Entre Sombras Y Traiciones.

Valeria y Alphonso se dirigen a la mansión Bettnocchi. Allí ella sube a la habitación y toma algunas cosas; él la abraza por la espalda y besa su cuello con cariño.

"Vamos, mi amor, esto lo llevo yo; tú solo relájate y disfruta". Dice tomando su maleta, Valeria sonríe y lo besa de nuevo.

"Eres mi todo, ¿sabes?" Alphonso sonríe.

"Y tú eres mi reina, la mujer que amo desde hace dos años; me devolviste la alegría". Valeria lo besa de nuevo y bajan tomados de la mano; un sirviente toma su maleta y la baja, pero de camino al auto se encuentran con Navila. Esta ve a Valeria con envidia y odio.

"Sotto capo, qué hermoso Se ve hoy", dice y Valeria respira para no matarla allí mismo.

"Gracias, Navila, permiso, debo ir a consentir a mi reina", dice y sale con Valeria para cortar la tensión por las miradas entre Navila y Valeria.

"La odio, ¿por qué tiene que ser tan descarada?" Alphonso se ríe. 

"Celosa, te ves más hermosa". Valeria le golpea el hombro.

"No estoy celosa". Hace un puchero.

"Sí, claro, lo que tú digas, amor", entre risas, suben al auto mientras Navila hace un berrinche.

Un hombre con el cabello castaño, casi rubio, se le acerca.

"La paciencia es un don que nos hace grandes", le dice y ella se frustra.

"Siempre dices lo mismo, padrino, y nada que Alphonso deja a esa perra". La piovra sonríe.

"Tranquila, pequeña, solo ten paciencia y luego verás que tu padrino siempre cumple". La joven se calma y se va a su casa mientras Alphonso y Valeria se dirigen a un fin de semana soñado. Horas después, los tortolos están en un paraíso de nieve y montañas y la cara de Valeria se ilumina; no puede creer que su vida pasó de oscuridad a luz.

La cabaña está situada en un claro rodeado de altos pinos. La nieve cubre el suelo, creando un paisaje invernal perfecto.

"Bienvenida, Su Majestad". Alphonso hace una reverencia y entran al lugar.

Dentro de la cabaña, una chimenea crepita, llenando el espacio con un calor acogedor. Valeria y Alphonso han decidido tomarse un descanso de sus vidas agitadas y disfrutar de un fin de semana juntos porque no saben cuándo ella pueda regresar de su misión.

Valeria mira a su alrededor; todo es hermoso, el color blanco se adueña del lugar. También hay muebles de madera que contrastan perfectamente. Alphonso la besa y la lleva a su habitación donde, de solo llegar, se comen a besos.

Valeria ahora mira por la ventana, con una taza de chocolate caliente en las manos. 

"No puedo creer lo hermoso que es este lugar. Es como un sueño hecho realidad". La sonrisa de ella es radiante.

Alphonso se acerca a Valeria y, abrazándola por detrás, le susurra.

"Sabía que te encantaría. Necesitábamos esto, un poco de paz y tranquilidad lejos de todo". Valeria lo besa y apoya su cabeza en el pecho de Alphonso.

 "Gracias por traerme aquí. A veces olvido lo importante que es desconectar y simplemente estar juntos".

Alphonso la besa suavemente en su cabeza.

"Siempre estaré aquí para recordártelo. Eres lo más importante para mí, Valeria".

El cielo se va tiñendo con tonos oscuros y la noche cae. La cabaña está iluminada por la luz suave de la chimenea y algunas velas. Han preparado una cena sencilla pero deliciosa. Se sientan juntos en el sofá, disfrutando de la comida y de la compañía mutua.

Valeria sonríe mientras toma un bocado de su comida.

"Esto es perfecto. No podría pedir nada más".

Alphonso sonríe y la mira con ternura.

"Yo tampoco. Cada momento contigo es un tesoro".

Después de la cena, deciden salir a dar un paseo bajo las estrellas. La nieve cruje bajo sus pies mientras caminan de la mano; el viento frío pega en sus caras y hace el momento más mágico aún.

Valeria, mirando el cielo estrellado, agranda sus ojos y suspira; le da gracias al cielo por haber puesto a Alphonso en su camino.

"Es increíble cómo, incluso en medio de la nada, el universo puede ser tan hermoso", dice Mara Villada.

Alphonso aprieta su mano y la mira a sus hermosos ojos.

"Así es como me siento contigo. No importa dónde estemos, siempre encuentro belleza en ti; eres y siempre serás mi reina". Valeria sonríe embobada, enamorada.

Valeria detiene su sonrisa y lo mira a los ojos.

"Alphonso, te amo. Más de lo que las palabras pueden expresar, jamás haría algo para dañarte. ¿Sabes? Hoy te elijo a ti por encima de mí", dice y él sonríe sin saber la realidad de las palabras de Valeria y el peso que tienen; es demasiado grande ese juramento para ella.

Alphonso acaricia su mejilla y luego la besa.

"Y yo a ti, Valeria. Eres mi todo".

Se besan bajo el cielo estrellado, sintiendo que en ese momento, nada más importa. Solo ellos dos, juntos, en su pequeño rincón de felicidad en este momento único y mágico.

Alphonso la besa y la lleva adentro, donde terminan en el sofá con besos y caricias; la ropa cae y ella ahora gime encima de él. Ella lo besa moviendo su pelvis y haciendo que enloquezca mientras él está hundido profundamente en ella.

"Mierda", dice mientras siente cada uno de sus movimientos. Valeria es pasión pura, es fuego, es amor intenso.

"Te amo, mía Regina", dice y la detiene para ser él quien ahora mueva sus caderas; se empuja contra ella una y otra vez, se hunde mientras el sonido acuoso y de chapoteos se oye por la mezcla de ellos dos juntos. Sus cuerpos reaccionan al otro.

"Oh, Alphonso, te amo, amor... Ah," Valeria está cerca, al igual que él, quien amasa sus gemelas y las devora mientras sale y entra como demente de ella; esa mujer es fuego, pasión, es de todo.

El mundo se detiene para ellos y la cúspide del placer los alcanza a ambos, mientras líquidos corren por sus cuerpos mezclados.

"Mía Regina" 

"Il mio re"