LA HIJA DEL JARDINERO

Luego de unos minutos de estar inconsciente, entre Rosa y yo ayudamos a David a recostarse en su cama. Ardía en fiebre, vomitó. Le quité su ropa, lo limpié y le pusimos una piyama. Le apliqué un antipirético y lo dejamos descansar.

Después de un par de horas aún tenía fiebre y se veía muy inquieto. En su delirio gritaba: "La verdad es que te amo Sabrina", "Sabrina te amo". "No me dejes". Repetía y repetía hasta que finalmente durmió toda la tarde.

Rosa me dijo: "—Dra, el Dr David la ama. No entiendo por qué se comporta así con usted". —Téngale paciencia, seguro está pasando un periodo difícil para él. Seguro esa tal Alice hasta le pudo haber montado una brujería para que él sea tan tonto.

—No Rosa, no es brujería. Simplemente David nunca me amó lo suficiente, quizás para él seguí siendo la hija del jardinero, muy poca cosa. En cambio Alice fue siempre la niña bella y rica que su madre quería para él. Nunca luchó por mi. Cuando me acusaron de una canallada, él sin vacilar la creyó. Y de esto ha pasado mucho tiempo. Y yo me cansé.

—Hazme un favor Rosa, prepara una rica sopa de pollo con verduras y un poco de fruta. Cuando despierte David, intenta que coma, le hará bien. Yo voy al estudio de grabación. Cuando las penas te golpean se despierta la inspiración y quiero aprovechar este momento. ¡Nunca se sabe! De repente hoy compongo mi mejor canción.

Hacia las once de la noche, cuando ya me disponía ir a dormir, pasé por el cuarto de David. Estaba despierto, me miró y solamente me dijo gracias. Le pregunté cómo se sentía y me respondió que podría estar peor. Le dije que debía descansar un par de días porque había tenido una fiebre muy alta y que luego lo esperaría en la clínica para definir nuestro acuerdo.

Y así sucedió. David se presentó en la clínica días después. Me cedió sus acciones. Le di el dinero correspondiente. Se hizo el informe a la junta. Ahora yo era la única socia mayoritaria, la propietaria del centro médico que por muchos años había pertenecido a la familia de David. ¡Increíble! ¡Sueño cumplido! ¡Cuando los sueños se hacen realidad! Ahora David era un empleado más, mi empleado.

Pero mis sueños no se detenían allí. Llamé a Lukas y le pedí que mis investigadores se pusieran en la tarea de encontrar una clínica dedicada a la cirugía plástica y que necesitara de apoyo económico. Quería tener otra clínica. También le pedí que buscara un terreno apropiado para construir un centro pediátrico.

Mi ilusión era crear una institución médica donde se atendiera a los niños como a niños. Es decir, el personal médico no vestiria la típica bata blanca, sería de colores, con animalitos. Habrían salas de juegos para los niños internos, payasos recorriendo las habitaciones de los niños hospitalizados y dándoles muchos regalos. Una música suave como fondo en el ambiente. Haría todo para que los niños una vez que salieran de la clínica no se fueran traumatizados.

Me reuní con mi padre, Olivia y Lukas en un bellisimo lugar que tenía un lujosisimo balcón, desde donde podíamos ver el centro de Londres. Bebimos y hablamos. Les conté todo lo sucedido con David. Mi padre era el ser más orgulloso cuando le conté que ahora la clínica era prácticamente mia. ¡Esa es mi hija¡ jajajajaja.

Pero el que nos tenía una verdadera sorpresa era mi Lukas. ¡ME CASO FAMILIA! Todos lo abrazamos, nos besamos, lo felicitamos. Nos dijo que amaba a Kristen y no quería tenerla tan lejos. Esa alemana lo había vuelto loco.

—Pero Lukas, no te iras a vivir a Alemania, ¿verdad?

—No querida jefa. Luego de mucho hablar, decidimos que ella se viene a vivir a Inglaterra. Sus padres, ni Marcus lo tomaron muy bien, pero ella decidió seguirme. Yo no puedo ni quiero dejarte. Son muchos los negocios que tenemos en común aqui. Aquí tenemos empleados, oficinas y mucho trabajo por sacar adelante.

