Me despiertan unos susurros en mitad de la noche, provienen del pasillo. Siento unos pasos en mi habitación y me empiezo a levantar con miedo, siento que alguien me tapa la boca y grito. Veo una cabellera rojiza delante de mí y me tranquilizo.
—Solo somos nosotras —me tranquiliza y distingo a las demás damas que vi en el baile—. Venimos en son de paz —dice riendo. Sigo sin entender nada, mirándolas confundida—. Es una iniciación, algo como una bienvenida y es obligatorio.
Me anima a levantarme, todavía casi dormida acepto y me levanto de la hermosa cama. Me dispongo a cambiarme y una de las otras chicas cerca de la puerta me detiene.
—Es una fiesta de pijamas —me dice algo frustrada y me doy cuenta de que todas se encuentran en pijamas, bastante sexys y elegantes. Yo nada más llevo una remera bastante grande y un short debajo que ni se me nota de lo larga que es mi remera.
— ¿A dónde vamos? —pregunto no estando segura si esto está bien o debería quedarme en mi habitación.
—Es la fiesta del príncipe —interrumpe mis pensamientos la chica de cabello rojizo nuevamente, arrastrándome del brazo con emoción—. Vamos a su dormitorio.
Me emociono por el hecho de que voy a conocer al verdadero príncipe y no el caballero educado manteniendo las apariencias. Como si me leyera el pensamiento, una rubia al lado mío agrega.
—Son sus últimas noches de libertad —rio irónica por dentro, como si ese estilo de vida se va a terminar. Es obvio, el príncipe es joven, apuesto y encantador; no dejará esa vida solo porque lo obliguen a casarse para acceder al trono.
Llegamos a la habitación del príncipe y al contrario de lo que me imaginaba es bastante común. Es muy grande y lujosa como todo lo demás, pero tiene televisión, juegos, una mesa de billar como si fuera cualquier chico normal. Veo vasos y botellas con distintas bebidas, también bocadillos.
Hay más chicos a diferencia del baile; veo a Nate jugando un videojuego con un chico mucho más chico que él; distingo a Jenny al lado de ambos, algo aburrida. Vuelvo la mirada hacia ellos, pero lo encuentro al príncipe mirándome sorprendido. Está claro que no esperaba verme acá, lo noto en su mirada e intenta disimularlo. Me empiezo a sentir incómoda, y a considerar irme a mi habitación hasta que Nate me interrumpe.
— ¿Pasándola bien? —noto un tono extraño en su voz, parece más animado—. Te dije que no todo era tan malo por aquí -la bebida comienza a hacerle efecto, lo noto en sus ojos.
—Sí, prácticamente me arrastraron hasta acá -mira hacia la habitación buscando a alguien.
—Enseguida vuelvo.
Veo a Charlotte mirándome mal desde el otro lado de la habitación y me dirijo hacia el balcón; una parte de mí me dice que salga de esta habitación y vuelva a dormir, pero la otra parte me dice que siga caminando hacia afuera. Salgo a balcón y noto el fresco de la noche y lo veo. Está en el jacuzzi con una chica colgada de su cuello, un cigarrillo en la otra mano; junto a dos chicos y tres chicas más. No puedo verlo bien porque tengo a dos personas delante de mí, pero fija su vista en mí y me da una sonrisa descarada, me quedo congelada en mi sitio. Estoy viendo al verdadero príncipe, y me asusta que me gusta más esta parte de él.
Es totalmente ilógico, pero el que no fuera tan correcto ni perfecto me gusta más, aunque era un total mujeriego. Le dedico una mínima sonrisa y me doy vuelta decidida a volver a mi habitación.
Cuando entro de nuevo a la habitación del príncipe me encuentro a Jenny, me explica unas cosas del almuerzo con la reina y me disculpo con ella para volver a mi habitación. Antes de que Jenny me dejara ir, Max regresa a la habitación, lleva una bata de baño blanca y el pelo semi mojado. Me imagino a su compañera de jacuzzi pasándole los dedos por su cabello. Detengo mis pensamientos ahí antes de que lo note, Agnes siempre me ha dicho que es muy fácil darse cuenta cuando algo me molesta, y no es que me molestara que la chica acariciara su cabello, su cuerpo o que lo besara, lo que realmente me molestaba es que deseaba hacerlo yo.
