A la mañana siguiente me levanto temprano y me preparo para ir a correr a la playa. Es mí rutina diaria, correr me ayuda a despejar mi mente a cerca de todo. Abro la puerta de mí habitación y me detengo ahí mismo sorprendidísima ante el enorme ramo de rosas que se encuentra frente a mí habitación en el piso.
Tiene una fragancia maravillosa y la inhalo respirando profundamente su olor.
—¿Qué es esto? —pregunto para mí misma.
Saco la tarjeta que lleva en medio de las rosas en una funda de plástico transparente y la abro.
"POR QUÉ HUISTE?"
"ESTA VEZ SI LLÁMAME, POR FAVOR"
THEO.
Pd: Gracias por haberme acompañado anoche.
Es todo lo que dice, otra vez con su número de teléfono escrito en la parte de abajo.
Paso el pulgar por encima de la nota. Un detalle bastante bonito. Meto el ramo de rosas a mí habitación, lo pongo en un jarro con agua y salgo a correr.
...****************...
Al volver de la playa, subí directo a mí habitación y me tomé una ducha, luego estuve tan ocupada que la mañana pasó volando. Estuve hablando por teléfono con mis padres y con Dean poniéndolo al tanto de la cena. Luego me pasé la tarde preparándome para el día siguiente, era mí primer día como pasante y quería que todo me saliera bien. Entonces suena mí teléfono y respondo al primer tono. Oigo la voz de Theo al otro lado de la línea y quedo helada.
—¿Qué tal la estás pasando este día de momento? —pregunta.
—Como obtuviste mí número? —echo un vistazo y veo que la llamada proviene de un número privado.
—Bien... pues tuve que hacer algunas llamadas aquí y allá para conseguirlo —hace una pausa— Intenté esperar pacientemente a que me llamaras pero eso nunca pasó.
Cierro los ojos y respiro profundamente. Lo había olvidado por completo. No lo ignoré intencionalmente.
—Oh! Lo siento. Estuve haciendo algunas cosas importantes y lo olvidé por completo.
—¿Te llegaron las flores que te envié?
—Sí. Son preciosas. Gracias.
—Me recordaban a tu vestido. No puedo dejar de pensar en lo hermosa que estabas anoche.
¿Qué demonios esta haciendo? Estaba empezando a querer ser romántico o alguna mierda parecida?
—Pues... gracias.
Su silla cruje como si se hubiese levantado
—¿Porqué huiste anoche? Te molestó algo de lo que hice? Pensé en acercarme a tu habitación... pero quise esperar a que me hablaras primero, por si te encontrabas molesta por algo. ¿Hice algo mal?
Pienso por un segundo en contarle la razón por la que me moleste y me fuí sin avisar, pero sería tonto hacerlo. No somos nada, ¿qué podría él decir al respecto?
—No, no hiciste nada malo. Solo me encontraba algo cansada y no quería molestarte. Estabas en medio de una conversación de negocios. Eso es todo.
—¿Molestarme? Yo te llevé a ese evento. No me hubieses molestado para nada. Me has pegado un gran susto anoche al ver que no te encontrabas allí, entonces me volví directo a la mansión. Por suerte al llegar me han dicho que ya te encontrabas allí sana y salva.
Hubo una larga pausa. No sabía que responder. No he pensado ni por un segundo en cómo el se fuese a sentir. Yo prácticamente era su responsabilidad esa noche.
—Oye... No te estoy regañando. Solo quería que lo supieras y pedirte que no lo vuelvas a hacer. Está bien?
No creo que haya una próxima vez, así que está bien.
—Sí. Llo siento. —digo con la voz apagada.
—Bien. Te llamaba porque quería preguntar eso y también porque estaba pensando en invitarte a cenar esta noche ¿Te apetece?
—¿De repente me estás pidiendo una cita? Creí que no tenías tiempo para eso. —pregunto con un claro tono de burla.
—Así es, pero esto no será para nada una cita —dice divertido— Solo que hoy quiero salir a cenar fuera y me gustaría hacerlo con contigo.
De acuerdo, entraré en su juego de orgullo.
—Bien, entonces vamos a tener una no cita?
—Si aceptas, sí. Una no cita suena bien.
—Está bien, acepto ir contigo a la NO cita esta noche.
—Genial. Ahora mismo me encuentro en mi oficina haciendo algunas cosas importantes, así que... puedo pasar en dos horas, te parece?
