El aula estaba llena de voces, risas y libros abiertos. Era el primer día del segundo semestre, y Yin se sentó en su lugar habitual, al final, cerca de la ventana. No porque fuera tímido —aunque lo era—, sino porque allí podía observar sin ser observado. La luz tenue de la mañana caía sobre su cuaderno mientras garabateaba sin pensar, esperando que el profesor llegara.
Silas
¿Este asiento está ocupado?
La voz era suave, un poco ronca, con ese tono grave que suelen tener los deltas. Yin levantó la vista y lo vio: alto, cabello oscuro, ojos grises. Su sonrisa era discreta, casi insegura.
Yin
No, está libre
El chico se sentó a su lado con una educación casi anticuada. No olía fuerte, como otros deltas, sino a algo más sutil, fresco, casi amaderado. Un aroma limpio que no invadía, pero se quedaba en el aire.
Silas
Soy Silas
(extendiendo la mano)
Yin
Yin
(dudando un segundo antes de estrechársela. La mano de Silas estaba tibia, firme, pero no dominante.)
Durante la clase, Silas permaneció concentrado, tomando apuntes con letra impecable. No hablaba a menos que le preguntaran, pero cada vez que el profesor decía algo interesante, giraba apenas el rostro hacia Yin, como si compartieran un secreto.
Al salir, caminaban en la misma dirección.
Yin
¿También estudias Psicología?
Silas
Sí… Bueno, en realidad me cambié este semestre. Estaba en Historia del Arte, pero no era para mí. Me interesa más la mente… la forma en que la gente actúa, ama, miente.
Yin
(Sonrió, incómodo. Había algo raro en cómo lo dijo, pero tal vez era su manera de hablar.)
Silas
¿Y tú? ¿Por qué Psicología?
Yin
Quiero entenderme… y entender a los demás.
(Después se arrepintió un poco de su honestidad.)
Silas
(asintió, como si esa respuesta le gustara más de lo que debía.)
Pasaron las semanas. Silas empezó a aparecer más seguido: en la biblioteca, en la cafetería, en los pasillos. Siempre con una sonrisa, siempre dispuesto a escuchar, a ayudar, a acompañar. Yin empezó a sentirse cómodo a su lado. Era fácil estar con él. No tenía que fingir.
Silas
(Una tarde, después de clase, Silas le ofreció café.)
¿Sabías que el cuerpo reacciona igual al café que al enamoramiento? Palpitaciones, calor, euforia leve.
(Lo dijo con una sonrisa juguetona.)
Yin
(se rió.)
Entonces voy a tener que dejar de tomarlo si no quiero enamorarme de ti.
Silas
(Bajó la mirada, pero no respondió. Sólo sonrió, esa misma sonrisa tierna de siempre. )
Yin
(no lo notó, pero sus dedos temblaron apenas al sostener el vaso.)
Comments
Priss
puedes cambiar la foto de Silas plissss
2025-07-26
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