Ana despertó primero que su amado, quien estaba dormido profundamente y le daba la espalda a ella.
Se levantó en silencio, fue al baño a darse una ducha, ya que tenía que ir a trabajar al Hospital hasta el mediodía, luego almorzaría algo por allí y se iría para la universidad el resto de tarde. volvería a casa casi a las siete de la noche. A lo mejor Juan se iría para su casa, ya que ellos no estaban casados, sino que eran novios y él se quedaba donde ella por ratos o días.
Él se quería casar por la iglesia como lo manda Dios, pero a ella le daba temor de que las cosas no fueran buenas entre ellos y tampoco el destino los ayudaba, siempre les ponía obstáculos para llegar al altar.
Alguna vez fueron a averiguar la tramitología necesaria para casarse y costaba mucho y ellos aún no tenían suficiente dinero. Luego, Juan se quedó sin empleo (Trabajaba conduciendo un vehículo de cárnicos en una carnicería cercana y los dueños decidieron irse a otra ciudad y vendieron su entable a otra persona y el nuevo dueño traía su gente), luego, se dejaron de todo y no insistieron más, por algún tiempo.
La madre de Juan, no veía esa unión con buenos ojos, llegó a decir que hasta que no se casaran no podían estar juntos. Era una mujer con grandes principios arraigados por su cultura. Fue criada en otra época.
Le decía a Ana que la aceptaba en su casa por ser de buena familia, pues ambas familias eran vecinas y los abuelos hacían negocios juntos. Pero la empatía entre ellas no era buena. La señora era muy conservadora, pero a la vez quería ver cómo funcionaba la relación sentimental de su hijo, ya que hasta el momento había sido un joven con muchas aventuras, pero nada en serio, solo había presentado una novia formalmente a la familia y a su mamá le encantaba Neira, por ser de buena familia. Tenían excelente relación.
Ana se organizo y le dejó desayuno listo a Juan, se despidió de lejos y se fue a su trabajo sin querer levantarlo.
Fue una mañana calmada sin nada nuevo para Ana. Al terminar sus quehaceres, fue a la universidad y allí comió algo junto a sus compañeros de estudio.
Habló por teléfono con Juan y se despidió porque volvería a su casa en un rato. Ana quería tenerlo de compañero en su casa por siempre y no por momentos, pero no decía nada y él tampoco solo dejaba que la vida pasara, sin
complicaciones. De lo que Juan estaba seguro era de que Ana fuera la mamá de sus dos hijos y que era la mujer que quería en su vida. De eso si estaba completamente seguro.
Ella rápidamente se volvió a unir a la charla amena de sus amigos, quienes hacían bromas por todo y se la gozaban, mientras ella hablaba por teléfono.
Luego se fueron a organizar para comenzar las clases. El día termino sin contratiempos.
Al salir a la puerta de la universidad, se despidió de sus compañeros con besos en la mejilla y paso la calle porque Juan la espera en su carro.
Ana: Hola amor; que grata sorpresa me das. Sonrió.
Juan: saludándola con un suave beso le abre la puerta del carro y se van para Amareto a cenar.
Platicaron de todo un poco, pero Ana seguía sin contarle a nadie sobre su cita médica. Eso la carcomía por dentro. Pero volvía a controlar sus pensamientos y seguía pasando el tiempo. En algún momento de la conversación si le dijo a Juan que, si en algún momento conocía a alguien especial para él que por favor se lo hiciera saber, porque por más duro que fuera era mejor la verdad de sus labios que escucharlo de terceros.
Juan con una mirada alegre y una sonrisa pícara le daba besos tiernos y acariciaba su mano sobre la mesa.
Juan: quiero pasar la noche con contigo. deseo esa gran oportunidad. Ambos lo necesitamos. Me vuelves loco: ¡Anita de mi corazón. Anita de mi vida! y ambos sonreían sin soltarse las manos.
Ana: Amor: sabes que te amo, que eres el único en mi vida. Pero también sabes que es un gran paso que voy a dar y eso me atemoriza mucho.
Juan: ¿A qué le tienes miedo, amor de mi vida? Y sonrió.
