Loreley Cáceres una mujer de 28 años será sorprendida por la propuesta de del guapo y seductor Cristopher Matiz.
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Ignacio Ibáñez
Ignacio
Por fin descubrí de quién se trataba la mujer esa de primito, ya que estos días estuvo muy ocupado con ella, pude escabullirme a su oficina donde encontré el contrato que tiene con ella. Vaya que mi primito está lleno de sorpresas, hacer un contrato con una mujer para que sea su amante jajaja pensé que con su dinero, porte y fama no tendría que rebajarse a conseguirse una cualquiera y menos alguien como ella, es linda pero algo gorda, creí que tendría mejor gusto que eso, pero veo que me equivoqué. Sabía que se encontraban en su casa los fines de semanas, pues había oído una conversación entre él y mi hermano. Tenía un plan que no podía fallar, el primer paso era conseguir acceso a su casa, lo cual logré gracias al trabajo, ya que tuve que llevarle algunos papeles entonces los guardias me conocían, todo estaba listo para la segunda parte del plan, sólo tendría que esperar hasta el sábado, oh querida Loreley vas a conocer lo que es un hombre de verdad.
Christopher
Habían pasado tres semanas desde lo del hotel, mi bella princesa se encontraba mejor, ya que me dijo que si su amiga la hubiera visto así la habría regañado y dado un golpe, además tenía que pensar en su mamá, verla triste hacía que se sintiera mal, el padre de Lola empezó a trabajar hace una semana en una de mis empresas y era muy bueno en lo suyo. Yo por otro lado, volví casi por completo al trabajo, y digo casi, porque no podía quitar de mi cabeza a Loreley, y todos los días la llamaba para saber de ella, que hacía y como estaba.
Desde que todo esto ocurrió no hemos podido estar juntos a solas, no se lo había mencionado porque sólo quería que estuviera bien, pero me hace falta tenerla sólo para mí, besarla, acariciarla y otras cosas. Este sábado por fin volveríamos a estar juntos, y no sólo me alegro por el sexo, que si me sigue fascinando, sino también por verla, ver su sonrisa, despertar con ella, todo eso y más.
Fuí hasta su casa ese sábado temprano en la mañana, ya que ahora su madre sabía que ella y yo teníamos algo, así que ya no teníamos por qué "escondernos".
-Hola guapo- dijo ella al abrir la puerta de la casa
-Hola preciosa, ¿cómo estás?
-Bien, pasa
-¿Y tu madre?
-En el patio con Angélica, gracias por la silla de ruedas, por cierto
-Por nada, lo hice con gusto
-Vamos, te llevo para que la saludes
-Sí claro
Pasé al patio donde ví a Cristina hablando animadamente con la enfermera.
-Hola querido- me sonrió se veía frágil
-Hola Cristina, ¿cómo estás?
-Bien y tú?
-Bien
-Vienes a llevar a mi hija al trabajo, no?
-Si así es
-Bueno vamos! Ya estoy lista
-Claro
-Adiós mamá y Angélica
-Adiós hija, adiós Chris
-Adios Cristina
Ya en el auto tuvimos una pequeña conversación con Loreley, ya que había algo que causaba dudas.
-Tu madre ella, qué es lo que sabe?
-Mmm bueno, sabe que tú y yo somos algo más que amigos, no sabe lo del contrato, si es eso lo que te preocupa, pero sospecha que el "ir a trabajar" es una excusa para ir contigo, claro no hace preguntas para no incomodar.
-Ah ya veo, tu mamá es alguien lista, ¿verdad?
-Pues sí, lástima que no salí a ella
-Qué? ¿Por qué dices eso?
-Por nada olvídalo- noté tristeza en ella
Mientras yo seguía manejando, ella recibió un mensaje, tomó el celular y pude ver el nombre de Mario en el identificador ¿Quién diablos es? Tranquilízate, me dije, eso no es asunto tuyo, aunque me rondó la cabeza todo el camino, además, el hecho de que ella le respondiera con una pequeña sonrisa me molestó aún más.
Llegamos a casa, aunque me moría de ganas de hacerla mía de nuevo, no quería que pensara que era una especie de monstruo que no entendía qué estaba pasando un mal momento, así que traté de no forzar nada, pero entonces ella me sorprendió saltando a mi espalda mientras besaba mi cuello.
