Morí sin ruido,
sin gloria,
sin despedida.
Y cuando abrí los ojos…
ya no eran míos.
Ahora respiro con un corazón ajeno,
camino con la piel del demonio,
y cargo el nombre que el mundo teme susurrar:
Ryomen Sukuna.
Fui humano.
Ahora soy maldición.
Y mientras el poder ruge dentro de mí como un fuego indomable,
me pregunto:
¿será esta mi condena…
o mi segunda oportunidad?
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Capítulo 13: Cazadores de Reyes
Escena 1: La reunión de los altos mandos
El ambiente era denso en el cuartel principal de Jujutsu Tech, en Kioto.
Siete figuras se encontraban reunidas en la gran sala sellada, donde los líderes de la asociación jujutsu debatían sobre los eventos recientes. En el centro, una proyección maldita mostraba el desastre del dominio de Victor en Osaka, una ciudad ahora marcada con cicatrices imborrables de maldición.
—¿Estamos seguros de que no fue Sukuna quien causó esa destrucción? —preguntó uno de los líderes, con voz dura.
—Negativo —respondió Mei Mei, con expresión grave—. El poder fue de Sukuna, pero el control fue… de Victor.
Uno de los ancianos golpeó la mesa.
—¡Eso es peor! Significa que ahora hay otro que puede igualarlo.
Shino, un hechicero antiguo con sabiduría sellada durante siglos, murmuró:
—No. Significa que hay un nuevo Rey. Y donde hay un nuevo Rey, habrá quienes lo quieran muerto… y otros, que quieran servirle.
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Escena 2: Despertar bajo vigilancia
Victor despertó en la enfermería del campus principal. Sentía como si hubiera corrido diez maratones con los huesos rotos. A su lado, Yuji estaba dormido, roncando levemente, y Megumi leía un libro en silencio.
—¿Cuánto tiempo…?
—Tres días —respondió Megumi sin mirarlo.
—¿Estoy… bien?
—Eso deberías decirlo tú —dijo Gojo entrando a la sala con una bolsa de mochi—. Pero al menos estás más bonito que hace tres días.
Victor intentó sonreír, pero su alma todavía dolía.
—¿Qué pasó después?
Gojo lanzó la bolsa a Yuji, que se despertó de un sobresalto.
—Geto se dejó ver —respondió el hechicero de ojos vendados—. O mejor dicho… Kenjaku en el cuerpo de Geto.
Victor se sentó con esfuerzo.
—¿Qué dijo?
Gojo se apoyó contra la pared, serio.
—“Ha nacido el verdadero Sukuna, pero no es el que yo necesitaba.”
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Escena 3: Nuevos enemigos
En un rincón lejano del mundo, en un templo maldito que no aparecía en ningún mapa, Kenjaku se encontraba ante un círculo de nuevos villanos.
Todos eran hechiceros revividos de eras pasadas: Hoshiguma, el devorador de almas; Inugami, el domador de bestias demoníacas; y un nuevo personaje: Reika, una ex-alumna de Jujutsu Tech exiliada por practicar técnicas prohibidas de manipulación del karma.
—La maldición ha tomado forma humana —dijo Reika—. Si ese chico sigue vivo, romperá el equilibrio.
Kenjaku sonrió, poniendo una de sus manos sobre una urna sellada con talismanes:
—Por eso convocaremos a los Cazadores de Reyes.
La urna se abrió. Una energía tan antigua como el origen de las maldiciones se esparció. Voces susurraron desde la oscuridad.
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Escena 4: Preparativos en Jujutsu Tech
Mientras tanto, Victor caminaba por los jardines con Maki. Ella, con su estilo directo, le lanzó una katana envuelta en tela negra.
—¿Qué es esto? —preguntó Victor.
—Tu arma.
—Pero yo uso energía maldita, no espadas.
—Entonces aprende a usarlas también. Si tienes el cuerpo de un rey, tienes que aprender a matar como uno.
Victor desenfundó la katana. Sintió que su energía maldita vibraba en sincronía con la hoja. Algo dentro de él despertó.
—¿Esta katana tiene... maldición?
—No. Tiene historia. Fue forjada por un clan que sirvió a Sukuna hace mil años.
Victor la sostuvo con respeto.
—¿Quién era Sukuna... antes de todo esto?
Maki lo miró, seria.
—Una calamidad. Pero tú aún puedes elegir ser algo distinto.
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Escena 5: Sombra entre sombras
Esa noche, Victor no pudo dormir. Al cerrar los ojos, lo vio: Sukuna, sentado sobre un trono de cráneos, con la sonrisa de siempre.
—¿Estás orgulloso, mocoso?
—No me importa lo que tú pienses.
—Mentira. Te importa más de lo que crees. ¿Quieres un consejo?
—¿Desde cuándo das consejos?
—Desde que tú eres yo… y yo soy tú.
Victor se quedó en silencio.
—Vienen por ti —dijo Sukuna—. Hechiceros antiguos. Malditos que ni siquiera yo enfrenté en mi tiempo. Y lo peor… es que entre ellos hay uno que alguna vez fue mi aliado.
Victor tragó saliva.
—¿Quién?
Sukuna se acercó con una risa cruel.
—Un Rey. Como tú. Solo que él… nunca perdió su humanidad.
