Pensé que viendo las calles me iba a acordar de tu casa, pero no di con ella -dijo mientras entrábamos.
- No estabas lejos ¿Qué es eso? - le pregunté señalando las bolsas que traía.
- Es comida, yo la hice. Son puras cosas sanas - respondió con mi sonrisa favorita.
Sacó todo de las bolsas y envases, y me dió una poción de arroz blanco con un pedazo de pechuga de pollo y algunas plantas verdes.
- Oye no estoy tan enfermo - le dije bromeando.
- Investigué lo que tienes que comer y esto está bien para ti y para mí igual, yo voy a comer lo mismo. Traje también para tu hermano...
- No está... y mejor que no llegue - dije pensando en que lo estaba invocando.
- ¿Por qué? - preguntó.
- Porque estamos enojados pero luego te cuento - dije evadiendo lo que quizá tendría que haberle contado en ese momento.
Me quité la sudadera para estar un poco más cómodo y ella notó mi brazo.
- ¿Te duele? - preguntó mientras tocaba al rededor.
- Si, no vayas a tocar la fístula - le dije deteniendo su mano.
- En la clínica he escuchado sobre las fístulas pero no entiendo bien lo que son.
- Aquí... - le dije señalando - están mi vena y arteria unidas, eso es la fístula, ahí me pinchan cada que voy a tratamiento para conectarme a la máquina que hace la hemodiálisis. Ahorita se ve así porque la enfermera me lastimó, me picó dos veces.
- Tu arteria y tu vena - repitió - Pero ¿Vas a estar bien verdad?
- Si ya se ve mejor que ayer...
Terminamos de comer y le dije que después de pensar que la comida iba a estar completamente insípida, no estuvo mal, sabía bastante bien y cumplía los estándares nutricionales que a la fecha había dejado de lado.
- Tu casa es muy bonita, es grande.
- ¿Quieres conocer mi habitación? - le dije cínicamente.
- Bueno, me da curiosidad - dijo levantándose más rápido de lo que acabó de hablar.
La llevé a mi cuarto y le mostré lo poco interesante que era. Ella observó cada detalle, supuse que eso hacían las mujeres para analizarnos a fondo.
Mientras ella husmeaba no pude evitar sentir calor. La tomé por la cintura y acerqué mi cuerpo al suyo, ella se hizo despacio para atrás y al llegar a la pared me miró a los ojos y con ellos me dijo que sí.
Le acaricié la mejilla y acerqué mi cara a la suya, me detuve un momento y ella me besó.
Sentí que algo se hacía pedazos y se re hacía dentro de mí, era quizá mi corazón que estaba siendo electrocutado.
Fue un beso tan dulce que quería comer sus labios. Nuestro primer beso fue cálido y suave, lo hicimos parecer eterno.
De pronto me vino la idea de que Ulises podría llegar en cualquier momento y me sentí intranquilo.
Ella se sentó en la cama preguntando por los dibujos y pinturas que estaban por todas partes.
Yo me acosté a su lado explicándole cada uno de ellos y cada una de ellas.
Después Lucía se acostó junto a mí poniendo su cabeza en mi pecho. Yo necesitaba eso en mi vida, su cabeza en mi pecho cada noche.
- Luci ¿Tú crees que podría haber algo entre nosotros? - le pregunté por fin.
- Yo creo que sí - susurró sonriendo - ¿Tú lo crees?
- Si ¿Podríamos intentarlo desde hoy?
Lucía me miró y luego me volvió a besar tomando mi mano, entrelazando sus dedos con los míos.
Nos abrazamos y descansamos con nuestros corazones más cerca que nunca. Su cabello olía a durazno, y sus manos siempre estaban tibias a diferencia de las mías, que eran heladas.
- ¿Tú has tenido muchas novias? - preguntó acomodándose para quedar frente a mí.
- No, solo dos. Desde que me enfermé no he salido con nadie - contesté sincero.
- ¿Por qué? Eres muy guapo.
Me hizo sonreír, y también recordar mi condición.
- Porque solo tengo tiempo de trabajar e ir a la hemodiálisis - contesté excusándome.
- ¿Trabajas mucho?
- Bueno, trabajo para una empresa de álbumes de colección, yo hago los diseños.
- ¡Wow! Y..
- No me pagan mucho, pero mis papás nos heredaron un edificio y rentamos los departamentos, por eso mi hermano y yo no tenemos preocupaciones por el dinero.
- Te iba a preguntar si te gustaba tu trabajo - dijo con tono serio, sin mirarme.
- Si, si me gusta ¿A ti te gusta trabajar en la clínica?
- Es muy estresante, no me gusta tanto como quisiera, pero ahora que estoy contigo creo que no está tan mal ¿Pero sabes qué es lo que más me gusta?
- ¿Qué?
- Tus brazos al rededor de mí y tus ojos. También me gustan tus pestañas ¿Te las enchinas verdad?
- Si todas las mañanas
- Lo sabía
Las horas pasaban entre besos, abrazos y largas conversaciones, me dejaba entrar a su mundo que para mí era más bien una galaxia entera, llena de magia y ternura.
Cuando se despidió pude sentir que algo bueno vendría con ella en mi vida, dormí feliz sintiéndome después de todo afortunado por quererla y por ser correspondido.
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