Cita con Roberth

Hola Roberth, que gusto saber de ti -la melodiosa voz de Rose hizo que Roberth sonriera como un tonto.

- Espero no estar causando algún inconveniente o interrumpir con mi llamada -dijo titubueando Roberth.

- En realidad no, solamente estoy desayunando en casa.

- Irás a trabajar más tarde, me imagino.

- En realidad no. He renunciado hace un par de días, y me encuentro descansando luego de no tener vacaciones reales por mucho tiempo -Rose sonaba un poco divertida.

- Entonces, ¿tienes planes para hoy?

- No. A excepción que tengas alguna oferta para que salgamos, planeaba quedarme en casa.

Oh por dios, ¿ella quería que el la invitara salir?, ¿enserio ella querría salir con alguien como él? Piensa en algo para invitarla a salir ahora mismo, se regañaba Roberth internamente.

- Que te parecería ir a un museo, se que hay una nueva exposición de arte post modernista y abstracto, ¿te gustaría ir? -Roberth se dio una cachetada mental en cuanto terminó de hablar, porque ¿quién demonios invitaba a salir a una chica para ver arte abstracto? El fracaso para invitarla a salir era inminente.

- Mmmm... Me parece bien, ¿a que hora y donde nos vemos?

Roberth estaba extasiado de la felicidad, inmediatamente le dio los datos de un punto de encuentro cerca del museo.

- Nos vemos a las 12:00 entonces, te marcaré cuando esté cerca. Hasta pronto Rob.

- Hasta pronto, Rose.

Soltó un suspiro de alivio luego de terminar la llamada. No había sido la llamada horrible que creyó que sería, incluso tenía una cita con la hermosa pelirroja de anoche, definitivamente estaba de suerte. Ahora sólo faltaba vestirse de manera que no pareciera un completo perdedor. Se dirigió a su armario, y luego de una larga meditación, optó por jeans clásicos, una camisa azul cielo, zapatos casuales cafés y un zaco beige. Veinte minutos antes de su cita, se encontraba en el lugar acordado, constantemente miraba su reflejo en el auto y se aseguraba de estar presentable, después de hacer esta acción por vigésima vez, una cabellera roja llamó su atención: llevaba su cabello como el fuego suelto cayendo en una hermosa cascada de lava hirviente, su vestido azul cielo realzaba su figura mostrando sus generosas curvas, llevaba unas zapatillas nude no muy altas y una bolsa colgaba de su brazo izquierdo, cuando ella volteo y reparó en su presencia, se quito las gafas de sol que traía y le dio la sonrisa más hermosa que había visto en su vida.

- ¿Llevas mucho tiempo esperándome? -preguntó Rose con preocupación.

- No, aun no son las 12, así que no tienes de qué preocuparte.

- Que bien, me preocupaba que creyeras algo equivocado.

- ¿Quieres que entremos? -sugirió Roberth, sin saber de qué hablar.

- Claro -la cálida sonrisa de Rose apasiguo la inquietud del hombre.

Luego de casi 45 minutos de observar una cantidad enorme de cuadros sin ninguna gracia, Roberth vio como su acompañante se reía de la conversación de unas personas paradas cerca de ella.

- ¿Que es tan divertido, Rose? -preguntó.

- Nada, es solo que no sé cómo alguien puede considerar profundo una equis roja sobre un lienzo blanco. Es decir, mira, todas las pinturas parecen echas por niños de una guardería.

Roberth se puso pálido y luego rojo.

- Entonces, ¿no te gusta el arte?

- Claro que me gusta, cada persona tiene una visión única y diferente del mundo. Van Gogh, Dali y Picasso son grandes exponentes de una visión diferente. Hay pintores que sobresalen por su técnica, o porque retratan una época del tiempo y resaltan sus cualidades. Pero la verdad no entiendo nada de esto...

- Oh.

- Disculpa si te he arruinado el momento, pero no entiendo nada de esto.

- Ha decir verdad -Roberth carraspeo un poco- yo tampoco entiendo nada. Solo quería invitarte a salir, y fue lo primero que se me ocurrió. -el hombre estaba avergonzado, y al notarlo, Rose le contestó en tono divertido.

- Yo no quería parecer inculta, así que acepte, tenía ganas de salir contigo, así que al final de cuentas no resultó tan mala idea, ¿verdad?

Roberth estaba sorprendido, esa despampanante mujer quería salir con él, incluso había aceptado ir a la cita con el tema más insulso del mundo sólo para salir con él. Un cosquilleo en su corazón se hizo presente.

- ¿Te parece si vamos a otro lugar?

- Por favor, no soporto otro espiral dibujado valuado en decenas de miles de dólares.

Roberth sonrió ante el humor de la chica.

- ¿Que te gustaría hacer, Rose?

- Me gustaría hacer algo clásico, ¿vamos por un helado o al parque?

- Yo quiero ambos. Vamos, súbete a mi coche, ¿o me sigues en el tuyo?

- No traje mi auto, así que vamos.

Llegaron a una repostería cerca de Central Park, donde Rose pidió un helado de queso y otro de rosas, mientras que Roberth pidió el clásico de vainilla. Caminaban por el sendero lleno de árboles, charlando sobre la vida en la ciudad, hasta llegar a temas un poco más personales.

- Dime Roberth, que más haces aparte de ser un excelente chef.

- No soy cocinero de profesión, me encanta la cocina y he llevado muchos cursos de cocina, pero nunca me gradué en gastronomía, estudié literatura y letras, y ahora soy profesor de Literatura en St. James High School.

- ¿La escuela de los más asquerosamente ricos y de los talentos y prodigios de Nueva York? -Rose estaba sorprendida.

- Así es.

- Vaya, ahí está la élite que dirigirá América.

- Ese no es el objetivo de la escuela, y definitivamente no el mio como profesor. Verás, la escuela busca que los jóvenes ricos y talentosos tengan una educación enfocada a la humanidad de los individuos, no en su riqueza, poder o talento. Nos esforzamos para dar buenos ejemplos a los chicos a nuestro cargo, y que sepan que lo que hacen con sus vidas puede tener un impacto tanto positivo como negativo en los demás.

Miemtras Roberth hablaba, sonreía a la hermosa acompañante que caminaba a su lado.

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