Baila conmigo

Cuando llego a la casa subo directo a mí habitación y cuando entro me llevo un gran susto. Theo está sentado en el sofá que está en medio de mí habitación junto a la mesita de cristal. ¿Por qué ha entrado sin permiso? y para qué?

—¿Qué haces aquí? —pregunto.

—He venido porque te has tardado mucho en llamarme. ¿Porqué no lo has hecho?

—No sabía que tuviera un plazo para llamarte, aunque para ser sincera, no tenía planeado hacerlo.

—¿Por qué no?

—No sabía si ibas en serio con lo de llamarte.

—Pues iba muy en serio. Ahora tengo que preguntarte algo que requiere una respuesta inmediata. —dice mientras camina hacia mí y me recorre con la mirada de arriba abajo— Has ido a la playa?

—¿Qué es tan urgente? —pregunto omitiendo lo último que preguntó. Es un tanto obvio que sí he ido a la playa.

—Acompáñame a una cena benéfica.

¿Que lo acompañe a una cena benéfica? Eso no es lo que esperaba que me pidiera en absoluto.

—¿Por qué estás pidiéndome de repente que te acompañe a una cena benéfica?

—Por qué no? dijiste que podíamos ser amigos, por eso te estoy pidiendo que me acompañes a esa cena, como amigos.

Lo miro extrañada.

—Yo no he dicho eso y la verdad, no me apetece asistir a dicho evento.

—¿Por qué no? ya tienes planes para esta noche?

—No, ninguno.

—Entonces ¿qué problema hay con que me acompañes a un evento?

Es una muy buena pregunta y no se me ocurre ninguna excusa para no ir. Entonces cedo un poco.

—Bien, te acompaño ¿cuando será?

—Hoy, en unas horas.

Abro grande los ojos.

—¿Hoy?? ¿Por qué me avisas con tan poco tiempo? Supongo que hay que ir vestidos de gala, no sé si tengo un vestido para la ocasión.

Theo sonríe y se acerca a mi cama.

—Oye, te lo hubiese antes si me hubieses llamado, pero no lo hiciste, aún así, me tomado el atrevimiento de obsequiarte un vestido en caso de que aceptaras.

Miro sobre mi cama y veo una caja blanca envuelta con una cinta negra. Me acerco a la cama y desató la cinta negra, saco el vestido de la caja y me quedo asombrada. No hay manera de que acepte esto, se nota que es un vestido que ha de valer miles de dólares. no puedo aceptar algo así.

Abro la boca para protestar pero él levanta un dedo.

—Úsalo, por favor. Lo escogí pensando en tí.

—¿Estabas tan seguro de que iba a aceptar?

Se encoje de hombros.

—Pensaba insistir hasta que dijeras que sí.

No digo nada más, entonces el solo cruza frente mío y abre la puerta de la habitación.

—Te espero abajo a las ocho en punto. —dice, y se retira.

Corro a prepararme para salir esta noche con Theo.

Hago una video llamada rápida con Dean para pedirle su opinión sobre cómo me veo y a cerca de que accesorios utilizar.

—No me lo creo aún que vayas a ir. Anoche te veías muy decidida a rechazarlo.

—Shhh, mejor ayúdame. ¿Me pongo collar o no?

—A ver... —ladea la cabeza para examinarme— levántalo otra vez.

Me acerco al cuello la gargantilla de oro.

—Olvídate del collar —me dice— Yo estaba pensando en que unos pendientes de oro estarían bien, pero ahora me parecen mejor unos aros con diamantes.

—¿Sí? ¿En serio? —Frunciendo un poco el ceño me dirijo a mi joyero y escojo los aros de diamante en forma de lluvia que mí mamá me obsequió cuando cumplí dieciocho años.

—Esos. Confía en mí Daikiri, y póntelos.

Me los pongo y compruebo que tenía razón. Me proporcionan un look muy distinto al de la gargantilla de oro, menos glamur pero más sensualidad.El vestido que Theo me ha obsequiado es un hermoso vestido llamado "Lluvia de oro" hecho de tela italiana y adornada completamente con pequeñas pedrerías en forma de flores desde el pecho hasta la cintura y con una abertura desde lo alto del muslo hasta los pies. No tiene espalda, solo una fina tela de tul. El escote de atrás llega justo hasta arriba de la hendidura de los glúteos en un atrevido corte. El vestido es de lo más precioso. Con el pelo retirado de la cara, cayendo en una cascada ondulada, la sombra de ojos y el labial color nude todo se complementa perfectamente.

—¿Qué haría yo sin ti, Dean Taylor?

—Nena, nunca lo sabrás. Estás impresionante, si yo no fuese gay te follaría hasta los cesos y luego te propondría matrimonio.

—¡Oh por Dios! No seas vulgar.

