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En medio de la enorme plaza, donde seres de diversos tamaños, colores y formas convivían, dos figuras destacaban entre la multitud. Estaban sentados, bebiendo un líquido azulado que parecía tener brillantina.
Aparte de tecnología rara, las bebidas también lo son...
—No sé qué haremos esta vez, Writz... ¡Nos están quitando las mejores misiones! —se quejó una voz femenina, con un eco metálico que sonaba como si hablara desde el fondo de un túnel.
La chica, sorprendentemente, se veía bastante humana entre tantos seres... pero había diferencias. Piel blanca tan pálida que parecía pintura de auto, cabello plateado, y unas cuencas —o más bien, pantallas— que proyectaban pupilas digitales verdes.
Al menos agradezco que tenga párpados, o esto se pondría bastante turbio...
—Épsilon nos tiene limitados, y lo entiendo. Misiones como las que buscas son bastante peligrosas para dos personas —respondió un joven de orejas puntiagudas, con aire sereno.
Cabello dorado como el oro, ojos azules como zafiros, piel pálida y una calma aterradoramente atractiva.
Todo un papucho.
—Ajá... ya me cansé de estar destruyendo bases pequeñas. ¡Quiero que vayamos a por algo grande! ¡Una misión épica! —exclamó la robot alzando el puño, retadora—. ¿Es acaso pedir demasiado?
—Para Épsilon, parece que sí —dijo el elfo, dando un sorbo a su bebida, con una mirada que decía: "Siempre dices lo mismo"—. Él le da prioridad a equipos completos que requieren más miembros.
—¡Podríamos formar un equipo si alguien se nos uniera!
—¿Con tu forma de entrenar y tratar a los novatos? Seguro...
El comentario de Writz hizo que a la robot le chispearan los circuitos del enojo.
Claramente, tiene unos cuantos problemas de ira...
—Eres un maldito bug en mi sistema, Writz... —Una tablilla al lado de ella comenzó a emitir ruidos y parpadear; alguien llamaba—. ¿Épsilon?
—Hablando del súcubo... solo falta que nos despidan...
—¿Cállate, quieres? —La robot respondió la llamada. Un holograma de Épsilon se proyectó desde la tablilla—. Clank, clic. ¿Necesitas algo, Épsilon?
—Te tengo a alguien para que hagas equipo. Todavía estás desesperada, ¿no?
—Resetéate, idiota... pero sí, seguimos buscando a alguien —respondió, dejando a un lado la molestia. Su interés superaba cualquier insulto—. ¿Es alguien conocido?
—De serlo, habría buscado una mejor opción... —comentó el elfo, sonriendo. La robot frunció el ceño—. Que continúe.
—No es alguien que conozcan. Tengo un nuevo recluta al que quiero que entrenen. Quiero ver si es útil. Se llama Alex Lower.
El holograma mostró una hoja digital con información y foto del humano. Heart lo miró con fastidio; no era lo que buscaba... pero tampoco había muchas opciones.
—¿Un humano de la Tierra? —preguntó el elfo, intrigado—. ¿Aún existen?
—Wow, calma esos circuitos, Writz. La líder aquí soy yo. Este tipo se ve más flácido que un slime deshidratado... —Heart empezó a leer la ficha—. Y no tiene nada que destacar.
Qué exigente para alguien que necesita urgentemente un nuevo miembro...
Writz pareció pensar lo mismo. Su sonrisa calmada parecía decir: "Igual lo vamos a reclutar".
—Tranquila, Heart. Sabes que podemos improvisar... como el viento errante.
—Ah... eres de lo que no hay... —Heart suspiró. Luego movió el holograma, enfocándolo otra vez en Épsilon—. Sí, tráelo.
—¡Magmático! Alex llegará en unos minutos. Por favor —y esto va sobre todo para ti, Heart— no se sobreexijan con él.
La transmisión terminó. Heart y Writz se miraron con cierta picardía.
Algo me dice que no le harán caso a Épsilon... pobre Alex.
Y hablando del diablo, un portal se abrió frente a ellos... y Alex cayó por él.
Qué primera impresión tan interesante...
—Ah... Épsilon, fogata, pedazo de... ¿Eh? —Alex se levantó y vio al elfo y la robot.
—Así que tú eres el humano del que Épsilon nos habló —dijo Writz, caminando a su alrededor, con una mística aura de sabiduría—. Veo que no eres tan diferente a nosotros.
—Sí... lo mismo digo... —Alex tragó saliva, incómodo. La mirada fulminante de la robot era lo que más le inquietaba—. ¿Ustedes son Writz y Heart, verdad?
