Roberth

Al llegar a su apartamento, Rose solamente dejó sobre la mesa su bolsa de compras, cartera, celular y llaves, y se tiró a la cama. Había tenido una día agotador, no recordaba la última vez que había hecho las cosas que ella quería a la hora que quería. El encuentro con Roberth fue bastante ameno, aunque breve, le resultó un hombre encantador. Era inevitable para ella comprarlo con Mike, físicamente no tenían nada que ver, Mike era muy guapo y cuidaba cada rasgo de su apariencia milimétricamente, por lo que el nunca dejaría que su cuerpo mostrara ningún signo de grasa o algo que no se supone debería estar. Roberth en cambio parecía una persona mucho más normal, tenía un rostro agradable y amable, además de muy atractivo. Antes, y por ideas inculcadas por Mike, no hubiera hablado con nadie cuya apariencia no fuera digna de una pasarela, sin embargo, y luego de dos días de romper, se daba cuenta que estaba siendo una estúpida, igual que su ex. En cuanto al trato había una diferencia abismal, no recordaba la última vez que Mike la hubiera tratado con la décima cortesía o afecto que Roberth lo había hecho, y tan solo habían cruzado un par de palabras. Entre pensamiento sobre las diferencias entre estos dos hombres, Rose se quedó profundamente dormida.

Cerca de la 1:00 am, Roberth dio la orden de cerrar la cocina, se despidió de Clara, la encargada del restaurante, y se dirigió a casa. No podía dejar de pensar en Rose desde el momento que la vio en la entrada del restaurante charlando con la hostes. Su primer pensamiento al ver a la sexy pelirroja, era qué había acudido ahí a una cita romántica. Pese a que su restaurante era relativamente nuevo, la cocina y la excelente ubicación lo hicieron de un lugar famoso en poco tiempo, y no era extraño encontrar a parejas teniendo citas románticas en el lugar. Luego reparó en que no iba especialmente arreglada para una ocasión especial, no es que lo necesitara pues se veía radiante al natural, además de que traía una bolsa de una librería en el centro. Vio cómo tomó la carta e inmediatamente pidió su orden, era obvio que iba sola y no esperaba a nadie. El mismo preparó su comida, y se esmeró en que todo estuviera perfecto para ella, desde la barra podía observar como ella miraba su copa de vino y daba pequeños sorbos. Dios, nunca creyó que nadie se pudiera ver tan hermosa mientras hacía algo tan simple como beber, y luego cuando probó la comida que hizo especialmente para ella, pudo ver una hermosa sonrisa dibujada en su rostro, hacía pequeños gemidos de placer al disfrutar de su comida. Demonios, era tan estimulante y erotico verla comer, y no sólo el se daba cuenta, más de media docena de hombres la volteaban a ver embelezados por su belleza. Esa mujer era un espectáculo de sensualidad con sólo respirar.

Después de que le llevaron el postre a la pelirroja, Roberth tuvo miedo. Hacía mucho tiempo que una mujer no llamaba su atención, y podía jurar que nunca antes se había quedado tan enbobado mirando a una chica, comenzaba a creer que el amor a primera vista existía. Hizo acopio de todo su valor y se dirigió a su mesa, pensando en que quizá podría verla más de cerca. Sabía que una mujer tan hermosa debería tener pretendientes más atráctivos que él, pero no perdía nada intentándolo, solamente quedaría en ridículo cuando mucho, pero no era algo tan malo.

Cuando sus ojos y los de ella se encontraron, creyó que había muerto y veía a un ángel. Sus ojos eran como esmeraldas y tenían un precioso brillo, su rostro en forma de corazón la hacían parecer una princesa, sus labios eran rosados y parecian ser la cosa más suave y dulce del mundo. Se fijo en su mano izquierda y no pudo ver anillo de matrimonio o de compromiso, eso era algo bueno, y aunque no significaba nada, era un consuelo saberla soltera. Solo Dios sabía el esfuerzo que le costó hablarle a esa mujer, pero al escuchar su sonrisa sintió que no importaba su vergüenza mientras la viera sonreír así, y casi le da un infarto cuando escucho su melodiosa voz. Dios definitivamente había regado todos sus dones sobre ella. Por desgracia, todo lo bueno llega a su fin, y Lili se acercó para pedirle su presencia con unos clientes que lo querían felicitar, y con profundo pesar, se despidió de ese ángel.

En un arrebato, el indicó que su cuenta sería pagada por él mismo, y antes de darse cuenta ya estaba escribiendo una nota para la mujer, dejando su numero telefónico. Nunca había sido tan atrevido, se dio cuenta de su error cuando Lili se acercó a Rose. ¿Que había hecho? Dios, el no era el pobre adolescente que había tenido que recurrir a enviar notas a la chica que le gustaba porque le daba demasiada inseguridad su peso. ¿Que pensaría esa diosa de él? Seguramente se reiría del patético gordo qué creyó qué podría coquetear con ella. Quería que la tierra se lo tragara. Levantó la vista y vio la mujer sonreír mientras leía la nota. Era oficial, ella se reía de él, era patético. Se quería meter a la cocina dispuesto a dirigir su frustración fregando los sarténes y las ollas, pero luego pudo ver como la mujer tomaba sus pertenencias y salía del local, y luego como Lili se dirigía a él con una sonrisa.

- Jefe, su amiga dejó 100 dólares de propina, y... -sonreía con malicia la pequeña diablilla- una nota para usted.

Roberth tomó inmediatamente la nota, y sonrió ante el mensaje de ella. Fue amable, incluso le dio su número de teléfono. Definitivamente mañana la llamaría.

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Comments

Sonia Alvarez

Sonia Alvarez

Me encanta Robert...me fascina su forma de describir ...que hermoso!!!

2023-05-19

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Liz Perez

Liz Perez

que lindo!, las notitas y cartas..desde los 11 años hasta adulta jóven, el romanticismo!..

2023-01-03

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Valexies :)

Valexies :)

Normal? creo que el término sería "común"

2022-08-17

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