-Te extrañé tanto- susurró en mi oído haciéndome estremecer
-Y yo a tí- la llevé a la habitación cargándola en mi espalda
Cuando llegamos, ella se soltó, me giré hacía ella, la tomé de la cintura atrayéndola a mí, comenzamos a besarnos apasionadamente mientras nos quitabamos la ropa mutuamente, nos entregamos con mucha pasión durante horas, paramos para almorzar ya que estábamos muertos de hambre y luego volvimos a hacerlo durante la tarde. Cuando ya estaba oscureciendo, veíamos una película en el sofá, me llegó un mensaje de Alberto, me pareció extraño ya que desde que estaba con Loreley nunca me molestaba el fin de semana.
📩Oye primo surgió una emergencia en la empresa, tienes que venir, es muy urgente
📩Ok voy para allá
No iba a indagar más porque sabía que si mi primo me llamaba era algo importante, pero aún así algo aquí no se sentía bien. Le expliqué la situación a Lore, ella lo entendió, aunque me resultó muy difícil alejarme de ella y más así vestida, sólo con mi camisa y su tanga, pero sólo serían unos minutos, esperaba, me bañé y cambié, fuí hasta mi auto y comencé a manejar ha la empresa, pero no sé, digamos que un presentimiento hizo que detuviera mi auto y llamara a Alberto.
📲Hola?
📲Hola Alberto estoy llendo para la empresa
📲Mmm y para que? Hoy no es tu día libre? ¿Pasó algo con la empresa o con Loreley?
Sus palabras me dejaron en shock, ¿estaba jugando conmigo acaso?
📲Es una broma? Porque no me causa nada de gracia
📲¿De qué hablas?
📲Me acabas de enviar un mensaje sobre que vaya a la oficina por un problema
📲¿Qué? ¿De qué hablas? Yo no te envié nada
📲Pero te estoy diciendo que lo hiciste es tu número
El se quedó callado, supongo que revisando su teléfono, haber si de verdad envió algún mensaje
📲Primo ese mensaje no lo envíe yo, Ignacio, él tenía mi celular hace un rato
📲¿Él está contigo?
📲No, salió hace un rato largo después de haberme devuelto el teléfono, tú crees que él...
No le dí tiempo a terminar, colgué el teléfono, dí vuelta el auto, manejé de vuelta a casa a toda prisa, cuando llegué, entré sin siquiera hablar con el guardia de la puerta y la escena que ví me llenó de irá, enojo y todo lo que le sigue, voy a matarlo.
Loreley
Tres semanas después del atentado me sentía un poco mejor, sabía que Lola no hubiera querido verme así, por eso traté de reponerme para darle gusto, gracias a Chris, Ana estaba más tranquila debido al trabajo que le dió a su padre, porque sino tal vez ella hubiera tenido que dejar la escuela tal y como lo hizo su hermana cuando murió su madre.
Chris y yo nos veríamos hoy, me había dado mi espacio estos días y se lo agradecí desde el fondo de mi alma, pero lo extrañaba y mucho. Pasó por mí, entró a casa y saludó a mi madre luego de una pequeña plática salimos de la casa y subimos al auto.
Pensé que había sido una lástima que no salí tan lista como mi madre, porque ella nunca se hubiera enamorado de alguien que no estuviera a su alcance.
Cuando estamos en el auto, Mario me envió un mensaje de texto, estuvimos hablando desde que me pidió mi número aquel día, incluso le conté sobre lo de mi amiga, era un hombre guapo y dulce, pero mi corazón ya tenía dueño, eso también lo sabía, además, él estaba enamorado de una chica del trabajo, pero no se animaba a hablarle, también me pedía consejos sobre eso, era un buen amigo.
Cuando llegamos a su casa lo noté algo raro, al parecer no sabía cómo comportarse, parecía un adolescente nervioso por su primera vez, me dió tanta ternura que no lo resistí más, salté a su espalda y besé su cuello.
Fuimos a la alcoba e hicimos el amor durante horas, lo extrañaba tanto que no pude resistirme ni un poco a estar con él, almorzamos, lo volvimos a hacer y luego estábamos mirando televisión cuando le llegó un mensaje de su primo, algo de la empresa, él me lo explicó y obviamente lo entendí, después de todo ese era su trabajo.
Unos minutos después de que Chris se fuera, me puse a lavar algunas cosas en la cocina, cuando una voz que no reconocí me hizo girar algo asustada.
-Hola- dijo el hombre alto, grande y atractivo, aunque no como mi Chris, pero con mirada sombría
-Ho... hola eh... lo siento, quién eres?
-Ah yo soy el primo de Christopher, por eso los guardias me dejaron pasar, porque ya me conocen
-Ah claro
-Un gusto, Ignacio Ibáñez
Estiró su mano hacía mí, desde detrás de la barra de la cocina, yo lo recibí y lo saludé cordialmente.
-Loreley Cáceres
-Si lo sé