—Tú lo has dicho.
Writz se acercó más. Alex, instintivamente, retrocedió... y terminó colocándose al lado de la robot.
Heart lo miró con desprecio. Su postura decía: "Un paso más y sabrás cuántas veces se puede doblar un humano."
—Soy Heart. Espero que seas útil... —y caminó sin mirar atrás—. ¡A la zona de entrenamiento, ya!
—Ya escuchaste a nuestra capitana —dijo Writz, pasando junto al aún confundido humano—. Ah, una recomendación, joven retoño... hazle caso, si no quieres acabar... bueno... no vivo.
Bueno, chico, moviendo ese trasero o te mueres en este capítulo.
Alex sintió un escalofrío, y los siguió.
—Por eso prefiero los trabajos de oficina... —comentó con resignación.
Mientras tanto, lo mejor sería regresar unos cuantos... ¿millones? ¿billones? ¿Años luz? No sé, la distancia que hay entre la organización ARMA y la Tierra es más confusa que la tabla periódica en chino.
En la Tierra, horas antes... un jeep se detuvo al borde de un acantilado. Bajó de él un hombre imponente, con un uniforme militar cubierto de medallas. No hacía falta leer su currículum: el tipo gritaba "peligro" con solo existir.
Junto a él, una joven soldado —con menos medallas pero igual de firme— lo seguía a paso disciplinado.
—¿Reporte de daños? —preguntó el hombre. Su voz rasposa sonaba como si fumara volcanes.
—General Kennedy, lamentamos informar el deceso del teniente Evan Forrester. El auto... —La joven dudó un segundo, buscando las palabras correctas.
—¿Y los chips? —interrumpió Kennedy, sin cambiar de expresión.
La mirada helada del general era suficiente para hacer sudar a una estatua.
—L-los chips se destruyeron tras el impacto. Ninguno está en condiciones de uso —respondió la teniente, revisando un archivo digital con nerviosismo.
Este tipo sí da miedito...
—¿Cómo fue posible que nos ganaran? —masculló el general—. Nos aseguramos de que ninguna nación supiera de este operativo, ¿verdad?
—Correcto, señor. Pero hubo una variable que no pudimos controlar: la zona de extracción.
—¡Maldición! —Kennedy pateó una roca con tal fuerza que de ser una pelota habría marcado gol desde la portería—. ¿Quién fue el que hizo el contacto?
—Tenemos una sospecha leve, señor —dijo la teniente, extendiéndole el archivo—. Un joven local: Alex Lower. Testigos afirman que estuvo en esta zona el día del incidente. Y, desde entonces, está desaparecido.
—¿Un guatemalteco...? Increíble... —El general arrojó el archivo al suelo como si fuera una servilleta usada.
Oye, al menos recicla, ¿no?
—Debemos prepararnos —dijo con frialdad.
—¿A qué se refiere, señor? —preguntó la teniente Fel, visiblemente inquieta.
Kennedy no se volteó.
—Piénsalo, Fel. Los chips están rotos. No tienen lo que vinieron a buscar. Eso significa que... —Hizo una pausa, clavando la vista en los restos del vehículo de Forrester—. ...nosotros tenemos ventaja.
Por un instante, el silencio se volvió más tenso que una cuerda floja sobre lava.
—Prepara el Proyecto Hammer.
Okay... ese nombre no suena a algo bonito. Si un proyecto militar se llama "Martillo" o "Hammer", probablemente no es para armar muebles de IKEA...
El general subió de nuevo al jeep, manteniendo su expresión de roca volcánica tallada por el odio.
—¡Pero, general...!
—¡No desobedezcas, haz lo que te digo! —rugió mientras arrancaba.
El jeep se alejó, levantando polvo, y dejando atrás a la teniente Fel, que observaba los escombros del auto en silencio.
—Quien sea ese tal Alex... va a desear no haberse metido con el ejército estadounidense.
Ay, no puede ser... Necesitamos que Alex esté preparado.
Seguro que podrá contra una adversidad como...
—¡Ayuda! —Alex salió volando contra la pared. Su vista se duplicó y sus huesos crujieron como palomitas en microondas. Esto es peor de lo que pensé... —¡Tiempo... tiempo!
Heart lo sujetó sin compasión y lo lanzó contra otro muro. Esta vez, el chico cayó inconsciente.
A este lo agarraron peor que al recluta Pyle...
—Ni pienses en descansar, Lower... —gruñó Heart—. ¡El enemigo no espera a que despiertes! —Volvió a lanzarlo; el golpe lo despertó, adolorido. —Por hoy ha sido suficiente... pero mañana será peor. ¡Así que prepárate, novato!
