Primera impresión

Desde hacía una hora la escuela se había llenado de alumnos que se agolpaban en la entrada. Incluso algún profesor estaba ahí, interesado en saber a qué venía tanto revuelo. Dos coches flamantes estaban en la entrada y un señor que no reconocían esperaba en la puerta con aire siniestro. No querían acercarse, algo debía haber pasado, pero eso no impedía que la curiosidad hubiera creado una gran cantidad de gente alrededor a cierta distancia. ¿Sería la policía secreta? ¿Buscaban a un asesino? ¿Y esos coches tintados? ¿Quién podía ir ahí? ¿Tal vez la mafia?

Dentro de uno de los coches tres personas esperaban, haciendo caso omiso a la escena de fuera, como si no fueran ellos los culpables de provocarla. Uno de ellos sonreía feliz mirando por la ventana como si tuviera gracia, y otro, con gafas lo miraba con frialdad.

- ¿No está tardando mucho? - dijo el de las gafas, ya tenso.

- Normalmente llega en media hora, - dijo uno más joven con una sonrisa- es una chica puntual, llega diez minutos antes de las clases, mira las listas y sube a su clase. No se queda hablando con las compañeras, creo que le cuesta estar con la gente. Las únicas veces que nos hemos cruzado se ha puesto como un tomate. Incluso una vez se cayó encima de mí…- dijo para picarle. Era un chico joven especialmente guapo, con unos ojos verdes preciosos y una cara relajada. Su acompañante en cambio, no estaba relajado en absoluto

- Para ya. – dijo el tercero

- Es cierto, ella podrá corroborarlo. Además, le costó levantarse. – dijo sonriendo con malicia

- Iván. – volvió a repetir el tercero. No era ni la mitad de guapo que los dos, y aunque sonó a reprimenda, éste no hizo ni caso.

Álvaro se ponía cada vez más furioso. Pero sólo el hermano podía notarlo. ¿Por qué no llegaba ya? Su padre le había dicho que sabía que habían quedado. No le gustaba que le hicieran esperar. ¿Ésa era la primera impresión que quería causarle? Las personas se amontonaron en la puerta curiosas, pero Cristina pasó de largo. No quería llegar tarde a clase. El hombre que vigilaba la puerta tardó en darse cuenta de que la joven ya había pasado.

- ¡Tú! - gritó. Otra chica se dio la vuelta y vio que señalaba a Cristina, que andaba algo delante.

- Te están llamando.

- ¿A mí? – la miró extrañada

- Si, a ti. ¿En qué líos te has metido? – dijo apartándose

- Pero si yo no he hecho nada.

- Eso díselo a él - dijo señalando a un hombre de aspecto intimidante.

Lo tenía todo: unos músculos demasiado grandes marcados en el traje, una altura y ancho de hombros excesivo, un pinganillo, gafas oscuras, y una cara seria que prometía dolor. Si hubiera sido fan de las películas de asesinos, lo habría contratado a él para hacer del malvado protagonista. Miraba en su dirección y le hizo la seña de que se acercara. Cristina no quiso tentar a la suerte, así que se acercó a ver qué quería.

- ¿Usted es la señorita Cristina?

- Si, me llamo Cristina.

- Suba, - dijo guiándola hasta un coche.

Los compañeros miraron como subían a la chica a un coche con cristales tintados. Cristina estaba convencida de que se habían equivocado con otra persona.

- ¿Y si su marido es de la mafia? – comentó uno.

- Eso tendría sentido, el otro día la directora la sacó de clase

Todos empezaron a cotillear, asombrados de lo que ocurría hasta que los coches arrancaron. Los profesores empezaron a llamarles

- ¡Aquí no hay nada que ver, todos a sus clases o están suspendidos!

Los alumnos se fueron, pero durante todo el día, fue motivo de rumores lo que había pasado. Incluso aquellos que no lo habían visto, pronto se enteraron. La mafia se había llevado a Cristina.

Mientras, en el coche, ella miraba al hombre con el que había chocado un par de veces sonreírla abiertamente.

- Hola de nuevo Cristina. – ella no pudo evitar ruborizarse. ¿Qué pasaba allí? - Mi nombre es Iván Durán, el pequeño de la familia. – cogió su mano y la besó, para sorpresa de ella.

- Tiene ritmo- comentó sin saber muy bien qué decir. ¿y ese saludo?

