Sabrina Taylor una bella joven de 24 años enamorada a punto de casarse, el día de la despedida de soltera consigue a su prometido con una compañera de trabajo, Sabrina molesta dolida junto con su mejor amiga Eleonor se va a las Vegas con los boletos de la luna de miel, para vengarse de Martin su prometido pero ella no contaba con encontrar en las Vegas un Dios griego como ella le llama, y que en medio de una noche loca iban a terminar casándose, el motivo de Sabrina despecho, pero ¿cuál será el motivo por el cual Logan se casó con esta desconocida? Acompáñame a descubrirlo.
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Kitty
Suspiro al sentir el cosquilleo que causa el roce del cabello en mi espalda, en la misma posición, Logan me pasa sus manos por la cintura en un suave masaje el cual repercute en mi vientre, abro la boca para agarrar el aire que a mis pulmones le falta.
Él observa mis gestos a través del espejo, pasa sus manos por mi pecho desnudo, los cuales ya están endurecidos.
—Me encanta tu cuerpo, y me encanta saber que él reacciona así por mí —Canturrea en mi oído mordiendo el lóbulo de mi oreja.
Yo no digo nada, no puedo articular palabra, mis pensamientos ya están invadidos por el deseo, mi cuerpo ya conoce su tacto, sus besos, su forma de tomarlo, y la verdad es que toda la semana he deseado que me tomara de esa manera tan salvaje y lujuriosa.
Me considero una chica muy tímida, pero este hombre logra despertar en mí un deseo de ser poseída que casi es incontrolable.
Él sigue recorriendo mi cuerpo, con la yema de sus dedos y su mirada, sus ojos fijos en los míos a través del espejo, sus pupilas dilatadas al igual que las mías, su intensa mirada me atraviesa hasta lo más profundo de mi ser, sacando ese lado salvaje que él sabe que tengo oculto dentro muy dentro de mí.
Me siento intimidada por su oscura mirada, su lengua recorre su labio inferior haciendo que salga un jadeo involuntario de mi boca, poco a poco retiro lo que queda de la lencería blanca, toma mi mano y me lleva hasta el baño, puso a llenar la tina mientras se deshace de sus prendas.
Estoy tan nerviosa como si fuera la primera vez que él me va a tocar, coloca unos aceites en el agua y espuma, me invita a entrar en ella sin dudar lo hago, introduzco un pie, me recibe el agua tibia.
Al estar totalmente dentro, el agua me relaja tanto, él entra en ella bajo mi atenta mirada, su cuerpo es escultural, le dan a mis ojos una gran vista junto con su imponente erección.
El Dios griego como lo apodo en las Vegas, ahora lo veo en todo su esplendor y creo que me quedo corta al describirlo, todo su cuerpo es perfecto tanto que parece mentira.
En un acto reflejo muerdo mi labio inferior de una forma sensual, ni sabía que puedo actuar de esa manera, lo que provoca que mi compañero acomode una sonrisa de medio lado, Pero está vez no fue una sonrisa cínica, ni burlesca, fue diferente por qué junto con ella un brillo en sus ojos.
Recorre mis piernas mojadas haciendo que cierre mis ojos, se coloca detrás de mí y en mi espalda puedo sentir su dureza.
. . La veo quitar su vestido y este caer a sus pies con tanta sensibilidad que mi instinto reacciona de inmediato, estoy molesto y necesito hablar con ella para qué me explique todo eso que sucedió, pero al ver su cuerpo enfundado en esa lencería blanca, tan jodidamente sexi, no puedo controlarme.
Y llego hasta ella para poder tocar su cuerpo, es como un imán que me atrae.
Me sorprende mi actuar delante de esta chica, quiero tomarla como siempre lo hago con las demás mujeres, pero no puedo ella es tan delicada que no quiero hacerle daño si la tomo de la manera salvaje que me gusta.
Después de escuchar todo lo que el tipo ese, con el que se iba a casar, entendí un poco a la chica.
Ella en su subconsciente sabe que él no es el hombre que la hace vibrar como lo hago yo, y no es que sea un sobrado, sino que ella misma lo dijo, y no solo eso veo en sus ojos la lujuria, el deseo que le provocó, veo como se dilatan sus pupilas ante mi tacto descarado.
Sé que dentro de ella está la chica salvaje que me gustaría descubrir, en la tina me encargo de recorrer su cuerpo cada parte de él, sin llegar más lejos, cuando el agua se torna fría la saco de ella, y la llevó de regreso a la habitación.
Seco su pequeño cuerpo, ella se intimida ante mi presencia, pero algún día se le pasará el efecto Logan Wilson. Espero que no, me encanta verla así.
