– ¿Pero qué haces? – pregunté molesta.
– Me haré viejo si espero a que llegues sola, tengo otras cosas que hacer ¿sabes?
– Discúlpeme señor ocupado.
– Así es, soy alguien ocupado que solo pierde su tiempo contigo.
Bufé, cada momento que pasaba en este lugar hacia que me arrepintiera de mi decisión, pero… a decir verdad, aquello se sentía muy bien, sus fuertes brazos llevándome por las escaleras, su aroma me embriagó en aquel momento, tengo que admitirlo, era guapo, eso no se negaba.
Al llegar al segundo piso me bajó inmediatamente, me dio las muletas, las cuales no me había dado cuenta en qué momento las había tomado. Con su voz indiferente me “pidió” que lo siguiera lo digo entre comillas porque parecía más una orden.
La magia había terminado, aquel hombre encantador había desaparecido, me regañé internamente, ¿cómo pude siquiera pensar que aquel hombre podría ser un apuesto caballero dispuesto a rescatar a una damisela en apuros?
Nota mental: Lucy, deja de leer tantas novelas de fantasía.
Así como él lo pidió, lo seguí, traté de llegar lo más pronto posible a su lado, eso fue agotador, mis brazos me dolían, sentía que ambos me temblaban y que en algún momento terminaría soltando una de mis ahora 3 piernas, pero logré llegar lo más rápido que pude, sentía la transpiración a través de mi ropa, no sé cómo le haré para usar estas cosas por un mes o más.
Cuando llegué él abrió la puerta y se hizo aún lado para dejarme entrar, la habitación era el doble de lo que tenía en casa, había dos grandes ventanales como los de la entrada, un par de cortinas blancas caían cual cascada de cada una, la cama era lo suficientemente grande. Fácil caben dos personas y aún quedaría bastante espacio libre, estaba perfectamente tendida, las almohadas y el edredón hacían juego, blanca con flores de cerezo, eran muy bellas. Al lado de la cama estaban dos mesitas de noche, una de cada lado, cada una con una pequeña lámpara. Frente a la cama había un tocador blanco con un espej ovalado. A cada lado del tocador había una puerta, una de ellas era un baño con su ducha, la otra puerta era ¡un closet! Era lo bastante grande, tan grande como el baño, tenía cajoneros, percheros, si pusiera en ese lugar toda mi ropa ¡me quedaría espacio libre! No podía creer que todo esto estuviera en un cuarto de invitados. Me pregunto si las demás serán iguales o más grandes que esta.
– Cuando dejes de bobear – su voz me sacó del asombro que tenía – puedes ordenar tus cosas.
– ¿Mis cosas? – reí - ¿cuáles cosas? ¿ya no recuerdas que me robaron todo?
– Ah…
Después de eso salió y cerró la puerta tras él dejándome sola en una habitación tan grande, hermosa, elegante y tan vacía a la vez. Todo mi entusiasmo al ver aquel lugar desapareció al recordar mi gran primer día en la ciudad.
Sobre la cama se encontraba la bolsa que me habían dado en el hospital con mis “flamantes” pertenencias. Me senté en la cama y la abrí, saqué mi ropa sucia con manchas de sangres, se me erizó la piel al recordar las frías gotas de lluvia sobre el cuerpo, el rechinido de las llantas y el golpe, el piso helado cuán témpano de hielo bajo mí y luego unos fuertes y cálidos brazos elevándome. Golpee repetidamente mi rostro, ¿en qué pensaba? En la bolsa también estaba la ropa que amablemente me dio la enfermera, cuando consiga por lo menos dos o tres cambios se los devolveré y también le llevaré algún postre en agradecimiento. Al final se encontraban mis zapatos, incluso el tacón roto se encontraba ahí, junto a ellos estaba mi Ipod, el dinero, la cámara y mi celular.
No había pensado en ellos desde que llegué aquí, justo en este instante recordé que no había llamado a mi hermano ¿me habrá llamado? Tomé rápidamente mi teléfono y lo encendí, 15% solo tenía eso de carga y no tenía forma de cargarlo, urgé en la bolsa de plástica aunque sabía que era en vano, mágicamente no aparecería un cargador ahí dentro. Mientras buscaba, el sonido de mensajes no paraba de sonar, el tono aún no terminaba cuando ya iniciaba nuevamente, suspiré, ya me lo imaginaba, mi hermano iba a estar vuelto loco.
