Miro la gran mesa del comedor, con sillas para doce personas y sólo un puesto para el desayuno.
—Comeré con Libi en la cafetería de la universidad —le aviso a Doris, mi nana.
—Pero supongo que no tendrán alimentos saludables. Llévate estas galletitas integrales. Hice unas con chispas de chocolate para Libi.
Mi Doris es la mejor. Tiene alrededor de cincuenta años, cabello castaño y una sonrisa dulce que reserva sólo para mí. Me ha cuidado desde los trece años, soportando lo peor de mi adolescencia y siempre está cuando la necesito.
—¿Qué le pone Doris a estas galletas que le quedan tan buenas? —pregunta Libi, poniendo los ojos en blanco.
—Marihuana.
Ella se atora, empieza a toser y veo volar migajas de galleta sobre la mesa. Me río a carcajadas. Tras unas palmadas en la espalda ella se recompone y seguimos nuestro desayuno.
—Ese chico no deja de mirarte —dice ella, señalándolo con un movimiento de ojos.
Es un tipo sentado a unas mesas de nosotras, bebiendo café.
—Está bueno ¿Cierto? Debería conocerlo —le digo.
—Creo que es un patán, tiene cara de patán. De seguro sólo quiere divertirse.
Ella y su detector de patanes.
—Podría ser mi alma gemela —insinúo.
Antes de salir de la cafetería, le doy una última mirada al bombón de café.
A media mañana vamos al taller de pintura. Libi es buena pintando, a mí los colores no se me dan bien, yo soy más de dibujar.
—Muy bien, Arenquett. Buen manejo de la luz —felicita el maestro a Libi.
Es un tipo alto, con buen perfil. Y unos ojos de azul profundo en los que te podrías ahogar. No le doy más de cuarenta años.
—¿Qué rayos es eso, Sterling? Una cara bonita no basta para aprobar el curso —me dice a mí.
—Qué pena —mascullo cuando se aleja.
Libi me da un codazo para que me calle.
Es guapo, pero un idiota. La belleza jamás ha sido excluyente con el talento o la inteligencia.
—Esto demuestra que tu juicio sobre las caras son sólo prejuicios —le digo a Libi durante el almuerzo—. Ese profesor no tiene cara de patán, pero lo es. Jamás he usado mi cara o mi cuerpo para aprobar un curso. Podría haberlo hecho, pero tengo mi dignidad ¿Qué mierda le pasa? A veces los hombres me dan asco.
—Ve el lado positivo, al menos dijo que eras linda.
—No necesito que me digan lo que ya sé.
Libi rueda los ojos y me río. Ella también es linda y nadie duda de su talento. Es el karma de ser rubia.
Por el pasillo veo al bombón de café, con una bandeja. Se sienta con un amigo a una mesa de nosotras, cada vez más cerca. Desde su posición puede verme perfectamente. Y sí que lo hace. Lo atrapo viéndome con total descaro. Me sonríe y le sonrío de vuelta.
Meta para lo que queda del día: averiguar quién es.
...〜🍓〜...
—Su nombre es Daniel Herrera, de la facultad de arquitectura. Tiene veintitrés años. Está en segundo, se atrasó por problemas familiares —dice Joany, mi informante.
No estoy muy segura de qué estudia, nunca lo he visto en ninguna de nuestras clases, pero siempre está en el campus.
Es capaz de hacer cualquier cosa por dinero.
—¿Qué más?
Nuestra relación no pasa de un mero intercambio de información por dinero. No es mi tipo y tiene un tic muy molesto.
—Tiene un perro.
—Eso no me interesa ¿Tiene novia?
—N-No… no ti… —se interrumpe con una sacudida de su cabeza e inhala, sonando como si rebuznara—. No… tiene —termina de decir.
—¿Alguna actividad extra académica?
—Juega en el equipo de básquetbol.
Deportista. Ya me estoy imaginando lo bien que debe verse sin ropa.
—Bien hecho, Joany. Nunca me defraudas. —Le deposito lo acordado desde mi teléfono.
—Gracias Lu-Lu…
Otro rebuzno.