Ana: amor, a todo…y a nada…estoy segura que mi cuerpo te ansia, nunca había sentido esto por nadie. Solo la calentura del momento, pero ya. En cambio, contigo todo es diferente, mi cuerpo se estremece solo con sentirte, mi cabeza ya tiene pensamientos locos…mientras lo miraba a los ojos y sonreía tiernamente.
Juan: Desatas y revuelcas mis pasiones, mis instintos, tengo ansias locas…interrumpió. Y sonrieron
Juan: amor: sé que de pronto lo tomaras como si te estuviera presionando, pero si es así…estoy desesperado, tenerte tan cerca y no poderte hacer mía. Hasta donde me vas a llevar. He tratado de ser todo un caballero, pero no seas así de malita conmigo. No aguanto más…mientras ce le acercaba tiernamente a la cara.
Ana le puso la mano en la boca y corrió un poco la cabeza hacia atrás.
Ana: crees que no lo sé, ya te dije que para mí también es complicado y que tenemos todo para estar juntos, pero aún no me atrevo a dar ese paso. Siempre he pensado que mi cuerpo es muy valioso como para dárselo a cualquiera. Que yo no quiero estar con uno y con otro solo por estar, yo quiero estar con alguien que me despierte todo esto que estoy sintiendo y que lo disfrute conmigo.
Juan echo su cuerpo para atrás, porque estaba con sus codos sobre la mitad de la mesa, sobando a Ana las manos. Inmediatamente se puso serio. Pero se quedó en silencio un momento, miro al techo del restaurante y se recompuso en la silla.
Juan: entiendo amor, respetare tus decisiones y tienes razón, cuando decida estar conmigo que sea porque estás lista y sabré entenderte. Pidió la cuenta al mesero que lo distinguía como el Negro, por frecuentar el lugar.
Pagaron y en silencio se fueron para el apartamento de Ana.
Ana lo invito a pasar, pero él no quiso y se disculpó diciendo: no puedo quedarme contigo esta noche porque debo madrugar a recoger un personal del aeropuerto para movilizarlo en la ciudad.
Juan: en otra ocasión será, nos hablamos mañana. Le dio un beso de choque de labios y se subió al carro que lo tenía prendido.
Ana: por el vidrio entre abierto le dijo: amor, sé que te molestaste, pero entiéndeme por favor.
Juan: está bien. No pasa nada y sin pensarlo dos veces se fue.
Ana quedo paralizada, inmóvil por unos segundos en su puerta cerrada. Luego se recompuso y entró. Decidió darse una ducha y recordar lo pasado, pero no podía pasar de ese último momento en que el tiempo se detuvo ante sus ojos sin poder hacer nada. Aun no salía de su asombro, si así se podía llamar. Ya que no comprendía lo ocurrido.
Ana se terminó de alistar para acostarse y decidió llamar a Juan, para saber cómo había llegado y hablo con Tina cortésmente, pero ella le dijo que él se había acostado tan pronto llego y que no lo iba a molestar.
Ana comprendió que no quería hablar con ella y se despidió de su suegra, no sin antes agradecerla la atención.
Se acostó tan pronto termino la llamada y luego de pensar un poco se durmió.
Al día siguiente, se estaba organizando para seguir su rutina diaria, cuando sonó su teléfono y era Juan. Como si nada hubiese pasado la noche anterior.
Juan: Hola amor. ¿Cómo estás?, ya lista para salir a tu rutina.
Ana sorprendida con ese cambio y muy desconcertada. Lo saludo: hola amor, estoy muy bien y mejor al saber que aún me amas. Ambos sonrieron.
Juan: amor te dejo porque estoy algo ocupado y sé que tienes prisa para salir a trabajar, luego hablamos.
Ana: está bien. Te amo mucho. Escuchó el beso que Juan le envió y se lo devolvió.
En un momento más abrió la puerta de su apartamento para salir a trabajar y se sorprendió al ver a Juan recostado en la puerta del carro, esperándola.
Amor: buenos días. Dijo él sonriendo.
Ana: tonto, porque me haces esto y sonrió.
Trascurrió el viaje hacia el hospital calmado, solo se miraban y sonreían.
Ana tuvo impulsos de hablar de lo sucedido, pero no se atrevió.
