CAPITULO I

La ira de mi padre se mostraba en sus ojos, el no estaba feliz. Su cuerpo erigido demostraba que las calificaciones habían llegado a sus manos y no estaba feliz con mi nueve en Historia.

Era su materia favorita.

—Este comportamiento no es propio de ti Tracy Nave Morgan. —Camino de un lado a otro esperando intimidarme, lo lograba.— Esa calificación solo dice una sola cosa, drogas ó estas copulando con alguien más. Dime.

Trague saliva, ni siquiera yo sabia porque había bajado la nota, estaba completamente segura que la señora O'Connor le tenía el suficiente miedo a mi padre como yo, para no retarlo de esa manera.

—Yo no lo sé, papá. Estaba completamente segura que iba a sacar buenas notas. —Dije en susurro.

—¿Un ocho es una buena nota, Tracy? —Su voz subió dos octavas, estaba segura que la vecina había escuchado su voz.

—Papá, yo...

El se detuvo y me miro, sus ojos me intimidan y hacían que mi corazón quisiera salirse de mi pecho, cuando él me miraba me hacia sentir pequeña. Intente ponerme derecha, como a él le gustaba pero no pude.

—Estas castigada, tu ya sabes que significa eso. No me decepciones, por favor.

Y con eso abandonó la sala y mi nervios se fueron con él.

Mi mejor amiga, que se encontraba en la cocina saco su cabeza y miro a ambos lados. Ella le temía tanto a mi padre que ni siquiera se le aparecía en su camino. Su cabello rosado era la respuesta.

—¿Sé fue el general?

—Si no escuchas sus gritos, significa que abandonó el campo de batalla. —Me senté en el sillón ¿Porque no tenía unos padres normales como los de Dhapne?

—Esta vez fue intenso, Tracy, incluso estaba lista para salvarte.

Negué con la cabeza. Si mi padre veía el cabello rosado de Dhapne, podría explotarle una vena del cerebro o algo.

—Solo complicarias las cosas, Dhap.

Ella mastico su chicle ruidosamente y se acomodó en el brazo del sillón. Ella era mi mejor amiga desde preescolar, pero nunca había sido aprobada por mi padre, entonces ella siempre aparecía y desaparecía cuando escuchaba la voz de mando de mi padre.

Creo que por eso funcionaba nuestra amistad, era bastante escurridiza cuando se lo proponía.

Pero ella era la que le daba chispa en mi vida monótona, ella le ponía la sal y la pimienta que necesitaba para mantenerme cuerda en esta vida solitaria.

Sin embargo, ella no sabía mi secreto. De echo nadie lo sabía y lo prefería de aquella manera, no necesitaba que toda la escuela se enterara que trabajaba en un cabaret de bailarina.

Si, se escuchaba un mal lugar pero nada era como parecía, solo era como arte en baile, o al menos así yo lo veía. Los hombres eran extras, el deseo de sus ojos nos hacia sentir poderosas y la sensualidad del ambiente le daba ese toque picante que necesitába en mi vida.

No esta vida llena de reglas y normas que mi padre me imponía.

Sin embargo, yo no tenía la valentía que mi mejor amiga, yo no podía decir más de dos palabras delante de mi padre y si podía, él hombre objetaba toda mi opinión.

—¿Estás pensando en algo sucio? Tus mejillas...

Instintivamente me llevé las manos a las mejillas, era la única parte de mi cuerpo que era traicionera.

—No simplemente estoy pensando en mi papá—Mentí.

—Huy, alto ahí chica, el asesinato no es legal. Todavía...

—No seas tonta, estoy pensando en cómo le haré para que me deje ir al baile de bienvenida.

Ella me miró con la duda en su mirada, sabia que odiaba esos bailes.

—Oh Dios ¡ Si estás pensando en cosas sucias!— Grito antes de echarse para atrás en una carcajada.— ¿Dime quién es, es Dylan el de tu clase de ñoños ó Albert el estirado de ciencias?

Ambos no eran para nada mi gusto, pero a sus ojos eran las mejores personas. Ya saben el típico chico cliché, músculos, trasero y boca de ensueño. Pero a mi parecer, a mi me gustaban más ¿Lo normal? Chicos lindos, con buen gusto de musica y que para nada pensaran en sexo en la primera cita.

