Primer Encuentro.

Durante la última semana, el colegio había sido un verdadero caos debido a que la mayoría de los alumnos estaban indignados con la incorporación del nuevo estudiante, ya que algunos consideraban que la imagen de la institución sería perjudicada al aceptar gente que no estaba a su mismo "nivel", como ellos le dicen.

Lo bueno es que mientras todos estaban ocupados especulando cuando llegaría el chico problema, a mí me sacaron de la mira de sus burlas y gracias a eso pude pasar desapercibida por un par de días.

En casa mi padre me había dado miles de sermones hablándome sobre lo peligroso que podía ser ese joven y me hizo prometerle que me mantendría lejos de él, con lo cuál estuve de acuerdo; porque a decir verdad, no tenía el más mínimo interés en acercarme a una persona así.

El lunes por la mañana, en cuanto llegué al colegio hice lo mismo de siempre, me quedé esperando a que el profesor ingresara y apenas lo ví dirigirse hacia el salón caminé rápidamente hasta la puerta para entrar antes que él; pero para mí desgracia, el Señor Stuart de literatura, se devolvió por dónde venía dejándome sola en la entrada del salón.

Estaba parada en el umbral de la puerta y no podía volver a salir; o de lo contrario, quedaría como una cobarde que le tiene miedo a sus compañeros, por eso con la frente en alto dí el primer paso hacia dentro del salón dispuesta a dirigirme hacia mí pupitre; pero cuando quise avanzar, uno de los bufones de la clase me impidió el paso.

—¡No veo! ¡Estoy ciego! —el idiota hacia ademanes con sus manos imitando ridículamente a un disminuido visual como si eso fuera gracioso.

Intenté esquivarlo pero cada vez que lo hacía, él se atravesaba frente a mí impidiéndome el paso.

—¡Soy tan torpe! No puedo ver nada —Jeremy seguía bloqueándome el camino mientras todos los demás se reían de sus tonterías, todos menos yo, que era la destinataria de sus burlas.

De pronto ví que su expresión cambió drásticamente y se quedó petrificado mirando algo que estaba detrás de mí; pero como no puedo ver lo que hay a mis costados, ni siquiera intenté darme la vuelta.

—¡Muévete o te muevo, imbécil! —una voz grave y varonil resonó detrás de mí, una que jamás había escuchado antes y que llegó a estremecer mí cuerpo.

Me quedé completamente inmóvil mientras observaba cómo Jeremy se hacía a un lado para que esa persona pasara.

—¡Vayan a sus lugares! —el profesor acababa de entrar al salón y solo después de oír su voz fue que pude reaccionar.

Caminé con la mirada en el piso hasta llegar a mi pupitre pero antes de sentarme no pude evitar mirar en dirección al último asiento en donde vi al dueño de esa voz que me había hecho estremecer de miedo.

Por un par de segundos nuestras miradas se cruzaron haciéndome sentir una sensación extraña que jamás había sentido por nadie. Aquello no era miedo, ni inquietud, era más bien curiosidad...

—Amelia, toma asiento... —el señor Stuart me llamó la atención haciendo que los demás comenzaran a reírse de mi —. ¡Guarden silencio! —dejó su maletín sobre el escritorio y luego se cruzó de brazos frente a la clase —. Como habrán notado, hoy tenemos un nuevo alumno en nuestro salón —hizo una seña con su mano indicándole que se levantara —. Por favor, ponte de pie y preséntate con tus compañeros.

Todos nos giramos en dirección a ese joven que estaba sentado en el último pupitre y que ante el pedido de nuestro profesor rodó los ojos para luego ponerse de pie.

—Soy Jaden Tucker —dijo de mala gana y luego se dejó caer nuevamente sobre la silla.

Él era bastante alto y tenía una expresión que daba un poco de miedo. Su cabello largo estaba atado con una pequeña coleta detrás de su cabeza y su uniforme desaliñado dejaba ver lo que parecía ser un tatuaje a un costado de su cuello.

Me había quedado observando cada detalle de ese joven sin darme cuenta que los demás ya se habían girado hacia la pizarra nuevamente y solo me percaté de lo que estaba haciendo cuando ese chico me guiñó el ojo consiguiendo que me avergonzara terriblemente.

