Después de unas cuantas horas de haber estado paseando en la playa, ahora me vuelvo a la casa. Necesito descansar un poco.
Cuando estoy a punto de llegar a mí habitación, me cruzo en el pasillo con Theo Schneider.
—Buenas Tardes. —saludo por educación, pero al parecer alguien carece de ello.
Theo solo me mira de pies a cabeza y pasa de largo sin decir nada. Wow, tan mal le cayó que haya irrumpido en su oficina? No fué para tanto, creo.
...********2********...
A la mañana siguiente, bajo al comedor con mucha hambre. Ayer por la tarde luego de volver de la playa, caí muerta en mi cama y no desperté hasta hace media hora. No he comido nada desde el pobre desayuno en el avión.
—Dakota!! Buenos días, hija. —dice la señora Ava cuando entro al comedor.
Me encuentro con una amable sonrisa del señor Kevin y la señora Ava. Son solo ellos dos y... Theo Schneider.
Él ni siquiera se digna a levantar la mirada de su celular. Qué mal educado.
—Buen día a todos, provecho.
—Dakota, ven y siéntate a desayunar con nosotros. —dice el señor Kevin levantándose y retirando una silla para mí a lado de Theo.
¿Porqué a mí? Siento como si por alguna razón él simplemente ya me odiara sin siquiera conocerme.
—Hijo, no seas mal educado, saluda a nuestra invitada. ¿Ya la conociste?
Theo levanta la mirada hacia mí y sus mirada se clava en la mía. El color casi celestes de sus ojos no dejan de impresionarme, de verdad.
—Hmmm, sí, ya tuve la oportunidad de conocerla y darle mi bienvenida.
¡Mentira!! No lo hizo.
—Oh, bien. Desayunemos entonces.
Me siento a la mesa junto a él e intento ser parte de la conversación del Señor y la Señora Schneider pera intentar no concentrarme en el hecho de que tengo a Theo Schneider a mi lado. La autoridad e imponencia que emana de él es aterradora por alguna razón.
Después del desayuno y un recorrido por el jardín de la casa, decido subir al despacho para por fin conocer el lugar. Cuando me encuentro frente a las 2 puertas, Theo sale de su despacho. Una vez más, solo me mira fijamente y me pasa de largo sin decir nada. ¿En serio le caigo tan mal?
—Oye... tienes algún problema conmigo? porque si es así... puedes decírmelo. Es incómodo tener que verte siempre y sentir que no te agrado —digo sin pensarlo.
En serio no pensaba hacerlo, pero la pregunta solo se me escapó antes de que pudiera pensarlo dos veces.
Theo se para en seco y voltea a verme totalmente desconcertado por la repentina pregunta. Se acerca a mí a pasos lentos y cuando estamos cara a cara, curva un poco sus labios hacia arriba en lo que parece ser una media sonrisa.
—¿Te acuestas o sales con alguien? —pregunta de la nada.
Casi me caigo de culo. Hace la pregunta con tanta naturalidad, que me toma más de unos segundos procesarla. No entiendo realmente a cuenta de qué viene la pregunta. Hace un minuto ni me hablaba y ahora...
—¿Qué? A qué viene eso? por qué quieres saberlo?
Se queda mirándome y yo percibo lo mismo que percibí cuando se me acercó en su despacho, una fuerza arrolladora y dominante, atributos que me hicieron poner nerviosa.
—Porque quiero pasar la noche contigo, Dakota, y necesito saber si hay alguien de por medio que me impida hacerlo.
Siento un repentino calor subir por todo mi cuerpo otra vez, debo verme roja como un tomate en estos momentos. No sé qué responder a eso por un momento.
—No, no hay "alguien" de por medio, pero tal vez yo no esté interesada en acostarme contigo —consigo decir. Rápidamente, me introduzco en el despacho y cierro la puerta detrás mío de un portazo.
