Las mentiras fueron tantas que pocas eran las que recordó.
Aquellos ojos vacíos miraron con nostalgia el cielo oscuro y lleno de estrellas, esa noche, su cuerpo dolió. El sonido de las sirenas policiales, los pasos apresurados que pasaron por todos lados, quedando solo una figura a la espera de algún movimiento.
—No, no, no, por favor no —una voz masculina fue la que identificó. Sus párpados comenzaron a cerrarse, pero logró saber de quién se trató. Una voz nueva se presentó al dar una orden y volver al silencio donde las luces y sirenas molestaron.
—¡Moveros de una vez, y llevadla a la ambulancia! —demandó aquel hombre. La decepción recorrió por su cuerpo adolorido, aunque con ansias quiso abrir sus ojos, le fue difícil intentarlo. Ya sus brazos flaquearon y sus heridas dejaron de doler para comenzar a recordar.
Deseaba no haberle causado esos sentimientos de confusión y decepción, La decepción siempre estaría presente, tanto en su interior como en los demás al mirarle. Pero la imagen de ese hombre volvió nuevamente, no hubo dudas en ella misma que, al menos, su objetivo estaba hecho.
Cumplió con el plan que se había propuesto a cumplir con fervor, por muchos sucesos y personas que conoció, había valido la pena usarlos para encontrarlo. Y aunque aquel inspector haya sido un desvío con gusto, no se arrepentiría de haber formado sentimientos que quedarían en un vacío que nadie llenaría.
La seguridad en ella misma había vuelto y estaba lista para irse ya de la ciudad de Los Santos...
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