Capítulo 4

[Flashback]

—Debemos pagar los servicios de la casa— dice la mujer.

Ambos estaban discutiendo de lo que estaba pasando en la casa, además a los dos se les notaba el cansancio de la vida y de la situación por la que ambos querían renunciar.

—Quiero divorciarme— dice la chica al esposo.

Este se detuvo y decidió mirar a su mujer pues sabía que tarde o temprano ambas cosas pasarían, que ella se cansaría de él y él de ella, aunque para este hombre era difícil dejar a tan bella mujer.

—¿Qué le dirás a Samanta? — dice el hombre con sus ojos llorosos.

—Solo no le diremos nada— responde.

Este hombre tomó sus maletas, pero la idea era que él siguiera en casa, por lo tanto, se establecieron reglas en la casa en el cual ambos fingirían estar juntos solo porque su hija se sintiera bien y no mal por verlos separados.

—Sabes que Te amo, pero no puedo mentirle a mi hija.

Ambos habían hablado hasta que se dieron cuenta que debían ir al médico, aunque la peor noticia era el saber que ambos se ausentarían dejándola a ella más tiempo en el médico.

[Fin de Flashback]

Momentos después.

—¿Están de acuerdo? — dice la enfermera mirando a los dos adultos, a los cuales se les veía que no lo estaban así dijeran que sí.

—Debemos dejarla más tiempo, de hecho, cada uno debemos trabajar así que prácticamente ella vivirá aquí, no porque la estemos abandonando sino porque ya no tenemos cómo pagar nuestra casa.

La chica entendía la situación por la que estaban pasando, así que decidió aceptar la decisión de sus padres; además entendía que ellos debían pagar la casa, los recibos, el médico, los medicamentos y la escuela.

Luego empezó a ver cómo traspasaban las cosas a otra habitación, ella se dirigió a la habitación y pudo ver cada cosa en ella y cada dibujo que había hecho, poemas que ella había creado, todo como si fuese su habitación, ella se había quedado mirando sus cosas y al poco rato de haber tenido sus cosas completas vio a una mujer entrar allí.

—¡Con que aquí estabas! — dice la madre acercándose a su hija.

—¿Cuánto me quedaré aquí? — le pregunta la chica a su madre, pues en verdad ella estaba cansada del encierro y aún más que sus padres le escondieran las cosas. Siempre había sido una mujer que le gustaba la verdad, era directa, hablaba sin tapujos.

—Hasta que tengamos dinero— dice la señora colocando su mano en su pierna.

Ella se levantó y cerró la puerta para hablar con su madre, duraron mucho tiempo hablando hasta que ella no se aguantó y tuvo que decirle lo que sentía a su madre, aunque ya había aceptado la decisión de sus padres, se le veía que quería volver a casa, le cansaba estar en el hospital y no se adaptaba a estar lejos de su hogar.

—Vendré cuando pueda— susurra la señora.

Ella sale junto a su esposo pagando la cuota del hospital y saliendo del lugar, se dirigen a su casa, el hombre se va a donde sus padres y la mujer igual.

Momentos después.

[Samanta]

Había quedado nuevamente sola en mi casa (hospital), subí un video y creía que era el último que haría en el hospital, pero me equivoque.  Empecé a llamar a mis maestros y hacer mis trabajos, mi mejor amiga me pasó las actividades y toda la semana adelante lo que más pude, envié todo y mis notas mejoraron, mi amiga estaba allí para mí, aunque ella era muy joven y menor de edad para venir a verme.

—¿Estás ocupada? — susurra un chico que me sorprendió.

—Si— respondo.

El chico se sentó al lado mío, él miraba lo que yo hacía y como adelantaba mis trabajos, por mi parte me intimido con esos bellos ojos, esa hermosa sonrisa y sus orejas tan rojas.

No me había dado cuenta que yo misma le pasaba secretos a él, porque hasta él me pasaba los suyos.

—¡Eres hermosa! —susurra el chico.

Mis mejillas pasaron de un color normal a un color muy rojo, era comparado a un tomate y este chico me guiñó el ojo para nuevamente levantarse pensé que se iría, pero cerró la habitación para quedarnos hablar.

Minutos después.

—¿Porque jamás me dijiste que estabas enfermo? — le pregunté tratando de leer su mente.

—Nunca preguntas—dice él poniéndole algo de comedia a la conversación.

[Narrador omnisciente]

Se podía ver que esta chica estaba enojada por sus mejillas rojas y su cara de querer pegarle a su amigo, pero después de tanto él le dijo:

—Yo llevo esperando mi trasplante hace 4 años, no he recibido respuesta alguna. Jamás te decía a ti porque tú te veías normal y sana, fue cuando te vi en la clínica muchas veces y tu jamás me viste hasta que me viste en aquel ascensor.

Ella se quedó sorprendida, pues jamás en su vida había pensado que su mejor amigo le había escondido la verdad, aun peor que ambos estuvieran esperando en la misma clínica y que ambos estuvieran tratando de resolver sus vidas sin darse cuenta que ambos estaban solos, pues sus familias se habían ido dejándolos allí.

[Samanta]

—y yo lo he esperado 6 años—respondo.

Este chico abrió sus ojos como platos, pues sabía que tarde o temprano moriremos, o quizás el trasplante llegará a tiempo y tal vez los dos nos salvaríamos de esto.

—¡Mañana será otro día! — dice el chico saliendo de la habitación, dejándola a ella con muchos secretos que confesar, pues durante mucho tiempo había tenido el mismo secreto que él ocultaba en sus ojos, y por temor a no dañar una amistad ambos se quedaron con sus secretos escondidos, queriendo sacarlos a la luz, pero con miedo de dejarlos a la deriva.

Continuará...

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