Qué demonios fue eso? me pregunto. En serio acaba de decir que quiere acostarse conmigo? así sin más?
¡Ay Dios mío!
El tono de llamada de mi celular me saca de mis pensamientos. Saco mi celular del bolsillo y miro la pantalla, un número desconocido. Tiene el prefijo de California, así que contesto, podría ser algo importante.
—Hola?
—Dakota? Soy Dean.
Oh por dios. Dean, es mi mejor amigo. No hablamos desde hace un mes cuando el aceptó un trabajo en Francia y se instaló allí, días después, le perdí el rastro. No volví a saber de él hasta ahora.
—Dean Taylor. ¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿Cómo te atreviste a abandonarme así? ¿Dónde estás ahora? Te secuestraron o algo así?
—Oh Dios, eres tan dramática. ¿Quieres calmarte?
—Que yo me calme? Desapareciste un mes sin decir nada ¿estás bien?
—Sí, nena, estoy bien. Adivina quién está trabajando en Mónaco ahora.
—¿Ya te enteraste? Fué por las publicaciones de mi madre en Facebook?
—Bueno, aunque sí las ví, no hablaba de tí, si no de mí. Acepté un trabajo como gerente de un hotel aquí en Mónaco.
—¿Qué? No, no me lo creo. De verdad estás aquí? Haz de encontrarte muy cerca mío.
—Si, de verdad. En cuanto me enteré de que también te encontrabas aquí, supe que debía contactarte de inmediato.
—Pues debiste hacerlo desde hace tiempo, fue muy feo de tu parte desaparecer así.
—Si sí, lo sé nena, hablaremos de eso luego, sí? Ahora no tengo mucho tiempo para hablar porque debo volver al trabajo, pero qué te parece ir por unos tragos este viernes por la noche? te apetece?
—Claro que sí!!! Me encantaría volver a verte. Estoy muy feliz de saber que te encuentras por aquí.
—Y yo, nena. Bien, te mando la ubicación por mensaje y seguimos hablando por allí, te parece?
—Sí, por supuesto. Voy a estar esperando tu mensaje.
—Okay nena, hablamos luego, besosss.
Dean cuelga la llamada antes que yo me despida.
Oh por dios, no me lo creo. Mi mejor amigo de repente se encuentra trabajando en el mismo país que yo. Ya no me voy a sentir completamente sola aquí.
De repente recuerdo que estoy en el despacho que convertiré en mi nuevo estudio. Es bastante espacioso y solo cuenta con 2 muebles muy refinados, un gran escritorio de mesa y un estante adornado con esculturas de cerámica. Es perfecto para mí debido a que lo único que voy a necesitar aquí son precisamente esos dos muebles y el gran espacio que contiene.
...****************...
Todos los días entre semana los paso igual. Me levanto temprano para ir a correr a la playa; vuelvo para darme un baño y bajar a desayunar, vuelvo a la playa y estoy allí casi todo el día, leo libros, vuelvo, voy al despacho y pinto un cuadro, hablo por teléfono con mis padres, escribo con Dean. Si no paso tiempo en la playa, paso tiempo en el despacho pintando. Es un lugar muy espacioso y agradable para estar y la verdad, a pesar de no hacer nada más a parte de eso, no me aburro. Una vez que me concentro en una pintura, puedo pasar todo el día allí encerrada y no pensaría en nada más que en eso. Es por eso que no me molesta el hecho de no ver a casi nadie en la casa. En esta casa todos trabajan, y cuando no están trabajando, aún así se encuentran fuera de la casa. Ni siquiera los del servicio hacen charla conmigo. Todos los días son iguales para mí mientras espero a que llegue el viernes. He visto a Theo solo un par de veces llegar a la casa en toda la semana, pero siempre que me ve, me da una mirada con una expresión bastante seria y luego pasa de largo, ya se me hizo costumbre.
...****************...
