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Atrapados

Atrapados

Status: En proceso
Genre:Terror
Popularitas:260
Nilai: 5
nombre de autor: Alberto Jose Sayago

16 extraños han sido abducidos para ser parte de un juego mortal, a manos de un fanático peligroso quién quiere recrear los escenarios macabros de sus series de terror y thriller favoritas ¿quién sobrevivirá a las reglas absurdas del autoproclamado Señor Cornamenta?

NovelToon tiene autorización de Alberto Jose Sayago para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

tiempo de investigación

Neo entró en el cuarto de Olivia, seguido por Lilith y Blonde. El lugar era un oasis de limpieza, que contrastaba con el caos y la sangre que habían visto en la sala de mantenimiento. Un aroma a pino llenaba el ambiente, otorgándole una sensación de frescura y confort. La cama estaba hecha, con las sábanas blancas y sin arrugas, y los objetos y pertenencias de la muchacha se encontraban ordenados en sus respectivos lugares. Había un espejo, un tocador, un escritorio, un clóset y una cómoda. Neo no pudo evitar darse cuenta que la decoración distaba mucho a la que presentaba su propia habitación. Todo parecía normal, excepto por la ausencia de la dueña. El baño también se veía impecable, con las toallas colgadas y los productos de higiene personal en su sitio. Neo se imaginó a Olivia cuidando su habitación con esmero; quizás, motivada por mantener su mente lo más ocupada posible. No obstante, él sabía que ahora más que nunca, cualquier apariencia podía tratarse de un engaño, y sospechó que el estado en el que se encontraba aquella recámara podía podía deberse a una consciente puesta en escena. ¿Acaso el asesino había limpiado las huellas de su crimen? No lo sabía, y por eso, se dispuso a revisar los gabinetes del clóset y de la cómoda, buscando algo que no encajara.

No tardaron mucho en darse cuenta de que ese lugar era como un lienzo en blanco. No había nada que indicara que Olivia hubiese sido asesinada allí, ni tampoco que hubiera tenido algún conflicto con alguien dentro. Neo intentó recordar cómo habían dejado Esmeralda y Blonde esa habitación la noche anterior. Buscó en su memoria cualquier detalle inusual, cualquier cambio notorio. Entonces, se le ocurrió una pregunta: ¿Cómo habían entrado en primer lugar a esa habitación? Neo no recordaba quién de los dos había abierto la puerta, solo sabía que ambos habían entrado mientras él se había quedado esperando fuera. Quiso preguntárselo a Blonde, pero se contuvo. Primero, no quería tener esa conversación delante de Lilith; y segundo, pensó que quizás eso era una pista importante, y que lo mejor era guardarla para el juicio. No quería desconfiar de su amigo, pero tenía que ser objetivo y dejar sus emociones a un lado.

Al ver que no obtenían nada de ese lugar, decidieron ir al cuarto de Sol. Ya no estaba Arturo tirado en el suelo, pero gracias a la cámara de Neo, se había podido capturar el estado de la escena tal cual la habían encontrado. El cuarto de Sol estaba menos desastroso que antes, pero había elementos que estaban fuera de lugar. El primero de ellos era el kit de emergencia, que estaba sobre la cama. Lilith lo abrió para revisar su contenido, tal cuál una caja de pandora, y se encontraron con que casi la mitad de uno de los blísteres de pastillas estaba vacío. Neo no entendía lo que decía la descripción porque estaba en francés.

–¿Qué es eso que tienes en la mano? –le preguntó Úrsula a Lilith, acercándose a ella.

Tyrone y Cobalt ya no permanecían dentro de la habitación. Entre los dos se habían llevado a un desfallecido Arturo a otra sala para que le revisaran la herida, tarea que no había sido fácil pues el joven era un tipo grande.

–No tengo idea –dijo la castaña, frunciendo el ceño.

–Pásamelo –le ordenó ella, extendiendo la mano.

