Arlo pasó la vida feliz al lado de su esposa, la única mujer con la que estuvo y la única mujer a la que amó. Pero siempre tuvo el deseo secreto de estar con otras mujeres. Tras una complicación respiratoria, muere y reencarna a sus 17 años de edad, una año antes de ponerse de novio con Ema, su esposa. En esta segunda vuelta planea, antes de emparejarse, estar con tantas mujeres como pueda. Pero una simple modificación en la historia provoca que su unión no se concrete.
Arlo deberá mover cielo y tierra antes de que sea demasiado tarde y se vea obligado a pasar el resto de su (segunda) vida sin su alma gemela.
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La mujer de la daga
Los días que siguieron rozaron la perfección. Con el acuerdo previamente pactado, Arlo y Kim apenas se cruzaban en la escuela, y solo hablaban lo justo y necesario para pactar sus encuentros. Otra de las condiciones de Arlo era que su relación se mantuviera en secreto. Kim tenía como único confidente a su amigo Lucio, y Arlo, a sus tres mosqueteros.
_ No entiendo cómo es que no tenes ganas de gritarlo a los cuatro vientos para que todo el colegio se entere._ lo cuestionó por enésima vez David.
_ Aaah que hijo de puta. Te juro que cada vez que hablamos de esto me da alta envidia._ Se quejó por duodécima vez Giovanni.
_ Que no se les vaya a escapar eh. Sobre todo a ustedes dos. En vos Mate, confío ciegamente. _
_ Por mi ni te preocupes. Mejor fijate que no se te escape a vos. Entiendo que debe ser algo difícil de ocultar._
Ciertamente decirle a sus amigos había servido de descargo, y la madurez interna de Arlo hacía que no fuera el típico adolescente estúpido que necesitaba presumir de sus conquistas para reafirmar su confianza. Pero además, un objetivo mayor lo motivaba a mantener sus labios sellados. Justo cuando iba a responderle a Mateo, apareció en el patio, rodeada de sus amigos, con el pelo atado y el guardapolvo puesto, la hermosa Ema. Cómo le venía pasando las últimas veces que la cruzaba, se quedó embobado unos segundos.
_ Tengo mis razones para que esto siga siendo secreto._
A veces lo desesperaba ver a su amada y no poder hacer nada. Ella reía, charlaba y conocía gente. Hasta el momento, no habían tenido mayor interacción que un cruce de miradas . En cada uno de ellos, Arlo sentía el impulso de besarla. Pero así no era como había ocurrido originalmente. Y sabiendo lo delicado que podía ser hacer aunque sea un solo cambio, prefería no arriesgarse, y mantenerse al margen hasta el momento indicado.
_ Ahí viene tu chica._ Le avisó David.
Volvió a su realidad cuando vió que Kim se acercaba con paso seguro, atrayendo las miradas de varios en el patio. Incluída la de Polo, quién tras lesionar a Arlo se había calmado un poco, y no habían vuelto a tener un encuentro violento.
_ Hola amor._
_ Hola._ Le dió un beso en la mejilla y le agarró levemente la cintura, pero al mirar al sector en dónde estaba Ema, sacó la mano rápidamente.
_ ¿Qué haces por acá? En los recreos no nos juntamos._
_ No no, ya se, vengo porque es algo de último momento. Y como sus amigos ya saben pues..._
_ Tranqui. ¿Que surgió?
_ Esta noche hay una fiestita. Vamos a juntarnos un rato en la playa, y ya luego nos vamos para la casita de un amigo.
_ Pero eventos sociales juntos te dije que no. No querrás presentarme como tú pareja, ¿No?
_ ¡Ay, que eres desconfiado Arlito! Yo soy una mujer cumplidora. Cómo le dije, es una fiestita. Algo chiquito, privado. Vamos a ser Lucio, yo, y unos amigos de La Mixta. Nada más. Tus amigos también pueden venir si quieren.
_ De una, vayamos._ Aceptó Giovanni alegremente.
_ ¿A qué hora es?_ Preguntó Arlo, manifestando ya cierto interés en acudir.
_ 23:30 en la entrada de la calle Rodríguez. Bueno, ¿nos vemos ahí?_
Antes de que alguno pudiera decir algo, Mateo se adelantó para casi estropear todo.
_ Pero íbamos a..._
David lo interrumpió antes de terminar la frase._ Si, nos vemos allá._
_ Perfecto, los espero ahí. Ustedes tres pónganse bien lindos, que van a estar mis amigas. _ Ya dirigiéndose solo a su amante, dijo en voz baja: _ Vos también, que está noche nos vamos a divertir mucho. _ Lo besó a pocos milímetros de la boca y se fué.
_ Pero chicos._ Insistió Mateo una vez que Kim estaba lejos, aún sin comprender. _ ¿No íbamos a ir a la casa de David a ver películas ?_
_ Íbamos. Hasta que surgió esto. ¿Qué preferís, pasar la noche viendo Volver al Futuro en un cuarto con olor a huevo, o ir a una fiesta con posibilidad de levantarte una mina?
