Al día siguiente, se despertaron casi al mismo tiempo y se dieron un tierno beso.
Juan decide irse a bañar y Ana va a la cocina a preparar el desayuno, como era domingo no tenían nada que hacer. Entonces se despertaron tarde y no quisieron hacer nada más que descansar en casa.
Juan, llega a la cocina oliendo rico y molesta a Ana diciéndole que huele a cobija, porque ella aún no se ha bañado.
Ella responde jocosamente; pero hice algo mejor, pero si no quieres será todo esto para mi solita y comenzó a comer fruta.
Por esta vez te lo paso señorita tragona pero no lo cojas de rutina. Ambos rieron y al terminar de desayunar él se tumbó en la cama a ver la continuación de la película, ya que eran varias de la misma saga. Ana entretanto, se alisto. Hizo algo de oficio y el almuerzo.
Juan le ayudó a organizar la mesa para que todo estuviera listo para disfrutar la delicia de comida que preparaba Ana, pues todo le gustaba a él. Decía que cocinaba delicioso. En cambio, él no sabía hacer nada. Todo lo compraba hecho o buscaba a Tina.
A Ana le encantaban los hombres que supieran cocinar, ya que sus hermanos lo hacían y muy bien. Sus novias eran privilegiadas con ellos. Ana siempre los molesta diciendo: ¡porque a mí no me toco uno así…y suspiraba ¡todos reían con esa frase…
Ana termino sus quehaceres y fue junto a Juan, hicieron locha toda la tarde.
De pronto a Ana se le ocurrió preguntar un poco por la vida de su amado. Juan era seco para hablar al respecto, pero esa tarde decidió entrar en detalles.
Juan comenzó a recordar lo travieso que fue en su juventud con la única novia seria que tuvo en su vida, antes de Ana.
Juan: Doña Tina siempre ha sido cosa seria, cuando alguien le cae bien la lleva en el corazón y cuando es al contrario la lleva en la mala.
Ana: no me asustes. Es muy difícil esa situación con ella. Solo la quiere a ella. Te va a tocar volver con ella para tener a tu madre contenta. Sonrió.
Juan: la jalo del brazo y la recostó sobre su pecho y le acariciaba el cabello húmedo y largo de Ana.
Ellas la iban muy bien. Solo que yo no la tome muy en serio, estando con ella tuve otras relaciones simultáneamente. Iba a visitar a Neira un par de horas y luego me iba para donde otras mujeres y así lo hice durante los seis meses que duró la relación, hasta que ella decidió dar por terminado todo. Y yo no me resistí…soltó una carcajada.
Neira, me aguanto hasta que ya no pudo más. Me llamaba y siempre estaba ocupado, la visitaba poco, no salíamos mucho con amigos ni a sitios públicos. Por lo general, era en alguna de las casas que nos veíamos. Cuando queríamos tener intimidad lo hacíamos en partes solitarias, al aire libre o en mi carro.
A ella eso no le importaba, ella lo que quería era estar conmigo, pero al parecer yo no pensaba igual.
El rato que pasábamos juntos, lo terminábamos rápido y sin muchas variaciones, era algo monótono y yo en ocasiones ni la acompañaba a su casa, la despedía en un taxi y ella regresaba sola.
Al llegar me llamaba, y yo estaba juicioso en la casa, hablábamos un poco y al colgar, me organizaba y me iba con Perea, (su gran amigo de la época), a bailar o donde “Las nenas”, que era un burdel que frecuentábamos muy seguido y pasábamos la noche o parte ella fuera de casa.
Al regresar era en la madrugada y demasiado alicorados. Perea se quedaba en mi casa porque era demasiado tarde para irse a la suya y además de la borrachera se nos dificultaba movernos y nos quedábamos dormidos en cualquier parte de la casa, bien fuera en la sala, el comedor, en algún mueble o en mi habitación, donde había dos camas pequeñas y cada uno se tumbaba en ella, con ropa y zapatos.
Hasta que nos diera frío y nos cobijábamos como pudiéramos o si mi mamá se levantaba nos cobijaba y nos quitaba como pudiera los zapatos, por lo menos.
Al día siguiente, nos levantábamos muy enguayabados y mi mamá quien madrugaba mucho para ordeñar las vacas que tenía nos daba el desayuno suculento (Chagua: huevo cocido con caldo), para aliviar la resaca y nos preparaba jugo todo el día. El serió mientras dijo: ¡Esa mamá no nos la merecemos! ¡Es una valiente!