—Lu-Lucy, eres un ángel.
En cuanto él se va se me acercan unas chicas.
—No deberías dejar que te vieran con ese esperpento, Lucy. Te harás mala fama —dice Rebeca, rubia natural como yo y perteneciente a una acaudalada familia de la ciudad. El arte es un pasatiempo para ella.
Pensé que ya tenía mala fama.
—Es un buen chico. Estaré con él mientras me sea de utilidad —le digo.
—No sé. Esos sonidos que hace son tan asquerosos. De seguro morirá virgen —se burla Matilde, rubia teñida, aparenta tener más dinero del que tiene en realidad.
Su padre es adicto al juego y se endeuda constantemente.
—No es virgen —le digo, sonriendo ladinamente.
Disfruto del horror en sus rostros estirados. Ellas son las asquerosas, con sus prejuicios superficiales. Prefiero mil veces hablar con Joany y sus rebuznos que con ellas.
—Lo mismo pasa con Libi —agrega Rebeca—. Es una chica tan insignificante. Gente como ella viene a la universidad sólo a conseguir un marido rico o a robar.
Soy una mujer tolerante, que respeta a todas las formas vivientes, pero esta perra está pidiendo a gritos que alguien le dé lo que se merece y sorda nunca he sido.
...〜🍓〜...
Camino por el estacionamiento luego de dejar la oficina del rector y oír su sermón sobre cómo deben comportarse las señoritas. Siempre es bueno conocer lugares nuevos, me digo, buscando el Audi A8 con matrícula terminada en 42. Ese Joany es una maravilla.
Unas bofetadas y algo de cabello menos no es suficiente para las personas como Rebeca, no señor, mucho menos para calmar la ira que siento. Encuentro su auto a un costado de los estacionamientos de los docentes, una ubicación privilegiada. El problema de la gente privilegiada es que olvidan cómo tratar a los demás. Yo intento no olvidarlo, cada persona debe tener lo que se merece.
Miro para todos lados y saco mis llaves. Hora de demostrar mi talento artístico. La justicia es muy placentera y la ejecuto con presición y destreza.
—Muy bonito —dice de repente un hombre tras de mí y me sobresalto.
Es el bombón de café. Intento cubrir lo que hice en el capó, pero es demasiado grande y él ya lo vio. Debería estar avergonzada.
¡¿Por qué Dios no me dio el don de la vergüenza?! ¡¿Por qué, señor, le das tan poca a algunas y tanta a otras?!
—Soy estudiante de arte —le digo, encogiéndome de hombros.
Es arte urbano.
—Me gusta el detalle de los vellos sobre los testículos —opina, tocándose el mentón.
Sí, eso hice. Con mis llaves dibujé un pene gigante y grotesco en la hermosa pintura del capó de esa perra, no me arrepiento, soy una sinvergüenza.
La sonrisa burlona del bombón me hace pensar que él también lo es.
—Y las gotas de semen le dan mucho dramatismo —agrega, como todo un crítico de arte.
Muerdo mi labio. De repente empezó a hacer mucho calor.
—Creo que tendrás que comprar mi silencio ¿No?
No sé si es su boca traviesa, la sonrisa torcida que me da, o la excitación por mi pequeño crimen, pero este tipo se ha vuelto irresistible.
—¿Tienes auto? —le pregunto.
—Sí, pero no dejaré que te le acerques.
—¿Tiene nombre?
—¿El auto? ¿Quién le pone nombre al auto?
Creo que la tarde terminará maravillosamente después de todo.
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Nadie se mete con la mejor amiga de Lucy 😈
**Parece que ya tiene un pretendiente ¿Qué pasará cuando conozca al chico nerd?
¿Le gustará más que el bombón de cafe**? 😏
¡Gracias por leer!
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Comments
María Lorena Guerrero Guerrero
por un momento pensé que me lo estaban preguntando a mí 😂
2023-07-25
2
Eugenia Venegas Oyarzo
jajajaja esa chica es tremenda 🤣
2022-07-05
1
karolJ H.O
Definitivamente soy fan de tus novelas me encanta la fluidez de tu escritura
2022-04-10
1