—Callate. Bueno, ya es hora. —me dice con un suave tono de picardía —Ve a enamorar a todos con ese atuendo, nena.

—¿Ya es hora? Está bien. Te hablo luego, gracias por todo, adiós. —digo y cuelgo la llamada.

Salgo de mí habitación, bajo y recorro el pasillo en dirección a la sala de estar. Me detengo en el umbral con los ojos fijos en la espalda de Theo, que observa la calle por la ventana. El corazón se me pone a mil, el reflejo en el cristal me deja adivinar su ánimo. Pensativo, por la mirada perdida. Los brazos cruzados delatan una inquietud inherente. Se lo ve lejano y apartado. Un hombre solitario. Cuando advierte mi presencia, se da la vuelta y se queda inmóvil. Yo aprovecho la oportunidad para admirarlo. Es magnífico de arriba abajo con un atractivo tan sensual y el modo en que me observa él a mí... se me aceleran las pulsaciones.

—Dakota —Se aproxima con pasos enérgicos, coge una de mis manos y se lo lleva a la boca. Su mirada no podría ser más intensa.

La sensación de sus labios en mi piel me pone la carne de gallina. Me excita inmediatamente.

—Hola.

La satisfacción parece llenar todo su rostro.

—Hola. Te ves verdaderamente increíble.

—Gracias, tú igual te ves increíble.

—¿Nos vamos? —dice ofreciéndome el brazo para que apoye mí mano en el.

—Por supuesto —digo y salimos de la mansión.

Fuera, nos espera una limusina. El chófer abre la puerta en cuanto Theo y yo salimos. Entro a la limusina y me deslizo hasta un extremo del asiento. Cuando Theo se sienta junto a mí, me doy cuenta de lo bien que huele.

—Para qué causa es esta cena benéfica?

—Niños con cáncer. Mi familia y yo aportamos mucho dinero todos los años a la causa.

—Wow, eso es admirable.

El teléfono de Theo suena antes de que pueda volver a responderme. Lo saca de su bolsillo y coje la llamada.

Empieza a hablar en alemán, por lo que supongo que ha de ser alguna llamada de negocios. Todo el camino, Theo habla por teléfono con alguien hasta que llegamos a nuestro destino El lugar del evento no queda muy lejos.

La limusina justo se detiene. Theo sale de él y la rodea inmediatamente para abrirme la puerta. Me tiende una mano y me ayuda a salir y se lo agradezco. Cuando entramos, muchas ráfagas de luz provienen de los flashes de las cámaras mientras caminamos por el pasillo de la prensa.

A penas presté atención y sonreía de forma mecánica.

En cuanto entramos a la sala del evento, alguien lo llama por su nombre y él se da la vuelta. Yo aprovecho para escabullirme hacia la barra, moviéndome rápidamente entre los demás invitados que se aglomeran en la entrada.

No quiero quedar atascada en una incómoda conversación de negocios donde yo no pinto nada.

Cuando llego a la barra del bar, pido una copa de champán.

—Dakota. —Theo me pone una mano en la piel desnuda de la parte inferior de mi espalda, y un estremecimiento me recorre el cuerpo entero cuando me rozan sus dedos, me pregunto si él también lo sintió— Has salido corriendo.

Voy a responder cuando de pronto se acercan dos hombres bien trajeados a saludar a Theo.

Theo se inclina y me susurra con voz áspera:

—No olvides que estás aquí conmigo. No te alejes demasiado.

—Por supuesto, como ordenes.

Theo suspira y se aleja con los dos hombres trajeados.

Mientras tomaba mí champán a sorbos se me acerca un hombre joven. Su rebelde pelo castaño y sus ojos de un tono verde grisáceo, dulces y cordiales, me llaman la atención.

—Hola —dice y me sonríe como si fuésemos conocidos de algún modo.

—Hola?

El chico se ríe y me tiende la mano

—Soy James Häuser, amigo de Theo. Te he visto llegar con él.

—Oh si, un gusto, James. Soy Dakota Moon. —digo tendiendole también la mano.

—Dakota Moon ¿Quieres bailar? —pregunta aún sosteniéndome la mano.

Lancé una mirada hacia donde se encontraba Theo. Estaba al pie de las escaleras que conducían al estrado. Se encontraba hablando con una esbelta mujer rubia y a su al rededor habían más de ellas. Casi parecía un maldito club de fans

—Como puedes ver, tardará un poco —dice James, en tono risueño.

—Sí, claro. Vamos.

Agarrados del brazo nos dirigimos a la sala de baile y salimos a la pista. La orquesta empieza a tocar un vals y nos dejamos llevar con naturalidad por la música. El joven es un buen bailarín, ágil y seguro tomando la iniciativa.

—¿Y de qué conoces a Theo?