—Parece que a la cieguita le gustó el delincuente... —mis dos compañeras de atrás susurraron en voz baja creyendo que no las había oído, pero yo solo decidí ignorar aquellos comentarios sin sentido.

El resto de la mañana transcurrió sin problemas, lo único que llamó mi atención fue que el chico nuevo se retiró quince minutos antes de que la última clase terminara.

Luego de que todos mis compañeros se retiraron del colegio, yo me dirigí hasta la biblioteca en donde me quedé alrededor de media hora tomando apuntes para los próximos exámenes.

Apenas terminé mis deberes, me encaminé hacia la salida de emergencias de la institución por dónde suelen escabullirse los estudiantes cuando quieren saltarse las clases o simplemente cuando quieren fumar un cigarrillo sin que los profesores los atrapen.

Lo bueno es que a esta hora ya no quedaba ningún estudiante en la institución a excepción del personal docente o los pocos alumnos que reciben clases de apoyo en algunas asignaturas.

Iba concentrada en el camino, con la vista al frente y a solo un par de metros del portón de salida, cuando de pronto sentí que me sujetaron por los hombros.

—¿Mira a quién tenemos aquí? ¿Tú papito no vino a recogerte hoy? —Leslie Adams estaba parada junto a mí en compañía de sus amigas.

—¿Es verdad que sin las gafas no puedes ver nada? —Cameron me arrebató las gafas sin poder hacer nada para evitarlo.

—Devuélveme mis anteojos. No puedo estar sin ellos, la luz del sol me hace daño —me cubrí los ojos con mi brazo.

—Oh, ¿en serio? ¡Que pena! —comentó Leslie mientras las demás se reían.

—Oigan, mírenla bien, ¿no creen que se ve mejor sin las gafas? —agregó Emily Bennett mejor amiga de Leslie.

—Creo que con un poco de maquillaje se vería mucho mejor —les respondió Cameron.

—Ya dejen de molestarme y devuélvanme las gafas —les exigí extendiendo mi mano.

—Primero dejarás que te maquillemos —me dijo Leslie mientras buscaba algo dentro de su bolso —. Sujétenla, muchachas.

En ese momento sentí como ambas me tomaban de los brazos para que luego Leslie pasara por todo mi rostro lo que parecía ser un lápiz labial.

—¡Suéltenme, malditas estúpidas! —les grité enfurecida mientras forcejeaba con ellas.

—¡Que mal agradecida eres! Estoy gastando mi labial favorito solo para hacerte más bonita y así me pagas —no podía ver con claridad, pero si alcanzaba a distinguir su silueta frente a mí —. Cameron, dame las gafas —extendió la mano.

—¿Que vas hacer? —le pregunté asustada.

—Te daré una lección por desagradecida —ví como ella partió en dos mis anteojos y luego los dejó caer delante de mis pies.

—No... ¿Que hiciste? No puedo ver sin ellas... —mis lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas mientras ellas se reían.

Luego de que me soltaron, me dejé caer de rodillas al piso tratando de recoger los pedazos de mis anteojos pero antes de que pudiera tomarlos, Leslie piso los cristales rompiéndolos en mil pedazos.

—Si supieras lo patética que te ves ahora —las tres soltaron una carcajada que resonó dentro de mis oídos —. Espero que esto te enseñe a tratarnos con respeto.

Mientras limpiaba mis lágrimas con el puño de mi suéter escuché unas pisadas detrás de mí que me pusieron en alerta.

—¿Qué están haciendo?... —mí cuerpo se tensó en cuanto oí nuevamente la voz de ese chico.

No sabía porque Jaden estaba aquí, pero lo qué si puedo asegurar es que sentí un gran alivio cuando supe que se trataba de él...

CONTINUARÁ.

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Betty Saavedra Alvarado

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Leslie Cameron y Emily son adolescentes que les gusta burlarse y humillar a su compañera de estudio no tienen ni el mínimo respeto por su incapacidad visual al quebrarle sus lentes pusieron en peligro su vida pudo sufrir un accidente tropezarse hasta ser víctima de violación y robo

2023-08-21

2

Maritza Emperatriz Avila Vernimen

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De verdad que en la secundaria hay muchas que solo tienen maldad en el corazón y no les importa agredir y ofender a quien sea, ya que tienen un corazón muy negro y viven llenos de odio y rencores.

2023-04-25

1

Lorena Larios

Lorena Larios

que estupidas

2022-11-19

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