Grité, pataleé como si no hubiera un mañana, forcejeé en la puerta, suplicando, llorando, que me dejaran regresar. Prometí que nunca más volvería a ser insolente, lloré hasta que mis ojos se hincharon, pero ni mi madre ni mi padrastro abrieron la puerta, ignorándome como a un vagabundo.
—¡Por favor, mamá! ¡Déjame entrar! —grité con desesperación, pero como esperaba no obtuve respuesta.
Pasaron semanas, que se convirtieron en meses y luego en un largo año. Estaba muerta en vida, vagando por las calles, comiendo de todo aquello que pudiera encontrar, ya sea del basurero o de otras cosas que la gente tiraba. Luchaba con los gatos por la comida, durmiendo en los callejones, siempre con miedo a ser atacada o abusada por alguien.
—¿Qué te ha pasado? —me preguntó un hombre al verme hurgar en la basura.
—Nada que te importe —respondí, alejándome rápidamente.
De nuevo mi vientre dolía. Ya estaba acostumbrándome a esta sensación aunque fuera algo molesta. Mis manos y pies tenían cortes y estaban entumecidos por el frío.
Mientras pensaba si iba a vivir así el resto de mi vida, siendo miserable, apareció mi madre.
—¡Hija! —gritó, corriendo hacia mí—. ¡Perdóname, por favor!
Vino a mí, llorando, abrazándome, disculpándose por todo el daño que me causó. Prometió no volver a ser tan negligente y me contó que se separó de ese miserable hombre al darse cuenta de que yo tenía razón.
—No sé si puedo creerte —dije, con lágrimas en los ojos.
—Por favor, dame una oportunidad —suplicó ella—. Te lo prometo, todo será diferente.
Mi mente y corazón estaban en conflicto. Todo en mí me advertía que no debía creer en sus palabras y que huyera de allí cuanto antes, pero a la misma vez, estaba desesperada por ser aceptada y por tener un techo cálido en donde dormir y comida que pudiese quitarme este dolor. Así que una vez más me dejé llevar por mi ingenuidad y creí en ella, volviendo a casa.
Menudo error fatal fue ese.
Se dice que de los errores se aprende, pero en mi caso, no hacía más que caer una y otra vez en la misma piedra. Pero como dice el dicho… no hay dos sin tres, nunca más volvería a suceder.
Todo fue una trampa elaborada y muy bien diseñada de mi madre y ese hombre. En cuanto pisé de nuevo esa casa, me acorralaron, encerrándome en un sótano polvoriento, que solo era iluminado por una simple bombilla que en cualquier momento amenazaba con fundirse.
—¿Por qué me tratáis así? —grité, golpeando la puerta—. ¡Dejarme salir!
No lo entendía. Si ya me echaron de la casa, ¿qué necesidad había de hacer esto? ¿Era por venganza? ¿Por no admitir algo que no hice? Al principio grité para pedir ayuda y lloré desconsoladamente, pero nadie vino en mi rescate. Así que con el tiempo empecé a buscar una forma de escapar, pero el sótano no tenía ventanas siquiera.
El sótano era polvoriento y con ratas saliendo de pequeños agujeros. Recibía un trozo de pan cada no sé cuántos días, ¿o eran semanas? La comida se mezclaba con el polvo y era horrible de comer. Incluso los míseros panes estaban tan duros que a la hora de morder sentía que mis dientes se caían.
Así pasé alrededor de unos seis años, viviendo aquí abajo con las pocas sobras que recibía de ellos. Habían meses que no recibía nada y tenía que ingeniármelas comiendo incluso las ratas que eran lo único que me hacían compañía.
¿Por qué... me hacen esto? me preguntaba. ¿Qué hice para merecer esto?
Solo deseaba que por fin pudiera descansar de todo este sufrimiento. Cerré los ojos a la espera de una muerte inminente. Escuché unas fuertes pisadas que se acercaban al sótano.
La puerta se abrió minutos después, dejando entrar un poco de luz. Aún así no lograba ver con claridad, pues mi vista estaba demasiado borrosa y las pisadas se hacían cada vez más notables a medida que se acercaban a mí.
—¿Es esta? —preguntó una voz masculina que no llegaba a reconocer.
Me alegré de que al menos no fuera aquel hombre o esa mujer. Unos brazos me sostuvieron y me elevaron en el aire. A pesar de que intenté agudizar mi vista, no logré ver nada.
—Nunca podré entender esta afición. ¿Cómo alguien puede interesarse en entretenerse así? —protestó molesto el hombre.
—Cállate, solo estamos para cumplir órdenes. ¿O es que quieres morir?
No logré entender la respuesta del otro, porque mis sentidos se estaban anulando. Intenté resistir, manteniendo mi conciencia despierta, pero era inútil. Mi cuerpo poco a poco se iba dejando envolver por la oscuridad. Se sentía tan bien... Ojalá pudiera quedarme así para siempre.
Fue lo último que pensé antes de perder la conciencia.
...****************...
Desperté unas horas después en un hospital. Una vía me atravesaba el brazo, impidiendo mi movilidad. Parpadeé, irritada por la tenue luz de una lámpara de noche. Pasé tanto tiempo en la oscuridad que una simple luz me molestaba la vista.
¿Dónde estoy? pensé, mirando a mi alrededor.
Intenté descifrar dónde me hallaba, pero las cortinas cubrían las ventanas, impidiendo ver el exterior. Sintiendo aún agotada, me volví a dormir.
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Updated 57 Episodes
Comments
Yesi Vera
Tanto tiempo
2022-05-15
0
💜Anali🔗
entonces tiene 25 años ya nmms que mamà ta mala
2022-03-03
0
Maria Lozada
XD que clase de madre
2022-02-08
0