Capítulo 4

¿Canta autor pop del momento? Esto debía ser una broma, me quedé congelada mientras digería tal noticia, esto no podía ser posible, todo este tiempo he estado con una celebridad, estuve en su auto, en el hospital y ahora en su casa, ¿cuántas chicas estarían emocionadas con esta situación? ¿Por qué tuve que ser yo y no alguna fan?

- Es por eso – seguía diciendo Klein – que queremos que te quedes.

- Para evitar que vaya y hable con la prensa, que no los meta en problemas y que no dañe su reputación ¿correcto?

- Creo que no suena tan bien cuando tú lo dices.

- Prometo no decir nada, tal vez estando aquí les cause más problemas.

- No será tan fácil, algunos reporteros nos han visto salir del hospital y otros ya se encuentran afuera – dijo cerrando la cortinas.

- ¿Pero cómo? No me di cuenta.

- Ese es su trabajo, capturar a las personas en su peor momento posible sin que lo noten, así es como surgen los chismes Es por eso que te pido quedarte un tiempo, no será mucho, solo hasta que tu hueso sane completamente y que esos reporteros no difundan rumores sobre él o sobre ti.

- ¿Sobre mí? ¿yo que tengo que ver?

- Una estrella de pop comienza a vivir con una chica que nadie conoce – me lanzó una mirada – y luego resulta que anteriormente, esta chica estuvo en el hospital, pueden difundir muchos rumores, no tienes ni idea de la imaginación de los reporteros.

Mi cabeza comenzó a girar después de escuchar todo aquello, ¿en qué me había metido? No tenía ni dos días aquí y ya estaba mentida en tal embrollo. ¿Qué pensarían mis padres en esta situación? Cierto, si ellos vivieran yo ni siquiera estaría aquí. Si me voy y esos astutos reporteros dan conmigo harán de mi vida un infierno, he visto en televisión como acosan y persiguen a quien sea con tal de tener sus exclusivas, pero pensaba ¿y qué tiene? Es su trabajo, los artistas ya saben que para eso están y si serán alguien que se dedica al espectáculo deben estar listos para todo esto ¿no? A que tu vida personal ya no sea tan personal, así que cuál es el problema que estos buitres te persigan hasta tener esas fotos tuyas… pero… ese es el mundo de las estrellas, yo solo soy una chica, una tonta chica de 20 años que decidió viajar a un lugar extraño con tal de escapar de los recuerdos que emanaban de su hogar, escapar de la realidad y tratar de comenzar una nueva vida aunque sea por dos años, ahora… no sé qué hacer. Klein sigue mirándome fijamente, pero esa mirada es más una súplica que amenaza; ¿qué pensaría mi hermano de todo esto? Seguro que no le gustaría para nada que su pequeña hermana duerma en casa de un extraño.

- Yo… solo dame un momento para pensar, todo esto es demasiado para un día. – Klein sonrió y se fue dejándome sola.

La verdad, no sabía qué hacer, si me iba y me encontraban esos reporteros no iba a saber qué hacer, por otro lado, si me quedo tendría que vivir con aquel malhumorado de Leonardo, tal vez es así porque la fama se le subió a la cabeza, lo que sea, mi estancia aquí no creo que sea muy buena, lo más seguro es que él me trate del mismo modo que lo ha hecho hasta hoy, me sentiré incómoda, sola y sin libertad. Pero, si me voy ¿a dónde iría? Me han robado y me quedé sin nada ¿qué voy a hacer con tan poco dinero? Lo único que me queda me alcanzaría si acaso para una comida, y aquí, no me han dicho que tenga que tenga que pagar nada, digo, es la compensación por el accidente ¿no? Eso tampoco se siente muy bien, quedarme de gorrona en una casa ajena.

Mi mente iba y venía, tantas ideas llegaban a mí sobre lo bueno y lo malo tanto de irme como de quedarme, sentía que me quedaría en ese sofá el resto de mi vida pensando solo en esto. Lo único que me sacó de mis pensamientos fue el timbre de la puerta, ay Dios, el timbre, llegaron visitas, o sus padres ¿qué dirían sus padres con todo esto?

- Bueno, Lucy – dijo Klein regresando de la entrada – no sé cuál vaya a ser tu decisión pero lo que sí sé es que tienes hambre – decía mientras levantaba dos bolsas blancas, una en cada mano, no me había dado cuenta de que tenía razón, mi estómago hacía tanto ruido que era imposible negarlo, sentí mi cara arder. Klein solo sonrió.

- Gracias – dije cuando retiraba una silla para que pudiera sentarme, era un comedor grande, para unas doce personas, ¿tendrá una gran familia o simplemente es el capricho de los ricos el tener mesas de este tamaño? – yo - suspiré – lo haré – dije al fin – me quedaré para no causar problemas, solo que no puedo quedarme gratis, trabajaré y pagaré por vivir aquí – Klein rio.

- No te estamos pidiendo que pagues, ¿acaso no sabes lo que es una compensación?

- Sí, lo sé, pero no me siento cómoda con todo esto, así que en cuanto tenga oportunidad buscaré algo.

- Como si fueran a contratar a alguien con una pierna rota – dijo el malhumorado entrando por la puerta y sentándose en el lugar del medio.

- Ya verás, conseguiré algo.

Siento tanta vergüenza por todo lo que sale de mi boca, ¿qué estás haciendo Lucy? ¿Cómo se te ocurre decir tantas tonterías? ¿Que te quedarás? ¿Trabajarás? Ya no estaba segura de que me quedaba en ese lugar por el bien de Leonardo o por el mío, estar aquí sería el sueño de cualquier chica, una casa grande, un chico lindo que aparte es una estrella de pop. ¿Será tarde para decir que cambio de opinión? Si lo hago ¿a dónde iría?, sigo sin creer que todo esto me esté pasando a mí.

Al terminar de comer Klein le dijo a Leonardo que me llevara a mi habitación, él se opuso un momento pero al final el poder de convencimiento del mayor lo hizo obedecer, debo decir que no me ayudó a subir las escaleras, en un dos por tres él ya estaba en el segundo piso, mientras que yo estaba en el tercer escalón. Era la primera vez que usaba muletas, no sabía si las estaba usando bien, con cada saltito que daba sentía que me balanceaba de frente hacia atrás, en mi mente solo podía pensar que en cualquier momento terminaría en el suelo.

- Ay por el amor de… - dijo mi anfitrión malhumorado, como siempre desde que desperté en aquella blanca habitación.

No me importó su comentario a medias y continué subiendo, me sentía orgullosa, ya llevaba diez escalones subidos y continuaba a salvo del suelo, di un pequeño grito cuando sentí que alguien me tomaba entre sus brazos y me cargaba como si fuese una princesa.