Al fin es viernes de noche. He esperado toda la semana por este día. Hoy voy a volver a ver a Dean después de un tiempo y me encontraba tan ansiosa que empecé a alistarme desde las nueve.
Me puse un simple vestido azul marino al cuerpo con tirantes, escote cuadrado y abertura cuadrada en la espalda, junto con unos tacones de aguja negro. Me dejé el pelo suelto y de maquillaje solo utilicé una máscara de pestañas y rubor.
Una hora después, ya estaba fuera del bar en el que había quedado con Dean. A veces me molesta lo puntual que soy sabiendo que los demás no son así. Lo he estado esperando desde hace ya media hora y nada que aparece.
—¡Daikiri! —escucho de pronto a mis espaldas.
¿Me llaman a mí? Busco de dónde viene la voz que ha gritado ese nombre. Solo existe una persona que me llama de esa forma. Entonces me volteo y lo encuentro.
—¡Dean!
Dean se acerca a mí a pasos agrandados hasta que me alcanza y me estrecha con con fuerza.
—¡Daikiri! Te he extrañado mucho.
Me da miles de besos en la mejilla, mientras me aprieta tan fuerte que casi me deja sin respiración.
Sí, definitivamente este es mi mejor amigo.
—Yo también te he echado de menos ingrato, no has vuelto a llamarme. Te daba por muerto.
—Ah no, nena. Estoy más vivo que nunca. Solo perdí mi celular y tú contacto en el, y como no usas casi tus redes sociales... jamás me contestaste allí.
—Me dejaste un mensaje en redes?
—Oh, miles, pero ya hablaremos de eso. Vamos, hay que entrar y celebrar este encuentro.
Entramos al bar y una encargada preciosa nos lleva al piso de arriba, hasta una mesa VIP donde todo es más tranquilo. Desde aquí se ve perfectamente todo el escenario y la pista de baile de abajo. La encargada nos señala una zona de asientos junto a la terraza. Ocupamos una mesa rodeada por dos sofás curvos color blanco. Ella se va por un momento y luego vuelve con dos mimosas.
—Sé que no eres una buena bebedores, así que encargué solo estas bebidas por ahora.
—WOW, en una mesa VIP y todo?
—Por supuesto, lo mejor para mí persona favorita. Ahora cuéntame, cómo terminaste aquí en Mónaco? sé que siempre ha sido tu sueño, pero creí que venías recién hasta el año siguiente —pregunta
Charlo con Dean poniéndonos al día sobre nuestras vidas. Siempre que no veo a Dean en un lapso de al menos una semana, a este chico ya le ha pasado de todo, nunca te aburres con él y extrañaba eso. Dean y yo simplemente congeniamos tan bien. Seguimos hablando sobre nuestras vidas hasta que por alguna razón, termino contándole el momento incómodo que he pasado con Theo Schneider y lo atractivo que se me hacía.
—Creo que es su mirada lo que me atrae, la forma en que me ve, o tal vez es su físico. Nunca he visto a un hombre tan guapo y perfecto. Es espectacular, pero no podría aceptar una propuesta como esa de un tipo que cree que puede someterme tán fácilmente solo por ser atractivo y adinerado.
Pero Dean parece no oírme. Se ha quedado embobado con la mirada perdida detrás mío. Vuelve a mirarme a los ojos.
—Oh, sí, claro que lo entiendo. Oye, voltea y mira disimuladamente al hombre que está detrás tuyo en la otra sección, recostado por la pared —dice mirando otra vez con curiosidad— Creo que te ha estado observando toda la noche y es muy apuesto.
Estoy a punto de voltear a ver de quién se trata, pero dos jóvenes se acercan a nuestra mesa interrumpiendo.
—¿Podemos invitarlos a bailar? —pregunta uno de ellos.
Parecen muy seguros de sí mismos, y como no, son ambos muy atractivos. Tienen una actitud relajada y natural. Vuelvo mi mirada a Dean, y veo que no está incómodo, al contrario, se divierte mucho con la situación. Voy a decir que sí, pero de repente siento como se posa una mano firme en mi hombro.
