Episodio Dos

...Pistola...

—Espero que no hayan hurgado en mis pertenencias —nerviosa, caminó por los pasillos de la comisaria siguiendo al policía.

—No tendemos a hacer ese estilo de cosas pero no puedo asegurarlo, señorita —el muchacho lucía igual que ella pero no había razón para que lo estuviera.

Era verdad que habían encontrado la carpeta, lo que en ella había era lo que tomaba por curiosidad a la mayoría de los policías que pasaban por allí y veían algo celeste guardado.

—Es de muy mala educación hacer ese tipo de cosas, ¿Puedo hacer una denuncia? —dijo en el momento en que llegaban a la parte principal del lugar.

Era la recepción, el policía se colocó detrás del mostrador, agachándose en busca del portafolios. Toda la comisaria estaba vacía, no había ni gente de las dos partes.

—No es denunciable, es un objeto extraviado, lo único que podemos hacer es revisar las cosas por si se encuentra un nombre o número del dueño —contestó mientras seguía buscando, hasta que vio lo celeste en un montón de cosas oscuras—, aquí está, todo suyo.

Las manos de Khione temblaron un poco al recibirlo, la duda y el miedo de que hayan visto lo que allí guardaba seguía estando, a pesar de que el policía se mostrase tranquilo.

—Muchas gracias, que tenga buen servicio —le agradeció abriendo de a poco el portafolio y sentándose en las butacas que había—. ¿Podría tramitar mi documentación?

—¿No es ciudadana? De hacerlo, podremos —pacientemente y un poco más tranquilo al ver la reacción de ella, la miró.

—No, me mudé hace un día e iba hacia el ayuntamiento antes de que Seguismundo me choque-

Paró de hablar al darse cuenta de una cosa, y esa era que tenia el momento perfecto para poder informar sobre el secuestro que había tenido y de aquel hombre. Pero… ¿Le pasaría lo mismo que la mujer policía de antes?

—¿Señorita, se encuentra bien? —y está vez reaccionó bien hacia el tacto de la palma del joven hacia ella.

—S-si solo me había quedado pensando un poco, quiero hacer mi documentación ahora, si no es de mucha molestia. Así a este portafolio no lo usaría mas y tampoco lo perderé —soltando una risita, giró a mirar bien al muchacho.

Ojos marrones, alto y un poco flaco, lucía pálido y su tono de cabello había llamado la atención de Khione. Un policía platinado.

—Claro, solo que en este momento la persona que se encarga de ello no esta. El comisario Volvo es quien puede ayudarte en estos momentos, creo, déjeme preguntar —rascándose su nuca, volvió a recepción en el momento en que entraron mas civiles.

—Desde luego —dijo para quedarse sentada mientras que los demás gritaban las denuncias que querían hacer.

Algunos eran por robos y algunas peleas callejeras.

—¿Señorita Khione? Pase a mi despacho, por favor —aquella voz un tanto gruesa se escuchó en el momento que la puerta de comisaria se abría.

El comisario que llevaba una camisa gris le abrió la puerta que los llevaría a un pasillo y luego una sala. Con sillones individuales y una variedad de cafés, la guió hacia la izquierda, donde una oficina un tanto apagada residía en el momento.

Todo era de madera, hasta la pared lo era, raro porque nunca había quedado con la estética que tenia la comisaria completa.

—Veo que no le ha sucedido nada grave, tome asiento —demandó mientras cerraba la puerta detrás de ella.

—Por mucha suerte que tenga… si, me encuentro un poco bien —regalándole media sonrisa, se sentó en una de las sillas que había frente al escritorio.

—Bien, me han informado que quieres hacer tu documentación en este momento —habló en el mismo momento en que corría la silla para sentarse cómodamente y mirarla desde allí.

—Si, me quedare por un buen tiempo y para quedarme en el trabajo que tengo, necesito ser residente de aquí-

—Supongo que ya tienes donde quedarte, debes darme tu dirección y demás datos —le interrumpió, colocándose derecho, comenzó a teclear en su ordenador.