- Jajaja que simpática, como siempre. Bueno, me imagino que ya conocerás a mi hermano. – dijo señalando al hombre de gafas que estaba a su lado.

De repente alguien se acercó un poco más a ella, de lo oscuro que estaba el coche no había distinguido su cara. Un hombre con rasgos muy masculinos se acercó hacia ella. Tenía una mirada dura, y tuvo que reconocer que la había amedrentado, pero era un hombre muy guapo. Reconoció su espalda ancha y las gafas que llevaba. Le quedaban muy sexys. Sus ojos azules eran hipnóticos, tenía un pelo negro precioso y unos labios carnosos. Estaba claro que era especialmente guapo, pero su mirada daba miedo.

- Álvaro Durán- confirmó ella

- Hola. Me alegra verte- no parecía contento en absoluto, y su mirada fue fría- has llegado tarde.

No supo qué contestar. El tercero no se presentó, pero no era el padre que había conocido y obviamente no era familiar de ellos. El coche siguió su marcha. Al ver a los dos juntos estaba claro que eran hermanos. Aunque completamente opuestos de carácter, si tenían los mismos rasgos y nariz.

- ¿Qué haces vestida así? - acabó diciendo Álvaro al cabo de un rato, con mirada acusadora. Esa niña… ¿Quería ridiculizarle?

- Iba a clase…- dijo sin entender.

- No lo comprendo. Mi padre te dijo que nos veríamos hoy ¿No? – comentó Iván sonriendo. Ese viejo...

- Déjame hablar a mí- cortó el hermano

El levantó las manos a modo de disculpa y se apoyó en el respaldo, ocultando levemente la cara. Aunque al llevar un rato en el coche ya se estaba acostumbrando a la oscuridad.

- No me parece una forma de vestirte para conocer a tu prometido. – la fulminó de nuevo

- Yo… no sabía… bueno su padre me dijo, bueno, que nos veríamos a mediodía – dijo agachando la cabeza. Estaba muy intimidada. Ese hombre era tan varonil y esos ojos tan atrayentes y peligrosos … Volvió a notar ese calor.

Dejó de mirarla. ¿Por qué se sonrojaba? ¿Otra vez por su hermano? Le molestaba que estuviera ahí, pero su padre lo había querido. Habría que solucionar lo de la ropa. No podía aparecer con una chica vestida así. Y menos siendo su prometida. Todo el rato problemas. Se tocó la cabeza harto.

- Vamos a tener que hacer un rodeo- dijo. El coche giró en otra dirección. Ya no volvió a mirarla más.

Cristina se mantuvo con la espalda recta sin saber qué pensar. El hombre que le había resultado interesante, ¿era el hermano de su prometido? ¿Cuántos años tendría? ¿Y Álvaro? Se llevaba trece años con él, calculó. ¿Ya había cumplido los 29? No recordaba bien lo que en su momento habían dicho sus compañeras. ¿Quién era el joven de la esquina? Estaba claro que no era de la familia, pero alguien importante debía ser. Esperó recta sin decir palabra y sin mirar a los hermanos de nuevo.

- Nos bajamos aquí- dijo de repente. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que habían parado. Le siguió sin rechistar.

Al contrario de lo que se esperaba, sólo salieron Álvaro y ella. Él no pareció interesado en mirarla mientras se dirigían a una tienda de vestidos.

- Bienvenido señor Durán, ¿en qué podemos atenderle? – dijo la gerente, nada más entrar en la tienda.

- Necesitamos un vestido para la señorita de corte mediano que realce su figura para una reunión - dijo señalándola sin interés.

- Si señor. ¿Alguna preferencia de color, forma? – dijo mientras le enseñaba el catálogo a Cristina. Todos le parecieron preciosos. Iba a elegir uno azul, cuando Álvaro se adelantó y escogió uno color vino.

- Éste estará bien, aunque con más vuelo. Que sea cómodo.

- Si señor. ¿Necesitará la señorita zapatos?

- Si- contestó a baja voz. No sabía qué pensar de su futuro marido, no parecía demasiado contento de estar con ella. – Una 38 por favor.

- Deje que le acompañe a nuestra selección de zapatos para que escoja el que más le gusta. – La guió por un pasillo hasta llegar a una sala, donde tres dependientas le enseñaron una serie de zapatos con tacón alto que podían ir con el vestido. Cristina miró un poco preocupada la altura. No estaba acostumbrada a llevar tacones

- Buscamos algo con menos tacón - dijo su prometido dirigiéndose a la gerente. Enseguida le trajeron unos del mismo tono, y algo más bajos. Cristina suspiró aliviada.