—En tu oficina? Incluso un domingo?
—Si, incluso un domingo. ¿Te parece bien en dos horas?
—Y si me das la dirección y voy yo sola? ¿Qué van a pensar tus padres si te ven recogiendome para ir a cenar?
No sé porqué pienso de repente en lo que vayan a pensar sus padres.
—Que más podrían pensar? De todas formas, no es como si no se hubiesen enterado ya que anoche asistimos juntos al evento. Créeme, no les molesta en absoluto —responde— No me contra digas, por favor.
—Bien, te estaré esperando.
—Espérame con ansías —dice y cuelga el teléfono.
Me quedo mirando la pantalla de mí celular intentando prepararme para el impacto de ver a Theo otra vez.
A las ocho y media ya estoy sentada esperando y viendo el tiempo pasar. Me he puesto un vestido verde al cuerpo no muy largo pero tampoco muy corto con un escote corazón. Unos zapatos de tacón negro y el pelo liso y suelto.
A las nueve menos cuarto, decido bajar. Ya no aguanto más, y pienso que voy a parecer muy ansiosa al esperarlo allí pero al parecer no sólo yo estoy ansiosa, pues veo a Theo afuera esperando apoyado en su Ferrari.
Me tiemblan las piernas al verlo. Está guapísimo, con un traje de tres piezas color gris. Lleva el cabello elegante peinado hacia atrás. Me deja sin aliento.
Al sentir mi presencia, levanta la mirada examinándome de arriba abajo. Tiende la mano hacia mi y yo sin vacilar la tomo.
—Estás preciosa como siempre.
—Tu tampoco estás para nada mal, Schneider.
—Lo sé, lo sé. ¿Vamos? —dice y cogiéndome de la mano, Theo rodea el coche y me abre la puerta— Entra con cuidado.
—Gracias —susurro con timidez.
Vuelve a rodear el auto y ahora sube al asiento del lado del conductor.
—¿Adónde vamos? —pregunto.
—Estaba pensando en llevarte a conocer un restaurante Japonés. Moshi Moshi, la comida allí es muy buena. Te gusta la comida japonesa?
Estoy más que acostumbrada a comer comida japonesa o coreana por mi padre, así que me parece un buena idea.
—Sí, me encanta.
—Vamos allí entonces. —dice poniendo el auto en marcha.
Durante el camino, su silencio me hace sentir incómoda y reflexiva. ¿De qué vamos a hablar durante la cena? Va a tocar el mismo tema del que hablábamos en el club? ¿Cómo nos vamos a comportar el uno con el otro? Necesito saber en qué está pensando.Todavía sin hablar cuando llegamos al restaurante Japonés.
Al ser fin de semana, se ve desde afuera que está bastante concurrido lo cual me alegra porque al menos no vamos a estar en medio de un silencio tán incómodo.
Una vez más tan caballeroso, me ayuda a bajar del coche y, con delicadeza, me coge la mano.
—Te he traído algo. —dice y abre la puerta trasera y saca una pequeña bolsita— Es solo un pequeño detalle para una NO cita.
Sonriéndole con complicidad, saco su regalo de la bolsa: es una caja de chocolates suizos. Aaagh ¡los chocolates suizos son mí perdición! Pero de quién no?
—¡Gracias! Me encanta. —digo muy contenta.
Sus labios se curvan en una sonrisa y sin poder reprimir lo que siento, me acerco y le doy un pequeño beso en la mejilla.
—¿Tanto te han gustado los bombones? —suspira sorprendido.
—Mejor entremos.
Theo ríe divertido y me guía el camino.
Cuando entramos nos reciben de una manera muy amable. El lugar es muy hermoso. Tiene decoraciones japonesas por todos lados. Me trae buenos recuerdos. Theo se excusa por un momento para ir a los servicios y me pide que escoja la mesa que quiera.
Estoy viendo por el mejor lugar para sentarnos y de repente escucho que me llaman por mi nombre.
—¿Dakota? —dice de pronto una voz detrás mío y doy vuelta para ver de quién se trata.
Es Marc, un ex compañero de universidad.
—¡Vaya! Cuánto tiempo sin verte, Dakota.
—Oh, Marc, qué sorpresa. Hola!!
—Estás aún mas hermosa de lo que recordaba.
Si... bueno, yo casi no lo recordaba a él.
