Carruajes y cortes fríos
El carruaje frente a ella era más hermoso de lo que jamás imaginó.
Negro brillante, con detalles dorados en los bordes y una insignia de la familia Sherlock grabada en la puerta: dos leones cruzados con una rosa en el centro. Las ruedas relucían, las ventanas tenían cortinas bordadas, y la escalera que bajaba automáticamente al tocarla con el pie la hizo sentir, por un instante, como una princesa en una de esas novelas que solía leer a escondidas.
“No puede ser… ¿esto es de verdad?”, pensó mientras subía, con el corazón acelerado.
El interior era igual de lujoso: cojines de terciopelo rojo, un leve perfume a madera pulida, y justo frente a ella, sentado con la pierna cruzada y expresión de aburrimiento, estaba Will, su hermano mayor.
O más bien, el hijo del visconde y su primera concubina.
Él la miró. Sonrió de lado, como quien observa un animal extraño, y luego desvió la mirada hacia la ventana sin decir nada.
Dahiana, o mejor dicho, Nicol disfrazada de Dahiana, decidió que ese era su momento. Necesitaba información. Conocer a su nueva familia desde adentro. ¿Y qué mejor que empezar con el “hermanito modelo”?
Se sentó con elegancia frente a él, intentando ocultar lo incómoda que se sentía con ese corset.
—Hermano… ¿cómo ha estado? —preguntó con una sonrisa suave, amable, ensayada.
Silencio.
Él ni siquiera la miró.
Dahiana pestañeó.
—¿Puedo hacerle una pregunta?
Will giró lentamente el rostro hacia ella. Sus ojos grises eran afilados, fríos.
—No.
La palabra cayó como una piedra en el suelo entre ellos.
Dahiana parpadeó. Su sonrisa se congeló en el rostro. Por dentro, ardía. Pero no se permitió mostrarlo.
“Bien… así jugamos.”
Sin decir una palabra más, giró su cuerpo hacia la ventana, cruzó las piernas con elegancia y apoyó la mejilla en la mano.
Silencio otra vez. Tenso. El ruido de las ruedas sobre el empedrado acompañaba el momento como si fuera parte de una obra teatral.
Will, al parecer, no soportaba el silencio tanto como fingía.
—¿A qué estás jugando? —dijo de pronto, con voz baja pero cargada de desdén.
Dahiana alzó la vista.
—¿Perdón?
—Nunca hablas. Siempre estás callada. Escondida. Y ahora de pronto... sonríes, preguntas, finges interés. ¿Qué pasa, te golpeaste la cabeza?
Ella lo miró, y por un instante pensó en responder con cortesía. Pero algo dentro de ella —algo que llevaba años encerrado— se soltó.
—Quizás me golpeé, sí. Y quizás me di cuenta de que vivir como un mueble no es tan divertido como parece.
Will la observó, sorprendido. No por sus palabras, sino porque no esperaba respuesta.
—Solo no me molestes —dijo él, cerrando los ojos con fastidio—. Bastante tengo con fingir que me importa esta familia .
Ella lo miró largo rato. Luego sonrió, pero esta vez de verdad. No amable, sino afilada.
—Tranquilo, hermano. Fingir es un arte. Y yo estoy aprendiendo de los mejores.
Él volvió a abrir los ojos, pero esta vez no dijo nada.
Dahiana volvió su vista hacia la ventana. Por dentro, el corazón le latía con fuerza.
“Voy a ganármelos. A todos. Pero no como la vieja Dahiana. Sino como la nueva. Como yo.”
Y por primera vez desde que llegó a ese mundo, sonrió no por cortesía, sino por placer.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 35 Episodes
Comments