capítulo 4

Fecha: 24 de agosto Ubicación: Internado San Bartolomé de la Plata Hora: 09:15 Lugar: Portón principal y recorridos internos
El cielo de la mañana estaba cubierto por una fina capa de nubes grises que filtraban la luz, tiñéndolo todo con un tono plateado. Valeria se encontraba en el patio, revisando una pequeña libreta donde intentaba memorizar el laberinto que eran los pasillos del internado. Aún sentía que, si no prestaba atención, podría perderse con facilidad.
Fue entonces cuando escuchó pasos firmes detrás de ella. Al girar, reconoció al hombre que la había recibido el día de su llegada: Julio Mendieta, el codirector del internado. Vestía traje gris claro y una corbata azul perfectamente ajustada. Su porte era recto y seguro, como alguien que sabía exactamente quién era y qué hacía en ese lugar.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Buenos días, Valeria.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Buenos días, señor Mendieta.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— ¿Te estás adaptando bien?
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Poco a poco… todavía me pierdo un poco en los pasillos.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Eso es normal al principio. Hoy quiero presentarte a algunos miembros del personal que aún no conoces. Son personas importantes para tu vida aquí.
Valeria asintió. Aunque una parte de ella estaba algo nerviosa, también sentía curiosidad. Había visto algunos rostros de lejos, pero no había tenido oportunidad de hablar con ellos. Julio comenzó a caminar y ella lo siguió, cruzando el patio y entrando por una puerta lateral que daba a una zona menos transitada. El olor a pan recién horneado y especias llegó antes que las voces. Entraron en la cocina, un espacio amplio, luminoso y lleno de utensilios relucientes. Allí, una mujer de mediana edad, cabello recogido en un moño y una sonrisa que parecía abrazar a cualquiera, los esperaba junto a una gran olla.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Valeria, esta es Patricia Serrano, nuestra cocinera.
Patricia Serrano
Patricia Serrano
— ¡Así que tú eres la nueva becada! Encantada, cariño.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Mucho gusto, Patricia. Huele delicioso aquí.
Patricia Serrano
Patricia Serrano
— Gracias, querida. Aquí nunca vas a pasar hambre, eso te lo prometo.
Valeria sonrió. Había algo reconfortante en Patricia, como si con solo mirarla supieras que podías confiar en ella. Salieron de la cocina y subieron unas escaleras que daban a un pasillo más silencioso. Allí, apoyada junto a una puerta y revisando unos papeles, estaba una mujer alta, de lentes y expresión concentrada.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Valeria, te presento a Carmen Alcázar, profesora de matemáticas.
Carmen Alcázar
Carmen Alcázar
— Hola, Valeria. Bienvenida al internado.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Gracias, profesora.
Carmen Alcázar
Carmen Alcázar
— Espero que te guste resolver problemas. Aquí la lógica es tan importante como la disciplina.
Siguieron caminando hasta llegar a un salón amplio con obras colgadas en las paredes y un fuerte olor a pintura fresca. Una mujer de cabello castaño claro, vestida con una blusa manchada de colores, los recibió con una sonrisa.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Esta es Elena Bustamante, profesora de arte.
Elena Bustamante
Elena Bustamante
— Encantada, Valeria. El arte es libertad, así que aquí siempre tendrás un espacio para expresarte.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
— Me encantaría aprender con usted.
En la misma sala, revisando una carpeta, había una mujer de cabello oscuro y gafas rectangulares, con un aire meticuloso.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Ella es Susana Barragán, secretaria del director.
Susana Barragán
Susana Barragán
— Bienvenida, Valeria. Si alguna vez necesitas coordinar una cita o entregar documentos, ven directamente conmigo.
Avanzaron hacia otro pasillo y entraron a un salón con cámaras fotográficas antiguas y estantes llenos de álbumes. Una mujer joven, con cabello corto y mirada intensa, levantó la vista.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Beatriz Quintana, profesora de fotografía.
Beatriz Quintana
Beatriz Quintana
Hola, Valeria. Aquí aprenderás que una imagen puede decir mucho más de lo que crees.
Cerca de allí, en una sala con varias computadoras encendidas, estaba otra mujer tecleando con rapidez.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Ella es Ángela Montenegro, profesora de computación.
Ángela Montenegro
Ángela Montenegro
— Bienvenida. Aquí la tecnología será tu aliada, si sabes usarla bien.
Pasaron luego a una oficina más pequeña donde una mujer de voz suave organizaba algunos expedientes.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
Teresa Villaseñor, nuestra asistente social y terapeuta.
Teresa Villaseñor
Teresa Villaseñor
Un placer, Valeria. Estoy aquí para apoyarte en cualquier aspecto personal o académico que necesites.
En el pasillo contiguo, una puerta con una placa dorada indicaba “Enfermería”. Dentro, una mujer con bata blanca y un semblante maternal sonrió al verlos.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Miriam Lozano, médica del instituto.
Miriam Lozano
Miriam Lozano
Bienvenida, querida. Aquí siempre habrá un espacio para cuidarte.
Más adelante, en una sala con espejos y barras de ballet, una mujer elegante y de postura impecable practicaba movimientos.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
— Laura Cifuentes, profesora de danza.
Laura Cifuentes
Laura Cifuentes
Hola, Valeria. La danza es disciplina, pero también pasión. Quizá te animes a probar.
Por último, entraron en un aula más pequeña, decorada con carteles de París y mapas de Francia. Una mujer de cabello negro y ojos penetrantes los observaba en silencio.
Por último, entraron en un aula más pequeña, decorada con carteles de París y mapas de Francia. Una mujer de cabello negro y ojos penetrantes los observaba en silencio.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
Verónica Olmedo, profesora de francés.
Verónica Olmedo
Verónica Olmedo
Bonjour, Valeria. Espero verte en mis clases.
Había algo en la forma en que Verónica la miró que hizo que un escalofrío le recorriera la espalda. No era hostilidad, pero sí un misterio que Valeria no supo descifrar. Cuando salieron de la última sala, Julio sonrió levemente.
Julio Mendieta
Julio Mendieta
Ahora ya conoces a gran parte del personal. Recuerda que cada uno de ellos puede ayudarte en algo distinto… y que aquí, cada vínculo cuenta.
Valeria Ortega
Valeria Ortega
Lo tendré en cuenta.
Caminaron en silencio hasta que Valeria quedó sola en un pasillo. El eco de sus pasos la acompañó mientras pensaba que, aunque ahora conocía más rostros, también tenía más preguntas que antes. Y, en lo más profundo, sintió que algunas de esas miradas escondían secretos que no tardaría en descubrir.
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