Capítulo IV. Mis sentimientos

A la mañana siguiente me desperté muy temprano creyendo que iba a llegar tarde a clases, al parecer cuando me desmaye dormí de mas y eso afecto mi sueño, estaba pensando en levantarme e irme a casa, me puse mis zapatos y cuando estaba frente a la puerta comenzaron a tocar, al parecer no recordaba que me llevaría temprano a casa para poder vestirme, abrí la puerta de inmediato y cuando me vio toda despeinada se comenzó a reír, estaba bastante avergonzada que le dije a punto de llorar de la vergüenza

- deja de reírte.

Mis palabras ayudaron demasiado ya que inmediatamente se cayó, me tomo de la mano y me llevo dentro de la habitación nuevamente, me sentó en la cama, fue a su mueble y busco dentro de un cajón un cepillo, al encontrarlo regreso conmigo, se subió a su cama y comenzó a cepillar mi cabello

- es muy lindo tu cabello, espero no estar jalándotelo

Yo negué sin decir nada, una de las cosas que había imaginado de mi chico perfecto era que él peinaba mi cabello esforzándose en que no me doliera, sentí como mariposas recorrían mi estomago

Al terminar me llevo a casa, como me había ayudado el día anterior lo invite a pasar y desayunar con nosotras, aproveche que ya se había cambiado, él acepto con gusto diciendo algo divertido

- aceptare solo porque hiciste la invitación con mucha insistencia

Comencé a reír mientras que entrabamos, Sonia llego corriendo muy asustada y al ver a Alejandro comenzó a sonreír y corrigió su postura, me comencé a reír de ella, decidí dejarla hablar con él así que le dije

- iré a cambiarme, espera aquí – dirigí mi mirada a Sonia – por favor, dile a Matilde que tendremos un invitado, que ponga un plato mas

Ella asintió torpemente dirigiendo la mirada a Alejandro quien me observaba directamente, eso me hizo sentir un poco incomoda, pero subí a cambiarme dejándolos solos, ese chico era adorable que haría que cualquier chica se enamorara en minutos.

Pensaba en cual era su chica perfecta, al llegar a mi cuarto y abrir la puerta creí ver que había alguien al otro lado de esta, al entrar no encontré a nadie, entre con un poco de miedo, al llegar hasta la cama, junto al mueble se encontraba alguien parado de espaldas revisando las cosas que tenía ahí

- papa – grite bastante feliz

Corrí hasta él y lo abracé por la espalda, él no me respondió nada e hizo que me soltara, se dio la vuelta y con un rostro de molestia me dijo

- ¿por qué no llegaste anoche a casa?

Yo no sabia que responder, al ver a papá molesto sentí mucho miedo y las palabras no salieron de mi boca, en ese momento no pensé en que su voz era un poco diferente de lo normal, él me dio una cachetada que hizo que cayera en el suelo, ese no era mi padre quien tanto me había querido, quien me había ayudado a llevar mis muebles a mi casa en el árbol, sentía que tenia bastante coraje y necesitaba desahogarse con alguien y yo le di un motivo

Las pocas veces que eso pasaba era cuando tenía una discusión con mamá, no sabía lo que había ocurrido entre ellos, pero quería saber, quería que me dijera que había ocurrido, sentí mucho dolor por el golpe que comencé a llorar, papá no se tentó el corazón que me dio otro golpe en el estómago que hizo que la sangre saliera de mi boca.

¿Qué era lo que estaba sucediendo? ¿Qué hice para que papá se molestara tanto conmigo? Esas preguntas comenzaron a rondar mi cabeza, cuando me tomo del cabello y me hizo voltear a ver su rostro

Este no era mi padre, aunque era bastante parecido, comencé a tener miedo de este hombre y quise gritar, pero parecía que ese hombre podía leer mi mente ya que inmediatamente tapo mi boca impidiendo que saliera algún sonido

Traté de hacer ruido con algo, pero no pude, ese hombre se acerco y me dijo en el oído

- No me gusta que salgas tan noche, así no puedo encontrarte…

Se acerco mas para darme un beso, quise impedirlo, pero era más fuerte que yo, me comencé a resignar a perder mi primer beso con esa persona, cuando vi un pie que golpeaba el rostro de este hombre

Al sentir que ya no estaba encima mío me levante lo más rápido que pude y trate de huir cuando vi a Alejandro quien me abrazo, él había sido quien me había salvado de ese hombre, me soltó y fue rápidamente a donde estaba ese hombre y comenzó a golpearlo, hasta que llego mi hermana con otro chico y se lo quitaron de encima.