_ Claro mate. Hasta yo te lo digo, que soy fan de Volver al Futuro. Y dicho sea de paso, llegas a hablar despectivamente de esa gloriosa saga otra vez y no te dejo vivo._ Dijo David acusando con el dedo a Giovanni.
_ Uy, ya salió el fan._ Se burló Arlo.
_ Bueno, vayan ustedes. Yo creo que me voy a quedar en casa entonces._
Ante esas declaraciones apenadas de Mateo, sus tres amigos se le abalanzaron.
_ ¡No mate! Vení con nosotros, ¡salí un rato!
_ ¡Si, nos vamos a divertir!_
Cómo si hubiese estado resuelto a ir desde un inicio, pero solo hubiese dado a entender lo contrario para conseguir las plegarias de sus amigos, aceptó sin más rodeos.
_ Bueno, está bien.
_ ¡Eso! Los cuatro fantásticos en acción. Juntémonos en mi casa, que es la que está más cerca de la playa. Además mis viejos tienen una cena y mi hermana se va a dormir a lo de una amiga, así que podemos hacer lo que se nos cante. _ Dijo David, y cuando sonó el timbre, se separó de los demás para ir a su aula.
...
Arlo fue el último en llegar a la casa de David. Los tres restantes lo recibieron escuchando el soundtrack de Volver al Futuro. Pero unos segundos más tarde, y gracias a la influencia de Arlo, estaban escuchando Divididos, haciendo tanta bulla como les fuera posible. A las 23:15 Giovanni, el que se mostraba más emocionado por llegar, cortó la música para hacer activar a sus amigos.
_ ¡Podés relajarte loco! estamos a menos de diez minutos caminando. Además cuando Kim dijo que a las 23:30, fue una formalidad. Todos van a llegar un toque más tarde._ le dijo David, quien conocía perfectamente el recorrido y los tiempos desde su hogar hasta la playa.
A pesar de las quejas, los demás lograron convencer a Giovanni de seguir escuchando Divididos un rato más. Hasta que faltando veinte minutos para medianoche, cuando ya ninguno soportaba la ansiedad de su compañero, decidieron salir rumbo a la playa. La casa de David estaba realmente cerca de la costa, a tal punto que las calles dejaban de tener cualquier rastro de asfalto para volverse casi completamente de arena. La noche otoñal estaba bastante fría, por lo que no había ni un alma. Solo se escuchaba el ruido de las botellas con alcohol chocando en las mochilas de los amigos.
A falta de unas cuadras, se empezó a escuchar el sonido del mar y a sentir la brisa fresca propia de la costa. Finalmente, subieron una meseta de arena y vislumbraron la totalidad de la playa. Bajaron por el barranco e intentaron identificar al grupo. Había algunas luces dispersas por la playa, las cuales alumbraban a pequeños grupos de gente. En un momento, una carcajada colectiva hizo que los cuatro muchachos girasen la cabeza. Al lado de un puesto de guardavidas había un grupo de poco más de diez personas alrededor de una fogata. Arlo identificó a Lucio, Kim, y uno de sus esbirros, así que comenzó a caminar en esa dirección.
Los recibió con inusual amabilidad Lucio. Uno a uno, David, Giovanni y Mateo comenzaron a dar vuelta la fogata para saludar a todos los presentes. Arlo se detuvo en Kim, la saludó y observó cuidadosamente. Casi nadie de esa ronda le sonaba conocido. Ninguno, además de los que había reconocido previamente, iba a la escuela. Cómo ya le había anticipado Kim, eran todos de la Mixta. Para alegría de sus amigos, casi todas eran mujeres. Para alegría suya también, pues había dejado las cosas claras desde un principio, y gracias a eso, no estaba atado a nadie.
Sin embargo, a pesar de que todas las chicas eran muy lindas, ninguna podía competir con Kim. Eso pensó hasta que la vió. De baja estatura, con pelo enrulado, tetas puntiagudas y unas piernas que se veían bastante bien en sus jeans apretados y rasgados. Estaba fumando, y con su muñeca al descubierto, se podía ver el tatuaje de una daga. La actitud que emanaba con su sola postura y el estilo con el que hacía algo tan básico como fumar era lo que volvía loco a Arlo. Quizás influía un poco que ya la conocía, y se acordaba perfectamente de quién era. Se trataba de una de las mujeres con las que más se había arrepentido de no tener sexo en su vida pasada. Una petisa culona con la cual Arlo tenía asuntos pendientes. Esa era la noche para sacarse las ganas.
Cuando cruzaron miradas, la muchacha le sonrió, y se acercó hacia donde estaba. Expectante, Arlo se preparó para una gran noche. Pues no solo creía que esa chica estaba interesada en él, podía asegurarlo. Antes de que pudiera decirle algo, Kim intervino.
_ Ah si, los presento. Lisa, este bombón es Arlo. Arlo, está preciosura es Lisa, mi mejor amiga.
Conservando levemente la compostura, Arlo saludó. Mientras, por dentro, lejos de ser el muchacho educado que aparentaba, pensaba en todas las cosas que haría esa noche con la mujer de la daga.