Lilith le entregó el blíster, y Úrsula lo examinó con atención. Sus ojos se abrieron de par en par.

–<>, son pastillas para dormir. ¡Oh, vaya! –exclamó de repente, llevándose la mano a la boca– ¿Quién se quedó dormido de repente ayer? –preguntó ella mordiéndose una uña, con una expresión de horror.

Neo y Blonde se miraron el uno al otro, estupefactos. Neo recordó cómo de un momento a otro, Olivia se había recostado del hombro de Esmeralda en la fiesta, y pasó el resto de la velada con los ojos cerrados.

–¡Olivia! –dijeron ambos a la vez, con voz temblorosa.

–La dosis usada es demasiado elevada, y si se la dieron a ella, es posible que esto la haya matado –dijo Úrsula, frunciendo el ceño– aunque de todas formas, son simples conjeturas. ¿Estabas anotando, no? –se dirigió a Neo, que tenía una libreta y el lápiz en las manos– entonces, escribe eso –volvió a ordenar sin siquiera proponérselo.

Neo asintió con la cabeza, y anotó el dato en el papel. Luego, siguió a Úrsula, que se había girado para abrir el gabinete del buro. De ahí, comenzó a sacar algo que le había llamado la atención.

–¿Qué es esto? –preguntó ella sorprendida, mientras sostenía una plataforma rojo sangre– ¿De dónde sacó esta niña…? –antes de terminar su frase, el tacón grueso de corcho se cayó, dejando al descubierto una cuchilla afilada– ¿Pero qué diablos…?

–Esa debe ser el arma que le regaló el Señor Cornamenta –comentó Lilith tranquilamente, como si no le sorprendiera el hallazgo.

–¿Arma? –preguntó ella confundida, mirando el tacón con incredulidad– ¿Ustedes recibieron armas?

–¿Qué encontraste en tu buró? –le preguntó la castaña, con una mirada curiosa.

–Un reloj de bolsillo –respondió ella, mostrándole el objeto. Era de color dorado, con una cadena y una tapa grabada con un símbolo extraño. Lo abrió y vio cómo las manecillas giraban con gracia– tendré que revisarlo más tarde. No se me ocurrió la posibilidad de que tenga algún arma escondida –lo cerró, para luego regresarlo a su bolsillo. Dirigió la mirada al interior del gabinete– Aquí hay algo más –añadió, sacando un frasco ligeramente vacío de color caramelo. Con una expresión de desconcierto, se lo acercó a la cara para leer la descripción– Esto es un somnífero –leyó, en voz alta.

Neo se exaltó al escuchar eso.

–¡Espera!, ¡Ese somnífero es de Olivia! –exclamó, mirándola con los ojos desorbitados– ¿Cómo lo pude pasar por alto? –se reprochó a sí mismo– Venía justo con la pañoleta –recordó, refiriéndose al pañuelo negro que Olivia había estado usando para atarse su cabello lacio y azabache.

–¿Dices que esto venía con el trapo que encontramos en el cuello de la víctima? –repitió ella, mientras se rascaba la barbilla– Entonces, ya vengo –dijo, de pronto, con un tono decidido.

Se puso de pie y se marchó sin mediar palabra, dejando a Neo y a Blonde con la intriga. Neo se apresuró en anotar ese dato tan extraño en su libreta, y después de verificar que no hubiese nada más importante en ese lugar, la guardó en su bolsillo.

–¿A dónde vamos ahora? –inquirió Blonde, que había estado observando todo con atención.

Neo pensó en cuál sería el siguiente lugar a revisar. La razón le decía que sería de buena ayuda checar el cuarto de Arturo también, pero recordó un pequeño dato que le había llamado la atención el día anterior. Tomando en cuenta de que todavía tenían tiempo, sugirió que se encaminaran al gimnasio.