Juan estiro su mano derecha y le agarro la izquierda de Ana y se la coloco en la pierna mientras conducía.
Ana se dejó arrastrar y solo lo miraba desconcertada con semejante actitud de la noche anterior y de la sorpresa de la mañana.
Al llegar a su destino, Ana se despide con un beso tierno y la agradece por todo.
Juan. Le responde el beso y se baja a abrirle la puerta del carro, mientras le da la mano para que ella se baje y le susurra: la princesa de mi corazón a llegado a su destino, pero no la quiero dejar ir.
Juan: Amor: no entres y escapémonos al confín del mundo; ambos sonrieron
Ana: estás loco no sé qué ha pasado, pero me encanta este loco que tengo al frente. El loco de mi vida…te amo. Debo ser responsable y entrar. Adiós amor y sin pensarlo se fue alejando, porque sabía que si se quedaba no se iban a despedir nunca.
Juan se recompuso. Y se fue.
Ana: ingreso a su puesto de trabajo, como siempre, saludando a cada compañero que se encontraba en su camino, pero hoy tenía una sonrisa y una mirada encantadora. Estaba feliz, sentía que su pecho se iba a salir, por eso no podía ver lo que había pasado antes solo estaba con su felicidad y deseando volver a estar cerca de su amado.
El día transcurrió sin sobresaltos. Hasta que sonó el teléfono de la oficina y ella responde:
Hospital Regional, Oficina de Calidad, habla Ana. Buenos días.
Y del otro lado le responden: Buenos días señorita Ana de mi corazón. ¿Cómo se encuentra la mujer más hermosa del mundo?
Ella recibió una felicidad inmensa al escuchar esa hermosa voz que estaba al otro lado del teléfono. Era su amado Juan.
Ana: hola necio. Como estas. Sonriéndole
Juan: yo muy bien, pero ansioso de verte. Te amo, te extraño y no soporto más estar sin ti. Entiendes mi mensaje o tienes que verlo para entenderlo…
Ana: sí señor, estoy perdida, no sé qué necesitas o que deseas. Me estas enloqueciendo…
Él no la dejo terminar y le dijo ¡Hola, te ves muy bien! Estaba parado en la puerta de la oficina de Ana.
Ella no lo podía creer. Eso era una gran locura. Vine lo más rápido posible para que me des muchos besos. No soporto estar sin ellos y sonrieron mientras se saludaban.
Ana lo mando seguir y sentarse mientras dejaba todo listo para salir, ya que era sábado y solo trabajaba hasta medio día y visitaba a su mamá y tías. No iba a la universidad sino de lunes a viernes. Y trabajaba de lunes a sábado, medio tiempo.
En las tardes y noche le trabajaba a su proyecto de grado, porque ya había terminado las prácticas. Solo le faltaba parte teórica para graduarse.
Salieron a almorzar donde su mamá que vivía cerca del hospital y los esperaba.
Ambas tenían mucha conexión. Ana era su única hija de cuatro hombres y la mayor. Para Liz Ana era su niña. Siempre decía que visitaría la niña, que hoy iría la niña a almorzar. A pesar de que los años pasaran y Ana fuera toda una mujer con su vida hecha para Liz siempre sería su niña.
Al llegar se abrazaron fuertemente y se saludaron de beso en la mejilla y Liz la elogio porque estaba muy bonita. Almorzaron en familia y en un rato después se fueron los tres para donde las tías.
También fueron bien recibidos. A Juan le agradaba mucho ir allá porque las muchachas eran muy formales y tenían una casa hermosa.
Ana decía que a él le gustaba más ir donde las Tías que donde la mamá pero que lo adoptaran para que no tuvieran tanto problema. Todos sonreían.
Pasaron una tarde muy agradable y luego llevaron a Liz a su casa y se fueron para el apartamento.
Vieron una película de acción que le encantaban a Juan y las veía una y otra vez y no paraba de contar la próxima escena. Ana de vez en cuando lo calmaba para que la dejara verla en paz.
Se quedaron dormidos con el televisor encendido. Luego Ana lo apago a altas horas de la madrugada y siguieron durmiendo dándose la espalda.
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