Al cabo de una hora salía con un vestido color vino con vuelo del probador. Se notaban mucho sus pechos con él, e intentó taparse un poco con las manos al salir. No le gustaba nada que se viera tanto su escote.

- Quita las manos de ahí, quiero verte bien- dijo nada más salir. Haciendo caso, se quitó las manos y miró sonrojada hacia abajo. Álvaro notó como se descentraba. Estaba preciosa. ¡No podía pensar en eso ahora! – da la vuelta. – sí, le quedaba bien, pero no podía presentársela a su madre con ese escote. Aunque quería que tuviera ese vestido – Bien, ya puedes quitártelo- dijo algo tarde. – Necesitaremos un fular a juego para tapar sus hombros. – dijo dirigiéndose a la dependienta.

Cristina cerró la cortina para quitarse el vestido. De repente entró Álvaro.

- Te ayudaré con la cremallera- dijo mientras ella agarraba el vestido por delante. Notaba su respiración en el cuello y se puso como un tomate de nuevo. – Tienes una bonita espalda- dijo tocándola suavemente, desde el trapecio hasta la cintura. A ese paso perdería la concentración.

- Gra…gracias- contestó sin mirarle. Esperó a que se fuera, pero él no salió. – deberías salir para que pueda cambiarme. – acabó diciendo.

- ¿Es lo que realmente quieres? - dijo con otro tono. Se acercó a ella, pegándose a su espalda.

- Si…sí. - ¿qué estaba haciendo en el probador de esa tienda?

- Date prisa o llegaremos tarde. Aún quedan sitios a los que ir- dijo como si no hubiera pasado nada, tan tranquilo y salió del probador con desinterés.

Cristina tardó en reaccionar, había empezado a hiperventilar. Esa voz, ese cambio de tono, por un momento había pensado que ocurriría algo en el probador. No entendía esos cambios bruscos. Intentó no pensar en ello, mientras con mucho cuidado se quitaba el vestido y los zapatos. Sus braguitas estaban completamente húmedas, y al verlas volvió a sonrojarse. ¡Sólo con esa situación y ya estaba así! ¿Qué tenía ese hombre? ¿Y cómo iba a poder vivir con él?

Se vistió y salió de nuevo con su uniforme. Cogieron el fular de seda, y pasaron por caja.

- 200.000 euros señor- dijo la gerente. Cristina miró el vestido impactada.

- Cóbrese- dijo. Salieron de la tienda y volvieron al coche.

Pasaron por una joyería y tras unos instantes mirando, le compró unos pendientes de plata preciosos. De ahí fueron a una peluquería. No le miró en ningún momento y ella tuvo que esforzarse por seguir sus pasos.

- ¡Álvaro! – sonrió una mujer encantada y le dio un beso con teatralidad. - ¿Cuánto tiempo? ¿Quién es la chica que tienes a tu lado? – Era una mujer muy bella, de ojos marrones y un pelo negro precioso. Su vestido ceñido y los tacones realzaban su figura.

- Es ella- dijo serio.

- Oh. Encantada señorita- dijo haciendo una leve reverencia. Se acercó a su oído y le habló- volverá a ser mío zorra. Sólo eres una cría. – miró a Álvaro de nuevo - ¿Qué se celebra?

- Tenemos un acto importante, hazle un recogido de esos que sé que sabes. – dijo sonriéndola de forma seductora.

- Quedará preciosa, cariño- dijo a modo de respuesta, y le colocó una bata a Cristina, sentándola en un sillón muy cómodo. ¿Y esa mirada?

Mientras ella lavaba y enjabonaba el pelo de Cristina, él empezó a atender llamadas. No entendía nada de lo que hablaba, la jerga era desconocida para ella. La peluquera no le quitaba ojo, orgullosa de ver que la chica a la que atendía no parecía entender tampoco el negocio de Álvaro. No es que ella supiera bien de que iba, pero estaba claro que la niña que tenía delante aún no era una mujer. Acabaría pasando, como ocurría siempre. Una vez la tuviera vista, volvería con ella. Ni siquiera parecía hacerle demasiado caso. Al principio había estado preocupada cuando descubrió que Álvaro estaba comprometido. Pero ahora que la veía, le parecía una chica muy común.Y dado el comportamiento del señor Durán, tardaría muy poco en alejarla de él.