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Escena 6: Declaración de guerra
Al amanecer, un cuervo maldito llegó al campus. En sus patas, un pergamino grabado con sangre.
Gojo lo tomó, y al leerlo, sus ojos se encendieron con furia.
—¿Qué dice? —preguntó Yuji.
Gojo lo lanzó al suelo. Victor lo recogió.
Solo había una frase escrita:
> “Entregadnos al Rey o preparad el mundo para la guerra. Tenéis siete días.”
Capítulo 13 (Parte 2): Cazadores de Reyes
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Escena 7: Los Susurros del Pasado
En la madrugada siguiente, Victor caminó por los pasillos del campus, aún con el pergamino de amenaza en sus manos. Sentía como si cada palabra estuviera impregnada de maldición. El aire era más frío, y su instinto lo alertaba: algo o alguien lo vigilaba.
—Victor —susurró una voz femenina detrás de él.
Era Shoko Ieiri, con un cigarro apagado en la mano. Tenía una expresión seria, más de lo usual.
—¿Sabes lo que significa esto, verdad?
Victor asintió.
—Van a venir por mí.
Shoko miró al cielo, apagado por nubes negras que no eran naturales.
—No solo por ti. Vendrán por todos. Por Yuji. Por Megumi. Por cada hechicero que se oponga. Esto… ya no es solo un juego de maldiciones.
Victor apretó el pergamino en su mano.
—Entonces habrá guerra.
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Escena 8: Consejo en la Oscuridad
Al otro lado del país, bajo una montaña cubierta por niebla, un templo oculto recibía a los Cazadores de Reyes. Los convocados se arrodillaban ante Kenjaku, quien vestía ropajes ceremoniales antiguos.
Reika, la mujer de cabello blanco y ojos carmesí, sonrió al observar la silueta de un nuevo aliado: Daigo Rokujo, antiguo ejecutor del Clan Fujiwara, despiadado y sin moral.
—Pensé que estabas muerto —le dijo Reika.
—Lo estaba. Pero me trajeron de vuelta… para matar al nuevo “Sukuna”.
Kenjaku levantó una mano, y todos guardaron silencio.
—Victor… no es un simple recipiente. Es un reencarnado. Un alma externa. Una variable que podría destruir este equilibrio podrido que tanto me costó construir.
La sala se iluminó con círculos mágicos y maldiciones antiguas.
—Partid. Tenéis siete días para cazarlo… antes de que él nos cace a todos.
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Escena 9: Una conversación con Gojo
Gojo Satoru se sentó en el tejado con Victor, ambos mirando las luces de Tokio a la distancia. El ambiente parecía tranquilo, pero la tensión era evidente.
—¿Por qué me ayudan? —preguntó Victor—. ¿No soy el enemigo? ¿No debería odiarme?
Gojo sonrió, pero sus ojos ocultos brillaron con intensidad.
—A veces, las piezas del ajedrez se mezclan. Tal vez eras el Rey Negro. Pero ahora estás en casillas blancas. Y si algo he aprendido es que, incluso los monstruos, pueden decidir ser humanos.
Victor bajó la mirada.
—Tengo miedo.
—Eso es bueno —dijo Gojo—. Los tontos no sienten miedo. Los valientes sí. Y si tienes miedo… entonces estás más vivo que nunca.
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Escena 10: El Juicio del Clan Zenin
Mientras tanto, en el corazón del Clan Zenin, una reunión de emergencia tenía lugar. Naoya Zenin, resucitado por medios malditos, ahora lideraba la facción más radical del clan.
—Victor debe morir —dijo con frialdad.
Una joven interrumpió la reunión con pasos firmes. Maki Zenin entró empuñando su lanza.
—Si tocan a Victor, tendré que exterminarlos de nuevo. Uno por uno.
Naoya sonrió con burla.
—¿Defiendes a un monstruo?
—No. Defiendo a alguien que aún tiene salvación. Más de lo que puede decirse de ti.
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Escena 11: Noche sin Luna
Esa noche, Victor tuvo otro sueño. No era Sukuna quien lo esperaba esta vez, sino una sombra sin rostro, rodeada de máscaras rotas y sangre congelada.
—¿Quién… eres?
—Soy lo que queda del primer Sukuna —respondió la sombra—. La parte que fue olvidada, enterrada, destrozada.
Victor lo miró, sintiendo escalofríos.
—¿Por qué me hablas?
—Porque tú me heredaste algo más que poder. Heredaste mi culpa. Mi condena.
La sombra lo tocó en el pecho.
—Y si no encuentras tu camino… te consumiré desde dentro.
Victor despertó bañado en sudor. A su alrededor, flotaban papeles malditos, todos marcados con el mismo ideograma: "Caos."
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Escena 12: Preparación para el choque
El campus se convirtió en un cuartel militar. Yuji, Megumi, Nobara y Panda entrenaban sin descanso. Victor observaba a cada uno con creciente respeto. Sabía que no eran simples estudiantes. Eran guerreros. Familia.
Inumaki le entregó una bolsa de arroz y dijo con una sonrisa:
—Salmon.
—¿Qué significa eso?
—Es su forma de decir que confía en ti —explicó Panda.
Victor apretó los puños.
—No voy a dejar que mueran por mi culpa.
Desde un balcón, Gojo los observaba, serio.
—Solo quedan tres días.