Tenía una familia estable, amigos que me hacían reír a diario, una carrera que me emocionaba… y un novio al que, tonta de mí, pensé que amaba de verdad
Todo parecía encajar.
Hasta que dejó de hacerlo.
Es curioso cómo el instinto a veces te susurra cosas que no quieres escuchar. Mis amigas solían decirme que algo en él no les daba buena espina, que su forma de mirar a otras no era normal.
Lyra
Ari, ese tipo no te merece.
Decía Lyra, la más directa de todas
Lyra
Se la pasa coqueteando con esa tipa de Ciencias Políticas.
Ari Laskaris (O)
Estás exagerando
Respondía yo, intentando reír, como si no me afectara. Como si no lo hubiese notado también.
Ellas insistían. Yo negaba.
Debí haberles creído.
Porque el día que lo vi besándola en uno de los pasillos traseros del campus, como si yo no existiera, no solo sentí que algo dentro de mí se rompía…
…sino que todo ese olor dulce que él tenía para mí, se volvió agrio.
Lo más triste no fue la traición. Fue darme cuenta de que lo había sentido desde mucho antes, pero preferí cerrar los ojos.
Como si amar fuera sinónimo de aguantar.
Como si ser omega me obligara a aceptar menos de lo que merecía.
Después de eso, no volví a mirarlo igual.
Ni a él, ni a mí misma.
Me sentía estúpida, herida… rota.
Y aunque intenté contenerlo, terminé llorando esa misma tarde frente a mis amigas.
Ari Laskaris (O)
Tenías razón, Lyra… todas tenían razón -Dije con la voz hecha pedazos.
Lyra
Ari, no queríamos tener razón
Me respondió con suavidad, abrazándome fuerte
Mila
Queríamos que fueras feliz.
Las tres me rodearon como si fueran un escudo humano. Como si quisieran protegerme del mundo.
Y por un momento, funcionó.
Más tarde, cuando llegué a casa, se lo conté a mis papás.
Mi papá no dijo nada al principio. Solo me miró.
Y en su mirada vi algo que no era común en él: rabia contenida.
Evander Laskaris (A.D)
Ese imbécil te hizo llorar —dijo, con la mandíbula tensa.
Ari Laskaris (O)
Ya no importa…
Intenté minimizarlo.
Evander Laskaris (A.D)
Claro que importa. Porque tú eres mi pequeño tesoro, Ariadne. Y nadie, nadie, tiene derecho a lastimarte así.
No dije más. Solo me acerqué a él y lo abracé fuerte, sintiendo cómo su pecho seguía respirando con furia.
★
★
★
★
Al día siguiente, salimos en familia.
Papá dijo que necesitábamos “un día de dulzura”.
Y acepté. Aunque, honestamente, todavía me dolía todo.
Cassian vino también, lo que fue raro pero agradable. Incluso me hizo reír con uno de sus comentarios idiotas sobre lo lentas que eran las vitrinas de postres.
Entramos todos a la tienda. Todos, menos papá.
Dijo que quería “tomar aire”.
Tardamos unos minutos adentro… y cuando salimos, lo vimos con el ceño más fruncido que nunca.
Ari Laskaris (O)
¿Todo bien? —le pregunté, notando cómo sus manos estaban cerradas en puños.
Evander Laskaris (A.D)
Sí —respondió él sin dudar, pero su mirada decía lo contrario.
Más tarde, ya sentados en el restaurante, sucedió algo inesperado.
Lo vi.
A él.
Aquel que me había mentido, traicionado… destruido.
Caminaba por el mismo pasillo del restaurante.
Y cuando vio a mi padre…
salió corriendo.
Literalmente, corriendo.
Cassian alzó una ceja.
Cassian Laskaris (D)
¿Y ese idiota? ¿Qué le pasa?
Mamá rió.
Celeste Volkova (O)
¿Se tragó una alarma o qué?
Papá finalmente suspiró.
Evander Laskaris (A.D)
Lo vi hace un rato, cuando estaban en la tienda. Me llamó “suegro”…
Todos
¿¡Qué!? —dijimos todos casi al mismo tiempo.
Evander Laskaris (A.D)
Le dije que tenía diez segundos para correr si apreciaba su vida —añadió, bebiendo agua como si nada.
Hubo un silencio.
Y después risas.
Yo… yo no sabía si reír o llorar.
Lo miré.
Ari Laskaris (O)
Gracias, papá.
Él me pasó una mano por el cabello.
Evander Laskaris (A.D)
Por ti, hija, yo correría por todo el mundo solo para protegerte.
Y por primera vez en días…
sentí algo parecido a paz.
Tenía una familia buena.
Una familia que me amaba.
Y, aunque aún me dolía lo que había pasado…
ya no me sentía sola.
Comments