- Maquillaje- dijo al acabar el recogido. Una de sus compañeras la relevó.

Cuando Álvaro entró de nuevo, Cristina estaba espectacular. Victoria, la peluquera vio como le cambiaba la mirada. Tuvo que reconocer que la chica era guapa, y no le hizo ninguna gracia.

- ¿Cuánto es?

- Oh, ya está pagado.

- Bien. Adiós Victoria- dijo sin mirar, guiando con el hombro a su prometida.

Cristina prefirió no preguntar. Sabía que había salido con gente. Es más, habría sido raro que no tuviera alguna ex novia con ese físico y la popularidad que se notaba que tenía. Incluso en las revistas de cotilleo de su madre la había visto alguna vez. Era lógico que Álvaro hubiera salido con otras mujeres, era mucho mayor que ella y muy conocido. Se dejó conducir al coche. ¿Seguiría divirtiéndose con esas mujeres todavía? Pensó preocupada.

- Se nos va a hacer tarde- dijo sin mirarla. El coche arrancó llevándolos a un hotel precioso. Entraron por un reservado.

El hombre de la entrada miró a Cristina. Era la estudiante más bonita que había visto. Le pareció extraño ver a una niña del colegio de élite con ese peinado y maquillaje a esas horas, pero el acompañante no era cualquiera, así que probablemente fueran familia. Hizo una reverencia y les indicó el camino.

- Ve a cambiarte- dijo secamente Álvaro cuando entraron. La condujeron a una puerta que llevaba a un baño y se cambió de ropa.

Al ponerse el vestido recordó la escena del probador. Por suerte, el maquillaje no dejaba ver que estaba colorada de nuevo. Se colocó los zapatos, los pendientes y el pañuelo por encima. No pudo evitar pensar en que llevaba más dinero en ropa de lo que su padre cobraba en más de un año. Estaba preciosa. Con el pañuelo tapándole el escote, le gustó más el vestido. Aun así, sintió que iba demasiado provocativa para su gusto. Salió del baño.

- Ahora si podemos ir a la reunión.

- ¿Reunión? - él no dijo nada.

Subieron por un ascensor hasta la penúltima planta. Toda la planta la ocupaba una increíble sala con sillones muy elegantes y una preciosa barra de roble macizo que daba a la zona de bebidas. No estaba muy lleno, y aunque no había mucha gente, le sorprendió ver que por la mañana hubiera gente bebiendo. Notó que algunas caras le eran conocidas, tanto de anuncios de perfumes como de gente de círculos muy altos de la sociedad. Si no se equivocaba algunas de las personas ahí eran famosos empresarios y actrices. De repente una señora saludó hacia donde estaban. Álvaro fue hacia allá, serio, mientras Cristina le seguía. Los tacones eran nuevos así que le hacían un poco de daño.

- Me imagino que tú eres la famosa Cristina.

- Encantada- dijo haciendo una leve reverencia. La mujer que tenía enfrente era una belleza. Sus ojos azules, sus labios gruesos, esa piel… Parecía sacada de un cuento de hadas, y empezó a pensar que era modelo.

- Me alegra ver que te han educado bien. Sentaos.

- Hola madre. – Cristina estaba sorprendida, y la madre se rió al ver su cara.

- No aparento la edad que tengo ¿Eh? – luego miró a su hijo. – Así que ésta es tu prometida. – dijo mirando a Cristina de arriba abajo. – Eres muy joven

- Es la persona de quien estoy enamorado- dijo como si estuviera leyendo algo que había memorizado. Cristina sintió como si lo dijera un autómata.

- Tienes 28 años Álvaro, y ella ni siquiera es mayor de edad. – dijo como si Cristina no estuviera delante. Empezó a pensar que no era tan seguro su matrimonio como había creído. Entonces se llevaban doce años. ¿Por qué alguien como Álvaro había querido comprometerse con una niña? - ¿Cuántos años tienes?

- 16 en tres meses

- Así que quince años. Dios mío Álvaro, ni siquiera es adolescente. ¿Qué pretendes?

