Teodoro, llega temprano del trabajo, en su mano lleva un hermoso ramo de flores, cuando abrió la puerta de su habitación, vio a su mejor amigo con su esposa en la cama matrimonial en pleno acto.
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II. Todo se derrumbó.
Teodoro pudo ver como ante sus ojos todo su mundo se derrumba bajó sus pies, el cómo sus pulmones dejaron de funcionar por un momento, y empieza a reclamarle por oxígeno, le está costando respirar, quiere llorar, pero las lágrimas no salen.
Se quedó totalmente en blanco, ni en millón de años lo vio venir, ni siquiera lo pensó a lo mejor estaba tan sumergido en su trabajo que no supo ver las señales.
¿Qué está pasando?, ¿qué mal o daño pudo haber hecho en esta vida?, ¿por qué?, su mente se empezó a llenar de múltiples preguntas que su corazón no supo responderle.
En un rápido movimiento se volvió sobre sus propios pasos, tomó su saco junto con las llaves del departamento, el portafolio del trabajo y por último, antes de tomarlo lo pensó lo dudo, pero aun así decidió llevarlo con él.
Salió rápidamente del departamento en completo silencio, podía sentir sus pies pesados, llegó de nuevo al ascensor, pensó en tomar su teléfono y marcarle a su mujer para averiguar qué carajos es lo que está pasando. No, no es el maldito momento, ahora debe de reflexionar las cosas con claridad, si no quiere hacer una verdadera locura, primero debe intentar controlarse. ¿Ahora a dónde va?, su trabajo no es una opción, un motel no tiene efectivo, todas por esas malditas flores... Las flores, se dio un zape en la frente, se las olvidó por completo de recogerlas, se quedaron en el departamento y tampoco cree que es buena idea a volver por ellas y no quiere aparecer en el noticiero por haber golpeado a su mejor amigo y a su futuro exesposa. exesposa, esto sí que es una mala jugada del destino.
¿Cómo diablos es que no lo vio venir?, se cubrió los ojos con la mano para evitar llorar en ese momento.
Las puertas del ascensor se volvieron a abrir de nuevamente, se subió en el accionó el botón número cinco, está vez solo duró unos breves segundos dentro del ascensor, se bajó una vez más, se preguntó así mismo sí su vecina ya habrá vuelto de hacer los mandados, de seguro no. Lo pensó por un instante, por qué tiene que molestar a su vecina con sus problemas personales, debió de haber ido a la casa de sus padres, cierto le avisaron que se iban a una especie de retiro espiritual. A lo mejor a la casa de su hermano mayor, no el pobre ya tiene bastante con lo que puede lidiar, su hermanita si claro ambos compartiendo un cuarto de la universidad. Esto sí que es una mala broma.
Apoyó la espalda contra la pared aún lado del departamento de su vecina, se fue desamorando de a poco hasta caer al suelo, unas ganas terribles de romper cosas, le hierve la sangre de la ira y la frustración que va siendo cavidad de sus emociones.
- Teodoro, ¿qué te pasó?- pregunto con suma preocupación su vecina al ver en el estado que se encuentra su vecino.
Hasta hace unos momentos lo había visto con una inmensa alegría y felicidad, y ahora se lo ve como si un camión lo hubiese pasado por encima.
- ¿puedo pasar un minuto?- pregunto en cambio, la mujer se quedó estupefacta al notar una mezcla de decepción y tristeza en la mirada café del hombre.
- si claro por supuesto.- respondió saliendo de su trance.- adelante.
-¿qué pasó mamá?, ¿por qué no abriste la puerta todavía?- pregunto la adolescente detrás de la señora que viene cargando con unas cuantas bolsas de compras llenas de mercaderías, fue justo en ese momento que se percató de la presencia de su amigo, el vecino del piso de arriba.- y a ti que te pasó te ves como si un camión te paso por encima.- directa, si hasta hace unos momentos lo había visto todo cursi y romántico por querer para un tiempo a solas con su esposa.
- Roxana.- su madre uso el nombre de la adolescente en forma de regaño, Teodoro se rio de la ironía de la vida.
- ¿tan mal me veo?.- se preguntó asimismo cabizbajo.
- tan mal yo no lo diría.- buscando las palabras exactas para describir la situación de Teodoro.- te ves como que te caíste en charco de lodo, pero te diste cuenta de que no era lodo.- dijo sincera, su madre la miró con una mirada severa.-¿qué?- se encogió de hombros.
- si creo que lo mejor será que me vaya a un motel.- dijo levantándose del suelo mientras se sacude la ropa.
- no te muevas de ahí Teodoro.- le señaló con el dedo índice, el hombre se quedó quieto obediente.- tu niña abre la puerta y acomoda las cosas.- demandó.- y prepara un vaso de agua con azúcar y después ayúdame a preparar el almuerzo.- pidió.
- Si, señora.- la adolescente imitó el saludo que hacen los soldados hacia una rango superior a ellos.
Esther, el nombre de la vecina paso su brazo por detrás del hombro de Teodoro, ayudando al hombre que ingresé adentro. Una vez adentro lo hizo sentar en el sofá para tres personas de un color marrón oscuro. Roxy la jóven adolescente le tendió el vaso de agua, como le ordenó su madre anteriormente y luego se volvió para la cocina para hacer el resto que le pidió su madre.
- Esther.- llamó por el nombre de la señora.- ella ...- trago en seco para deshacerse del nudo en la garganta que se le está formado, la vecina lo miro y espero pacientemente a que le dijera que es lo que está pasando con exactitud.- ella está con mi mejor amigo.- soltó.
- ¿cómo?- cerró los ojos con fuerza presintiendo con antelación la respuesta de Teodoro.
- juntos en la cama.- limpiandose la cara al darse cuenta que le están cayendo las primeras lágrimas de sus ojos, cuando a su mente volvió aquel recuerdo que vio unos minutos atrás.
- ahí Teodoro.- lo rodeó con sus brazos por la cabeza del hombre dandole un fuerte y cálido abrazo queriendo transmitirle seguridad y protección para alejar cualquier mal.