Después de haber atado a ese hombre y antes de que llegara la policía, mi hermana molesta lo comenzó a golpear y a reclamarle la razón por la que había entrado a la casa y me había acosado, ese hombre se quedo callado un momento en el que todos nos sentimos bastante incomodos, después de ver como Alejandro me tomaba la mano decidió hablar

- La conocí hace dos meses cuando acababa de llegar aquí, justo cuando venia de la escuela, desde ese momento pensé en que seria para mí, la seguía a todos lados y creía que era una chica pura, pero este hombre la metió a su casa justo dos días después de haberla conocido

Alejandro se puso bastante serio y contesto con una voz tan fría que me hizo temblar por un momento

- Entonces te metiste a su casa para reclamarla, ¿no es así?

Ese hombre comenzó a reír mientras me veía directamente, tenía tanto miedo que no pude sostenerme sobre mis pies, Sonia y Alejandro me sostuvieron para evitar que cayera, había visto demasiadas películas donde secuestran a las chicas, son violadas o simplemente son acosadas, pero jamás pensé en vivirlo en carne propia

Mis manos seguían temblando aun después de que fuese llevado, Sonia me trajo un té de manzanilla para que me relajara, Ceci quien estuvo encerrada en su cuarto con sus audífonos y no se dio cuenta de lo que sucedió apenas bajaba a desayunar.

- Hasta que llegas, mamá dijo que vuelve una semana antes y tendrás un castigo severo

- Ceci – le exclamo Sonia quien sostenía mi mano para que dejase de temblar – yo me las arreglare con mi mamá, no te preocupes Sam

El rostro de Ceci se puso oscuro de la furia que tenía, quizás el regaño de mamá también la había afectado a ella, pero Sonia trato de calmarla, la llevo a la cocina y le dijo algo, al parecer le conto lo que había ocurrido, al salir se paro frente a mi y me dijo

- Deberías cambiarte, sino llegaremos tarde a clases

Ceci mostro poca simpatía por mí, al parecer fue demasiado malo el castigo, puse mi té en la mesa y subí a mi habitación con algo de miedo, mi mano temblaba y dudaba si girar la perilla, tenia miedo de que alguien más pudiese estar ahí dentro, pero tenia que superarlo en algún tiempo y entre mas rápido lo hiciera, era mejor

Cerré los ojos para girar la perilla, tenia bastante miedo de que hubiese alguien dentro, quería abrir la puerta, pero mi miedo podía más que yo, sentía que había alguien esperándome, estaba a punto de soltarla y salir corriendo cuando sentí una mano sobre la mía

Al abrir los ojos y voltear a ver, estaba parado a un lado mío Alejandro quien sonreía y su mirada parecía que hablaba y me decía que abriera la puerta, que él estaba aquí para ayudarme y que no pasaría nada, me arme de valor y gire la perilla abriendo la puerta

- No hay nada, puedes estar tranquila – me dijo tratando de calmarme

La habitación estaba completamente vacía, pero seguía teniendo miedo así que le pedí que se quedara en lo que tomaba un baño, sonrió y asintió de inmediato, aun cuando me estaba bañando tenia bastante miedo

- Muchas gracias por prestarme otra camisa para cambiarme – me dijo desde fuera

- Gracias a ti por salvarme de ese hombre

Ese miedo poco a poco comenzó a desaparecer, sentía que mariposas revoloteaban en mi estómago, en solo dos días este chico había logrado enamorarme o quizás me enamore de él desde el primer día en que lo vi, pero tenia miedo de que no sintiera lo mismo por mí, así que decidí ocultar lo que sentía, esperaría para ver si había una oportunidad

Al salir del baño solo tenia que peinarme y bajar a desayunar, lo cual fue algo rápido, al bajar solo tomamos unos sándwiches porque se nos hacía tarde para llegar a clases, de camino a la escuela Ceci me volteo a ver con la mirada un poco baja, como si estuviera apenada

- Lo siento – dijo en voz baja

Solo sonreí y le di un abrazo, dándole a entender que no guardaba ningún rencor sobre ella, seguimos nuestro camino abrazadas delante de Sonia y Alejandro, volteaba a verlos de vez en cuando y ellos sonreían mientras que platicaban felizmente, por supuesto que me dieron celos, pero no podía demostrarlo, solo dos días, se burlarían de mi si se llegaran a enterar de eso

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