Capítulo 5

Fecha: 24 de agosto Ubicación: Internado San Bartolomé de la Plata Hora: 17:40 Lugar: Pasillos y sala de tiempo libre
Valeria permaneció unos instantes en silencio, observando cómo el pasillo se vaciaba lentamente después de que Julio Mendieta le presentara al personal del internado. Su mente estaba cargada de nombres, rostros y primeras impresiones. Sin embargo, había una pregunta que no podía dejar pasar.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Señor Mendieta… ¿y mis compañeros? Todavía no he visto a ninguno.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Es verdad, eso aún falta. Ven, acompáñame. Es hora de que los conozcas.
El corazón de Valeria dio un pequeño salto. Por primera vez desde que había llegado, sentía una pizca de emoción genuina. Hasta ahora todo había sido una sucesión de reglas, protocolos y rostros adultos; pero conocer a sus pares significaba acercarse a la verdadera vida del internado. Caminaron por un pasillo más ancho, adornado con vitrinas que exhibían trofeos, fotografías antiguas y premios ganados por generaciones de estudiantes. El eco de sus pasos se mezclaba con un murmullo lejano que crecía a medida que se acercaban a una puerta de madera con un letrero: “Sala de Tiempo Libre”. Al abrirla, un aroma a chocolate caliente y madera encerada la envolvió. La sala era amplia y luminosa, con estanterías llenas de libros, un par de mesas de billar, sillones mullidos y juegos de mesa apilados en una esquina. Algunos estudiantes conversaban en grupos, otros leían, y un par jugaban al ajedrez. En un sillón, medio recostado y con una mirada fija, un chico de ojos intensos y brillantes la observaba con atención.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Atención, todos. Les presento a Valeria Montenegro, la nueva estudiante becada. Espero que la reciban como se debe.
El chico de los ojos preciosos se levantó del sillón, caminó hacia ella con paso seguro y una leve sonrisa.
Tomás Villalba –
Tomás Villalba –
— Hola, Valeria. Soy Tomás Villalba. Un gusto.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
Hola, Tomás. Igualmente.
Antes de que pudiera decir algo más, un joven de cabello desordenado y sonrisa canchera se acercó, con las manos en los bolsillos.
Ignacio Serrano
Ignacio Serrano
— Ignacio Serrano, pero todos me dicen Nacho. Bienvenida.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Gracias, Nacho.
Un tercero se aproximó, con el mentón en alto y una expresión que rozaba la arrogancia.
Rodrigo Farías
Rodrigo Farías
— Rodrigo Farías.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
Encantada.
Detrás de él, un chico más delgado y con la mirada baja se acercó lentamente.
Felipe Aguilar
Felipe Aguilar
— Soy Felipe Aguilar. Bienvenida…
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Gracias, Felipe.
En ese momento, un joven con aire egocéntrico y postura orgullosa entró en escena.
Bruno Calderón
Bruno Calderón
— Bruno Calderón. Te acostumbrarás a verme ganar en todo.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Ya veremos.
Luego apareció un chico con físico atlético, el andar firme y una sudadera deportiva.
Esteban Paredes
Esteban Paredes
— Esteban Paredes. Juego en el equipo principal.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
Un gusto, Esteban.
Un joven de rasgos asiáticos, cabello negro y ojos oscuros sonrió con amabilidad.
Nicolás Guzmán
Nicolás Guzmán
— Hola, soy Nicolás Guzmán. Espero que te guste este lugar.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
Gracias, Nicolás.
Tras él, un chico con chaqueta de cuero y mirada desafiante hizo acto de presencia.
Alejandro Méndez
Alejandro Méndez
Alejandro Méndez.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
Hola, Alejandro.
Por último, un joven coreano, alto y de sonrisa perfecta, le extendió la mano.
Gabriel Castaño
Gabriel Castaño
— Gabriel Castaño. Bienvenida al San Bartolomé.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Gracias, Gabriel.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
Y espero que todos se comporten. No quiero problemas.
Las miradas y sonrisas se entrecruzaron en la sala. Entonces comenzó la ronda de presentaciones de las chicas. La primera fue una joven de rasgos asiáticos, ojos atentos y amabilidad natural.
Carolina Figueroa
Carolina Figueroa
— Carolina Figueroa. Bienvenida, me alegra que haya más diversidad aquí.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Gracias, Carolina.
Una chica rubia, con actitud rebelde pero mirada amigable, dio un paso al frente.
Diana Campos
Diana Campos
— Diana Campos. Espero que no te aburras en este lugar.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Seguro que no.
En ese momento, la puerta se abrió bruscamente y tres chicos entraron corriendo. El primero saludó rápido.
Mateo Rivas
Mateo Rivas
Perdón por llegar tarde. Soy Mateo Rivas.
El segundo levantó la mano sin mucho entusiasmo.
Samuel Díaz
Samuel Díaz
— Samuel Díaz.
El tercero, con una sonrisa amplia, habló mientras se acomodaba la chaqueta.
Adrián Torres
Adrián Torres
Andrian Torres. Un placer.
La ronda de chicas continuó con una joven de cabello castaño y sonrisa cálida.
Lucía Montalbán
Lucía Montalbán
Lucía Montalbán. Bienvenida.
Luego una rubia de expresión seria, casi distante.
Sofía Herrera
Sofía Herrera
Sofía Herrera.
Una joven de acento extranjero, piel clara y cabello oscuro se presentó enseguida.
Camila Vargas
Camila Vargas
Camila Vargas. Soy portuguesa.
La siguiente fue una chica de lentes, mirada tímida y postura reservada.
Martina Salcedo
Martina Salcedo
— Hola… soy Martina Salcedo.
Después, una chica con el cabello teñido en tonos rubí y rosa se acercó con entusiasmo.
Renata Escobar
Renata Escobar
— ¡Hola! Renata Escobar, encantada de conocerte.
Una joven energética la abrazó sin previo aviso.
Julieta Miranda
Julieta Miranda
— ¡Yo soy Julieta Miranda!
Valeria Ortega
Valeria Ortega
Encantada
La siguiente en presentarse fue una chica de porte elegante, cabello rubio y actitud algo altiva.
Andrea Suárez
Andrea Suárez
Andrea Suárez.
Una joven de estilo gótico, ropa oscura y mirada curiosa la observó detenidamente.
Paulina Robles
Paulina Robles
Paulina Robles.
Por último, una chica japonesa con ojos brillantes y una sonrisa coqueta.
Isabel Domínguez
Isabel Domínguez
— Isabel Domínguez. Encantada, Valeria.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Muy bien. Ahora todos a descansar. Mañana comienzan las clases y quiero verlos puntuales.
Valeria se quedó unos segundos más en la sala, memorizando los rostros y sintiendo que aquel grupo tan variado escondía más historias de las que aparentaba. Al salir, supo que esta era apenas la primera capa de un lugar que, bajo su fachada de lujo y orden, parecía tener secretos esperando ser descubiertos.
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