Tessa Abades:
Pero quién rayos se creía que era el. Estaba furiosa, estaba más que enfadada. Sentía tanta indignación que pensaba seguirle y maldecirlo una y otra vez. Pero mis planes fueron interrumpidos, por el sonido de mi móvil.
Era Nevin. Mi mejor amigo y confidente, no bastaba con decir que era una de las mejores personas que había conocido en mi vida. Hace unos días se había marchado a Ecuador, tenía pensado estar ahí un tiempo y desde entonces no habíamos hablado.
Estaba sentada en mi habitación, siempre me había gustado permanecer la mayoría del tiempo acá, tenía un mesita justo al lado de la cama, tenía varias luces de colores colgadas en la pared, donde ponía algunas fotos que significaban algo para mí.
Tenía fotos con mamá, con Nevin, y una que otra con mi padre, siempre que las veía suspiraba, suspiraba deseando que nunca nos hubiera abandonado.
Por otro lado, mi cama era bastante grande, tenia unas sábanas blancas, con almohadas negras y combinaban a la perfección.
— ¡Hey! ¿Como estás? —Su voz ronca inundó mis oídos, e inmediatamente me alegré por volver a hablar con el después de tanto tiempo.
— Estoy bien, algo cansada. Pero bien ¿Y tú? ¿Tienes algo para contarme? No me digas que ya tengo cuñada —Ambos reímos y sonreí como hace días no hacía.
Llevaba tiempo ahorrando para comprarle un regalo a Nevin, era uno de esas cintas de los Misfist, que tanto le encantaban
— No, todavía estoy soltero y feliz. Pero eso no importa, se me había olvidado decirte que llegaré mañana mismo. Mi vuelo se ha adelantado
Mis ojos se agrandaron y empecé a chillar de la felicidad, estaba tan contenta que sin darme cuenta me caí al piso y ¡Auch!
Dolió.
— Te esperaré mañana en el aeropuerto —Ambos nos despedimos y salí corriendo a contárselo a mamá. Sabía que ella estaría feliz, por qué a pesar de todo Nevin es como de la familia.
Algo que me gustaba de el, eran sus ojos marrones, eran tan lindos y tenían un toque transparente que cada vez que me pedía algo. No me negaba
— Tessa. Estoy ocupada. ¿Podemos hablar luego?
Mamá se encontraba sentada en la biblioteca frente al idiota que conocí hace unas horas, estaba furiosa con él y lo fulmine con la mirada. De igual manera, la mirada de mi madre me indicaba que tenía que irme. Así que agarre y me fui.
Estaba acostada viendo a "A dos metros de ti". Era tan triste, que mi corazón ya se había enamorado de la personalidad de Wil y sobre todo de como era físicamente.
COLE NEWMAN:
Ignacia me miraba con compasión, y empezaba a hartarme el hecho de que quisiera saber mis problemas.
Hace un par de días, la escuela llamo a mis padres para informarles que necesitaba un psicólogo, ellos rápidamente se alarmaron y recurrieron a ella. Solía meterme en muchas peleas, y cuando estaba solo fumaba a más no poder.
Ignacia. Una señora joven y con una hija totalmente preciosa y desagradable. Era mi psicóloga, sinceramente no me caía del todo mal. Pero detesto que se metan en mi vida.
— Cole. ¿Por qué te gusta vestirte así? —Su mirada se dirigió a mis vaqueros rasgados, mi camisa negra y mi chaqueta negra de cuero.
— Me gusta vestir así. Es todo — Respondí indiferente, su mirada estaba neutral y yo empezaba a fastidiarme. ¿Acaso tendría que hacer esto todo los días?
Harto de la situación, me levanté y me marché. Estaba cansado, estaba cansado de que las personas pensaran que podrían arreglarme, sanarme o tan siquiera quitar mi dolor. Saqué un cigarrillo y empecé a inhalar.
Cerré los ojos, deje que la briza chocará contra mi cara, y me deje llevar por la sensación. Una sensación de libertad que pocas veces sentía. Al poco rato, recibí un mensaje de Neragan, mi mejor amigo, así que tome mis cosas y me dirigí hacia su casa.
— Hey capullo ¿Que tal? —Su mirada estaba cansada, tenía ojeras, y parecía estar totalmente destruido.
— Terminamos. Ella me dejó, ella no pudo aguantar mi mierda de vida y se fue —empezó a llorar y agarro su cabello para tirar de el. Tome una de sus manos, la retire y le di una media sonrisa.
