Mi padre se encontraba en casa, su cabello había cambiado de color recientemente y se le veía el paso de los años en lo cansado de sus ojos. Su barba mañanera se encontraba en su lugar, lo que significaba que él no iba a volver al trabajo.
Me hundí en mi silla, hoy no podría salir.
—¿Estás subiendo tus notas?
Me limité a asentir y a jugar con mi aceituna. No tenía mucho apetito.
—Que bueno, sin embargo, hoy te limito tus horarios normales, vendrán visitas.
La sonrisa de mi padre creció, sus músculos protestaron un poco, el jamás sonreía y cuando lo hacía daba miedo.
—¿Alguien en especial?—Medi mis palabras.
—El hijo del capitán Douglas Robinson, ese chico es el mejor de la escuela militar.
Aquellos chicos eran los típicos estirados que presumían sus logros hasta por respirar, muchos habían desfilado en nuestra casa con el simple hecho de admirar a mi padre. Pero yo era la única que se aburría en aquellas conversaciones que no entendía para nada.
—Quiero que te comportes y te pongas linda, llega tu edad casamentera y puede que este sea el indicado Tracy.
Lo miré incrédula, sabía que mi padre era de la vieja escuela pero esto era totalmente diferente. Él jamás sacaba el tema de casarme ó juntarme con un chico, el que lo dijera me erizaba la nuca y me hacia querer quedarme toda la noche en mi habitación.
—Creí que no querías que me casara.
—Hija, por supuesto quiero que te cases. Pero con un buen hombre.
Su definición de hombre era totalmente diferente a la mía pero no era momento para discutir.
La mañana paso súper rápido y el sol se iba ocultando, Dhapne había elegido inteligentemente no venir a casa, ella podía oler a mi padre a kilómetros. Tome mi celular, prendí los audífonos y la música de Blackpink lleno mis oídos.
Esa música era perfecta para limpiar.
Intente con todas mis fuerzas no moverme pero aquello era involuntario, aquella canción era perfecta. Levanté sillón para buscar el polvo pero algo tapó la vista del sol que me ayudaba a ver.
Me levanté enfadada y miré.
Y desee no haberlo hecho.
El chico que me habia regalado la flor en la Bruja se encontraba en mi sala, levantando una ceja y con una expresión divertida. No lea voy a mentir, me quedé de piedra al observarlo.
Sentí que mi secreto caía a pedazos encima de mi ¿Que hacía ahí? ¿QUIEN LE DIJO DONDE VIVIA?
Tracy piensa con claridad, eso no es importante en ese momento. Nesesitas sacarlo urgentemente de ahí, pero ¿Como?
—Hola, chica coreana, dime ¿Se encuentra tu padre?
La sangre bajó de mi rostro y sentí por un momento huir de la casa, tal vez podría vivir en el departamento de Dhapne hasta que fuera lo suficiente mayor. Seis meses pasaban volando, quizá con crema de maní y pan de caja me pudiera dar los nutrientes suficientes como para sobrevivir ese tiempo.
Mi mente siguió trabajando mientras yo me quedaba mirando al chico, este se burlaba de mi tontamente dando evidencia que si, sabia mi secreto y estaba deseoso de ver a mi padre para soltar la sopa.
—¿Hola? ¿Eres sorda? Oh ya sé ¿Muda?— intento hacer señas con las manos y lo único que salió fue una obscenidad.— Lo siento, debo de comportarme, soy hijo de un capitan en este momento.
Eso detuvo mi lucha interna, ¿Él era el hijo del capitán Douglas?
Y está vez me detuve a mirar.
El chico era un típico cliché, alto, musculoso y guapo. Pero a pesar de aquellos adjetivos, también tenía algunos rasgos de los chicos militares, cabello corto, bronceado y por supuesto, manos grandes.
—¿Eres el hijo de Douglas?
—Si te escuchará, te haría hacer diez incluso si eres mujer.
Rodé los ojos. Conocía ese sentimiento.
