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Los Que Imitan

Los Que Imitan

Status: En proceso
Genre:Terror / Apocalipsis
Popularitas:427
Nilai: 5
nombre de autor: jose yepez

En un mundo donde la posición del ser humano en el planeta se ve amenazada por intrusos desconocidos que intentan ocupar su lugar, este diario que acabas de encontrar contiene en el las voces de aquellos que no quieren quedar en el olvido

NovelToon tiene autorización de jose yepez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

19/04/2026

Hoy escuché algo en la radio.

Una transmisión. Fragmentada, rota, como un susurro ahogado por la distancia y el caos que lo envuelve todo desde hace tanto.

“Campo... zona segura...”, decía.

Nada más. Solo eso. Dos palabras que se colaron por la estática como una cuerda lanzada a un naufrago.

Me tomó dos días llegar.

Dos días arrastrando mis pies por caminos destrozados, siguiendo el rastro de una promesa apenas audible. Calles cubiertas de polvo y ruinas, autopistas divididas por cráteres y autos calcinados. Bordeé ciudades fantasmas donde el viento sopla a través de ventanas rotas, como un lamento interminable que no deja dormir. El eco de lo que alguna vez fue vida resuena en cada paso.

No tenía más que esa palabra, “campo”, latiendo en mi mente como una promesa frágil, como un anhelo al que no podía dar forma pero que me empujaba a seguir caminando. Cada paso era una apuesta a ciegas.

Cuando finalmente lo vi, casi no lo creí.

Era real.

Frente a mí, más allá de una colina, emergía un improvisado campo de refugiados. Cercas hechas con todo tipo de escombros, chapas oxidadas, rejas viejas, pedazos de autos. Hombres armados custodiaban las entradas, sus miradas desconfiadas y sus dedos tensos en el gatillo. Humo de hogueras se elevaba perezosamente hacia un cielo plomizo que parecía aplastar todo con su peso. El olor era mezcla de carne cocinándose, madera quemada y desesperación.

El hambre me venció.

No me importó el riesgo.

Me acerqué tambaleándome, cada paso un esfuerzo sobrehumano. Mi cuerpo no era más que un saco de huesos y dolor. Levanté las manos, mostrando que estaba desarmado. Quería gritarles, pedir ayuda, pero no me salía la voz.

Por un momento, pensé que lo había logrado.

Que había llegado.

Que quizá esta vez, solo esta vez, algo saldría bien.

Pero entonces, todo se desmoronó.

Un grupo armado irrumpió. No eran militares. No eran rescatistas. Eran saqueadores. Hienas hambrientas, disparando sin distinción, sin motivo más allá del caos. Balas silbaban sobre mi cabeza. Gritos. Sangre.

Vi a una madre caer sobre su hijo, protegiéndolo con su cuerpo como un escudo humano.

Vi a un anciano arrastrarse hacia la cerca, solo para ser alcanzado por un disparo en la espalda.

La muerte se desplegó como una sombra sin forma.

Corrí. Corrí porque el instinto me gritaba que lo hiciera. No pensaba. Solo obedecía a un terror primitivo que me impulsaba a moverme, a sobrevivir, a no mirar atrás. Sentía los pies tropezar con cuerpos, con piedras, con fragmentos de humanidad destruida.

Y entonces la vi.

Una joven, acorralada contra una pared de concreto. Cinco saqueadores la rodeaban. Sus brazos alzados inútilmente. Su rostro manchado de hollín. Sus ojos... una mezcla imposible de miedo y esperanza, como si aún creyera que alguien, quien fuera, la salvaría.

Me escondí detrás de un contenedor oxidado. Respiraba con dificultad.

No tenía armas. Solo un tubo metálico oxidado que había encontrado días atrás. Ni siquiera estaba seguro de que resistiera un golpe.

No podía hacer nada.

Debía seguir corriendo.

Era lo lógico.

Era lo seguro.

Pero entonces pensé en Madison.

Pensé en las promesas que nunca hice, pero que siento que debo cumplir. En lo que aún queda de mí.

Me lancé.

Golpeé al primero por la espalda. Cayó pesadamente, su arma volando de sus manos. El segundo giró justo a tiempo para verme embestirlo con todo el peso de mi desesperación. Gritaron.

Uno disparó.

La bala pasó silbando junto a mi oreja.

Tomé a la chica de la mano y tiré de ella. Corrimos.

Pero el resto ya nos cerraba el paso. Rodeados. Sin salida.

Entonces...

El rugido.

Desde el humo surgieron tres figuras. No saqueadores. No humanos. Criaturas deformes, grotescas, con ojos que ardían como carbones vivos.

Atacaron a todos por igual.

Gritos humanos mezclados con rugidos guturales.

El sonido húmedo de huesos quebrándose. El caos se convirtió en pesadilla.

Aprovechamos el momento.

Nos lanzamos entre los escombros, gateamos bajo una estructura caída, corrimos hasta que nuestros pulmones parecieron a punto de estallar.

No miré atrás.

No quería ver.

1
Eloi Martinez
Tu forma de escribir te envuelve en ese escenario , seguiré leyendo.
♡お前のペンデハ♡
🤩¡Tu novela me tiene enganchada! No puedo esperar para leer lo que sucede después.
Đông đã về
Tu historia es mágica, los detalles y la trama me hacen querer más🧚‍♀️
Koichi Zenigata
Impactante capítulo
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