—Ah... puchica... —Alex se arrastró como pudo hasta sentarse. Su cuerpo tambaleaba como un muñeco inflable de los autolavados. —¿Es así todo el tiempo...?
Writz, vendándose con calma, asintió.
Al menos agarra parejo...
—Diablos... ¿cómo se supone que aprenda algo con esto...? —Alex se sentó junto a Writz, quien le pasó unas vendas. —Gracias...
—Siento que lo estás viendo de forma equivocada, Alex —respondió el elfo, con la mirada perdida en el horizonte.
—¿A qué te refieres?
—Heart no quiere que aprendas técnicas. Quiere que te adaptes. —Le dio una palmada amistosa en el hombro antes de marcharse, cojeando un poco.
Alex bajó la mirada. Lo dicho por Writz tenía sentido... dentro de la locura general.
Pero la verdadera pregunta era... ¿podría Alex adaptarse a algo tan extremo? Yo apuesto cinco a que no...
—¿¡Mandaste a Alex con Heart y Writz!? ¿¡Acaso quieres que lo maten en su primer día!? —Crowy le lanzó una tablilla a Épsilon, quien apenas logró esquivarla.
—¡No me quedaba otra chance! Los demás equipos ya están ocupados... ¡y no quiero perder mi bono!
Épsilon piensa con la cabeza... pero no estoy seguro de con cuál.
—¡Si lo veo en la enfermería —o peor, muerto— ni pienses que voy a defenderte ante el consejo! —Crowy se transformó en cuervo y voló fuera del edificio.
—Ah... me lleva...
—Veo que solo te he traído problemas...
Épsilon se giró. No esperaba que alguien escuchara.
Alex estaba ahí, con vendas por todo el cuerpo y cara de haber sido atropellado por un tren... o por una robot enojada.
—¡Por las flamas eternas, Alex! ¿¡Estás bien!?
Épsilon se puso guantes especiales para no quemarlo al tocarlo.
—Sí, tranquilo. Fue un... primer día agotador. Vi que Crowy se molestó contigo...
—Ya se le pasará. Siempre se pone así con los nuevos reclutas que... —Épsilon se detuvo. Alex ya entendía lo que quería decir. —Supongo que Heart te mostró parte de su "cronograma de entrenamiento", ¿no?
—Sí... digamos que es más práctica que teórica.
Ambos rieron. Épsilon se notaba genuinamente sorprendido. Pocos sobreviven al primer día con Heart sin quejarse.
—Oye... siento mucho que te haya tocado algo tan duro. Voy a cambiarte de equipo, uno donde te traten mejor.
Desde un rincón, oculta entre las sombras, Heart escuchaba. Su rostro mostraba una expresión... ¿de tristeza?
Como si esto ya hubiera pasado antes.
Pero algo en su mirada cambió cuando escuchó lo siguiente:
—No, no. Está bien. Me quedaré con ellos —dijo Alex.
Épsilon y Heart (y yo también, la verdad) quedaron sorprendidos.
¿Amigo, eres masoquista o qué?
—Writz dijo algo cierto —continuó Alex—. Heart no quiere que aprenda técnicas o estrategias. Quiere que me adapte a las amenazas. Y creo que esa es la mejor lección para empezar.
—Vaya... jamás pensé que alguien podría... bueno, no importa. —Épsilon sonrió, buscando algo en su bolsillo.
Sacó una tablilla brillante y se la entregó a Alex.
—Toma esto.
—¿Una tablilla? ¿Como las que usan todos aquí?
—Exacto. Tiene tu información, reloj, calculadora, UPS, y hasta juegos si te aburres.
Alex la tomó como si fuera un trofeo. No era solo una herramienta... era el símbolo de que oficialmente era parte de ARMA.
Y me da orgullo decir que te lo ganaste con sudor, moretones y una sacudida contra la pared.
—Gracias, Épsilon.
—Solo no hagas que me arrepienta. Ve a la enfermería y luego usa el UPS para encontrar tu vivienda. La compartirás con Heart y Writz, no lo olvides.
Alex tragó saliva. Lo de "compartir casa con quien casi lo mata" no sonaba muy alentador...
Pero también sabía que estaba empezando algo grande.
—¡Nos vemos!
Alex salió del edificio. Heart, desde su escondite, lo observó en silencio... y por primera vez, sonrió.
—Creo que este sí será de los nuestros...
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Updated 24 Episodes
Comments
Amai Kizoku
¡Me encanta tu novela! ¡Actualiza pronto, por favor! 😍
2025-08-05
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