, si se puede saber?...
Juan: amor, te veo y cada vez estoy más convencido que eres la mujer de mi vida y la madre de mis hijos.
Ana: Juan, ya sabes lo que pienso al respecto. Todo a su debido tiempo. Pero si no quieres esperar más o no estás bien conmigo hay tienes la puerta. Estaba ruborizada y recordó rápidamente su dificultad para ser madre, la cual no le había contado aún. Eso era su secreto bien guardado. Por más que lo había pensado no sabía cómo decírselo a él. Pensaba en su reacción o a lo mejor sería el fin de su relación sentimental y eso la atemorizaba enormemente.
Ana: si deseas dejamos esto hasta aquí, yo tengo muchos temores, muchos perjuicios y nada de experiencia, en cambio, tu tienes demasiada experiencia...
Juan: SSSS...cálmate amor, no es para tanto…me disculpo si te he ofendido, no entiendo tu reacción. Cambiaste de reacción en un segundo…pero yo si deseo estar contigo así sea sin tener intimidad. Se que por el momento es complicado pero trato de entenderte. Espero me recompenses cuando sea el momento y sonrió, pícaramente. Si he tenido experiencia con muchas mujeres, pero realmente no me han llenado como tú. por eso, espero con ansias locas por ti, se que todo ese cuerpecito de sirena será mío y si no quieres tener hijos no te preocupes si es para que seamos padres lo seremos. Dios nos escoge y si no estaremos hasta viejitos juntos, porque no te zafarás fácilmente de mi. Maliciosamente le guiño el ojo derecho y la abrazo.
Ana: si discúlpame, es que me asusta mucho ese día en que estemos juntos por primera vez, pero más me preocupa es poder cumplir con tus expectativas de ser buena madre, buena esposa y mucho más aún ser buena amante, pues sabes que no tengo nada de experiencia en ese tema…
Juan: Ssss…la freno colocándole el dedo en su boca. La miro fijamente y le entrelazo los dedos con los suyos. Le dijo: Amor; cálmate, vamos por partes. Quiero estar contigo a mi lado siendo la mujer de mi vida: ¡detrás de cada gran hombre hay una gran mujer! Y eso eres tú para mí mi motor de vida, me aceleras y me frenas en cada momento. Eres polo a tierra…sonrió y prosiguió: no sé qué más decirte, lo único que quiero dejarte en claro es que te amo y si me dejas seré tu maestro en la vida y más en el amor y sonriendo la beso…
Luego, continúo diciendo eres la madre, la esposa y la amante perfecta, que hace mi vida feliz.
Amor, no sé qué decir, me desarmas con esas hermosas palabras y tus acciones, siempre pensando en mí. Cada instante que pasa te deseo mucho más, me vuelvo loca contigo, pero creo que es hacer el amor y no solo tener sexo…concluyó Ana.
Juan: aplaudió y dijo: ¡apruebo el acta¡, se rieron y comenzaron a comer ese delicioso almuerzo. Él no dejo de decirle lo delicioso que estaba y quedo saciado al terminar.
Esperaron un poco en la mesa sentados y disfrutaron la música de fondo, pues a ambos les agradaba ese género musical.
Luego, Ana organizó la cocina y Juan le ayudo a organizar el comedor.
Después Ana, decide cepillarse los dientes, cepillarse su larga cabellera rubia natural, pues Ana nunca ha usado tintes ni enjuagues en su cabello y luego, va a vestirse con un pantalón ceñido a su cuerpo color gris oscuro, camisa blanca de mangas cortas y con bolero, sencilla pero muy elegante, una chaqueta corta negra, un bolso pequeño y tacones negros. Además, decide maquillarse un poco los ojos y los labios, de forma muy natural. Mientras Juan veía celular en el sofá.
Al terminar Ana va a la sala y él se ve sorprendido, con ese cambio tan simple, pero hermoso en ella.
Juan: amor que ven mis ojos… Estas hermosa. ¡De quien es todo eso! Soy el hombre más afortunado del mundo con esta hermosa princesa. Seré la envidia de la noche.
Sonrieron y Ana estaba ruborizada y tierna mente le guiño el ojo derecho, mientras caminaban hacia la puerta de salida para llegar a la cena de beneficencia.
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