—Ella no está libre —dice una voz detrás mío, y creo que la reconozco. En frente mío, Dean mira boquiabierto al hombre. No tengo que voltear para saber de quién se trata. Theo Schneider rodea el sofá y le tiende la mano a Dean.
—Me llamo Theo Schneider, un gusto.
Dean pasa su mirada de Theo a mí y abre aún más sus ojos.
—Dean Taylor —dice y le estrecha la mano con una amplia sonrisa— Encantado de conocerte. Adelante, siéntate con nosotros!
En este momento lo mataría con gusto, por traidor.
Theo toma asiento a mi lado y coloca un brazo detrás mío sobre el respaldero.
—¿Qué haces?
—Sentándome junto a ustedes, no ves?
Miro a Dean intentando que me salve de la situación, pero no lo hace.
—Yo... me voy a bailar. —dice Dean haciendo caso omiso a la mirada de súplica que le dirijo. Me tira un beso, se levanta y se va con los dos chicos apuestos que al parecer seguían ahí parados esperando por una respuesta.
Me volteo nuevamente hacia Theo y le echo un vistazo general. Ya no lleva puesto el traje a medida de esta mañana, tiene en cambio un pantalón de vestir negro y un jersey blanco con el cuello de pico. Me encanta esta apariencia suya, es muy sofisticado/informal.
Solo me mira sin decir nada pero por alguna razón su sola presencia me pone nerviosa y siento como algo me recorre por todo el cuerpo.
—¡Bienvenido! —digo sarcásticamente mientras juego con el borde de mi copa— ¿Qué te trae por aquí?
—Tú
—Muy gracioso.
—Lo decía en serio.
—No estoy de humor para esto.
—Yo puedo hacer que lo estés. —responde con una mirada traviesa.
¿Por qué de repente es tan atrevido? Cuando llegué era tan serio que creí por un momento que no le agradaba para nada.
—No estoy interesada, Schneider.
—Llámame Theo. Siento que le hablan a mi padre cuando me llaman por mi apellido. Y no me mientas, puedo ver cómo reaccionas a mí cada vez que me acerco a ti. Lo he notado desde el día que te conocí, en mi oficina.
—No es ninguna mentira. Pero aunque me sintiera físicamente atraída hacia tí, no importaría para nada porque no tengo el menor interés en hacer algo al respecto. Theo.
—¿Por qué no quieres hacer nada conmigo? Puedo hacer que te corras de mil maneras, sabes?
¡¡AY DIOS!!!
—No puedes venir de la nada y proponerme echar un polvo como si fuera una cualquiera. Eres muy grosero, lo sabes?
—Entonces ¿qué es lo que quieres exactamente? ¿Seducción? ¿Quieres que te seduzca primero?
—No, pero tal vez podrías ser más gentil; tratar de conocerme, invitarme a salir, preguntarme cosas sobre mí, como cualquier persona normal lo haría.
—No tengo tiempo ni ganas de hacer tanto detalle solo para acostarme con alguien.
—Pues que pena.
—Solo dime qué hace falta para tenerte debajo mío.
—Un milagro. —replico divertida.
—Por qué te resistes si sabes que también lo quieres.
—Tu manera de acercarte a mí me pareció grosera y ofensiva.
Me mira con los ojos entrecerrados.
—Pues a mí me parece que es una manera directa y sincera, sin engaños. Estarás aquí por poco tiempo, no creo que quieras romance y un felices para siempre de mí parte, y yo tampoco soy del tipo que ofrece eso de todos modos.
—No, pero lo que no quiero es que me trates como si fuera una muñeca inflable. Si voy a hacerlo con alguien quisiera que al menos fuéramos amigos, no tiene que ser todo como si fuera una transacción comercial y ya.
