Ulises ya me estaba esperando cuando salí de la clínica, me subí al coche y respiré tranquilo.
- ¿Qué pasó todo bien? - me preguntó mirándome de pies a cabeza.
- Si, es que, tardé en pasar - le contesté pensando en lo mucho que se preocupaba.
- Hoy iré con Alexis en la noche. ¿Quieres ir?
- ¿Otra vez vas a ir con él? Nadamás toman y luego se les pasa la mano, y a parte siempre le pagas la borrachera.
Comenzamos una discusión que ya habíamos tenido varias veces, se le estaba haciendo costumbre emborracharse con sus amigos, despilfarrando el dinero que nuestros padres nos habían dejado. Me irritaba su actitud, sobre todo porque me sentía culpable de que no estuviera disfrutando su vida por mi culpa y por eso siempre discutía con él cuando se trataba de sus excesos.
Por la noche solo salió de casa sin decir nada, me quedé en mi cuarto viendo una película y no me dí cuenta del momento en el que me quedé dormido. Me despertó una llamada, eran casi las 12 de la noche y Ulises me estaba molestando con su borrachera. Sonaba tan sentimental que no pude evitar sentirme preocupado, así que tomé las llaves del auto y fui a casa de Alexis para asegurarme de que estuviera a salvo.
Cuando llegué lo encontré apenas consciente, me dió lástima porque parecía una de esas personas que usan el alcohol para morir lentamente.
- Le quité lo que estaba tomando para que no se pusiera peor - me dijo una voz que se me acercaba por la espalda.
Busqué con la mirada a la persona que me hablaba y ahí estaba, parada justo detrás de mí. Sus ojos resplandecían y toda ella parecía tan llena de confianza y de belleza que me dejó sin palabras por unos segundos.
- ¿Jacobo? - preguntó sorprendida - ¿Lo conoces?
- Si soy yo, él es mi hermano - le contesté recordando lo que estaba haciendo ahí.
- ¡No inventes! ¿entonces era por ti por quien estaba llorando? - dijo burlándose de él y de mí.
Me di la vuelta, dejándola reírse sola. Ulises estaba tan borracho que no veía posible la manera de subirlo al auto, pero ya no quería dejarlo ahí.
- ¿Ya se irán? - preguntó ella volviéndose a acercar.
- Si - le dije cortante.
- ¿Quieres que te ayude con él?
Esa mujer realmente me estaba fastidiando, estaba poniendo en evidencia mi falta de capacidad para sacar al borracho de mi hermano de una fiesta, quería gritarle que me dejara en paz, pero en vez de eso, acepté su ayuda.
Lo cargamos entre los dos y lo llevamos al auto con tanto trabajo, que ella empezó a sudar y a hacer gestos de lucha.
- Listo, gracias - le dije esperando que pronto se alejara de mi vida.
- Oye pero ¿luego cómo lo vas a bajar?
- Pues ya veré cómo me las arreglo.
- ¿Estás seguro?
Me estaba comenzando a doler el brazo en el que me conectan en la hemodiálisis y estaba mareado, así que pensé que quizá debía aceptar la ayuda y tragarme el orgullo.
- Pero ¿Y tú? ¿Veniste sola a la fiesta?
- Si, Alexis es mi amigo desde hace unos años. Me invita a sus fiestas, pero cada vez son más aburridas, se emborrachan y a veces se pelean.
- Bueno, entonces ¿podrías ayudarme a llevarlo a mi casa? Lo dejamos y luego te llevo a la tuya.
Después de unos segundos de duda, aceptó y se subió al coche haciendo que me pusiera nervioso.
- ¿Vives muy lejos? - preguntó bajando el espejo del copiloto.
- A diez minutos de aquí masomenos - respondí.
Con qué confianza se miraba en el espejo buscando algún detalle en su rostro.
- Yo también vivo cerca - dijo regresando el espejo a su lugar.
- ¡Ah! Menos mal
Para cuando llegamos a la casa, Ulises se había quedado dormido, fue un logro sacarlo del auto y llevarlo hasta su cuarto.
En cuanto lo acostamos en la cama los dos respiramos aliviados, ella recargada en la puerta y yo sentado en la cama.
- ¡Si que pesa tu hermanito eh!
- Si, está bien pesado, gracias por ayudarme.
- ¿Puedo entrar a tu baño?
- Si, pasa es esa puerta de allá
Mientras ella estaba en el baño yo le quitaba los zapatos al borracho y me preguntaba por qué esa mujer, que casi acababa de conocer, ahora estaba en mi casa a media noche.
- Listo ya nos podemos ir - dijo en cuanto salió.
- Si vamos.
Volvimos a subir al auto y conduje por el camino que ella me dijo. Vivía cerca, como había dicho, así que no tardamos en llegar. Me estacioné frente a su casa, de pronto me dieron ganas de saber más de ella, así que rompí el hielo antes de dejarla ir.
- Gracias de nuevo, por haberme ayudado con Ulises - le dije con sinceridad.
- De nada, gracias por traerme a mi casa, aquí vivo por si un día necesitas - me dijo sonriendo.
- Oye, discúlpame pero no recuerdo tu nombre...
- Lucía - dijo bajando la mirada.
- Lucía - repetí casi susurrando.
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