—Claro, es aquí —buscando los papeles del apartamento donde se quedó, sacó una fotocopia del contrato, donde allí se encontraba la mayoría de información.

—¿Es usted sola, cierto? —preguntó mientras seguía tecleando.

—Así es —cruzando sus dedos entre ellos, miró toda la oficina.

—¿No tiene familiares, señorita Takidashi? —alzando su ceja derecha, dejó a un lado el papel.

—Tuve pero se fueron hace bastante tiempo, mis hermanos se quedaron en mi ciudad natal y sé muy poco de mis padres, no tengo buena relación con ellos —y sin darse cuenta, des ventiló una parte de su vida.

—Vale, ¿Tiene antecedentes? Es raro encontrarse una chica con un apellido japonés en esta ciudad —intuyó sin mirarla.

—Bueno, que sepa, no he hecho nada malo. Por el momento no tengo vehículo y estoy fresca en esta ciudad —soltó con una mueca, que mas que nada había querido salir como una sonrisa pero por lo que se vio, el comisario no estaba para ello—. Disculpe, ¿Podría saber su nombre? Sé su apellido pero-

—Con que sepa usted de mi rango y mi apellido está conforme —como si fuera un instinto de defensa en su sistema, esquivó bastante bien la pregunta.

Khione asistió en silencio, no podía creer que se encontraba en la oficina de un comisario tan frívolo, y eso que su rostro no se mostraba como lo fue.

—Vale, ya estas ingresada al sistema, de ahora en adelante eres parte de esta ciudad por lo que si cometes alguna falta, podrían buscarte por la web de ciudadanos y colocarte las multas que hayas cometido. Su DNI llegara a su domicilio en unos diez días hábiles, se necesitará de una firma y una foto suya pero eso no es aquí donde se hace, es en el ayuntamiento —paró de hablar para escuchar los murmullos que fuera de la oficina se decían, cosa que en su rostro se mostró la mera confusión—, como decía, ya conoce la comisaría, ante cualquier emergencia, ya puedes ir-

—¡Oscar, tío, que puto asco! —interrumpieron en la sala un par de voces chillantes—, Oh, que Volvo está ocupado, será mejor irnos.

—No, descuiden, ya terminamos, fue un gusto y le agradezco por esto —rápidamente, Khione se levantó con prisa sosteniendo con fuerza su carpeta, alzando su mano para estrecharla con el comisario.

Quien en su rostro tenia una duda al igual que el otro agente. Los tres muchachos que habían interrumpiendo en la oficina no hicieron mas que asistir con su cabeza para despedirse de la muchacha.

—Oscar, que estaban solos en la oficina —susurró uno de ellos en el momento en que Khione ya no se encontraba allí.

—¿Qué queréis? —bufando los miró, intentando olvidarse de la chica.

—Hombre, que venimos en son de paz, ¿Por qué ese humor? —se escuchaba que cuestionaban al comisario.

Khione por su parte, se perdió por los pasillos, casi todas las puertas las mantenían cerradas y no había ningún policía que por allí pasase. Por lo que se quedó unos minutos hasta ver que de las dos partes, tanto del exterior e interior, venían oficiales.

—¿Qué hace usted aquí? ¿Esperaba al comisario Volvo? —le cuestionó uno de los muchachos que habían interrumpido en la oficina del nombrado.

—¿Disculpe? ¿Acaso usted no ve que la puerta está cerrada y no pasa ni un muerto? —exclamó sorprendida ante las vueltas que el rubio le estaba dando.

—Que olor a zorra  —murmuró al que se podría identificar como Oscar.

—Pero-

—No deberían de estar aquí —la voz gruesa que antes Khione había escuchado la pudo recordar.

—Gracias por abrir la puerta, estuve esperando como veinte minutos —agradecida y sin haberle tomado mucha atención a lo que el hombre había dicho con anterioridad, se giró para cruzar el umbral.