Theo arquea una ceja y me observa pensativo. Por un momento creo que se rinde al darse cuenta que tengo razón, pero luego empieza a acercarse más y más a mí hasta que me tiene atrapada arqueándome contra la esquina del sofá. Él está encorvado sobre mí, con sus brazos rodeando mí cintura. Yo apenas tengo espacio para respirar. Me mira fijamente, con esa mirada intensa y penetrante.
—Bésame —dice con voz ronca— Concédeme eso al menos.
—¿Por qué lo haría?
—Solo hazlo, por favor.
Jadeando suavemente, me acerco. El inclina la cabeza y sella su boca con la mía. Me sorprende lo suaves que son sus labios y la delicadeza de la presión que ejerce al besarme. Me introduce la lengua saboreándome sin prisas. Su beso es seguro y con el punto justo de agresividad para excitarme salvajemente. Noto el desbocado latido de su corazón contra mi pecho.
Por un segundo pienso en qué diablos estoy haciendo, pero no puedo parar, y no lo voy a hacer. En cambio, tengo las manos en su pelo. Tiro de sus sedosos mechones para empujarlo más contra mí.
...****************...
El sábado por la mañana tenía una resaca horrible.
No podía lidiar ni con mí ser y tenía menos ganas de hacerlo cuando empezaron a llegarme a la mente recuerdos de la noche anterior. ¿Qué diablos creí que estaba haciendo? Tal vez me dejé llevar por el alcohol. Después de ese beso, por suerte recapacité un segundo y me aparté de él dejándolo solo en el sofá del club.
Busqué a Dean y salimos del lugar. Terminamos cenando en un Mc Donald 24hrs. Me regresé a la mansión en un taxi, y eso fué todo. Vaya noche.
Me pongo a pensar sobre la propuesta de Schneider y por mucho que me ofendiera la insistencia de Theo en negociar las relaciones sexuales de la misma forma en la que negocias una transacción comercial, debo admitir que tiene sentido. Es totalmente entendible que pregunte directamente si deseo tener relaciones sexuales con él. Es solo que prácticamente nadie está acostumbrado a eso, todas esperamos algo más romántico o alguna mierda cursi.
Al final ya no me molestaba tanto porque al menos fue sincero. No me van las relaciones, pero necesito al menos conocer a la persona con la que me voy a acostar.
Estoy tumbada en mí cama tratando de lidiar con la resaca cuando de pronto veo como una nota es introducida por debajo de mí puerta. ¿Quién podría ser? ¿Porqué no han llamado a mi puerta? Me asomo hasta la puerta y recojo la nota blanca « LLÁMAME» es todo lo que dice la nota con un número de teléfono y debajo el nombre de... sí, claro que sí, Theo Schneider.
¿Qué se supone que va a intentar ahora conmigo? ¿Tener una linda conversación? ¿Una cita? Solo río para mis adentros.
Decido quedarme en mi habitación toda la mañana.
No me siento bien cómo para comer algo ahora mismo.
...****************...
Por la tarde voy nuevamente a la playa cuando empieza a atardecer. Me encantaría tomarle unas fotos a la puesta de sol. Cuando llego a la playa, me quedo asombrada otra vez por lo hermosa que es. Siempre me ha gustado mucho el mar, creo que es mí cosa favorita en el mundo y esta playa en especial es un auténtico paraíso. Hace calor y el sol me da fuerte en todo el cuerpo. El agua cristalina y su temperatura fresca me tienta. No había pensado en venir a meterme al agua, solo quería venir a fotografiar el mar junto al atardecer, pero meterme al agua me llama bastante la atención. Por suerte he venido preparada por si cambiaba de opinión. Me lo pienso durante un minuto, y al final, decido quitarme el vestido, descalzarme, y sumergirme en el agua.
Me quedo en la playa durante dos horas y después de disfrutar bastante de ella, vuelvo otra vez a la casa.
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Comments
shelbec
Me encantó 🤤😍
2021-09-07
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