Ella era una persona consentidora y permisiva con sus dos hijos, por eso eran así de relajados. El dinero que se ganaban trabajando era para ellos y no aportaban nada para la casa, ni la sacaban a pasear. Ellos no tenían en cuenta las fechas especiales como cumpleaños ni días de la madre para darle algún detalle ni organizarle nada. De cierta manera, ambos hijos eran despreocupados de ella.
Pocas veces ayudaban con los quehaceres de la casa y mucho menos sacaban tiempo para ayudarla con las labores del ordeño.
Solo les importaba estar bien presentados para salir, Eso sí, doña Tina les mantenía su ropa impecable. A ella no le gustaba lavar en máquina, por eso no tenía, entonces lavaba a mano, diario si le tocaba.
Andy, su hermano se cambiaba ropa varias veces al día y todo iba para el balde de la poceta.
Tina era una mujer muy guapa para trabajar. Ella no se preocupaba por inculcarles los quehaceres de la casa ni de la finca a sus hijos. Ella decía que mientras estuviera ella, sus muchachos no tenían que trabajar con ella. Según ella, había que dejar los muchachos disfrutar la vida…
Tina, tenía su esposo en otra ciudad, pues se habían separado cuando Juan tenía cinco años y Andy tres. Debido a que su papá era mal esposo y la trataba muy mal.
Juan: bueno amor, te voy a cambiar la conversa de mi vida amorosa por la historia de mi familia. Mientras se sentó en la cama y Ana se hizo atentamente a su lado.
Juan: yo a papá no le agradezco nada, nos dejó muy pequeños y trato muy mal a mi mamá toda la vida.
Suspiro y comenzó su relato, paso a paso, de cierta forma se sentiría aliviado al hablar sobre el tema con alguien y que más que esa persona tan especial que siempre lo escuchaba atentamente y sabía aconsejar en su momento con las palabras precisas. Eso pensaba él de Ana.
Juan: Papá era un joven, de la ciudad que llego a trabajar en esta ciudad intermedia y conoció a mi tía Mar, (quien era la mayor de las mujeres y la segunda de cinco hijos), en un supermercado cercano, ya que era ella quien se encargaba de comprar todo en mi casa.
Ambos jóvenes simpatizaron, comenzaron a hablar y él se ofreció a llevarle las bolsas de mercado y ella acepto.
Al llegar a la casa, el joven dijo que era la casa más hermosa del sector, (era grande, llena de jardín en el prado y los grandes corredores, con jardín en cada lado y colgado en canastas.
Salieron Tina y Ema a recibir las bolsas y de repente se cruzan sus miradas, Mar los presenta luego de dejar que el joven entrara las bolsas por toda la casa hasta llegar a la gran cocina. Él estaba sorprendido con tanta belleza en la
inmensidad de sus paredes y altos techos.
Ellas le agradecen el favor y le brindan un vaso grande de jugo recién hecho por Tina. Él no lo duda y encantado se lo tomó. Les alagó el líquido y la casa. El joven tenía charla amena y ellas estaban entretenidas. Hasta que alguien carraspeo en la puerta de la cocina y los asustó a todos.
Era mi abuelo. Era un señor muy serio. Físicamente, hombre de unos cuarenta y cinco años de edad, alto, gordo, moreno, voz fuerte y ronca y de apariencia malhumorado.
Las tías y mamá al verlo ahí parado lo saludaron en una sola voz: ¡hola papi! Todas se le acercaron para saludarlo con un beso en la mejilla como siempre lo solían hacer y él no se les agacho.
Ellas los presentaron a una voz: papi él es… Señor ¿Cómo está? Interrumpió el abuelo y no dejo terminar la presentación. Se fue acercando a la mesa donde el joven se encontraba.
abuelo: Joven, no se quien sea usted, pero tampoco estoy para saberlo. Espero entienda que hay muchachas solas y solteras en esta casa, pero mientras yo este no acepto que entren extraños a mi casa y menos cuando yo no este. Si viene se hace en el corredor sin pasar los límites y me debe pedir permiso para hacerlo.
Falta ver si yo acepto. Espero le haya quedado claro. Espero no tener que volver a repetírselo. Porque la próxima vez creo que no estaré tan atento. Permiso. Dijo el señor mientras se sentó cerca de él a esperar ser atendido por sus hijas para comer, además lo hacían en familia. Lo imitaba Juan, al recordar.