El y Jane, habían salido desde hace un año, era una chica encantadora, pero demasiado inocente para mí gusto. Se lo advertí muchas veces, le advertí que si quería estar con ella debía cambiar. Pero jamás me hizo caso y aquí están las consecuencias.
— Neragan, si la quieres de vuelta tienes que cambiar. No más fumar, no más drogas, no más fiestas. A menos que sea con ella. Tienes que dejar esta vida. — Sus ojos se posaron en mí, las lágrimas cesaron y asintió lentamente pero firme
— Tienes razón, joder, ¿Que haría sin ti? —Me respondió un poco más animado que antes, y sin darse cuenta. Ya estaba por agarrar un cigarrillo. Hasta que lo tiro en el piso y sonrió — Por cierto. ¿Como te fue con Ignacia?
— Fue una tortura, su hija está bastante buena, pero es desagradable, es irritante y la detesto. Por otra parte Ignacia me cayó bastante bien. Pero sabes que odio que se metan en mi puta vida — Respondí viéndolo fijamente, y sin esperarlo el se empezó a reír — ¿Que es tan gracioso?
— Esa niñata se va a volver tú perdición
[...]
Me relaje un poco y empecé a introducir sustancias toxicas a mi cuerpo, según el vendedor debía colocarla a través de una inyección.
No dolería tanto.
O al menos eso esperaba.
Estaba abajo de las gradas del campus, los alumnos se encontraban en la parte de la cafetería y otros andaban en los salones, eso me permitía usar las gradas a mi gusto.
La cancha era grande, creo que era el segundo lugar más grande del instituto, primero estaba la cafetería, donde habían aproximadamente 15 mesas y el lugar donde la Señora Flopi, servía el desayuno, almuerzo o lo que sea, que fuera a servir.
En ocasiones me sentía mal por permanecer solo, por no hacer las cosas que los jóvenes acostumbran a hacer, o siquiera de tener varios amigos y salir. Reí sin ganas y esfume todos aquellos pensamientos, que solo amargaban mi vida.
— ¿Que mierda haces? —La niñata, tenía varios libros en la mano, llevaba una falda corta y un suéters ancho que ocultaba todas sus curvas.
Inmediatamente saque la aguja y la tiré en el bote de basura.
Había dolido.
Pero no lo admitiría en voz alta.
— Nada que te importe. Acabas de arruinar mi momento —rodé los ojos, y suspiré pesadamente. No esperaba ver a nadie por aquí.
No esperabas que nadie te viera drogandote.
Touche
— Eres un idiota. Estamos en un instituto. —Ella se veía enfadada, repetía cada palabra de forma lenta y versátil, como si fuera un analfabeta estúpido.
— Ya entendí —masculle — De todas formas, no es algo que te importe. Deberías irte
— Y tu deberías dejar de drogarte —Mi mirada se dirigió inmediatamente hacía ella.
Estaba sentado en las gradas, tenía el cabello hacía atrás, y una camisa blanca, Ella seguía mirándome con cara de asesina en serie y yo solo reprimí una sonrisa
— Deberías dejar de meterte en la vida de otros —Tomé mi teléfono y la dejé ahí completamente sola.
Atravesé el césped artificial, y me fui directamente a mi apartamento, no tenía ganas de ver clase y mucho menos después de lo sucedido.
— ¿Que haces aquí tan temprano? —Neragan salió del baño con solo una toalla en su cintura, algunas gotas caían por su torso, y su sonrisa burlona siempre estaba ahí.
— ¿Y tu qué haces aquí? —Chasqueó la lengua, sabiendo que tenía toda la razón, sin embargo, el se encogió de hombros y fue a la habitación a vestirse.
Mi apartamento era grande, podía darme bastante lujos debido a la herencia que había obtenido blanco, los gabinetes tenían puertas de vidrios que los hacían ver elegantes y modernos, los sofá de la sala eran de cuero y por supuesto eran negros.
Tenía una obsesión con el negro.
Amaba ese color
Mi habitación estaba justo a dos puertas del baño, era un espacio grande, donde guardaba mis cosas de valor, el baño era grande, tenía un jacuzzi, tenía toallas blancas, y un espejo que cubría toda la pared. Siempre me había sentido bien en este apartamento, me hacía sentir que realmente era mi hogar.
Después de todo nunca tuve uno
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Comments
Ibet M Munoz C
hasta los momentos ahí va más o menos,vamos a seguir leyendo para ver qué pasa
2021-11-10
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