—Gracias, Que raro verte por aquí, tan lejos. ¿Qué haces por estos lados?
—Vacaciones, y tú?
Siento que me rodean unos brazos por la cintura y no me hace falta mirar para saber quién es. Su gesto dominante lo delata.
—Theo, el es Marc, mi ex compañero de clases —La mandíbula de Theo se aprieta mientras— Marc, él es Theo, mi...
—Novio —dice él, terminando la frase y tomándome por sorpresa— Un placer, Marc.
Ambos se saludan cordialmente, mientras yo me quedo bastante sorprendida por lo que Theo acaba de decir.
«¿Novio?» ¿Que le pasa ahora? Y cuando me acerca aún mas a su cuerpo, entiendo. ¿Está marcando territorio porque está celoso? No me lo creo.
—Bien, pues... Ha sido un placer volver a verte Dakota, nos vemos por ahí. —dice Marc y se va.
Ni Theo ni yo prestamos atención cuando lo hace.
—¿Qué ha sido eso? — pregunto desconcertada.
—Te comía con la mirada y tu estás aquí conmigo.
Sin decir nada más, me lleva con él a una mesa en el fondo del restaurante.
—Siéntate a mi lado —dice, cuando voy a sentarme frente a él.
—¿A qué viene eso ahora?
—A nada.
—A caso estás celoso? —pregunto divertida.
—Sabes que me gustas — reconoce sin reparo.
—Tal vez, pero y eso qué?
—Me molesta que otros quieran coquetear contigo en mi presencia.
—No veo que alguien coquetee conmigo.
—Entonces estás ciega.
Está molesto ahora?
—¿Qué es lo que quieres realmente conmigo? ¿Porqué me trajiste a cenar?
—Quiero conocerte.
—Hace dos días solo querías acostarte conmigo, y vaya forma en la que lo pediste.
—Bueno, eso también lo quiero. Pero ahora me interesas más... personalmente. ¿Acaso no se nota?
—No, no lo sé. Estoy confundida, cuando te conocí me hablaste de una manera muy descarada y atrevida. Dijiste que no te gustaban las citas o el romance y ahora... —digo señalando nuestro al rededor.
—Lo sé y lo siento por eso. Esta es mí manera de disculparme por ser tan desvergonzado. Pero lo de las citas... Esta es una NO cita y no estoy siendo para nada romántico.
—Ajá, claro, como digas. Entonces disfrutemos de nuestra NO cita.
La cena es tranquila, con una conversación entretenida y agradable sobre detalles de la empresa y las cosas que le gustaba hacer. Por supuesto, al principio se muestra reacio a hablarme de su vida, es un hombre muy reservado, pero yo insisto hasta sacarle las palabras. Me pregunta sobre mis padres y amigos, yo solo le cuento lo básico, intentando no hablar mucho de mí vida personal.
—¿Por qué me rechazaste la primera vez y ahora pareces ceder? —pregunta de repente— Me da curiosidad.
—Me atraes.
—¿Y...? —pregunta con una mirada coqueta.
—Siento una gran química y mucha tensión sexual entre nosotros.
—Siempre eres tan directa? no esperaba que lo admitieras.
—No me gusta andar con rodeos.
Una sonrisa ilumina su perfecto rostro, luego se inclina para rozar mis labios. Posa una mano en mi muslo, avanzando hacia la cara interna del mismo.
—¿Q-Qué haces? —pregunto y el sonríe pícaro— No-o, aquí no.
—Muy pronto voy a probarte, saborearte entera en mis labios —susurra con voz seductora en mi oído— Me muero por hacerlo.
Cierro los ojos, calentándome con la imagen. Otra vez ha vuelto a ser el descarado de antes haciendo que lo desee.
—Cállate —digo tratando de apartar su mano de mí muslo— Eres un pervertido.
—No soy el único, tu mirada está suplicándome que lo haga.
—Tu tienes la culpa, me estás provocando y haces que me excite.
—Acompáñame.
—¿A dónde?
—A un club, necesito distraerme antes de cometer una estupidez.
Sin preguntar más nada, me levanto y lo sigo.
Theo paga la cuenta y toma mi mano para encaminarnos fuera del restaurante. Volvemos al coche, nos subimos en él y Theo empieza maneja fuera del estacionamiento uniéndose a los demás autos en la carretera.
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Comments
yannimayri
está muy interesante 😃
2023-03-20
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