—Buenas noches —me dice en un tono educado.
—Hola —respondo tratando de frenar mis pensamientos sobre lo que me gustaría hacerle.
—Estás más animada que la última vez que nos vimos —comenta sirviéndose un trago—. Sin embargo, parecía que te estabas queriendo escapar —me ofrece un trago y acepto lo que sea que me esté dando solo por el hecho de tener la boca seca.
—Supongo que me estoy acostumbrando a estar aquí —pruebo lo que me dio y me alegro de que sea nada más una limonada.
—Me da gusto que te sientas cómoda aquí, somos bastantes divertidos por lo general -se pone a mi lado; observando la fiesta—. Los bailes reales son bastante aburridos, todas las normas y formalidades —sonríe despreocupadamente cuando uno de sus amigos cae encima del sillón rendido—. Esta noche ha sido divertida, pero me muero de ganas de meterme en la cama -me mira fijamente mientras pronuncia las últimas palabras y me pregunto internamente si eso es una insinuación o invitación a su cama. Espero que sí, rio internamente por la pervertida dentro de mí y le dedico una sonrisa, bebiendo el último trago de mi limonada.
—Yo también debería irme; ha sido un día largo.
—Entonces ¿estás impresionada con el castillo?
—Claro, aquí todo es precioso —digo mirando alrededor de la habitación.
—Deberías dejar que te enseñe los jardines en alguna ocasión —podría pasear con él en los jardines, podría besarlo en los jardines.
—Sí, me gustaría mucho —contesto antes de que piense en voz alta de nuevo.
—Podría mostrarte el lago.
—Suena como una excursión de grupo —inquiero curiosa de saber cuál será la respuesta.
—No si lo puedo evitar —compartimos una sonrisa secreta.
El príncipe acaba de ligar conmigo y no estoy demasiado segura de que esto sea bueno o malo. Si tan solo fuera alguien normal no lo dudaría un segundo, pero dudo que pueda convertirme en esposa y acostumbrarme al estilo de vida que lleva.
Dejo el vaso vacío encima de la mesa que tengo más cerca y sus manos rozan las mías, me tenso y él me mira con una sonrisa; su mirada desciende hacia mis labios, me pregunto si me querría besarme, quiero que me bese.
—Max... —me doy cuenta de que lo llamo por su nombre, no parece molestarle. Sigue mirándome fijo.
—Yo... debería irme. Disfruta de la fiesta.
Miro prácticamente como huye de sus invitados. Eso ha sido intenso. Antes de que pueda asimilar todo lo que pasó y moverme para continuar camino hacia mi habitación. Veo a Charlotte dirigirse hacia mi bastante enojada.
—Tú —me dice señalándome.
— ¿Yo? —contesto sin saber que le pasa conmigo.
—Claro que tú ¿Qué estabas hablando con el príncipe? -se cruza de brazos mirándome desafiante. Ya me estaba empezando a irritar, pero decido ser agradable con ella y eso solo parece enfurecerla más.
—Solamente hablábamos.
—Los vi, quiero los detalles.
—Cosas generales, nada serio —trato de sonar lo más calmada y desinteresada posible. Algo me dice que tener de enemiga a Charlotte no es una buena idea.
—He visto la expresión de su rostro, estaba sonriendo. Es obvio que estás intentando seducirlo -captamos la atención de un grupo de chicas que estaban murmurando cerca de nosotros.
—Puede que si ¿no es por lo que todas estamos reunidas aquí después de todo? —trato de parecer lo más calmada, pero Charlotte está irritándome mucho.
—Es mío, exclusivamente mío —dice en tono de amenaza para que solamente yo la escuche.
—Interesante, aunque no logro verte un anillo en el dedo —le doy una de mis mejores sonrisas irónicas.
—Todavía no, pero ya lo verás.
Se da media vuelta y se dirige hacia el balcón. Me compadezco de Charlotte; sé que actúa así porque está enamorada de él. Ruedo mis ojos y me dirijo hacia mi habitación. Tardo menos de cinco minutos en dormirme. Hoy fue un día realmente intenso.
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