- Tiene que ser ella. Esperaba tardar más en presentártela, pero padre…

- Si, tu padre me dijo que tenía que conocerla. – la volvió a mirar de arriba abajo. Luego la miró directamente- ¿Estás segura de querer casarte con un hombre que es mucho mayor que tú? ¿Es que te van las personas mayores? Haz los cálculos niña.

- Si, estoy segura. – dijo tranquila. Su futuro dependía de que saliera bien, incluso si no la quería, ella no sería la que rompiera el compromiso.

¿Qué le pasaba a esa niña? Había convencido a su hijo de que dejara la comida con su hermano para otro día y así evaluarla, pero parecía tan segura de si misma… no se esperaba eso.

- Cuéntame, ¿Has tenido novios antes? – Cristina lo pensó. Si se remontaba atrás, recordaba a un chico, muy lindo, sí, pero eso había pasado hacía mucho. Y no tenía claro si era un recuerdo de las vacaciones con sus tíos o un sueño, de tanto que había pasado. ¿Se le podía llamar novio a eso? Después de aquello, había sido incapaz de hablar con chicos sin incomodarse, así que los había evitado.

- No- admitió

- No sé porque tu padre parecía tan contento. – dijo mirando a su hijo - ¿Nos permites un momento? - Ella miró a Álvaro que asintió. Se dirigió a la barra, y pidió un zumo.

La madre miró seria a su hijo. No parecía conforme en absoluto, y así no iba a conseguir su consentimiento.

- Álvaro, cuéntame la verdad.

- Ya la sabes, yo le propuse matrimonio, y ella aceptó.

- Pero no sabe por qué lo hiciste.

- Era pequeña madre, es natural.

- La gente cambia Álvaro, no puedes obligarla a quererte- dijo muy seria.

- Por ahora estamos comprometidos. Cuando cumpla los dieciséis viviremos juntos. Si no funciona, la dejaré ir. – dijo, aunque no pensaba hacerlo.

- Te conozco hijo. No hagas algo de lo que te arrepientas el resto de tu vida. Aún eres muy joven. Y podrías tener a alguien más acorde a tu posición.

Cristina miraba desde la barra como hablaban. Los dos parecían de otro mundo, ajeno al de ella. Recordó dónde había visto antes a esa mujer, era modelo de lencería, colonia y ropa de alta costura. A su madre le encantaba. Esa mujer podía ser de la misma edad que su madre y aparentaba la mitad de edad que ella. Y su hijo… por muy serio que fuera, no se podía negar que era especialmente atractivo. Si no fuera por ese aura tenebrosa... De repente se levantó enfadado y cogió a Cristina por el brazo. No se quejó de la fuerza que tenía, pero se preocupó. Miró que se había pedido algo. Señaló a su madre.

- Ella invita

No sabía de qué habían hablado, pero no parecía haber salido bien. Pero ella no podía evitar tener la edad que tenía. Cuando estaban en el ascensor la abrazó de repente. Sólo unos instantes, pero lo suficiente para que ella volviera a encenderse. Luego la miró y se apartó.

- Te queda bien el vestido- dijo serio

- Gracias, a mí también me gusta- dijo mirándose- Tu madre parece una gran persona.

Él la observó. ¿Había estado ahí con ella también no? Acababa de decirle que la veía como una niña y ella en cambio no parecía molesta, sino contenta de haberla conocido. No parecía haber cambiado, y eso le enfadó. ¿No se iba a quejar? La empujó contra la pared del ascensor, atrapándola con las palmas de las manos una a cada lado de su cabeza. La miró duramente y ella se preocupó.

Le molestaba que fuera así. Golpeó la mano contra el ascensor, provocando que diera un respingo.

- Te llevaré a casa. – dijo saliendo del ascensor, de nuevo con su voz dura. Por un momento pensó que se le saldría el corazón de lo fuerte que latía. Tenía que estar oyéndolo. Tardó en seguirle.

Desde arriba la madre vio en la cristalera como la chica que acababan de presentarle salía detrás de él, intentando alcanzarle. ¿En qué pensaba esa niña?