—¿Y para cuando es la boda? , preguntó mi padre...

—Tres meses, justo el tiempo para que Kristen prepare bien su traslado. Ella va a trabajar conmigo Sabrina. Así es que aparte de una hermana y una cuñada, estás ganando una empleada muy bella y eficiente.

—No se diga más Lukas, en tres meses tendrás la mejor boda que se ha visto en todos los tiempos. La haremos en el club, llenaré de flores y globos todas las instalaciones. Hasta tendrás invitados de la realeza británica.

— Invitaré a la prensa. Los titulares dirán : "El joven más adorable, codiciado por muchas, millonario y empresario hermoso de toda inglaterra se casa con la bellísima joven alemana Kristen Rusell, quien tiene un hermano que está más bueno que el pan"

—Jajajajajajaja jajaja, estás loca hija.

—No padre, feliz. La felicidad de Lukas es mi felicidad. Yo pagaré tu boda Lukas. Por eso no te preocupes, será mi regalo de bodas.

—Hija, por todo lo que nos contaste de David, pensé que ibas a estar muy triste, pero no es así. Así que me alegro que no te centres en lo que no puede ser. David nunca ha merecido tu cariño, ni tus lágrimas. Ya es hora de que rehagas tu vida con un buen hombre y sabes a quién me refiero.

—Ya lo sé padre. Se lo grité en la cara a David. Obligaré a mi corazón a amar a Marcus. Es más —Lukas, ¿Qué te parece si nos vamos mañana mismo a Múnich? Necesitamos ultimar detalles de la boda y tranquilizar a la familia Rusell. ¿Me sigues?

—Para ayer es tarde mi Sabrina, vámonos debemos madrugar.

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A la mañana siguiente salí temprano de casa con mi maleta pequeña de viaje. Le expliqué a Rosa que me iría a Múnich y regresaría en una semana. Le pedí estar atenta con la comida y atención para David. En el aeropuerto mientras esperaba a Lukas, llamé al Dr Smith, que ahora era muy amigo mío, para nombrarlo Director de la clínica. Le pedí sustituirme por una semana, luego hablaríamos mejor.

Llegué de sorpresa a la oficina de Marcus, le tapé los ojos y le dije que adivinara quién era. Él se volteó y me cargó. Le dije que si se podía escapar todo el día conmigo y me respondió que conmigo se escaparía toda la vida. Esa fue la respuesta que me confirmó que lo que quería hacer con Marcus estaba perfecto.

Salímos tomados de la mano y fuimos a almorzar. Le conté todo lo sucedido con David y de mi decisión de dar un paso adelante en nuestra relación. Marcus no paraba de besarme. Hablamos del matrimonio de Lukas y Kristen y de los preparativos que debiamos iniciar.

Caminamos por un hermoso parque, los dos sentíamos un poco de vergüenza por lo que habíamos decidido hacer. Entonces fui yo quien tomó la iniciativa y le dije:

—Llévame a un lugar donde podamos dar rienda suelta a aquellas emociones que por años hemos retenido. Quiero sentir al Marcus que no conozco, al Marcus que me hará vibrar, estremecer de pasión. Muéstrame ese sendero de éxtasis que me ha sido negado. Seamos uno Marcus.

Llegamos a un lujoso hotel, pedimos champaña, fresas, flores. Parecíamos los recién casados. Nos desnudamos, nos acariciamos, nos tocamos con tanto deseo, nos besamos, nos amamos. Casi diez años habían pasado desde que David me hizo suya por primera vez.

Quería sentirme otra vez amada, sentir el roce de un cuerpo masculino entrelazado a mi cuerpo, sentir la emoción de unas manos masculinas recorrer mi intimidad, mis pechos. Yo también quería participar de ese juego de seducción, estaba sedienta. Marcus resultó ser un amante excepcional, me hizo vibrar, y excitar al máximo.

Marcus me hizo estremecer con sus besos, con su pasión, fue delicado en algunas cosas, pero en otras fue impetuoso. Pasamos toda la tarde y toda la noche encerrados en aquella habitación amándonos. Me sentí complacida, agotada, extasiada, pero cuando Marcus se durmió, el rostro que quería ver allí era el de David y una lágrima rodó por mi mejilla.