Las muchachas intentaron calmarlo, pero el señor, no les prestó atención y se sentó en silencio. papá estaba ruborizado, deseaba que la tierra se abriera y lo tragará. Sin más ni más papá se paró de la mesa y salió rápidamente. Comentó graciosamente Juan.
Mi abuelo pensaba que lo había despachado y ambos sonrieron con el relato. Entonces papá no dejo de pasar por la casa y mis tías le atendían por la ventana la visita de no más de media hora. Pero mamá no salía para nada.
Papá invitaba a Mar a salir o le llevaba dulces, pero ella no acepto. Ema era muy joven en la época y la que quedaba era mi mamá, porque eso hay que decirlo, papá iba por alguna de allá. Eran buen prospecto. Él paso varios meses así. Hasta que encontró a mamá sola trabajando en el jardín, porque eso era lo que a ella le apasionaba (el jardín y el ganado).
Aprovecho y la invito a salir, pero ella se negó. Le pidió el favor de aceptarle las visitas que dijo hacía a mis tías, pero a la que quería ver realmente era a ella.
Tina sonrió, tímidamente. Creo que eso fue motivo para que papá siguiera persistiendo en visitarlas más seguido y la alagaba cuando le era posible.
Llego el día en que mamá salió para el centro en compañía de Ema y él las seguía de cerca, hasta que mi tía Ema, le sonrió y lo saludo. Tina no hizo buena cara, pero se sorprendió al verlo cerca de ellas y bien vestido.
Las invitó a tomar algo y aprovecho para hablarle de sus sentimientos a mamá y ella muy nerviosa acepto una nueva salida.
Habían pasado casi ocho meses en ires y venires de papá hasta que mamá decide darle una oportunidad y aceptarle las visitas, en el corredor de la casa, durante media hora dos veces a la semana. El abuelo era muy estricto y las celaba demasiado.
Se recostaron en la cama y Juan continúo contando la historia.
Así pasaron seis meses más pero ya formalmente eran novios y deciden casarse.
El abuelo les regalo la casa en el centro. Y se fueron a vivir al otro día del matrimonio. Mamá estaba feliz en su nueva casa y con deseos de tener una hermosa familia para siempre.
Papá conducía buses para la gran ciudad y todos los días salía a las tres de la mañana, y volvía a eso de las nueve de la mañana a desayunar con mínimo dos otros compañeros, y mamá los atendía a cuerpo de reyes. Volvía a eso de las ocho de la noche y se acostaba muy cansado. Y así diario era lo mismo.
Mamá salía con mis tías y visitaba los primos de vez en cuando de resto estaba en la casa trabajando y papá muy celoso, exigente con la ropa: ¡todo debe estar impecable! y si estaba mal planchado lo llevaba a la poceta para que mamá lo tuviera que lavar nuevamente, pero eso sí, antes la regañaba.
Mamá soportando tantas cosas. Por ejemplo, le decía: ¡organice la mejor ropa de Juan para regalar que tengo una prima con una bebé como él y está muy necesitada y la voy ayudar: Y mamá esmerándose por darle lo mejor y le hacía muy seguido su buena maleta para regalar, hasta pañales nuevos le regalaba.
Tiempo después nos dimos cuenta que era su hija…Juan suspiro hondo…
Otra vez, yo siendo adolescente, jugaba un partido de fútbol y entre con Perea a tomarnos algo a la tienda de la cancha y llego él, con una mujer joven y una bebé de unos dos años a almorzar al lugar. Actuaban como una familia. No sé qué sentí al ver tal escena y salí como si no pasara nada y no se dio cuenta. Pero siempre se lo he reprochado y dice que no era él, que yo lo confundí…sonrió con los ojos húmedos.
Y ya la tapa. Lo que llevo a mamá a tomar la decisión de dejarlo del todo y no querer volver a verlo jamás, por más que él le ruega, es que la celaba con todos, hasta con las vecinas o las tías y la dejaba encerrada hasta que tuvo el
valor de saltar un muro vecino que comunicaba el patio de la casa con la cocina de la vecina y ella la ayudo a salir y le dio los pasajes para que fuera donde las tías y desde entonces mamá es libre. A nosotros nos habían dejado amaneciendo con ellas. Entonces fue más fácil para ella llegar sola.
Juan: ¡Amor, mi vida no es fácil, pero hay voy…! Se abrazaron fuerte y decidieron ir
a comer algo ligero. Ya terminaba el día y luego fueron a la cama a dormir.
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