Creo que estaba influenciada por mi padre, después de todo.

—Ninguno, para nada pienso en chicos.

—¿Que, ya te decidiste a entrar a nuestro mundo? Es divertido. —dijo y típico de mi mejor amiga, se pavoneo frente a mi.

Dhapne era esas típicas lesbianas abiertas, coqueteaba con todo mundo pero respetaba cuando decía que no. Y ese era nuestro caso, nunca se me había insinuado y lo prefería de esa manera. No la amaba, pero la respetaba.

—Bien, me atrapaste, necesito aumentar mis calificaciones.

Ella se desplomó en el asiento e hizo cara de sufrida. Dhapne era una dramática total.

—Me aburro hasta la médula y tu solo piensas en calificaciones, pensé que ya me había deshecho de ellas desde hace, no sé, diez mil horas.

La mire, era la última en preocuparse en su futuro. Corrección: Dhapne no se preocupaba en lo absoluto, sus padres liberales tenían un lindo fondo para que su hija hiciera lo que quisiera. Si Dhapne quería ser una diva borracha, sus padres estaban ahí para aplaudirlo.

A veces lo envidiaba.

Jamás había conocido a mi madre, mi padre se encargó de sacarlo de mi sistema incluso antes de dejar el pañal. Él me había criado solo y lo apreciaba, pero como toda niña, necesitaba alguien que me comprendiera y solo obtenía regaños y órdenes.

Pero siempre me recordaba, que debía ser feliz, tenía una casa y un padre, una vida más o menos normal y debía tener la actitud correcta. Al menos tenía el cabaret para distraerme.

—Bien, ya que no me ofreces de comer yo misma lo haré— ella levantó su mano y le hablo— Linda, ahí hay un lindo estofado de camarones que tiene tu nombre, puedes devorarlo para que te crezcan las caderas como las Kardashian.

Asintio con un gesto de aprobación y camino hacia la cocina.

Mire el reloj, faltaban seis horas para escabullirse sobre mi cuarto y correr hacia La Bruja. Unos cuantos bailes y treinta dolares más, hacían que mi vida como hija de un militar tuviera que ser placentera.

Y si, si se lo preguntan. Amo bailar, pero no aquellos típicos bailes que solo te ayudaban a bajar de peso ó a expresarte. Lo mío era más sensualidad, quería expresar mi deseo por el sexo opuesto sin tocarlos. Era fácil, sin embarazos, sin tonterías. Solo expresar algo que no te podía romper el corazón.

—¿Me estas escuchando?—Grito Dhapne.

Me levanté del sillón y camine hacia ella, la cocina se encontraba en un perfecto desorden y sin pensarlo comencé a limpiar lo que ella ensuciaba.

—Esta semana entra un chico nuevo, al parecer es guapo, caliente.

La mire.

— Tú odias esas dos palabras— Le recorde.

—Pues es así de caliente. Tanto como para hacer una lesbiana pensar en cosas con sudor y perdiendo el sentido y todo.

Pase un trapo por la encimera y me detuve el tiempo suficiente para recoger las migajas de pan que dejaba al comer. Era imposible limpiar con la mano, nesesitaba una aspiradora.

—¿Quien te dijo semejante chisme?—Dije.

—Margaret lo escuchó de Morgana y ella lo escuchó de la rectora Jhonson.

—Creo que deberías parar los chismes.

—¿Porque?

—Porque yo como representante del comité estudiantil no he escuchado nada —Me encogió de hombros.

—¿Y que? Quizá no quiere el protocolo que Virginia High promueve. Incluso yo lo pensaría, eso totalmente es vergonzoso.

Y si lo era, daban tu nombre como anuncio matutino y tenías que decir tus gustos por el micrófono. Ni siquiera yo estaba de acuerdo en aquello pero así mandaba el reglamento así que no podía intervenir mucho.

—No puedo hacer nada al respecto.—Dije encogiendo de hombros.

—Bueno, mañana veremos al chico guapo. Ahora, vamos a Dairy Queen por un delicioso helado, muero de hambre.

Me reí.

—Te comiste todo el estofado.

—¿Me puedes culpar? El capitán Morgan cocina delicioso.

Asenti en aprobación, mi padre no era bueno educando a su hija pero su cocina era de lo más deliciosa.

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