4. Extraña reacción

Hubo un momento incómodo en el que nos quedamos en silencio, se sujetó el cabello con una liga y me dejó mirar su cuello que me pareció irresistible.

Comenzamos a platicar sobre música y me emocionó que a los dos nos gustara Coldplay porque es una de mis bandas favoritas, le conté que hubo un tiempo en el que escuchaba "Magic" al menos una vez al día y ella me dijo que la que más le gustaba era "Clocks" aunque fuera de las más viejas. Después hablamos sobre libros, yo no era afecto de leer mucho, pero ella sí que leía.

Era divertida e inteligente, me habló de sus sueños de viajar y conocer un poco del mundo, me contagió su entusiasmo. Me compartió lo mucho que se esforzaba para poder terminar su carrera de administración. Yo le conté sobre mi enfermedad, sobre mis padres y hermano, también le hablé de lo que hacía en mi trabajo como diseñador gráfico y ella me escuchó atenta. No me di cuenta de que casi pasamos tres horas hablando hasta que ella me lo dijo.

- El sábado siguiente es mi cumpleaños, voy a hacer una fiesta aquí en mi casa, estás invitado- dijo antes de bajar del auto.

- Haré lo posible- le contesté.

- Promete que vendrás Jacobo - dijo mirándome con sus dulces ojos.

- Bueno, lo prometo.

Nos despedimos y regresé a casa. Estaba tan emocionado que me había olvidado de Ulises. Hacía mucho tiempo que no me sentía feliz, Lucía me estaba gustando como no me gustaba alguien desde la adolescencia.

Dormí suspirando por el sonido de su voz, por la forma en la que su cabello le adornaba los hombros y ya no pude sacarla de mis pensamientos.

Los siguientes días me la pasé en la Luna, ni siquiera habíamos intercambiado los números de teléfono, tuve que conformarme con mirarla los días que iba a tratamiento. Nos saludábamos disimuladamente y platicábamos muy poco, no quería meterla en problemas así que pasé una semana en la incertidumbre. Al menos fue una semana en la que me preocupé menos por mi estado de salud y pude estar ahí sin sentir el mismo hastío de siempre, porque ahora tenía el corazón con alguien tocando la puerta.

No estaba muy seguro de lo que sentía Lucía pero tenía confianza, todo fluía tan naturalmente que no era necesario hacer un gran esfuerzo, entonces, con un poco de suerte algo bueno podría pasar entre nosotros.

El viernes cuando salí del tratamiento, Ulises quiso ir a la ciudad a comprar un reloj que llevaba tiempo buscando y que para él era lo máximo. Nunca entendí sus gustos excesivamente costosos, siempre que lo acompañaba terminaba sorprendido de cuánto dinero podía gastar en un par de horas.

Estando en el centro comercial caminamos frente a una librería, me llamo la atención que al otro lado del cristal sobresalía un libro gigante, era una colección fotográfica paisajes del mundo. Entré para verlo de cerca y mi hermano sorprendido entró detrás de mí.

- ¿Vas a comprar eso?

- Mira, está bien pesado - le contesté poniendo el libro en sus manos.

- ¿Y tú para qué quieres esto?

- Es para un regalo

-¿Un regalo para quién?

- Para alguien - le dije volviendo a tomar el libro.

- Ya dime ¿Para quién es?

- Se llama Lucía y mañana es su cumpleaños- le dije dirigiéndome a pagar el libro.

- ¿Y por qué no me habías contado? - me preguntó con un tono irritante.

- Porque apenas nos conocimos. ¡Ah! pues justo ahí en la fiesta a la que fui por ti cuando te caías de borracho.

Los dos dimos un respiro para empezar lo que parecía una discusión.

- Aunque en realidad ya la había conocido... es recepcionista de la clínica de hemodiálisis- continúe para que de una vez supiera la verdad.

- Órale - dijo mirando su celular - ¿y si va en serio la cosa? Porque si trabaja en la clínica entonces conoce tu condición ¿No? - continúo, haciéndome notar que estaba molesto.

- Pues ... me gusta, pero no se lo he dicho, no estoy seguro de lo que ella siente- le dije sonriendo porque era la primera vez que lo decía y él era la primera persona en saberlo.

- Pues a ver si no resulta que lo que le gusta es tu dinero - dijo elevando el tono de su voz, luego me dió la espalda para terminar con la conversación.

Me dieron ganas de partirle la cara, pero no le dije nada y me aguanté el enojo, no sabía por qué había reaccionado así. No podía creer que mi emoción no le causara alegría, después de todo lo que había sufrido, estaba teniendo un momento de luz y él estaba fastidiando todo.

Entramos a comer a un restaurante y regresamos a casa. No quise decirle que al siguiente día iría a la fiesta de Lucía porque aún dudaba que fuera una buena idea, pero ya se lo había prometido y ya tenía su regalo.

Traté de no darle importancia a la reacción de Ulises, tenía tantas ganas de verla que ya no podía esperar para saber lo que me deparaba la suerte.

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