Dentro, el lugar no presentaba grandes cambios, pero Neo sabía muy bien lo que quería revisar. Se detuvo en el estante donde se guardaban las cuerdas para saltar y se percató de que había cuatro de ellas. No estaba seguro de qué tan bueno o malo resultaba que las hubiese encontrado completas, pero notó algo raro en una de ellas.

–Se ve algo… desgastada –mencionó Blonde, señalando la cuerda que tenía un aspecto más deteriorado con respecto a las otras– ¿Qué significa? –preguntó, mientras se rascaba la barbilla.

–¿Cómo sabías de esto? –inquirió Lilith a Neo, pero mirando a Blonde con desconfianza, como si ambos sospecharan de que él supiese más de lo que sabía.

–Violeta dijo ayer que se había perdido una de estas –respondió Neo, mientras sostenía la cuerda deshilachada– Y no creo que sea una casualidad –añadió, con una mirada significativa. Tomó su cámara y apuntó a la cuerda, capturando una imagen.

Blonde les pidió que se quedaran un rato para inspeccionar cada centímetro de las canchas, y cuando no consiguieron más pistas allí, se adentraron a la piscina.

–Hay muchos casilleros –comentó Lilith, observando las filas de armarios metálicos.

–¿Crees que los pudieron usar para esconder algo? –le preguntó Neo, intrigado por la posibilidad.

Ella se encongió de hombros como respuesta.

–De todas formas –les siguió Blonde– es mejor asegurarnos –dijo, con un tono de autoridad.

Sin embargo, después de una minuciosa búsqueda, no consiguieron nada fuera de lo normal. Neo revisaba el escritorio en la caseta del salvavidas cuando Blonde los llamó para que se acercaran a él. El grandulón señalaba al conducto de ventilación.

–¿Siempre ha estado esto así? –preguntó, con una expresión de duda.

Neo intentó identificar, sin éxito, a aquello que el muchacho notaba fuera de lo usual. No fue sino hasta que el mismo Blonde extrajo la tapa de metal que Neo se percató de que le habían quitado los tornillos.

–Nunca he estado aquí, pero es obvio que esto fue manipulado recientemente –dijo Lilith, mientras se cruzaba de brazos.

–Deberíamos revisar la parte externa de este conducto –propuso Blonde.

Después de que Neo le tomara su respectiva foto al hueco que había quedado al descubierto, salieron del gimnasio y recorrieron el pasillo hasta llegar a la otra salida de la ventilación.

–Los tornillos están fijos –comentó Blonde, con la mirada ausente– lo que significa que el propósito de hacer todo esto era entrar desde aquí hacia la piscina, supongo, porque no querían pasar por las canchas –suspiró– ¿pero cómo…? –preguntó en voz alta, pero parecía que iba dirigido a sí mismo.

–Blonde, ¿qué sucede? –intervino Neo, alzando las cejas al darse cuenta de algo que el mismo Blonde había mencionado– Tú dijiste…

–No hay herramientas. Yo mismo las busqué –se tronó el cuello– esto sí que es raro.

–Son tornillos tipo estrella –musitó Lilith– probablemente haya una forma de hacerlos girar.

Neo, intuyendo que esa información podía ser importante, la anotó en su libreta. Siguieron revisando salas y cuartos sin encontrar gran cosa, hasta que se adentraron en la lavandería. Desde lejos se podía percibir un olor nauseabundo que provenía de una de las lavadoras. Había claras manchas rojas en la agarradera de la tapa, y cuando la abrieron, un hedor insoportable los invadió. Entre el agua sucia y la sangre coagulada, una piyama azul celeste se retorcía como un cadáver. Neo sintió que el estómago se le revolvía. ¿Acaso el asesino había intentado deshacerse de la ropa manchada, pero no supo cómo activar la máquina? Con un gesto de repugnancia, sacó su cámara y tomó la foto. Luego, salió corriendo de allí, seguido por los demás.