—Soy Tracy Morgan.—Le entregue la mano.
—Pensé que eras la chica coreana que tenía buenas caderas. —Mis mejillas se ruborizaron, me había visto. En sonrió con satisfacción, estaba feliz con mi reaccion— Espera... solo he visto esas caderas en...
—¿En donde?—Dije alarmada.
—Ah olvidalo, quizá una niña mojigata como tú ni siquiera conoce el lugar, es para niñas grandes y tu solo eres un Pettit.
Lo miré mal, mi perra interior me dijo que sacara la verdad para dejarlo sorprendido pero me controle. No iba a caer en provocaciones.
—Bueno, al menos puedo vivir sin esteroides.
Se recargo en el marco de los ventanales y me miro, ahí seguía su maldita sonrisa divertida que no iba a negarlo, me afectaba.
Pero no le iba a dar el gusto.
—Eres divertida, tu padre si que sabe tener hijos.
—No puedo decir lo mismo de tu padre, pero gracias por el cumplido.
—No era un cumplido, petit.
Y con eso entro a la casa dejándome boca abierta, era un maldito y al parecer cada poro de su piel me demostraba que el iba a ser un problema de mi vida.
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La incomodidad gobernaba en la mesa, mi padre y el padre del chico a mi lado platicaba gustosamente mientras el y yo nos limitamos a comer.
Lo odiaba, no lo conocía lo suficiente pero ya podía sentir como se me revolvía las tripas con solo mirar su maldita sonrisa.
—¿Que te parece mi hijo, Raymund? ¿Apoco no es apuesto? Es número uno en la escuela militar.
Mi padre se movió incomodo, sabía que deseaba que yo hubiera sido un hombre ó que hubiera elegido la escuela militar como a el tanto le agradaba... pero no, los hubiera no existían y era lo único normal que me permitía.
—Tracy es la mejor de todo Virginia High, de echo esta postulandose para la mejor universidad, Harvard ¿Cierto, querida?
Me limité asentir, no estaba ahí para apoyar un concurso de "quien es el mejor hijo", solo quería huir y dejar que mi vida normal sea eso, normal posible.
—¿Virginia High? ¿Vas en Virginia High?
—Sí, hijo. El buen Raymund nos recomendó esa escuela, al parecer es la mejor. Así que tú y Tracy Irán a la misma escuela.
Detuve mi pelea con la carne cuando el rostro del chico miró en mi dirección. ¿qué? ¿El era el chico nuevo? Sí, mi vida me estaba jugando una broma y lo peor era teníamos tantas cosas a favor que alejarlo iba a ser un problema.
—Sí, ahora pueden estar juntos y platicar sobre la escuela. Ambos deben de ser los mejores. Deben ponernos orgullosos a ambos.
Ahora no tenía que poner feliz a un papá ahora tenia a este par oliendo mi nuca. Simplemente genial, sabia que hoy no era un buen día para levantarse. Intente ocultar mi tristeza cuando el chico –Que aún no me decía su nombre– me auto invito a lavar los trastos.
De mala gana deje que hiciera su voluntad. Primero, hoy no podía ir al cabaret, segundo me encuentro al tipo y se muda a mi escuela. Y para poner la cereza del pastel, mi padre, estaba de casamiento desde que el señor Douglas había llegado.
El parecía contento con la carne fresca que le ofrecían a su asqueroso tiburón bebé.
Cuando pude sentir la seguridad de la puerta lo encare, lo único que quería era salir de aquella pesadilla. No lo quería cerca mío ni ahora ni siempre.
Pero ahí estaba la maldita sonrisa. Me enfurecí y le di una palmada en su rostro, el dejo la risa por una carcajada.
—¿Porque es eso?
—Por verme de esa manera—Si sonaba patética pero era mi única respuesta.
—Creo que eso no fue muy educado de tu parte ¿Así te educó Ray? Puedo ir a preguntarle...
Lo detuve. El sabia que le tenía tanto miedo a mi padre como quizá el lo tuviera.
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