—Ehh.. pues... no lo conozco muy bien a él, pero nuestros padres son mejores amigos y yo he venido a trabajar a la empresa de los Schneider por un año por eso estamos viviendo en la misma casa.

—Así que se conocerán bastante en ese tiempo de todos modos ¿Trabajarás en el departamento de diseño o en el de arquitectura?

—Diseño

—Oh, genial. Una amante del diseño —sonríe— Debes de caerle muy bien a Theo, tanto como para traerte a un evento como éste. Él es una persona un poco... complicada digamos?

—No lo sé. Supongo que solo fue amable y quería que saliera a conocer gente.

—¿Eso quiere decir que no sales con él y estás soltera sin compromisos?

Inspiro profundamente, sintiéndome incómoda pese a la fluidez con la que nos movemos.

—Sí, eso es correcto.

James esboza su atractiva sonrisa.

—Tal vez tenga suerte esta noche.

El resto del baile se lo dedica a contar divertidas anécdotas sobre él y Theo de cuando eran niños que me hacen reír bastante haciéndome perder la tensión. Por suerte he estado ocupada toda la noche con este chico bastante agradable. No sé que iba a hacer toda la noche si no. No conozco a nadie aquí.

Theo aparece a nuestro lado en un segundo.

—Ahora me toca a mí.

Por el tono, deduzco que no era una petición.

James se detiene y me mira. Yo hago un gesto afirmativo con la cabeza y el se retira con una reverencia.

—Baila conmigo, Dakota.

Theo me acerca a él y toma el control del baile como lo hace con todo: con una súper seguridad de sí mismo.

—No haces nada más que desaparecer y dejarme solo todo el tiempo —masculla.

—Fuiste tú el que me ha traído aquí y me ha dejado botada por estar rodeado de un par de barbies.

Arquea las cejas y me atrae aún más hacia él.

—¿Celosa?

—Ya quisieras —desvío la mirada de él.

Emite un sonido de disgusto.

—Dakota. No te acerques a James.

—¿Por qué no?

—No es la buena persona que aparenta ser.

—¿Por qué lo dices?

—Solo no te acerques a él, si?

La música disminuye y a la par también sus pasos.

El resto de la noche la pasamos tranquila. Theo me presenta a algunos de sus socios y veo como el tiene una amena conversación con ellos. Todo es negocios, no hablan de otra cosa que no sea eso. En la mesa en la que estamos se encuentra una sola mujer a parte de mí. Una mujer rubia y esbelta que se pasó toda la noche tirándole miradas lascivas a Theo, claramente estaba coqueteandole, y el no parecía molestarse por ello.

Me excuso por un momento para ir a los lavabos, no soporto más ver esa escena absurda. Cuando entro a los servicios me encierro en uno de los cubículos y tomo aire, pienso en que no puedo estar celosa de alguien con el que no he tenido nada. Pero lo hago.

Salgo de los cubículos, me lavo las manos y me vuelvo para regresar a la sala de eventos, pero al salir me encuentro con la mujer rubia de nuestra mesa con los brazos cruzados. Es evidente que estaba esperándome a mí. Aunque estoy un poco molesta y celosa por como coqueteó con Theo toda la noche, no puedo negar que tiene sus encantos. Tiene un vestido pudorosamente sexy, recto, de raso color rojo que combinaban con su labial. Es hermosa y exótica con esa mirada y con esos ojos verdes. Parece una maldita Barbie.

—¡Vaya! Ya has follado con él —murmura como si estuviese segura de lo que dice.

—¿Disculpa? Me hablas a mí?

—Deja de hacerte de la tonta, somos las únicas aquí. Claro que te hablo a tí. Solo quería decirte que después de esta noche, él te va a desechar. Eso es lo que hace una vez que consigue tener sexo contigo.

¿Por qué supone que me he acostado con él? Es solo porque me ha traído de acompañante? Eso es estúpido.

—Me lo dices por experiencia propia? —pregunto riendo divertida.

—No seas estúpida —dice levantando una mano como si fuese a darme una cachetada pero luego la baja— Él no respeta a las mujeres a las que se tira. En el momento en el que te mete la polla, se acabó todo. Es así con todas las mujeres. Pero yo sigo aquí, porque me quiere a largo plazo.

—Pues puedes quedártelo por todo el tiempo que quieras. —digo y me voy de ahí dejándola sola en el pasillo.

No voy a pelear por un hombre como gata en celo. Tengo dignidad. Aunque ciertamente me han molestado sus palabras, no pienso rebajarme a tener una discusión con una completa desconocida. Camino apresurada y no paro hasta llegar a la calle, y sin despedirme de Theo o avisarle que me retiro, tomo un taxi y me vuelvo a la mansión.

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Comments

Laura

Laura

más capítulos está muy interesante la historia..

2021-09-08

4

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