Lo desbloquee cincuenta y tres mensajes de mi hermano, diecisiete mensajes de voz…
Caminé a la salida de la habitación, esperaba encontrarme con el señor Klein para pedirle prestado algún cargador, pero al abrir la puerta me encontré con Leonardo, quien al verme frunció el ceño.
– ¿Ocurre algo? – preguntó como si le importara.
– No, yo, solo iba a buscar al señor Klein.
– Él no está.
– Oh – dije desilusionada, ¿ahora qué hago? Si llamo a mi hermano no vamos a parar de hablar en un buen rato y mi teléfono se descargaría.
– ¿Le pasa algo a tu celular? – no me había dado cuenta que estaba viéndolo mientras lo bloqueaba y desbloqueaba.
– Bueno, es que, no tiene carga, necesito llamar a mi hermano pero en cualquier momento terminará por apagarse.
Justo en ese momento comienza a sonar, mi hermano estaba llamándome, lo único que quedaba era hablar con él lo más que pueda.
— ¡Hola Vladi! – contesté con entusiasmo.
— ¿Hola Vladi? – respondió al otro lado - ¿sabes cuánto tiempo he estado llamándote? – me regañó.
— Lo siento, apagué mi celular en el vuelo y se me olvidó encenderlo.
— ¿Por cinco días? - ¿cinco días? ¿cuándo había pasado tanto tiempo?
— Si… bueno… - no sabía cómo responder a eso – estuve ocupada.
— ¿Ocupada?
— Sí, ya sabes, con eso de instalarme al llegar, se me olvidó buscar un lugar antes de llegar aquí, así que estuve muy ocupada buscando algo – mentí, nunca le había mentido a mi hermano, me sentía fatal, pero ¿cómo le explicas a tu único hermano tu situación actual?
— Bueno, eso sí, tienes un punto, aun así Lu, fue mucho tiempo sin saber de ti ¡sentí que me moría de la angustia! Estuve a punto de ir a buscarte – reí
— ¿Y dónde me buscarías?
— ¡Haría que un equipo policial te buscara hasta el último rincón! – volví a reír.
— No te preocupes, estoy bien – giré mi vista a mi pie e hice una mueca, o casi bien, tuve que decir.
— Me alegra escuchar eso, ya estoy más tranquilo – había olvidado por completo a Leonardo, seguía de pie frente a mi mientras miraba su celular, me daba algo de pena hablar tan abiertamente estando él presente y no podía entrar a la habitación porque necesitaba las dos manos para avanzar y con qué cara le pediría algo de privacidad en su propia casa, mi hermano seguía hablando pero ya no le prestaba atención, mi teléfono me notificó la poca carga que le quedaba, revisé en un vistazo rápido 3%
— Oye, Vladi – dije cortándolo – mi teléfono tiene el 3% de carga, lo siento, tendré que dejarte, hablamos cuando lo cargue ¿sí?
— ¿Qué? ¡no! Conéctalo y sigamos platicando, quiero saber cómo es el lugar donde vives, si has hecho amigos, ¡quiero que me cuentes!
— ¡Perdón! Es que… perdí mi cargador, y no he comprado otro, pero no te apures, más tarde trataré de conseguir uno y te llamo.
— Está bien, pero…
— ¿Vladi? – la llamada finalizó después de que mi teléfono muriera.
Cuando levanté la vista solo logré ver la espalda de Leonardo entrando a una habitación que estaba frente a la mía. Regresé a la habitación y miré con tristeza lo que estaba en la cama, me sentía bastante cansada y la cama era lo bastante cómoda, mis ojos comenzaron a sentirse pesados, no quería dormir, era temprano y no quería que pensaran que era una floja, pero mis ojos me traicionaron y se cerraron para darle la bienvenida a Morfeo.
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Updated 147 Episodes
Comments
Erikaa Pacheco
😊😊😊😊😊😊😊
2023-10-28
1
Nery Altamirano
🤨😂
2023-08-28
0
Sisy Toledo
Que Tarado Dios miooo...🤦🤦🤦🤦
2023-03-08
0