La luz que se filtraba por la ventana me despertó lentamente. Ya era tarde, y al mirar el reloj, vi que faltaban dos horas para reunirme con Lara. Decidí alistarme.
Justo cuando me proponía a tomar un baño tranquilo, tocaron la puerta de mi habitación.
—Mi señor, ¿está despierto? —preguntó Jack, mi guardaespaldas—. ¿Puedo entrar?
—Adelante —dije, tomando una bata de baño—. Estaba por tomar un baño, ¿qué sucede?
Jack entró y se quedó en silencio por un breve momento antes de decir:
—Mi señor, permítame ayudarle.
Negué con la cabeza, pero tras dar unos pasos hacia el baño, me golpeé el pie herido con la puerta, lo que me hizo quejarme. Jack insistió nuevamente.
—Está bien —acepté su ayuda—. Solo déjame cerca de la bañera.
En lugar de servirme de apoyo, me cargó con cuidado hasta la bañera. Preparó el baño para que estuviera más cómodo y no tuviera que hacer ningún esfuerzo.
—Me retiro, mi señor —dijo con una pequeña reverencia—. Si me necesita, estaré cerca de su habitación.
Tomé un baño relajante, luego me cambié con cuidado para no lastimar mi herida. Aunque había dicho que era insignificante, el moretón y los pequeños cortes eran notables.
Llamé a Jack para que me aplicara la medicina. Siempre he sido un desastre con los vendajes, y esto me daba algo de vergüenza.
—Mi señor, recuerde tomar más cuidado con su cuerpo —dijo Jack mientras guardaba el botiquín de primeros auxilios—. Si siente molestias, puedo llamar a un médico.
—No es necesario —dije, moviendo el pie—. Tranquilo, no te meteré en problemas.
Revisé mi teléfono y vi un mensaje de Lara notificándome que estaba cerca de la entrada del jardín. Le pedí a Jack que me ayudara a poner el calzado que había escogido. Lo hizo en silencio, y luego me dirigí al encuentro con Lara, seguido a una distancia prudente por Jack.
Al llegar al jardín, la vi de espaldas, tranquila. Me acerqué sin hacer ruido.
—Lara —dije, acercándome. Fue una mala idea porque se puso en guardia—. Hey, soy Ansel —dije, alzando las manos para que Jack no la viera como una amenaza.
—¡Por Dios! Sí que me asustaste —dijo Lara, alzando un poco la voz—. ¿Qué haces aquí? Pensé que mandarías a alguien.
—Ven, vamos a ese asiento —dijo, señalando un columpio. Aunque no era un asiento tradicional, no me molestaba—. Por cierto, ¿qué hace tu secretario aquí? —dijo, mirando a Jack a unos pasos de distancia.
—Asistente —corregí—. En realidad, es mi guardaespaldas... Aunque pensándolo bien, no le pago lo suficiente por sus múltiples oficios.
—Eso no es propio de ti —dijo mientras nos mecíamos en el columpio—. Eres más cuidadoso con tus trabajadores... por cierto, ¿qué piensas hacer?
—¿A qué te refieres? —le pregunté.
—No piensas quedarte aquí, ¿verdad? —dijo, sacando unos duraznos dulces de su bolsa—. Toma —me ofreció un pedazo con un tenedor.
Mientras comía, pensaba sobre su pregunta. No planeaba quedarme por mucho tiempo, al menos no si la culpa recaía sobre mí. Justo cuando iba a contestarle, Jack nos interrumpió.
—Mi señor, se está acercando su prometido con Lady Ross.
—¿Qué pasa? —preguntó Lara—. ¿Quién se acerca?
—Problemas —dije, levantándome cuando estaban cerca.
Lady Ross usualmente no estaba en la casa a estas horas, y su hijo, mucho menos.
—Ansel querido, ¿cómo estás? —dijo muy amable—. Creí que podíamos comer los tres, pero no sabía que tenías una linda visita... ¿Quién es?
—Suegra, déjeme presentarle a mi media hermana Lara —dije, mientras Lara sonreía.
—Mucho gusto, vine en cuanto me enteré de que mi hermano se encontraba herido —dijo Lara, señalando mi pie herido.
Lady Ross no necesitó preguntar quién era el culpable. Conocía perfectamente a su hijo, así que le soltó un golpe y lo obligó a traer un médico inmediatamente, manteniéndolo de rodillas mientras lo regañaba.
—Ansel, querido —dijo Lady Ross—. Espero que te sientas mejor pronto. ¿Necesitas algo más?
—No, gracias, suegra. Con Lara aquí, me siento mucho mejor.
Mientras se alejaban, Lara me miró con preocupación.
—No puedo creer que sigas soportando todo esto —dijo, su voz llena de angustia.
—No te preocupes, Lara. Todo esto pronto cambiará —dije, tratando de sonreír.
Nos quedamos un rato más en el jardín, disfrutando de la tranquilidad. Sabía que la calma no duraría mucho, pero por ahora, era suficiente.
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