En el lobby, Sol y Arturo yacían inconscientes en los sofás. Las chicas habían limpiado y cambiado a la rubia, de quién se había descubierto que no mostraba signos de heridas. Sin embargo, no lograban despertarla. Nadie entendía el por qué, y les preocupaba que no fuese capaz de despertar antes del juicio. Arturo, por su parte, tenía un vendaje en la cabeza, donde Julio le había cosido el corte. El muchacho respiraba con dificultad, y el miedo general era que ese golpe hubiese ocasionado algún tipo de conmoción grave en su cerebro.

Neo miró el reloj del restaurante. Faltaban quince minutos para las cuatro. Apenas tenía apetito, pero sabía que debía comer algo antes del juicio. Entró en la cocina, donde se encontró con una escena desoladora. Esmeralda sollozaba sobre la mesa del comedor de empleados, mientras Rosa y Violeta intentaban consolarla. Lilith rebuscaba en los estantes y gavetas de la cocina, sin saber muy bien qué buscaba. Era normal, porque ella no solía frecuentar ese espacio, pero Neo que había ayudado en varias ocasiones en los turnos de limpieza, ya tenía una buena idea de dónde iba cada cosa. Todo parecía estar en su lugar, y cuando pensó que no encontraría nada inusual, se escuchó un estruendo a su lado. Rosa se había acercado a la cafetera que estaba cerca de un porta cuchillos para llevarle una taza caliente a la rota Esmeralda, y accidentalmente lo había empujado con su codo, haciendo que este cayera al suelo con todos cuchillos en su interior. Rosa dió un sobresalto del susto y pidió disculpas, dejando la taza sobre la encimera y disponiéndose a levantar lo que había tirado. Fue en ese momento en el que Neo divisó que una de las hachas para cortar carne tenía la hoja ennegrecida y con brillos tornasoles. Neo recordó que ese cuchillo estaba en perfecto estado el día anterior. Antes de poder señalar el aspecto tan extraño de esa hacha a sus compañeros, de repente, el sonido de los altavoces los sobresaltó.

–Por favor, reúnanse frente a los ascensores en el lobby. Pronto daremos inicio al juicio criminal –La voz del Señor Cornamenta sonaba fría y mecánica, como si le molestara tener que hablarles– Esta es una actividad obligatoria. Cualquier tipo de falta será correspondida con un severo castigo.

–¡Pero no son ni las seis! –se quejó Sky– ¿A qué demonios está jugando este tipo?

Neo rápidamente guardó el cuchillo quemado en su bolsillo, y se apresuró a salir de la cocina, siguiendo a los demás. En la zona de recepción ya estaban casi todos reunidos, algunos presas del pánico, otros, con un semblante desconfiado.

–¿Qué vamos a hacer con Sol y Arturo? –inquirió Esmeralda angustiada– Ya oyeron al anfitrión: cualquiera que falte recibirá una penalización.

–Arturo es demasiado pesado para llevarlo yo solo –expresó Blonde– sería como cargar conmigo mismo en los hombros. Voy a necesitar ayuda.

Cobalt cargó a Sol en sus brazos, mientras que Tyrone y Blonde llevaron a Arturo, cada uno tomándolo por un brazo. En la entrada de los ascensores ya estaba Úrsula, que miraba su reloj con impaciencia. Cuando todos estuvieron frente a las puertas metálicas, estas se abrieron. En cada uno de los compartimentos cabían aproximadamente ocho personas, si se apretujaban los unos con los otros. Los dos robustos ocupaban una cuarta parte del espacio, y solo entre empujones y codazos lograron entrar todos. El descenso fue angustioso, pues el ascensor se tambaleaba y crujía con tanto peso, como si fuera a desplomarse en cualquier momento. Neo cerró los ojos y rezó para llegar vivo al juicio.

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lyaa
Se ve interesanto, espero que pronto haya más capítulos. ❤️
Asseret Miralrio
😍Por favor autora, me encanta tu forma de escribir, ¡quiero leer más!
🏹💕mycupidaneko💘🐈
Necesito más para leer
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