Una noche alocada

Punto de vista de Patricia

Mi cabeza punzaba con un dolor insoportable, y todo a mi alrededor daba vueltas. El cuerpo me dolía como si hubiera corrido un maratón, y, de pronto, sentí un fuerte brazo rodeando mi cintura. El aliento de alguien más rozó mi nuca. Abrí los ojos, y los recuerdos de la noche anterior me golpearon como un flash.

Había despertado en esta misma habitación, a solas con el hombre que me había salvado. El alcohol había desatado una audacia que no sabía que tenía. Fui yo quien lo había seducido, quien había insistido, y aunque él me rechazó varias veces, al final, logré lo que buscaba. Fue una noche completamente loca donde le entregué mi primera vez a un completo desconocido.

Aún puedo sentir sus manos acariciando mi cuerpo, sus besos húmedos recorrer cada centímetro de mi piel, nuestros cuerpos danzando al son de una música que solo los dos podíamos escuchar, su cara de sorpresa al darse cuenta de que sería el primer hombre en mi vida. El momento en el que retrocedió y yo le susurré que estaba bien, que era lo que quería. El brillo de sus ojos al estar dentro de mí. Puedo asegurar que fue la mejor noche de mi vida.

—Vuelve a dormir —Su voz ronca me sacó de mis pensamientos lujuriosos.

Mi cuerpo se estremeció al escuchar su voz cargada de autoritarismo, eso encendía una llama en mi interior.

—Debo irme, mi amiga debe estar preocupada. —Dije manteniendo una calma fingida.

—Llámala y dile que estás bien. Dile que pasarás el día conmigo.

Me quedé en silencio, procesando sus palabras. Pensé que al despertar, cada quien seguiría su camino, y que lo de anoche sería un secreto que solo los dos conoceríamos.

—Debo ir al baño —dije con torpeza, la única excusa que se me ocurrió para alejarme de él.

Su agarre se aflojó, y me levanté de la cama con dificultad. El ardor en mis mejillas aún no desaparecía. Tomé su camisa, que me quedaba como una bata, y cubrí mi cuerpo desnudo. Sin voltear a verlo, caminé hasta el baño.

Frente al espejo, me encontré con una extraña. Una mujer que nunca antes había visto, que ni siquiera sabía que vivía dentro de mí. Mis ojos se pasearon por mi cuello, y los rastros de la noche de desenfreno trajeron consigo fragmentos de lo que había hecho.

El celular tembló en mis manos, alertándome de una llamada. Era Daniela, y su nombre en la pantalla vibraba con desesperación.

—Hola —contesté en un susurro.

—¿Dónde estás? Te busqué por todos lados y no contestabas el teléfono. Estaba a punto de llamar a la policía. —La voz de Daniela era una mezcla de preocupación y molestia.

—Lo siento, amiga. Te busqué y, como no te encontraba, pensé que habías vuelto al hotel. Pero estoy bien, tranquila. Cuando llegue a la habitación, te cuento lo que pasó.

—Al menos pudiste llamarme o enviarme un mensaje. Tú siempre eres la responsable, no como yo, que desaparezco y no sabes de mí hasta el día siguiente.

Sonreí ante su descaro, pero era mi mejor amiga, y siempre le perdonaba esos dolores de cabeza.

—Tengo que colgar. Aún no iré a la habitación. Nos vemos en la noche. Adiós. —Colgué rápidamente para no tener que dar explicaciones. No sabía cómo decirle que pasaría el día con el hombre más perfecto que jamás había conocido.

Después de asearme un poco y quitar el exceso de maquillaje, salí del baño. Sentía vergüenza. Seguramente él pensaría que era una chica fácil, que no valía ni un centavo.

Las sábanas de la cama habían sido cambiadas, y la habitación estaba impecable, como si nadie la hubiera usado. Había un servicio de habitación para dos, pero mi desconocido no estaba por ningún lado. Era obvio que se había ido, dejándome como la tonta ilusa que era. Busqué mi ropa, pero no la encontré; recordé que el vestido estaba hecho trizas.

Avergonzada, sabía que solo podía contar con Daniela para que me trajera algo de ropa. Estaba a punto de llamarla cuando la puerta de la habitación se abrió, y el desconocido entró luciendo impecable. Llevaba ropa casual, que, aunque sencilla, era de un costo evidente. Tragué saliva al ver cómo sus músculos se dibujaban por encima de la tela, dejándome en un estado de trance.

—Veo que decidiste salir del baño. —Su voz ronca hizo que mi mirada se desviara hacia sus labios.

El silencio me invadió, las palabras se atascaron en mi garganta. Mi cerebro no conectaba con mi lengua afilada.

Él se acercó a mí con un andar provocativo y se inclinó sobre la cama, con las manos apoyadas a cada lado. Mi cuerpo retrocedió por la cercanía de sus labios. Nuestras miradas se conectaron, y me perdí en el color miel de sus ojos.

—Sé que fue tu primera vez y que debes estar cansada y adolorida, por eso no volveré a tomar tu cuerpo. Pero no me tientes con esa mirada provocativa.

Su afirmación hizo que el ardor en mis mejillas regresara. Pensé que pasaría por alto ese detalle.

—Mejor me voy. Creo que es mejor olvidar lo sucedido. De todos modos, no nos volveremos a ver.

—Te equivocas, pequeña. Ahora eres mi mujer, y como tal, nos seguiremos viendo las veces que sean necesarias. —No fue una petición, fue una orden.

—Si cree que, por ser mi primera vez, debe hacerse responsable... le digo que no es necesario. No estamos en el siglo pasado. —Respondí con determinación.

—Ja, ja, ja, eres tan inocente, pequeña. No lo hago por eso. —Su expresión volvió a ser seria—. Lo hago porque me gustó todo de ti y quiero tenerte solo para mí. Ahora vamos a desayunar, que la comida se enfría.

Tomó mi mano y me llevó hasta la pequeña mesa en el centro de la habitación. Con elegancia, sirvió el desayuno y se sentó frente a mí.

—Mandé a buscarte algo de ropa para que, después del desayuno, vayamos a dar un paseo.

—Aún no sé tu nombre —dije, sintiéndome avergonzada.

Una sonrisa apareció en sus sexys labios. —En cambio, ya sé todo de ti. Soy Alejandro Montenegro. Espero que eso sea suficiente por ahora.

Ese era el apellido de Daniela, pero sería una coincidencia demasiado grande que este hombre tan perfecto fuera su familiar. No le di mucha importancia al tema y me dispuse a desayunar. La verdad, moría de hambre y solo quería devorar la comida frente a mí.

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Comments

David Aparicio

David Aparicio

Hola autora, sería posible que pusieras fotos de los protagonistas?

2025-08-28

1

Rosa Rodelo

Rosa Rodelo

Foto del protagonista de la novela

2025-09-02

0

Yolanda Beatriz Lagos Celarien

Yolanda Beatriz Lagos Celarien

Si no se cuida puede quedar embarazada

2025-08-28

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