La llevó a la cama y la dejo en ella con suavidad, recorro su cuerpo nuevamente, y después me apodero de sus labios de forma Suave, pero profunda ella misma marca la intensidad del beso, y es que sé que ella lo necesita tanto o más que yo.
Enreda sus dedos en mi cabello húmedo, lo que me invita a dominar el momento un poco más, la beso con ansias, con avidez, la tomo de una forma salvaje por muchas horas hasta que el sol se asoma, dando inicio a un nuevo día.
Ella cae rendida, la diferencia de hora la hacen dormir todo el día, para mí es costumbre pasar la noche en vela por mi trabajo en el casino.
Me quedo pensando en todo lo que sucedió el día anterior, como es que ver a Sabrina, la mujer con la que me casé en un arrebato de locura, entrar a esa iglesia vestida de novia, se veía hermosa.
Cómo verla así causo dentro de mí una rabia extraña, me dieron muchas ganas de ir a romperle la cara al estúpido que la estaba esperando en el altar.
¿Qué habría hecho si ella hubiera dicho que sí, si se hubiera casado, habría hecho lo que cualquier hombre sensato habría hecho: agarrarla y llevármela a la fuerza, como no soy sensato, escucharla, rechazarlo y todo lo que conllevó después de eso escuchar lo que ese tipo le decía para justificar su infidelidad, era patético?
Logro dormir un buen rato por qué cuando despierto es pasado el medio día.
Ella aún sigue durmiendo plácidamente, me levanto y me voy a la cocina, tengo mucha hambre, cuando viajo no como bien, ya que soy un poco delicado por ese lado, solo la comida de Maricela es la que me gusta.
—Buen día, Logan—Saluda Maricela.
—Buen día, Maricela, tenemos una invitada en la casa, por tiempo indefinido, en un rato debe bajar, está dormida.
—Muy bien, voy a preparar la comida para cuando se levante.
Maricela me sirve un café mientras leo las noticias —Buen día, señor Wilson, le tenemos una novedad del Casino—Dice el jefe de seguridad.
Me dirijo al despacho—¿Qué hizo mi hermano ahora?—Digo con fastidio.
—Señor Wilson, los tipos de la otra noche tienen negocios turbios con su hermano, los estuvimos vigilando, aunque no han querido decir quién es su jefe directo.
—Le dieron el trato especial y aun así no hablaron—Digo confundido.
—Así es señor—Dice Dominico, el jefe de seguridad.
—Que será lo que mi hermano se trae entre manos, no le quiten los ojos de encima, debemos descubrirlo.
—Muy bien como usted ordene, si no necesita algo más me retiro.
—Puede retirarse.
¿En qué se está metiendo mi hermano?, si esos hombres no han delatado a su jefe es porque debe ser alguien muy poderoso.
Divagó en mis pensamientos por un rato más, y salgo del despacho imaginando que Sabrina ya despertó.
Vuelvo a llegar a la cocina y pregunto si la han visto, pero me dicen que no, seguro está en la habitación sin saber qué hacer, subo a la habitación y la consigo sentada en la cama, me mira con ojos de cordero degollado.
—¡Buen día!
—Buen día, ¿por qué no has bajado a comer?
—No sabía dónde estabas y no sé qué hacer—Confiesa con timidez.
—Ven—Le digo tendiendo mi mano—Vamos para que todos te conozcan La tomo de la mano llegamos a la cocina.
—Maricela, ella es Sabrina Wilson, mi esposa, la mujer que manda en esta casa de ahora en adelante.
Maricela mira a Sabrina por un momento—Buen día, señora, bienvenida, la comida ya va a estar, puede Sentarse.
Le muestro toda la mansión, bueno lo más importante por qué tiene muchas habitaciones.
—¿Vives aquí tú solo?—Pregunta curiosa.
—Sí, bueno con Maricela y las otras chicas del servicio, algunas son de entrada por salida.
—Digo sin compañía femenina—Dice con timidez.
—Solo yo vivo aquí, en realidad está mansión, me la dieron en forma de pago, un ludópata me debía mucho dinero y bueno me pagó con esto—Digo restándole importancia.
—Ya veo, nunca me dijiste a qué te dedicas ¿Por qué ese señor te debía tanto dinero?
—Eres muy curiosa, pero soy dueño de dos casinos, bueno mi padre ahora son de mi hermano y míos.
—Comprendo el porqué tienes mucha seguridad…
—Tengo muchos enemigos, la mayoría personas que juegan, ya sabes el vicio los hace perder hasta la ropa que llevan puesta.
Volvemos al comedor y nos sentamos Maricela está sirviendo, estamos comiendo de lo más tranquilos cuando escucho desde la entrada esa voz tan peculiar de Kitty.
—¡Maldición Kitty!