—Perdone, señorita, pero me gustaría hablar con usted. Si no es mucha molestia, en una sala de interrogatorio ante lo previsto —el hombre con buena barba, alzó su mano para guiarla, incitándola a moverse y volver por donde había querido salir.

—Eh, bueno, me gustaría irme a casa lo más rápido posible —arqueando su ceja, miró a todos tomándose su tiempo para pasar por delante suya—, el olor que hay aquí es más de corrupción que de zorra para su información.

Susurró, asombrando a los que habían tenido la posibilidad de escucharla provocando un poco de risas nerviosas entre ellos.

—¿Qué debo decirles? —preguntó en el momento en que se sentó en la silla que daba contra la pared y mirar tranquilamente a los agentes.

Siendo uno de ellos, Rodríguez.

—¿Sabia usted sobre lo que sucedería con anterioridad luego de llegar corriendo a la entrada de la comisaria? —preguntó sin escrúpulos.

—Claro que no —exclamó horrorizada, temiendo que por si sus palabras implementadas no fuesen las correctas.

—Entonces, ¿Por qué llegó corriendo con la condición que tiene? —sosteniendo una libreta en su mano, comenzó a anotar.

—¿Condición? No sé a lo que usted se refie-

—Has salido del hospital desesperada y tuve que buscarla para entregarle, en primera persona, sus pomadas y receta. La caída fue fea y que haya corrido bastante como para agitarse, significa que lo hacia por una razón, ¿No cree?

—La verdad, para serle sincera, comisario Rodríguez, corrí hasta aquí porque me habían avisado que habían encontrado mi carpeta —dijo mientras ponía en evidencia su portafolio celeste.

—La carpeta la encontraron recientemente —diciéndoselo a si mismo, lo anotó en su libreta sin que ella se diese cuenta—, ¿Tan importante es?

—Pues si, hombre, esta mi acta de nacimiento, donde vivo, papeles de mis familiares. ¿Qué se piensa usted? ¿Qué tengo contratos ilegales? —indignada, comenzó a hablar bastante, al sentirse un poco herida por lo que el policía decía.

—No, no he dicho eso. Al caso, es extraño que usted se haya dado cuenta del francotirador en el edificio antes que nosotros, por lo que dudar es un bien, tengo mis motivos, usted es mujer y cabe la posibilidad de que haya conocido a la oficial y haya intentado matarla o salvarla de alg-

—¿¡Pero qué dices!? —sosteniéndose su sien, miró hacia abajo suspirando en el proceso—, a esa chica ni la tenia de vista, no la conozco, le he dicho que llegue ayer a la ciudad, he pasado por todos los controles y ni ciudadana soy. Dudar de esa manera de mi, cuando en mi historial no hay nada, me hace pensar que usted es el que busca un culpable en donde no hay.

—¿Quién más se hubiera dado cuenta de aquel tirador, señorita? —entrecerrando sus ojos, la miró detalladamente

—Vosotros estabais muy confiados al estar de trajes y fuera del establecimiento, cuando en realidad debieron haber estado en sus vehículos y hacer una fila hasta ir al lugar que debían ir, no esperar fuera. ¿O usted sabia lo que iba a suceder y es por eso que dieron la orden de esperar de aquella manera?

Sus ojos estaban en guerra, no se podían creer lo que el otro creía de la otra, era impresionante como daban vueltas y no concluían nada.

—Bien… el comisario Volvo intentó sostenerte de la muñeca, al mismo tiempo que la bomba de humo empezaba a segar pero te escabulliste y no alcanzó en hacer algo para detenerte —haciendo una pausa para tomar agua y carraspear su garganta, apoyó los dos brazos sobre la mesa, quedando frente a ella, mostrando sus músculos marcados—, ¿Dónde te habías ido con tanta rapidez?

—Mis padres me enseñaron que ante cualquier peligro, debo esconderme donde lo vea conveniente, no sé si quedarme en la comisaria seria la zona más segura en aquel instante, sepa usted que asesinaron a una policía, ¿Qué hubiera pasado si de aquel fierro saliese otra bala dirigida a alguien más, y con otras intensiones?