Capítulos
1 Comprometida a los once años
2 Un hombre misterioso
3 Toma de contacto
4 La cena
5 Primera impresión
6 Primera comida
7 Empresario
8 Fin de curso
9 Casa nueva
10 Primer día de convivencia
11 Compras
12 Primer amor
13 Aprobación
14 Competencia
15 Nuevos intereses
16 Una horrible verdad
17 Difícil decisión
18 Amigos con copas
19 Enfrentamiento
20 Al día siguiente
21 Los padres de ella
22 La caída de Victoria
23 Joan
24 Rescindir el contrato
25 Una comida con el hermano
26 Primera cita
27 La playa
28 Una hermosa sorpresa
29 Una limpieza completa
30 Demasiada bondad
31 Ángeles
32 Vigilado
33 Una conversación incómoda
34 Un sueño muy extraño
35 Despierta
36 El regreso
37 Consecuencias
38 La marca
39 La Mansión Durán
40 Un demonio en problemas
41 Curiosidad
42 Revelación
43 Buscando información
44 Cristina
45 Una escuela fuera de lo normal
46 Cambio de planes
47 Respuestas
48 Una nueva perspectiva
49 La hermana
50 El encuentro
51 Reconciliación
52 Confesiones
53 Una joya especial
54 La invitación
55 El vestido
56 Diamante Rojo
57 Sorpresas
58 El primer baile
59 Efectos secundarios
60 Frentes abiertos
61 Dudas angelicales
62 Nervios
63 Una buena confidente
64 Confianza
65 Cambio de estrategia
66 Un enviado del cielo
67 Uno más en el grupo
68 Canto
69 Descubierta
70 Calor
71 Nuevas amistades
72 Descontrol
73 Cambio de perspectiva
74 Una deuda con la muerte
75 Ideas opuestas
76 Una solución poco convencional
77 Una idea descabellada
78 No mates ángeles
79 Mas de una sorpresa
80 Una charla con la muerte
81 Una revelación complicada
82 Un angel derrotado
83 Cambios forzosos
84 Ataque en el cielo
85 La batalla
86 Cuestion de vida o muerte
87 Un descubrimiento peligroso
88 El ángel mayor
89 Un aliado inesperado
90 Preparaciones
91 El nacimiento
92 Oisha
93 Un movimiento muy arriesgado
94 La boda
95 Una visita inesperada
96 Las diosas
97 Una solución inaceptable
98 El sacrificio
99 Cambios radicales
100 ¿Fin?
Capítulos

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1
Comprometida a los once años
2
Un hombre misterioso
3
Toma de contacto
4
La cena
5
Primera impresión
6
Primera comida
7
Empresario
8
Fin de curso
9
Casa nueva
10
Primer día de convivencia
11
Compras
12
Primer amor
13
Aprobación
14
Competencia
15
Nuevos intereses
16
Una horrible verdad
17
Difícil decisión
18
Amigos con copas
19
Enfrentamiento
20
Al día siguiente
21
Los padres de ella
22
La caída de Victoria
23
Joan
24
Rescindir el contrato
25
Una comida con el hermano
26
Primera cita
27
La playa
28
Una hermosa sorpresa
29
Una limpieza completa
30
Demasiada bondad
31
Ángeles
32
Vigilado
33
Una conversación incómoda
34
Un sueño muy extraño
35
Despierta
36
El regreso
37
Consecuencias
38
La marca
39
La Mansión Durán
40
Un demonio en problemas
41
Curiosidad
42
Revelación
43
Buscando información
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Cristina
45
Una escuela fuera de lo normal
46
Cambio de planes
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Respuestas
48
Una nueva perspectiva
49
La hermana
50
El encuentro
51
Reconciliación
52
Confesiones
53
Una joya especial
54
La invitación
55
El vestido
56
Diamante Rojo
57
Sorpresas
58
El primer baile
59
Efectos secundarios
60
Frentes abiertos
61
Dudas angelicales
62
Nervios
63
Una buena confidente
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Confianza
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Cambio de estrategia
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Un enviado del cielo
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Uno más en el grupo
68
Canto
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Descubierta
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Calor
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Nuevas amistades
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Descontrol
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Cambio de perspectiva
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Una deuda con la muerte
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Ideas opuestas
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Una solución poco convencional
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Una idea descabellada
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No mates ángeles
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Mas de una sorpresa
80
Una charla con la muerte
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Una revelación complicada
82
Un angel derrotado
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Cambios forzosos
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Ataque en el cielo
85
La batalla
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Cuestion de vida o muerte
87
Un descubrimiento peligroso
88
El ángel mayor
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Un aliado inesperado
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Preparaciones
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El nacimiento
92
Oisha
93
Un movimiento muy arriesgado
94
La boda
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Las diosas
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