En la mayoría, Khione tenia razón pero la duda seguía estando.

—¿Eligió, como zona segura, la parte trasera de comisaria? —alzando su ceja, siguió soltando su curiosa pregunta.

—Bueno, no hay edificio por el que me mutilen, solo es una zona poco transitada, ¿Qué hay de malo? —encogiéndose de hombros, soltó un bufido.

—Que la mayoría de las personas hubieran corrido para cualquier dirección y nunca se les ocurriría volver —y está vez se sentó, relajando su cuerpo en el asiento.

Las cámaras funcionaba con normalidad por lo que superiores y demás personas, centrados en las cámaras de seguridad, podrían haber estado  escuchando aquella conversación

—¿Entonces qué hará conmigo? Veo que la duda sigue en usted y mis palabras sigue sin creérselas —encogiendo sus hombros y acurrucándose más en la silla, apoyó su cuello sobre el respaldo—, puedo denunciarle, me esta encerrando en una sala sin evidencias ni delito que haya cometido.

En la misma posición, los dos se volvieron a mirar.

—¿En serio corriste de esa manera hasta aquí? No te veías tan contenta cuando Leónidas había intentado llamar tu atención —volviendo al principio, nunca dejó la libreta.

—Mire —acercándose mas a la mesa, los susurros empezaron a salir por su boca—, no llegue corriendo a la comisaria por esto, tenia miedo porque… unos monos habían querido secuestrarme y ante mi insoportable carácter, logre escapar sin daño alguno pero seguía un poco paranoica por lo que seguí corriendo hasta llegar aquí. No sabia que me quedaba un poco lejos la comisaria pero… eso es todo, comisario.

Y ahora si la historia tomaba un ritmo poco inocente, lo que no cuadraba era el tirador. Ella no podría haber notado aquello, había dicho que de lejos mucho no veía. A no ser que estuviera mintiéndonos.

—Vale, por el pasillo debe estar el oficial Matthew, fue un gusto conocerla, señorita Khione —levantándose, elevó su mano para darle un apretón a la suya.

—Para esto estoy, no me es de ninguna molestia resolver sus dudas, comisario —dijo abriendo la puerta y cerrándola con lentitud.

Caminó por donde recordaba un poco donde quedaba la salida, o por lo menos la trasera, ya que se cruzó con las celdas.

—¿Disculpe, usted es Matthew? —le paró del brazo a un oficial, quien cerraba la reja de un prisionero en el momento.

—¡Ostia, que susto me has pegado! No, soy Jonny, él si es Matthew —señaló a otro que se encontraba guardando unas cajas en un cuarto—. ¿Necesitas ayuda?

—Oh, Rodríguez me ha dicho que un tal oficial Matthew podía guiarme hasta la salida, soy nueva y me pierdo un poco —sonriendo para mostrarse adorable, este asistió.

—Oye, Matt, la chica necesita que la acompañes hasta la salida, ¿Llevas un poco de apuro? Es un poco peligroso ir a esta hora por las calles, los secuestro han aumentado un tanto —gruñendo por no poder girar la llave, resopló luego de hablar.

—Buenas noches —saludó un rubio con ojos celeste, era impresionante la cantidad de rubios que había en la comisaria—, ¿No te sabes la salida y quieres irte sola? Es muy mala idea, te pediremos un taxi asi vas mas segura.

No enamoraba pero su forma de hablar y no solo era eso, de analizar, su inteligencia en un mínimo momento con ese tono, había provocado la guerra dura.

—Vale, como vosotros digáis —cansada y sin ganas de dar vueltas como había hecho en todo el día, se dejó estar.

—Bien, así nos aseguraremos que puedas irte con comodidad —dijo Matthew mientras le quitaba las llaves a su compañero para terminar de cerrar la reja por completo.

—¿Y por qué no me lleváis vosotros? —cuestionó, haciendo que los oficiales se parasen en sus lugares.

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